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Latinoamérica

Adelante Schafick, el futuro es nuestro

Orlando Oramas León

Falleció Schafick Handal. Tenía 75 años cuando su corazón le jugó una mala pasada a poco de aterrizar en su querido El Salvador, luego de asistir, emocionado, a la investidura presidencial de Evo Morales en Bolivia.



 


Schafick con Fidel, Chávez y Evo Morales, en el encuentro hemisférico contra el ALCA, en el
teatro Karl Marx, mayo del 2005
.
 

Una agencia de noticias le califica como emblemático ex jefe guerrillero y otros medios de comunicación reconocen su larga data en las luchas sociales y políticas, amén de su militancia comunista.

Dirigió el Partido Comunista salvadoreño en los años difíciles y heroicos de la lucha contra los regímenes represivos y entreguistas. También cuando esa organización se unió y más tarde, en la postguerra, se fundió en el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional.

Fue uno de los hombres más buscados por Estados Unidos y los escuadrones de la muerte a su servicio en la más chica de las repúblicas americanas, el Pulgarcito, como le llaman.

Eran los tiempos de la llamada guerra de baja intensidad lanzada por la administración Reagan en América Central. Entonces los guerrilleros del FMLN ponían en jaque al ejército de la oligarquía, entrenado y armado hasta los dientes por Washington.

Luego de los acuerdos de paz, en 1992, Schafick se convirtió en la principal figura de la ex guerrilla convertida en partido político, del que fue candidato a la presidencia en los comicios del 2004.

La derecha, los medios de comunicación a su servicio, le tildaban de "ortodoxo", "dogmático", que en su caso fue la manera de atacar su defensa intransigente del socialismo. No por gusto la sucia campaña mediática contra su candidatura, pagada, entre otros, con los millones de la mafia anticubana de Miami.

Schafick había nacido el 14 de octubre de 1930 en la ciudad de Usulután. Hijo de emigrantes palestinos de la ciudad de Belén, fue el mayor de seis hermanos, uno de los cuales se cuenta entre los miles de desaparecidos en su país.

El enfrentamiento a la dictadura de Maximiliano Hernández resulta su estreno en el combate político. Vivió larga parte de su vida entre la clandestinidad, el exilio y la persecución.

Defendió a ultranza la Revolución Cubana y mantuvo una relación cálida y estrecha con Fidel, su amigo, su hermano.

Cómo no recordarlo hoy cuando se dirigió tantas veces a nuestro pueblo, como lo hizo ante la multitud que colmó la Plaza de la Revolución de La Habana el pasado Primero de Mayo. Entonces condenó la complicidad de la Casa Blanca con el terrorista Luis Posada Carriles, que hizo de El Salvador cubil para preparar y ejecutar sus crímenes

En aquella histórica jornada también decía: "Los pueblos tienen derecho a liberarse del neoliberalismo, del capitalismo, que son terrorismos, y saben los pueblos que el socialismo es humanismo". Aquella frase fue aplaudida por los miles de cubanos allí congregados.

Un mes después regresó a La Habana, como delegado al Encuentro Internacional contra el terrorismo, por la verdad y la justicia. Estaba lleno de optimismo por los cambios que tienen lugar en América Latina.

Y con esa fe murió, no sin antes abrazar a Evo, y confirmar en la sufrida Bolivia que el futuro es de los pueblos y de hombres como él.

Fuente: lafogata.org