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El "capitalismo andino-amazónico"
Álvaro García Linera 
Le monde diplomatique 
El triunfo electoral del Movimiento al Socialismo (MAS) y de Evo Morales 
representa una vuelta de página en una historia boliviana cargada de injusticias 
y segregación de sus pueblos indígenas originarios: la descolonización del 
Estado y la implementación de un nuevo modelo económico marcarán, desde el 
primer día, al gobierno de la izquierda indígena que acaba de iniciar un proceso 
de cambio irreversible para el próximo medio siglo.
La marea de votos obtenida por el MAS permite avanzar, con más fuerza y rapidez 
de lo que soñamos, en la clausura de las últimas dos décadas nefastas y 
terribles que dejaron al país maltrecho, que destruyeron nuestra economía y 
debilitaron hasta límites nunca vistos al Estado boliviano.
Para quienes hemos acompañado desde la academia y las luchas a los movimientos 
sociales emergentes desde 2000, la victoria del 18 de diciembre pasado significa 
el ingreso a una nueva etapa: el ejercicio del poder estatal. Los desafíos de la 
izquierda en la gestión de los asuntos públicos serán muchos y complejos pero, 
como hemos señalado a lo largo de la campaña electoral, nuestras fuerzas se 
encaminarán fundamentalmente a la puesta en marcha de un nuevo modelo económico 
que he denominado, provisoriamente, "capitalismo andino-amazónico". Es decir, la 
construcción de un Estado fuerte, que regule la expansión de la economía 
industrial, extraiga sus excedentes y los transfiera al ámbito comunitario para 
potenciar formas de autoorganización y de desarrollo mercantil propiamente 
andino y amazónico.
En los siguientes 50 años predominará en Bolivia la economía familiar 
estructural, base de las últimas rebeliones sociales; el desafío es qué hacer 
con ella. El nacionalismo revolucionario de los años ’50 pensaba que la 
comunidad desaparecería y que todos se volverían industriosos, modernos, 
capitalistas y asalariados, pero eso no ocurrió y, en la actualidad, el mundo 
moderno representa sólo entre el 7% y 15% de la economía y de la población 
económicamente activa (PEA). Hoy pensamos que, al menos, podemos idear un modelo 
para que lo comunitario deje de estar subsumido de manera brutal a la economía 
industrial, evitando que lo moderno exprima y quite todas sus energías a lo 
comunitario, potenciando su desarrollo autónomo. Para ello contamos con el 
Estado y con el excedente de los hidrocarburos nacionalizados.
El triunfo del MAS abre una posibilidad de transformación radical de la sociedad 
y el Estado, pero no en una perspectiva socialista (al menos en corto plazo), 
como plantea una parte de la izquierda. Actualmente hay dos razones que no 
permiten visualizar la posibilidad de un régimen socialista en nuestro país. Por 
un lado existe un proletariado minoritario demográficamente e inexistente 
políticamente; y no se construye socialismo sin proletariado. Segundo: el 
potencial comunitarista agrario y urbano está muy debilitado. En los últimos 60 
años se ve un retroceso de la actividad comunitaria productiva y una erosión de 
los lazos comunitarios. Sigue habiendo comunidad, pero ésta ha implosionado 
internamente en estructuras familiares.
El potencial comunitario que vislumbraría la posibilidad de un régimen 
comunitarista socialista pasa, en todo caso, por potenciar las pequeñas redes 
comunitaristas que aún perviven y enriquecerlas. Esto permitiría, en 20 o 30 
años, poder pensar en una utopía socialista.
Lenin proponía soñar con los ojos abiertos, lo que significa tener la capacidad 
de mirar el horizonte estratégico, pero saber manejar la táctica. El capitalismo 
andino-amazónico es la manera que, creo, se adapta más a nuestra realidad para 
mejorar las posibilidades de las fuerzas de emancipación obrera y comunitaria a 
mediano plazo. Por eso, lo concebimos como un mecanismo temporal y transitorio.
* Vicepresidente electo de Bolivia