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Argentina: La lucha continúa

Amenazan a periodista cordobés
La "mano de obra desocupada" hace horas extras

Emilio Marín
La Arena

Mariano Saravia trabaja en "La Voz del Interior" de Córdoba y es autor de los libros "Naciones secuestradas", "Fiestas populares de Córdoba" y "La sombra azul". Este último fue el que más alegrías y dolores de cabeza le ha provocado, pues se trata de una investigación sobre el accionar de la policía cordobesa durante la dictadura. Saravia sufre amenazas desde julio y no hay que ser 007 para determinar su origen.
PESADOS DEL D-2
Saravia es un periodista que a los 38 años puede estar orgulloso de su aporte a la profesión. En su Mendoza natal, donde estudió enología, no sabía que su vocación sería la comunicación social. O sí, de estos descendientes de vascos que se creían gallegos de La Coruña, nunca se sabe. Suelen emprender obstinadamente cosas varias o desparramadas, como se advierte en la temática de sus libros.
Uno está referido al País Vasco, Irlanda del Norte y Québec; otro a las fiestas populares mediterráneas y el tercero, de mayor repercusión, a los policías represores del Departamento de Investigaciones (o más secamente D-2) de la época de la dictadura.
Ese volumen se basa en el testimonio de Luis Urquiza, un ex joven policía con ideas de izquierda en los ´70, secuestrado y torturado por los grupos de tareas policiales y militares del general Luciano B. Menéndez.
"La sombra azul" fue presentado el 24 de marzo último en el patio del Cabildo de Córdoba, justamente el lugar donde funcionó el D-2, a metros de la Catedral. Allí moraba el arzobispo Raúl F. Primatesta pero no vió ni oyó nada, ni cuando los Falcon sin patente llegaban "arando" con prisioneros para torturar o ni cuando los sacaban para matarlos.
No sólo ese sitio y la fecha escogida por el autor para presentar su libro fue emblemático, al conmemorarse 28 años del golpe de Estado.
El contenido de su investigación era altamente inflamable pues mostraba cómo ciertos oficiales del D-2 habían seguido en funciones públicas hasta 1997 y otros se habían reciclado como dueños de agencias de seguridad o secretarios de esta función en clubes de fútbol.
Era inevitable que esa "mano de obra desocupada" –según la condescendiente expresión del ex ministro radical Tróccoli- hiciera horas extras hostigando al periodista. Desde julio en adelante sufrió amenazas telefónicas, mensajes mafiosos y avisos de inminentes juicios en su contra. Los ex represores decían sentirse ofendidos en su buen nombre y honor. Antes se mancharon con la sangre de sus víctimas pero estaban felices de "salvar al mundo occidental y cristiano" frente "al comunismo ateo y la subversión".
CUATRO OFENDIDOS
La intimidación contra el colega fue en aumento y eso motivó que ayer se hiciera una conferencia de prensa en la sede del Cispren (Círculo Sindical de la Prensa y la Comunicación de Córdoba).
La rueda de prensa contó con la asistencia de numerosos medios, entre ellos La Voz del Interior, Teleocho noticias, LV2, SRT (Radio Universidad y Canal 10), Radio Revés, LA ARENA, etc. También hubo ausencias previsibles como la de LV3-Cadena 3 cuyo propietario, Mario Pereyra, supo simpatizar con Menéndez y llevarlo como invitado especial a su primer programa dominical en Canal 10 luego que el genocida se beneficiase con el indulto menemista en octubre de 1988.
En la sede gremial hubo testimonios del propio Saravia, su abogado defensor Miguel A. Rodríguez Villafañe (presidente de la Asociación Iberoamericana de la Información y la Comunicación) y el secretario general de Cispren, Juan Carlos Giuliani.
En síntesis, en el domicilio de Saravia en Villa Allende le dejaron diez balas en fila bien ordenada, como preanunciando que sería blanco de armas de fuego. Luego siguieron con amenazas telefónicas, cruces esvásticas dibujadas en la entrada de la casa, autos que se paran frente a la misma en el típico método de "seguimiento chino" donde los servicios hacen saber ostensiblemente a su víctima que lo vigilan para ponerlo nervioso e inducirlo a algún error.
Esas acciones impersonales por razones obvias, pero que llevan la marca del D-2 en el orillo, fueron acompañadas de otras más formales.
Los ex suboficiales del Ejército Luis Alberto Manzanelli y Hugo Herrera, el ex mayor Luis Gustavo Diedrich y el ex agente civil de inteligencia Ricardo Lardone mandaron cartas documentos a Saravia por haber sido aludidos en "La sombra azul" como integrantes del Comando Libertadores de América (clon de la Triple A en "La Docta") y posterior actuación en el campo de exterminio de "La Perla".
Ese cuarteto está detenido por violaciones a los derechos humanos en casos tramitados por la justicia federal de Córdoba (causas "Brandalisis Humberto" y "Hunziker, Diego"). De los torturadores ofendidos, el más apurado por la plata resultó Herrera, quien inició una demanda civil por 50.000 pesos y embargó el sueldo del periodista en La Voz del Interior.
LA SOLIDARIDAD
Que hubiera en simultáneo amenazas anónimas y demandas judiciales personalizadas contra un periodista por su labor de prensa y literatura, ha tenido la virtud de despejar el terreno. Se puede advertir con más claridad cuán aislados están los promotores de esa maniobra y, en cambio, cuánto crece la solidaridad con el cronista amenazado.
Entre los pocos que han tomado partido por los ex represores está el editor del mensuario "El Penalista", Jorge Alberto Agüero, quien en agosto último publicó un artículo de diez páginas formato tabloide a favor de esos personajes. Defensor del terrorismo de Estado y de los generales Menéndez y Jorge R. Videla, el autor vertió acusaciones panfletarias contra los organismos de derechos humanos, la izquierda, el gobierno nacional y el libro de Saravia.
Como ese editor es abogado del suboficial mayor (RE) Herrera, sus opiniones neonazis no extrañaron.
Sí llamó la atención que toda la contratapa del pasquín fuera de un aviso oficial del gobierno de José Manuel de la Sota. Lo pagó la Lotería de Córdoba, con el logo de "Córdoba, corazón de mi país".
En cambio la concurrida conferencia de prensa realizada en la sede gremial dio la pauta de que los represores siguen extremadamente aislados en la sociedad. Estaban presentes los legisladores provinciales del Frente Nuevo, María Eugenia Taquela y Eduardo Fernández; el secretario de Derechos Humanos de la Municipalidad de Córdoba, Luis Baronetto; delegados del gremio judicial, representantes de HIJOS, Abuelas de Plaza de Mayo, Familiares de Detenidos-Desaparecidos, Comisión de Homenaje a los Desaparecidos y Mártires, Centro de Estudiantes de la Escuela de Comunicación Social, Partido de la Liberación, Partido Comunista, etc.
Otro detalle que robustece la imagen de unidad en torno al periodista amenazado lo dio el gremio de prensa, que el 23 de noviembre próximo renovará sus autoridades. El comicio viene muy complicado por denuncias de la Lista Verde contra la actual conducción de la Lista Blanca, perteneciente a la CTA. Pero el caso Saravia hizo posible la convergencia de los candidatos de la oposición Angel Stival y Sergio Carreras con el oficialismo de Giuliani y Alexis Oliva, que organizó la conferencia. Esa unidad puntual hay que agradecérsela en parte a la tenebrosa D-2, que no ha muerto del todo en materia de espionaje, aprietes y operaciones encubiertas, ni en esta provincia ni a nivel nacional.
¿O los espías policiales y castrenses de la "democracia" no siguieron operando a favor de Menéndez hasta 2001, como lo probó la fiscal federal Graciela López de Filoñuk?