Medio Oriente - Asia - Africa
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Nada ha cambiado en Palestina
Miguel Ángel Llana
La nueva España
Arafat no ha sido el problema y su ausencia no modifica la realidad de la ocupación que los palestinos sufren desde 1948, cuando los judíos se apropiaron del 78 por ciento de Palestina y confinan a los palestinos en el 22 por ciento restante -que comprende Gaza, Cisjordania y Jerusalén Este-. En 1967, en una vuelta de tuerca más de Israel y EE UU, este efímero 22 por ciento fue invadido militarmente por la fuerza de las armas, pasando a denominarse desde entonces Territorios Ocupados (TT OO) ante la pasividad de Naciones Unidas y del derecho internacional de doble rasero.
Las descalificaciones personales a Arafat -ciertas o no- no son más que cortinas de humo. Otra cosa sería su acierto o desacierto político y estratégico. La cuestión palestina no puede depender de la honorabilidad de nadie, tal como se argumenta con frecuencia. La causa y los derechos de los palestinos han de serlo en sí mismos y por sí mismos, solamente. En 1968 entra Arafat en escena. El dominio del Ejército israelí en los TT OO, además de militar, lo es en todo lo demás. Comienzan los �asentamientos de colonos�, lo que significa la expropiación por los inmigrantes que, procedentes de cualquier parte del mundo, vienen a adueñarse de los territorios más fértiles y que han de mantener por la fuerza, convirtiéndose en colonos armados -paramilitares-, lo que constituye un motivo más de tensión y enfrentamiento.
La sociedad palestina no puede desarrollarse adecuadamente bajo una ocupación militar. Sin Estado y sin instituciones no es posible más que una supervivencia inestable y a gran presión. Así viene la primera sublevación, en 1987, contra el ocupante -primera �intifada�- en la que, simplemente, los invadidos no aceptan la ocupación y por eso se rebelan. En los años noventa, década de las negociaciones de paz, los acuerdos de Oslo, Camp David, etcétera, no son más que el truco del �palo y la zanahoria�. Arafat firma todo a cambio de nada, pues la ocupación continúa y crece. Aumentan los �colonos�, se reducen los territorios palestinos para convertirse en propiedad definitiva de los judíos y lo de paz por territorios supone la pérdida de territorio a cambio de menos paz. El imperio de Israel y su valedor, Estados Unidos, no tiene límites, y así comienza, hace cuatro años, la segunda sublevación -la segunda �intifada�-, como no podía ser de otra manera.
La situación hoy, ahora: continúa la ocupación y los más de 700 puestos de control militar israelí dentro de los TT OO, territorios estos que van camino de reducirse a la mitad, al 11 por ciento, con la construcción del muro, entre otras causas y a pesar de la reciente sentencia contraria del Tribunal de La Haya. Los ocho millones y medio de palestinos, acosados y con problemáticas específicas, tienen una causa y un denominador común: el sionismo israelí. Un rasgo característico más es su fragmentación y dispersión; refugiados en el Líbano, Siria, Jordania o en los TT OO de Gaza, Cisjordania, Jerusalén Este, y los palestinos árabes marginados residentes en Israel. Esta diversidad y estas circunstancias pueden complicar la unidad y la fluidez, en cuanto a la actuación de la nueva dirección palestina, pero también abre varios frentes que los ocupantes han de afrontar. La inclusión, probablemente, en la nueva dirección palestina de grupos y partidos más duros y menos condescendi entes también puede cambiar el actual escenario.
La tensión en la zona, incluida la ocupación de Irak y las amenazas a otros países, se mantiene al mayor nivel y ello no contribuye a facilitar la estabilidad internacional ni a mejorar la seguridad de cada país en concreto. Se sigue echando leña al fuego y nadie, de la comunidad internacional o de sus organizaciones, hace nada por detener esta escalada.
Ingeniero y diplomado en Ciencias Empresariales, comentarista en cuestiones de Oriente Medio