Argentina: La lucha contin�a
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Escuadrones de la muerte: bot�n de muestra de una pr�ctica cotidiana
Sebasti�n Hacher
La Haine
Como una receta de cocina macabra, si se agregan ingredientes similares y se
logran las mismas condiciones sociales, las pr�cticas del escuadr�n de la muerte
se repiten en toda la polic�a boanerense, y hasta en cualquier polic�a del pa�s.
A esta conclusi�n llegaron los investigadores que junto con la CORREPI
recorrieron diferentes zonas del gran Buenos Aires y la Capital Federal durante
las �ltimas semanas, luego de que se suspendiera por quince d�as el juicio
contra los jefes del Escuadr�n de Don Torcuato.
Para el 25 de Octubre estaba previsto sentar en el banquillo a los policias Hugo
�Beto� Caceres y Anselmo Puy�, acusados del asesinato de Jose �Nuni� Rios, y
se�alados como jefes del escuadr�n de la muerte que patrulla las calles de Don
Torcuato. Por una indisposici�n del tribunal, el juicio se posterg� hasta el 8
de Noviembre. "No nos �bamos a sentar a esperar �dice la Dra. Verd�,
abogada de CORREPI- as� que aprovechamos el tiempo para investigar
situaciones similares que ven�amos viendo, y profundizar un poco en los m�todos
que se estaban usando en el la zona donde actuaban Hugo C�ceres y su patota".
-La comisar�a ideal
Un libro de movimientos que sigue el recorrido de los once m�viles que patrullan
las calles del barrio. Equipos de comunicaci�n, chalecos antibalas y uniformes
policiales. Una cantidad de armas de guerra �ilegales algunas- suficiciente para
armar a un batall�n. Prontuarios ilegales confeccionados en plena calle, con
seguimientos, fotos y datos de inteligencia sobre los j�venes del barrio.
Tarifas asignadas para cada negocio, vivienda, ladr�n o narcotraficante.
Torturas ilegales y fusilamientos. Tales eran las herramientas del escuadr�n de
la muerte que la justicia encontr� en el allanamiento a la casa de Hugo C�ceres.
�Qu� otra cosa hace falta para montar una comisar�a?.
"En realidad- sostiene Verd� - lo que lograron es concentrar en un
solo lugar todos los m�todos habituales de la polic�a" . En la zona donde
funcion� -y hoy sobrevive- el escuadr�n de la muerte se dio " una interna que
permiti� que los negocios policiales pasaran a estar fuera de la comisar�a,
aunque pagando tributo a esta. Lo que logr� el escuadr�n es construir una
comisar�a ideal, donde la polic�a aplic�, con una sensaci�n de impunidad mayor a
la acostumbrada, todo lo aprendido en estas �ltimas d�cadas". La situaci�n,
agrega, "podr�a repetirse, y de hecho se repite en muchas zonas donde
conviven sectores empobrecidos con otros m�s acomodados".
Otras de las caracter�sticas del Escuadr�n de la Muerte, es la construcci�n de
jerarqu�as diferentes a las que tiene la polic�a. "Un sargento puede ser
tranquilamente el jefe de un escuadr�n. Y llegan a una situaci�n tal
�explica Mart�n Alderete, abogado de la familia Rios- que las purgas casi no
los afectan. La mayor�a patrullan con el uniforme, pero sin las insignias, e
incluso lo siguen haciendo despu�s haber sido pasados a disponiblidad".
Entre los ejemplos de miembros del escuadr�n que siguen trabajando luego de ser
exonerados, se encuentran los suboficiales Miguel Angel Lemos y Oscar Casco,
ambos separados de la fuerza luego de la muerte de Gast�n "Monito" Galv�n, de
14, y Miguel "Piti" Burgos, de 16, fusilados el 24 de abril del 2002 de 11 y 7
tiros.
En el caso del ex suboficial Casco, se lo encuentra diariamente patrullando la
zona en uno de los coches de la agencia de seguridad, pero vestido y armado como
polic�a. A Miguel Angel Lemos, en cambio, se lo suele ver custodiando el reparto
de cerveza Quilmes en el barrio. Tanto los familiares de Juan "Duende" Salto,
fusilado el 15 de Agosto del 2001, como los de su amigo Fabi�n Blanco, fusilado
pocos meses antes, lo ven cada vez que el cami�n llega para proveer a los
negocios de la zona. "Es muy fuerte para m� verlo �explica Noem�, la
madre de Salto- porque todav�a anda vestido y armado como si siguiera siendo
polic�a. Y el es uno de los que viv�a amenazando a mi hijo". Noem�, que
mantiene a su familia con un peque�o comercio, tuvo que hablar con sus
proveedores "para que no vengan m�s con ese asesino a mi casa".
"No sabemos que otros antiguos miembros del escuadr�n sigan trabajando en la
zona � agrega Alderete- pero lo que es evidente que todav�a se sienten
impunes, y que la agencia de seguridad de Hugo Beto sigue funcionando como si
nada hubiese pasado". Incluso algunas versiones especulan con que desde su
lugar de detenci�n, en el destacamento Ricardo Rojas, Caceres sigue manejando
los hilos de su particular negocio. All�, en el departamento que como celda
comparte con su compa�ero Anselmo Puy�, C�ceres no tiene solamente un perro y un
loro llamado Paco, sino tambi�n un equipo de comunicaciones que lo mantiene
conectado con la sede central del escuadr�n.
-Las coincidencias de Fiorito
Una de las cosas que motiv� esta investigaci�n es la similitud de las pr�cticas
del escuadr�n con la situaci�n que se da en Villa Fiorito. All�, polic�as que
hab�an sido pasados a disponibilidad por denuncias de CORREPI, siguen trabajando
casi normalmente. Los sargentos Isidoro Segundo Concha y Ram�n Quevedo, ambos de
la comisar�a 5ta, fueron pasados a disponibilidad luego de la muerte de Jorge
"Chaco" Gonz�lez, un joven de 31 a�os por el que ped�an 2000 pesos de rescate.
Ambos polic�as fueron declarados prescindibles el 28 de Junio del 2004. Desde
entonces, Segundo Concha custodia varios negocios de la zona, a dos cuadras de
donde viv�a su �ltima v�ctima. En el caso de Quevedo, todas las ma�anas regresa
a su casa de Banfield en patrullero. "Los dos �se�ala Verd�- est�n en
la calle y armados de com�n acuerdo con la comisar�a de la zona, si no, tendr�an
otra forma de trabajar".
En una recorrida de dos semanas por el barrio, los investigadores encontraron
muchos elementos para determinar que en la zona de Fiorito funciona "una
especie de escuadr�n de la muerte, con la sola diferencia: aqu� trabajan
directamente desde la comisar�a".
Los elementos que se encontrar�an en ambas zonas son, sint�ticamente:
-El cobro de peajes, coimas y servicios de custodia conpulsivo: Todo lo que se
mueve en Villa Fiorito, desde almacenes hasta narcotraficantes, paga un tributo
a la polic�a. La tarifa por liberar a un detenido es de 2000 pesos, por vender
mercader�a en la calle se paga desde 10 pesos en adelante, y por vender droga
entre 200 y 500 pesos semanales.
-Una denuncia tambi�n sostiene que la patrulla de calle "suele detener pibes
a los que les arman causas si no aceptan robar para ellos". El denunciante y
varias fuentes se�alan que la relaci�n entre el nuevo jefe de calle, Osvaldo
Garabati, y conocidas bandas de la zona, como "Los Carlos" y "Los Garc�a", es
m�s que fluida.
-El trabajo de polic�as exonerados o retirados de la actividad. Adem�s de
Segundo Concha y Ram�n Quevedo, otro polic�a de apellido Peloso, retirado hace
varios a�os, es acusado de fusilar de un tiro en la cabeza a Mat�as Barzola,
mientras este caminaba por la calle. Antes de esa muerte, varios testigos lo
escucharon vanagloriarse de ser "un mata-guachos" , frase que pronunci�
dentro de la comisar�a.
-La confecci�n de prontuarios ilegales de los j�venes, y los interrogatorios que
incluyen torturas y amenazas. Mediante la �averiguaci�n de antecedentes�, y la
toma de fotograf�as ilegales se �marca� a los j�venes �indeseables�, candidatos
a correr la misma suerte que Matias Barzola.
-Los intocables de siempre
"Lo mas preocupante de todo �dice Verd�- es que el ministerio de
seguridad de la provincia est� enterado de esta situaci�n. En la zona de Tigre,
hasta hace una semana estuvieron trabajando los famosos Intocables de Arslanian,
pero parece que a la agencia de Hugo C�ceres tampoco la han tocado". Para la
CORREPI, en Villa Fiorito, la situaci�n es similar. "Hay una denuncia penal
contra la brigada de calle de la comisar�a 5ta, que fue girada por la Auditor�a
de Asuntos Internos a la justicia de Lomas de Zamora. En ninguno de los dos
lugares se hizo nada para investigar el tema: es un simple papel que qued�
olvidado en un caj�n de la fiscal�a. Da la sensaci�n de que estas pr�cticas son
funcionales a alg�n sector, porque ya no podemos hablar de una cosa aislada".
Que las pr�cticas de los escuadrones de la muerte no son algo aislado, no s�lo
lo demuestran las coincidencias de Villa Fiorito. "Hasta el gobernador Sol�
tuvo que reconocer - dice Verd�- que en el 2002 en El Jag�el funcionaba
un escuadr�n de la muerte, pero solamente lo terminaron de desmantelar luego de
la muerte de Diego Peralta, cuando algunos de los polic�as fueron vinculados con
los secuestros de Echarri y Riquelme". Pero lo m�s preocupante, sigue siendo
que las condiciones pol�ticas, sociales y econ�micas est�n dadas para que
"los escuadrones de la muerte se conviertan en parte de la vida cotidiana no
s�lo en la provincia de Buenos Aires, sino en gran parte del pa�s".
A esta situaci�n ni siquiera escapa la Capital Federal. En Agosto de este a�o,
fue se�alado el sargento de la federal Ruben "Percha" Solanes, como depositario
de pr�cticas similares a las de cualquier escuadr�n de la muerte. Acusado de
fusilamientos, torturas, de armar causas, de amenazar y de regentear el robo y
el narcotr�fico en la zona, Percha Solanes hab�a desparecido de la escena luego
de que un programa de televisi�n denunciara la venta de pasta base de coca�na en
su zona de influencia, Mataderos y Villa Lugano. Desde entonces, el cuestionado
sargento parec�a haberse esfumado, hasta que hace pocas semanas atr�s fue
encontrado por CORREPI trabajando en la comisar�a 14�, en el barrio de Barracas.
Como para marcar una diferencia con sus colegas de la bonaerense, Solanes innov�
en las algunas pr�cticas: en vez de sacarles fotos a sus futuras v�ctimas, las
retrataba despu�s de muertas. Con ellas recorr�a el barrio, mostr�ndoselas a los
testigos para hacerlos saber que si hablaban, a ellos les esperaba el mismo
destino.
Pero la desidia judicial y pol�tica tiene su contracara, y los recursos del
estado son utilizados en cosas que quiz�s sus depositarios consideran m�s
�tiles. En el transcurso de las �ltimas dos semanas, a todos lo que de alguna u
otra forma participamos de esta investigaci�n, se nos hizo saber �en forma por
cierto muy infantil - que nuestras conversaciones telef�nicas estaban siendo
monitoreadas. Como si fu�ramos nosotros los que tuvi�ramos algo para esconder.