16 de agosto del 2002
Entrevista con el fundador de The Ecologist, Edward Goldsmith
El insostenible desarrollo 
  Marina Forti
  (Il Manifesto – traducción SODEPAZ) 
  
  Cuando Edward Goldsmith y algunas otras personas fundaron The Ecologist 
  en 1969, el ambientalismo era un movimiento naciente y aquellas revistas formaban 
  parte de los pioneros. Del debate sobre la contaminación industrial o 
  la lluvia ácida pasaron a la energía nuclear o al futuro de las 
  selvas tropicales. En 1972, las Naciones Unidas convocaron en Estocolmo la Primera 
  Conferencia Mundial sobre estos temas: fue titulada conferencia sobre el Medio 
  ambiente humano. "Lo recuerdo bien, en Estocolmo, junto a los Amigos de la Tierra 
  de EE.UU., publicamos un boletín diario para los delegados. Fue la primera 
  vez que la crisis ambiental suscitó un debate internacional", nos recuerda 
  Goldsmith. Se empezó a hablar de desarrollo social y económico 
  que tuvieran en cuenta los sistemas naturales. También empezaron los 
  procesos de negociación sobre los primeros tratados internacionales de 
  defensa ambiental. Los desastres provocados por algunos grandes proyectos de 
  "desarrollo" se hicieron visibles - fue cuando The Ecologist, en los años 
  80, saco el caso de los diques en Narmada en la India, acusando al Banco Mundial 
  que lo financió, y luego lo paralizó. No es pues extraño 
  que, a una pregunta sobre la próxima cumbre de Naciones Unidas de Johannesburg, 
  Goldsmith vuelve a hablar de Estocolmo, ha sido el "principio", me dice en un 
  tarde de julio entre los árboles de la finca de San Rubor, en Pisa, dónde 
  la Región Toscana debatió de lo "global y social". Las esperanzas 
  suscitadas entonces culminaron en 1992 en una nueva cumbre, la de Río 
  de Janeiro sobre "Medio Ambiente y Desarrollo", que aprobó dos convenciones 
  internacionales - sobre la biodiversidad y el clima - y un documento llamado 
  Agenda 21, surgido como un plan de acción para promover un desarrollo 
  compatible con los ecosistemas. Hoy el fundador de The Ecologist no espera mucho 
  de la cumbre próxima, y se centra a la idea misma de "desarrollo." 
  P.- ¿Qué ha cambiado en los diez años últimos para la 
  Cumbre de la Tierra? 
  R.- El deterioro ecológico ha crecido. En Río se habló 
  mucho de crisis ambientales y de desarrollo sostenible, se han redactado muchos 
  documentos, pero no se ha llevado a nada concreto. Los gobiernos de Occidente 
  han dado algún dinero al Banco Mundial que lo ha encauzado a través 
  del GEF, el "Fondo Global para el Medio Ambiente", en lugar del UNDP y del UNEP 
  -los programas de las Naciones Unidas para el desarrollo humano y para el medio 
  ambiente. El GEF ha financiado planes que sirvieron para mitigar los daños 
  sociales y ambientales provocados por los programas de desarrollo del propio 
  Banco Mundial. La realidad es que hoy las políticas implantadas todavía 
  son menos sostenibles y ecológicas que hace diez años. La cumbre 
  de Río ha sido dominada por el International Business Council, (el foro 
  internacional de empresas reunido por la ONU), las empresas lograron imponer 
  el orden del día de la Cumbre desde los encuentros preparatorios. Sobre 
  el comercio, por ejemplo, han logrado eliminar el fondo de la ONU para la cooperación 
  transnacional unificándolo en el UNEP, el Programa de las Naciones Unidas 
  para el medio ambiente, que tiene poderes y objetivos muy limitados. Ahora el 
  control de las empresas multinacionales sobre los gobiernos se ha hecho total, 
  lo fue con la Administración Clinton y todavía lo es más 
  con Bush y Cheney. Mira la industria petrolífera, ya no necesita tener 
  un grupo de presión sobre los gobiernos, hoy son el gobierno. Y las empresas 
  cuidan sus intereses económicos a corto plazo, no del bien común 
  a largo plazo. ¿Johannesburgo? el título no será una "cumbre" 
  de la tierra sino sobre el "desarrollo sostenible", eufemismo frecuente para 
  decir crecimiento económico. 
  P.- Parece que en Johannesburgo se tratará sobre todo de "lucha" contra 
  la pobreza, después de desarrollo. 
  R.- Creo que el desarrollo es el problema y no la solución. La palabra 
  desarrollo es usada como panacea universal, con la confianza casi religiosa 
  que lleva bienestar y libertad. Los datos demuestran que la pobreza aumenta, 
  e incluso el diferencial entre ricos y pobres, pero te contestan que es porque 
  las recetas de desarrollo no han sido aplicadas correctamente. La vieja doctrina 
  ya enunciada por el Director del Banco Mundial, McNamara, "lo que necesitamos 
  es crecimiento económico". Luego la palabra desarrollo ha sido sazonada 
  de varias formas. El presidente de la Cumbre de la Tierra, Maurice Strong, habló 
  de "un desarrollo ecológico", hay quien ha hablado de desarrollo "integrado", 
  luego "sostenible". La realidad es que el desarrollo es cada vez menos ecológico, 
  y también menos desarrollo. Mira la Amazonía, el 40% de la selva 
  ha desaparecido, destruida en favor de los cultivos industriales de soja. Si 
  eliminas una porción de selva tan extensa, las lluvias disminuyen de 
  modo drástico y enormes zonas del Brasil se irán desertificando. 
  ¿Ha disminuido la pluviosidad en el 75%, pero le preocupa a alguien de los que 
  ha impuesto este "desarrollo?" La realidad es que el libre comercio a nivel 
  global representa mucha más circulación de mercancías, 
  es un sistema sumamente competitivo que impone la desregulación de todas 
  las actividades, empuja a quitar la protección social a pobres, enfermos, 
  y a los que están fuera de la economía de mercado - todo a favor 
  de los intereses de una élite de empresas multinacionales. Han transformado 
  los países autosuficientes en exportadores e importadores, empujan a 
  especializarse en el cultivo para la exportación, destruyendo las economías 
  locales y obligándolas a importar gran parte de sus necesidades de alimento. 
  Y hoy está es la primera causa de malnutrición e inseguridad alimentaria 
  en el mundo. Hablan de lucha contra la pobreza, y mientras tanto han empujado 
  a millones de personas a abandonar la tierra y a engrosar los suburbios urbanos. 
  
  P.- ¿Qué destacaría de las crisis ecológicas más 
  urgentes? 
  R.- Dos aspectos de la crisis ecológica, ya bien conocidos, que ya han 
  llegado al punto crítico, la penuria de agua y el cambio del clima. Desde 
  hace 30 años sabemos que la concentración de ciertos gases en 
  la atmósfera ha aumentado hasta tal punto como para modificar la temperatura 
  del planeta, y por lo tanto el clima global. Sin embargo hemos dejado empeorar 
  las cosas. Los seres vivos son un gran pozo de absorción de anhídrido 
  carbónico, se calcula que el conjunto de las selvas del planeta absorbe 
  400 mil millones de toneladas de carbono en un año, el suelo 1.600 mil 
  millones de toneladas. Pero nosotros destruimos las selvas a ritmo acelerado. 
  Destruimos los terrenos reconvirtiéndolos a la agricultura industrial, 
  un modo lunático de cultivar alimentos. Al ritmo actual, según 
  los cálculos del Hadley Centre del Servicio Meterológico británico, 
  la temperatura media del planeta subirá 8,8 grados centígrados 
  -de la media actual de 14 grados. Y podría ser un cálculo optimista, 
  porque no tiene en cuenta muchos feedbacks. La última vez que la Tierra 
  se ha calentado tanto desaparecieron todas las superficies congeladas. Pero 
  las especies vivas no tendrán el tiempo de adecuarse a un cambio tan 
  inesperado y no sobrevivirán. Ellos se preocupan sólo del crecimiento 
  económico. También la segunda gran crisis, el agua, se agravará 
  por el cambio del clima. Para estabilizar el clima se necesitará tiempo, 
  y mientras tanto hace falta aprender a convivir con el cambio. Si queremos seguir 
  produciendo comida para alimentar a la humanidad tenemos que invertir el camino, 
  perseguir la seguridad alimentaria promoviendo las pequeñas empresas 
  agrícolas. Según un estudio de la FAO, las pequeñas empresas 
  son 5 o 6 veces más productivas por hectárea que las grandes empresas 
  industriales, porque diferencian los cultivos. Y diferenciar las cosechas se 
  vuelve más esencial cuanto mayor es la inestabilidad climática, 
  las oleadas de calor, aluviones, invasiones de parásitos. Entonces, ya 
  la crisis es evidente. Pero la necesidad de reducir de modo drástico 
  las emisiones de anhídrido carbónico nos brinda la ocasión 
  de repensar el sistema económico y buscar nuevas soluciones. Repito, 
  olvidemos la noción de progreso y desarrollo, que significa monetizar 
  todo -los recursos naturales, las relaciones entre las personas. Hoy Las guerras 
  son causadas por el desarrollo, guerras por el control del petróleo por 
  ejemplo. Hoy la palabra de moda es sobrevivir. Volver a las economías 
  locales, a la cooperación mutua entre comunidades. A Gandhi, que vio 
  la India como una asociación de aldeas...