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        Argentina: La lucha continúa 
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Elecciones de Oktubre: en busca de levantamanos
  Por Jorge Fernando Daffra y Hugo Alberto de Pedro 
  
Corresponde dejar aclarado desde el comienzo que nosotros pensamos que la 
política es necesaria e imprescindible en la vida de los pueblos, en la medida 
que ella sea el vehículo a través del cual se puedan expresar los pensamientos 
sobre las cuestiones comunes, y que termine siendo el medio por el cual llegan 
los que, habiendo sido elegidos por sus seguidores, adherentes, militantes y 
afiliados a los diferentes partidos y movimientos, llevarán adelante nuestra 
representación. 
  
Hecho éste comentario no podemos sentirnos conformes con la "política real" que 
advertimos tanto vapuleada como menospreciada a diario, que ha conseguido que se 
imponga la apatía ciudadana como único correlato de las prácticas y abusos 
cometidos por todos los que accedieron por ella a los poderes electivos. 
  
Cada vez que llega un presidente al poder, lo mismo sucede con algunos 
gobernadores, se creen con el derecho de hacer lo que les venga en gana y para 
ello hacen abuso de sus poderes delegados y una sistemática práctica de proceder 
a decretar, con supuestas e inexistentes necesidades y urgencias, todo aquello 
reservado a los legisladores. Desde el parlamento no se hacen los esfuerzos ni 
los trabajos fundamentales para promover el debate de las ideas, y proponer la 
legislación que esté más adecuada al presente y porvenir de la Nación y que se 
convierta en rectora de la convivencia, las obligaciones y derechos de todos los 
habitantes. 
  
El actual presidente de la República Argentina, Dr. Néstor Carlos Kirchner, un 
fiel representante de la política prebendaria, arribista, feudal y autoritaria 
que hemos sabido prohijar, no ha tenido el menor empacho en llevarnos hacia la 
necesidad de convertir en un plebiscito de su gestión a la simple renovación 
parcial de las cámaras legislativas nacionales. 
  
Este mentado plebiscito lo repudiamos como tal, ya que lleva en su formulación 
una perversión que ataca a las mismísimas instituciones republicanas. Dentro de 
la formulación plebiscitaria están contenidos los intereses hegemónicos que 
pretenden que todos terminemos gobernados y legislados en una sola dirección 
política e ideológica para que "Argentina sea un país en serio", donde 
desaparezca la independencia de los poderes del Estado. 
  
De ahí se desprende que con todos los problemas y cuestiones sin resolver en la 
república de las desesperanzas, sea el primer mandatario quien esté abocado a la 
conformación de las listas de candidatos a legisladores y en cuya preocupación 
obliga a sus ministros y funcionarios más relevantes a participar en las 
próximas elecciones legislativas, sabiendo perfectamente el pueblo argentino que 
ninguno de ellos se ha preocupado por hacer conocer sus inquietudes 
legislativas, menos sus propuestas y menos aún haber realizado la debida 
militancia política que le permita a los propios conocer sus pensamientos para 
saber si están de acuerdo y así poder acompañarlos. A los ajenos les permitiría 
considerar sus posibles capacidades como hacedores de leyes. 
  
Si tuvieran una postura ética los funcionarios del Poder Ejecutivo deberían 
renunciar para realizar sus campañas para los cargos que han sido obligados a 
postularse. Que a la ciudadanía le quede muy claro si son ministros o son 
candidatos, ya que es una cuestión del más estricto respeto y que además, porque 
sabemos que va a pasar, es una forma que podamos diferenciar los gastos de la 
campaña por las bancas de los gastos que se pagan desde la caja del Estado por 
las funciones gubernativas. Que se entienda: Desde la caja del Pueblo salen 
fondos para la política proselitista. Que se entienda: Los bienes y patrimonios 
del Pueblo se disponen para uso político proselitista a lo largo y ancho del 
país siempre disfrazados de protocolos, actos y entrega de cualquier cosa. 
  
Cada uno de los actos públicos presidenciales se han convertido en barricadas, 
mediáticamente muy bien montadas, publicitadas y convenientemente abonadas, para 
atacar despiadadamente a quienes no comulguen con sus políticas y a quienes aún 
no se han querido poner a su disposición y servicio, o sea, silenciar sus 
opiniones. 
  
Claro está que aquellos que han vendido ideales, entregado años de quehaceres 
políticos, recibido y aceptado los aprietes que los hubieran condenado a quedar 
fuera de la pertenencia al poder merecen nuestro repudio y rechazo, simplemente 
por haberse convertido en miserables aduladores y sirvientes políticos de quien 
no dudará en utilizarlos y menospreciarlos en la primera oportunidad que 
demuestren la más mínima disidencia con autoridad oficial. 
  
Nos preguntamos para qué son las elecciones legislativas, si lo que se busca es 
obediencia para enviar al Congreso, no produzcamos más gastos, ya que si el 
"plebiscito K" triunfa tendremos decenas de diputados y senadores levantamanos. 
Algo así como en el libro "Kirchner, el amo del feudo" de Daniel Osvaldo Gatti 
se denomina a la legislatura santacruceña como la "Cueva de las Manos". Si las 
elecciones legislativas del 23 de octubre próximo terminan confirmando los 
anhelos de Kirchner nos encontraremos con un Poder Legislativo mucho más autista 
que el actual, y dispuesto a permitir aún mayores tropelías del Poder Ejecutivo. 
Perderá así su función de control en la democracia e imposibilitará el 
imprescindible debate de las posiciones políticas. Todo será de un solo color y 
con un mismo olor. 
  
Lamentamos profundamente que estos veintitrés años ininterrumpidos de democracia 
vaya camino al autoritarismo, porque la cuestión no es menor si el parlamento es 
cooptado. Ya lo han sido los medios de comunicación e información que no quieren 
y seguramente, sin correr el riesgo de perder la coercitiva publicidad oficial 
que todos pagamos y nada recibimos a cambio, no pueden ofrecer a la ciudadanía 
las informaciones necesarias para la correcta ilustración de la realidad 
imperante. 
  
Estamos convencidos que nada cambiará en la medida que no terminemos de seguir 
remendando nuestro pasado, que nos aboquemos a construir un futuro diferente, 
que tiremos a la basura las putrefactas prácticas políticas y seamos conscientes 
que los políticos deben hacer aquello para lo que los hemos elegido. 
  
Estamos ante un serio problema donde se pone en juego nuestros derechos de 
opinión e información, donde se pretende socavar aún más nuestra participación 
en la política nacional y donde la representación de los legisladores pretende 
ser disminuida hasta el límite de la inoperancia y silencios cómplices de los 
negociados y corruptelas gubernamentales. 
  
Vamos camino de permitir la instauración de un autoritarismo del que 
necesariamente nos vamos a arrepentir. 
  
13 de junio de 2005