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El 11 es la cosa
William E. Izarra
  
  La Batalla de Carabobo fue la acción heroica culminante del período 
  de guerra por la independencia. Punto crítico que definió el nuevo 
  rumbo de la República. Algo similar se quiere hacer con la fecha del 
  11 de julio. La batalla final para acabar con Chávez. Marchar hasta Miraflores, 
  instalarse en sus afueras y no abandonarlo hasta que caiga el gobierno.
  Esa es la intencionalidad de la cosa del 11 de Julio. Los preparativos se hacen 
  en dos niveles: (i) Los abiertos y públicos y (ii) los aniquiladores 
  y cerrados. En ambos niveles se gesta la conspiración. Unir a todos los 
  elementos del componente "escuálido" para hacerle daño a Chávez. 
  Meta de la pandilla que "lideriza" las acciones de la oposición. Su obsesión 
  por exterminar al Presidente no les permite hacerse de la reflexión y 
  el buen juicio. Por eso acuden a la provocación. Acto de irresponsabilidad 
  social y de orientación bélica. No se detienen en el punto racional 
  de aceptar que el gobierno es legítimo y del pueblo. No le paran a lo 
  crítico de la situación económica y estimulan su deterioro. 
  No toleran las respuestas espontáneas del colectivo y lo retan con desprecio. 
  No creen en la fuerza emergente de una nueva realidad política y fomentan 
  su extinción.
  La excusa de que Miraflores es de todos los venezolanos y que ellos tienen tanto 
  derecho de estar allí como los Círculos Bolivarianos, es falsa. 
  Nunca antes existió el libre tránsito por las calles que rodean 
  al Palacio como en esta época. Recuérdese que hasta los últimos 
  días del gobierno de Caldera, después de las 9pm, nadie podía 
  transitar por sus adyacencias. Miraflores era sitiado con barricadas, tropa 
  en traje de campaña y vehículos artillados. Compare ese detalle 
  con el momento actual. Cualquiera puede pasar a cualquiera hora por su frente. 
  Las marchas de protestas, hasta hace muy poco tiempo, culminaban en Miraflores. 
  Todas las ONG que hoy están empatadas con la conspiración, estuvieron 
  en las puertas del Palacio vociferando sus consignas. Pero fue la misma actitud 
  beligerante, instigadas por líderes irreflexivos, la que hizo responder 
  al pueblo. Por eso toma Miraflores. Cuando se devela su espíritu antipacifista. 
  Cuando se descubre la manipulación que se hace de la Constitución 
  y de la vía democrática. Inclusive cuando se estimula el fervor 
  patriótico de la ciudadanía para subvertir el orden institucional. 
  El 11-A es un paradigma de los engaños políticos que no se deben 
  mas nunca emular.
  En este coyuntura las alternativas que surgen para las acciones inmediatas se 
  bifurcan en : (i) aceptar los postulados de la Constitución y tolerar 
  la legitimidad del Presidente. Esta actitud permite la paz y la disminución 
  de la crítica conflictividad de los grupos políticos y sociales. 
  En todo caso, la oposición ganaría tiempo para acumular fuerzas 
  a fin de confrontarse en el inminente proceso electoral. (ii) O, la otra alternativa, 
  negarse a reconocer la constitucionalidad del Presidente, continuar azuzando 
  la conspiración, manipular a la masa opositora y lanzarse al sacrificio 
  inútil, destructivo e irreparable de la guerra.
  Los líderes belicosos saben que el pueblo tomó Miraflores. Postura 
  irrenunciable que no controla el Presidente. Si su empeño es el desafío 
  y el uso de la carne de cañón de una masa eufórica por 
  el engaño de la gloria, lo que viene es otra batalla de Carabobo