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        Argentina: La lucha continúa 
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Fernando Rouaux 
Argenpress
Las 
elecciones legislativas se aproximan, y tanto el oficialismo como la 
ultraderecha plantearán que la cosa es sólo entre ellos, tratando de lograr algo 
así como una democracia Made in USA, donde todo el arco político no 
fundamentalista católico es convencido de que hay que votar al partido demócrata 
porque la otra opción es el republicano, y si no te gusta votar por nosotros, 
mirá cual es la otra opción. Y viceversa. Este escenario es el que más les 
conviene a ambos, oficialismo y derecha: a Kirchner, porque renueva, agitando el 
fantasma del menemismo-duhaldismo, el 'No le ates las manos al presidente' de 
Raúl Alfonsín, y a la ultraderecha lopezmurphysta-macrista-menemista, porque así 
puede asustar a la patética clase media argentina con la invasión de los 
bárbaros, antes llamados 'cabecitas negras'.
La extrema derecha argentina cierra filas, temerosa que en octubre 'se venga el 
zurdaje' oficialista y quién te dice, llega el día del arquero y largan una 
Reforma Impositiva, o aumentan las retenciones u
n uno por ciento, aunque ninguna 
de las dos están en la agenda oficial siquiera. Al canto de 'Que se mueran los 
feos' la nueva alianza derechista entre López Murphy y Macri nació con mucha 
prensa y mucho márketing, como todo nuevo producto: ha sido llamada 'coalición' 
para evitar la poco 'cool' palabra 'alianza', y es promovida como de 'centro', 
para evitar la más exacta palabra 'ultraderecha'.
El diario La Nación se ha encomendado a la misión de hacer dicho marketing para 
transformar ese tan poco atractivo aunque certero nombre al de 'centroderecha', 
o como lo ha estado haciendo esta semana, ya más descaradamente, al de 'centro'. 
Tal vez el objetivo de la campaña no sea imponer el término 'centro' para esta 
nueva alianza, sino el término 'centroderecha'. Este último es tan inexacto como 
el anterior, pero suena menos a 'meta bala'. La idea sería que con el uso 
frecuente de la palabra 'centro', decir 'ultraderecha' o 'derecha' a secas 
parecerá exagerado obligando a utilizar 'centroderecha'. 
Ricardo López Murphy pasa revista a tropas norteamericanas en Washington.
La Nación es un diario que se dice serio. Sin embargo, embarcándose en campañas 
de este tipo se está pareciendo cada vez más a los medios derechistas de 
Venezuela, o a los de la mafia cubana de Miami. Sin ir más atrás que el año 
2002, primero fue la campaña 'los piqueteros son violentos', tratando de generar 
la violencia que no venía de ellos y que terminó con mercenarios golpeando 
taxistas en medio de un piquete, y una bomba en un tacho de basura que hirió a 
varias personas en medio de una protesta. Luego vinieron las sucesivas 'olas' de 
secuestros, de robos, de frío, de falta de energía, olas de todo lo que pueda 
molestar al gobierno o a la clase media, que es lo mismo. Luego vino Blumberg y 
sus velas, la 'justicia' contra los pobres pero el 'perdón de los pecados' del 
pasado. Y ahora es la curiosa campaña 'la derecha es de centro'. Evidentemente, 
en la carrera electoral el diario La Nación ya ha largado y sabe a qué caballo 
apuesta. Que haya que marear un poco al público con palabras engañosas para 
ganar algún centímetro de poder, es un detalle menor que no cambiará 
radicalmente la reputación de la empresa.
Ahora bien, si los candidatos López Murphy y Macri fueran caras
 
nuevas en la política, sería entendible una triquiñuela de este tipo. Pero dada 
la historia de ambos, uno en el ámbito empresarial y el otro en el político, el 
intento es tan burdo que queda tan al descubierto como cuando Menem habla de 
que, ahora sí, si fuera presidente por tercera vez, lanzaría la revolución 
productiva.
El nombre Macri, inexorablemente asociado a las privatizaciones de los 
noventa y a la fiesta menemista, no necesita de mayores consideraciones. Se 
podría decir que representa para los argentinos uno de los tantos sinónimos de 
esos años, como Hadad, Yabrán, Moneta, Alsogaray y tantos otros. Macri no hará 
gala de su honestidad, sino que atraerá los votos 'Boquita', a través millones 
de dólares y de relatores y comentaristas de fútbol varios, dando la imagen del 
argentino langa y ganador, una suerte de Isidoro Cañones de la empresa. 
Jorge Sobisch, reunido con Mauricio Macri (Foto: LA CAPITAL). 
Pero López Murphy se vende como honrado, y no me consta que no lo sea. Ahora 
bien, ¿es suficiente con ser honrado para no ser de derecha? Sucede que en 
Argentina la derecha se corrompió tanto, mató tanto, torturó tanto, robó y 
vendió tanto, que todo lo que se considera mínimamente cercano a la decencia 
debe ser de centro, porque sólo sería de 'derecha' si incluyera robo o coimas. 
Así Elisa Carrió es de centro, porque aspira a un capitalismo sin corrupción. Si 
uno va más allá de la mera honradez económica y apela a una sociedad con cierta 
honradez ética y menciona los derechos humanos, entonces uno ya es de izquierda. 
Así entonces se califica al gobierno de Kirchner, de 'centroizquierda', porque 
ha impuesto mínimas retenciones y pretende respetar los derechos humanos, aunque 
en la práctica regala millonarias rentas petroleras a las multinacionales y 
mantiene miles de presos políticos (ninguno de derecha), lo que le ha valido el 
'reto' de Amnesty International.
Por suerte no hay que ir muy lejos en el tiempo para desentrañar dónde está 
parado López Murphy en el espectro político: en el año 2001 fue ministro de 
economía de Fernando De la Rúa, durante un par de lamentables semanas. En ese 
breve lapso entre el éxtasis y el fracaso, tomó muchas medidas muy drásticas y 
cosechó muchas reacciones. Algunas a favor y otras, ¡ay, la mayoría!, en contra. 
¿Cuáles fueron las medidas que tomó el ministro de economía López Murphy, que el 
diario La Nación considera de centro? Repasemos:
- Recorte del gasto público, en medio de la recesión, de $1.962.000.000, de los 
cuales casi el 90% correspondían al área educativa. (1)
- Privatización de la totalidad del grupo previsional del Banco Nación (Según el 
diario La Nación: 'En principio...[López Murphy] pretendía vender la entidad 
bancaria, pero el presidente Fernando de la Rúa se opuso y se optó por vender el 
100% de las firmas satélite'). (2)
- Privatización de Lotería Nacional, la Casa de Moneda y los terrenos de los 
ferrocarriles que aún están en poder del Estado.' (3)
- Despido de 80.000 trabajadores públicos (un tercio del total). (4)
- Reforzar la reforma laboral sancionada bajo acusaciones de coimas en el 
Senado, reduciendo aún más el 'costo laboral', extendiendo aún más el período de 
prueba, sin tocar el salario. (5)
¿Son éstas medidas de centro, o siquiera de centroderecha? El lector sabrá 
discernir.
Un dato útil para definir cuán cerca del centro se encuentran estas medidas, es 
notar quiénes las recibieron con agrado en ese momento. Según informó el mismo 
diario La Nación al día siguiente del anuncio, 'el ministro de Economía, Ricardo 
López Murphy, recibió ayer un fuerte apoyo por parte de los 700 empresarios que 
respondieron a su convocatoria a la Bolsa de Comercio... los empresarios 
aplaudieron con entusiasmo la decisión de recortar gastos por un total de 2000 
millones de pesos.' (6) ¿Esos 700 empresarios serían de centro?
El paquete nunca se aplicó por el rechazo de la población y luego vino Cavallo a 
hacer lo mismo de manera más creativa, para terminar dando clases en Harvard 
tras su renuncia y escape en medio de los cacerolazos.
Pero hay que darle a López Murphy el derecho a la duda. Podríamos pensar que el 
hombre cambió, que cambió mucho, muchísimo, y que ahora sí es de centro. Podemos 
suponer que aprendió la lección de la forma que más duele y de la que más se 
aprende: la derrota. Así que para comprobar si este es el caso, podemos tratar 
de ver cuáles son sus planes ahora. Como es dudoso que haga campaña promoviendo 
medidas como 'despido masivo de empleados públicos', 'recortes del gasto público 
en educación', 'flexibilización laboral' y 'más privatizaciones', es mejor mirar 
con quién anda, para ver quién es.
En el pasado se alió con el ex-comisario Luis 'eléctrico' Patti, hombre que es 
difícil colocar en el 'centro'. Ahora se asocia con Macri y tal vez Sobisch, a 
quien él mismo acusó de corrupto, y quien tiene una gran relación con Menem. 
Pero no sólo eso. También se rodea de Jaime Durán Barba, asesor de Menem e 
impulsor de la dolarización en Ecuador (con los resultados que todos conocemos), 
y con Jorge Castro, ex secretario de Planificación Estratégica de Menem. (7)
Basándonos en estas compañías, cabe preguntarse por qué periodistas como Laura 
Capriata de la redacción de La Nación consideran a este hombre de centro. (8) 
¿Es que queda algo a la derecha de Menem? ¿Es López Murphy menos derechista que 
Menem? Y si lo es, ¿por qué utiliza sus mismos asesores?
Llama la atención que en otros países, en vez de ocultarse tras la palabra 
centro, la derecha se autoproclama derecha, y está orgullosa de serlo. La 
derecha en EEUU no está avergonzada de ser la derecha, lo mismo que en Canadá y 
otros países. Pero en Argentina tiene las manos manchadas de sangre, los 
bolsillos llenos de plata sucia, y una población que conoció el hartazgo con su 
fundamentalismo económico.
Así, la derecha argentina misma fue la que deslegitimó a la derecha, asociándola 
con violaciones a los derechos humanos, corrupción, saqueo y robo del Estado, y 
hasta la frivolidad absoluta, amén de la destrucción económica y social del 
país. La derecha, luego de haber robado a cuatro manos y riéndose a carcajadas 
de los chicos desnutridos que se morían como moscas a su alrededor, luego de 
haber violado la democracia con sus golpes militares y violado todos los 
derechos humanos incluyendo el del trabajo digno, el de comer, el de tener un 
médico o una medicina cuando uno la necesita, está dispuesta a volver por más. 
Pero ahora ya no quiere llamarse derecha, porque le da vergüenza o, más 
probablemente, porque pianta votos. Por eso se pone el camuflaje, quiere que 
creamos que es lo que no es ni será, y para eso utiliza campañas masivas que se 
reproducen en los diarios y demás medios que posee. La derecha argentina, con 
este intento risueño de llamarse centro, se ve como un niño que cree engañar a 
la madre escondiéndose detrás de un palo de escoba.
Tal vez, como dijo Sandra Russo, las palabras centro o derecha indiquen más bien 
de dónde se los mira más que adónde están parados.(8) En el caso de La Nación, 
es de entender que cuando miren a la nueva alianza ultraortodoxa la vean en el 
centro. Al fin y al cabo, sólo se están mirando en el espejo.
Notas:
1. http://old.pagina12web.com.ar/2001/01-03/01-03-17/pag03.htm
2. http://www.lanacion.com.ar/archivo/nota.asp?nota_id=56217&
origen=acumulado&acumulado_id=&aplicacion_id=12&aplicacion_id=12
3. http://old.pagina12web.com.ar/2001/01-03/01-03-17/pag07.htm
4. http://old.pagina12web.com.ar/2001/01-03/01-03-17/pag11.htm
5. http://www.lanacion.com.ar/archivo/nota.asp?nota_id=56419&origen
=acumulado&acumulado_id=
6. http://www.lanacion.com.ar/archivo/nota.asp?nota_id=707982&origen
=acumulado&acumulado_id=
7. http://www.pagina12web.com.ar/diario/elpais/1-51662.html
8. http://www.lanacion.com.ar/archivo/nota.asp?nota_id=707982&origen
=acumulado&acumulado_id=
9. http://www.pagina12web.com.ar/diario/contratapa/13-51598-2005-05