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Argentina: La lucha continúa

Una crónica necesaria

Violeta González

El tren de línea que venía desde Moreno, comenzó a prenderse fuego desde la estación Ituzaingó, fuego originado debajo de los coches seguramente como defecto de la parte eléctrica. En cada estación había personal que apagaba las llamas, decían que estaba reparado y lo hacían seguir. Todo esto iba ocasionando demoras en el servicio. La cuestión es que siguieron circulando y esto sucedió en Castelar – Castelar es un buen punto para reparar defectos porque ahí están los talleres- lo mismo pasó en Morón y en Haedo lo entraron por la vía para trenes diesel, con andén bajo donde el maquinista expresó que no seguía por desperfectos técnicos.

Las puertas no se abrían y los pasajeros comenzaron a romper las ventanas para salir. Algunos supieron accionar las puertas y se tiraron a las vías y a la vez trataron de interrumpir el avance de otro tren que venía por detrás y que no los esperaba para continuar el viaje. Seguramente por algún llamado de seguridad del ferrocarril aparecieron un par de patrullero que reprimieron a estas personas que estaban en las vias cortando el paso del otro tren. La cuestión es que el maquinista del segundo tren también se fue porque lo atacaron, de manera que también se bajo la gente del segundo tren Este segúndo tren tomó fuego del primero estacionado a su lado y la gente se fue contra la policía, los corrieron y prendieron fuego al patrullero.

La mayoría se fue llendo después del estallido éste y de la putiada, algunos vecinos estaban estacionados en la calle lateral a la barrera y sólo un pequeño grupo quedó en la estación. Estos son los que viajan siempre, que están en los trenes haciendo nada. A veces rompen cosas, a veces estan chupando y a veces andan jodiendo en el furgón. No son ni activistas ni gente con ocupación. Con la cantidad de policías que había sobre la calle Rivadavia alcanzaba y sobraba para pararlos porque la mayoría de los vecinos los que estaban parados en la barrera si bien entendieron el estallido inicial de los que viajaban no estaban por participar en el bardo.

Una vecina de Ramos Mejía, una estación más, da el testimonio que tropas de la Policia Federal estaban estacionados en una calle cortada de Ramos desde temprano sin concurrir hasta Haedo hasta horas de la tarde.

Tanto los policías cuando los entrevistaban, como los medios de comunicación cuando opinaban, daban una dimensión de conflicto en términos de cantidad de gente que no era lo que estaba a la vista. Definitivamente la gente que viajaba estalló y tiene más que razones para hacerlo. He visto saltar en el andén para escapar de las chispas que provienen de las partes eléctricas, fogonazos, cotidianamente. Después de un rato esta gente se dispersó y empezó a buscar como continuar su camino. Es decir que ha habido una instrumentación del estallido, un uso político del mismo. Ha habido una práctica de la represión, demasiado policía de civil entre la gente cuando los uniformados estaban quietos formados frente a la estación. Esto le viene bien tanto a la empresa para pedir subsidios como al poder político para poder legitimar la represión.

También están dando lugar al nuevo estigma del subersivo, el joven con mochila. Volvía con mis dos hijos, los tres cargábamos mochila, nos interceptaron, asistí azorada como mi mochila fuí la única que no revisaron. Buscaban jovenes con mochila. Esto tuvo su respuesta en las declaraciones del ministro Fernández. Recuerden cuando lo del puente, la primera explicación, fue que se habían enfrentado entre piqueteros. El mismo que daba todas las informaciones truchas que le daban los servicios ahora repitió la escena, jovenes cargando querosen y bombas Molotov en sus mochilas. Ahora hay testigos que dicen haber visto un par de jóvenes vaciando botellas de querosen adentro de los trenes.