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Latinoamérica

 

El pintoresco (y peligroso) escenario electoral peruano

Gustavo Espinoza m. (*)

Próximo a vencerse el plazo para la inscripción de las fórmulas presidenciales para los comicios del 9 de abril próximo, ya se sabe que por lo menos 22 "planchas" habrán de colocarse en la línea de partida, abriendo las compuertas para que el 9 de febrero se anoten miles de postulantes al Congreso de la República, en lo que amenaza ser más que una reñida contienda, un verdadero carnaval electoral.

Como en la literatura clásica, aquí asoman también los personajes de Stevenson, el Dr. Kekyll y Mr. Hyde, expresiones, en un caso, de los convencionalismos tradicionales y en el otro, del monstruo interior que pocos conocen pero muchos intuyen; y que se reflejan en ese umbrío escenario en el que se mueven con singular entusiasmo las fuerzas políticas actuantes que prometen todo a sus electores con la idea de captar el voto de incautos; pero hasta hoy no lo logran. Casi el 70% de los peruanos, en efecto, confiesa que todavía no ha tomado una decisión final en torno al sufragio y espera el desarrollo de la campaña para optar por un camino que hoy considera turbio y enredado. No obstante, de todas las propuestas electorales conocidas, tres asoman con una cierta fuerza mayor que las otras. Veamos.

Para algunos, el único Partido realmente existente en el Perú es el APRA. No les falta razón, dado que el proceso peruano ha servido más bien para triturar a otras expresiones políticas, incluido el histórico PC, extrañamente victimado por su propio dirigente. Sin embargo, el APRA, más que una fórmula presidencial presenta a consideración de sus electores una banda delictiva integrada por dos procesados por crímenes de lessa humanidad vinculados a la matanza de los penales, ocurrida en junio de 1986, y pendiente de sanción en tribunales de nuestro país y del exterior. "La fórmula del frontón", le llaman por eso. Alan García y el almirante Luis Giampiettri, sus componentes, fueron expresión nítida de la guerra sucia en décadas pasadas y estuvieron hermanados por espesos coágulos de sangre. Aunque por las presiones que desarrollan en todos los niveles finalmente la justicia peruana los exima de culpas, no podrán eludir ni el juicio de la historia, ni las resoluciones de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, que no parece dispuesta a concertar en función de intereses ocasionales y partidistas. La tercera integrante de la "plancha" aprista Lourdes Mendoza del Solar no tiene ese antecedente, pero sí otros: su hermana Fernanda integró la plancha presidencial del Fujimorismo en 1991 y su hermano en el mismo periodo fue congresista de ese Partido en un parlamento espúreo. Lourdes asegura que ella no, que ella es virgen por lo menos en el plano político, pero cambia de colores cuando se le inquiere acerca de su nexo con la mafia.

Lourdes Flores Nano, quien todavía encabeza las encuestas con un débil y precario 25%, no se queda atrás. Incluye en su fórmula a Arturo Woodman, socio y aparente testaferro de Dionisio Romero. Este, a su vez, hombre fuerte de Alicorp  y el Banco de Crédito, fue también socio de Fujimori en "la salita del SIN" y aún lucha por que "prescriban" los delitos que se le imputan y que constan en vídeos. Nadie duda, por cierto, que Dionisio -quizá la primera fortuna del país- influye decisivamente en el rumbo de Unidad Nacional, el Frente que impulsa la candidatura de Lourdes Flores y que representa más claramente que otros los intereses del Gran Capital. Su otro Vice Presidente, Luis Carpio Ascuña, un hombre de la provincia. No resulta básicamente distinto ni en el área empresarial, ni en sus conexiones con el pasado corrupto.

Ollanta Humala, una suerte de outsider contestatario, aparece hoy como el candidato en "ascenso". Las encuestas lo ubican en el segundo lugar y muy próximo al primero, pero su movimiento, improvisado y aluvional, muestra ostensibles contradicciones. Su primer Vicepresidente, Gonzalo García Núñez, tiene antecedentes positivos por su antigua colaboración con Alfonso Barrantes en los años 80  pero luego de la dictadura, en el último quinquenio, fue un burócrata dorado que, en el Directorio del Banco Central, se identificó en todo con los lineamientos del oficialismo toledista al que representó sin resuello. Carlos Torres Caro -su otro Vicepresidente- fue más bien un claro exponente de la Mafia en los años del fujimorato, pero aún mantiene vivos sus vínculos con ella. Quizá por eso, Elena Tasso, la madre de Ollanta; y Isaac, su padre, no han tenido empacho en reconocer en declaraciones hechas a la prensa chilena y peruana, que su vástago está rodeado de "una mafia de politiqueros mañosos", de "mosqueados y corruptos exponentes de la clase dirigente". Tras Ollanta, en efecto, se mueven cada vez más claramente representantes oscuros de una gestión siniestra.

Para hacer frente a estas fuerzas, bien podría haber surgido un movimiento fuerte, cohesionado, democrático y patriótico, capaz de rescatar el verdadero sentido de la sociedad peruana y promover las expectativas más avanzadas de sus fuerzas de vanguardia Pero eso no ha ocurrido. Incluso la Izquierda oficial se presenta fraccionada en cinco candidaturas, aunque cada una de ellas se proclama obviamente la auténtica, y descalifica a las otras.  Ninguna de ellas tiene posibilidades de ganar elecciones, sino incluso de superar el 4% indispensable para subsistir en la espesa selva que se avecina.

Además de pintoresco, el escenario asoma entonces peligroso. Las consecuencias las pagará el pueblo, sin duda, aunque se muestra reacio a comprometer su destino con algunas de las fórmulas expuestas, u otras.

Lo sensato, en la coyuntura, no es levantar candidaturas, entonces, sino programa, sin esperar siquiera la aceptación de los propuestos. Las banderas del pueblo le pertenecen al pueblo y los trabajadores deben hacerlas flamear por todo lo alto combatiendo por ellas con firmeza, ante este o el próximo gobierno, que será igualmente contrario a los intereses del Perú y sus habitantes.

La lucha contra el neoliberalismo y sus consecuencias, la resistencia al Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos, la  búsqueda de una salida democrática y popular a la crisis, la guerra sin cuartel contra la corrupción y la impunidad, la vigencia plena de las libertades democráticas, la descentralización efectiva, la preservación de las riquezas básicas, la recuperación de los derechos laborales conculcados; la solidaridad con los procesos antiimperialistas que asoman en América Latina, son algunas de las más legítimas demandas de la población. Ellas unen a millones de peruanos que no quieren más caudillos alquilados. ni partidos de opereta.  (fin)

(*) Del Colectivo de Dirección de Nuestra Bandera

Fuente: lafogata.org