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25 de julio del 2002
El impasse boliviano se agrava
Isaac Bigio 
  
  A menos de 2 semanas del 6 de Agosto, fecha en la cual el congreso boliviano 
  haya debido elegir un presidente, no se sabe qué pueda pasar en ese país. 
  
  En la mayor parte de las democracias presidenciales se estila que, cuando un 
  mandatario es electo se da un periodo de transición que puede durar meses 
  en el cual éste se prepara para implementar su programa y componer su 
  ejecutivo. En Bolivia no hay certeza sobre quién podría ser el 
  nuevo presidente y en torno a qué correlación de fuerzas. 
  Los 157 parlamentarios deberían escoger entre el ex-presidente "Goni" 
  Sánchez de Lozada del MNR y el sindicalista campesino Evo Morales Ayma 
  del MAS. Sánchez tiene garantizados 57 votos derechistas y Evo 42 izquierdistas. 
  El MIR ha dicho que sus 31 congresistas no votarán por ninguno y semejante 
  actitud Manfred Reyes Villa quisiera que adopte su bancada de 27 miembros. 
  Estas 2 fuerzas tratan de ubicarse en el centro entre estos dos candidatos polares. 
  Por una parte aceptan el modelo neo-liberal que Sánchez abrió 
  en 1985 pero por otra aceptan una nueva asamblea constituyente (a la que el 
  MNR y su aliado UCS, se oponen) y son críticos a la privatización 
  del gas. En estos dos últimos puntos pueden tener ciertos acercamientos 
  con Morales pero disienten de éste en su radicalismo izquierdista, su 
  enemistad con los EEUU y su planteo de libre producción de la coca. 
  Al MIR y a la NFR se les critica por no querer respaldar a ninguno de los dos 
  contrincantes. Para distintos medios empresariales, el clero y la embajada estadounidense 
  lo ideal sería un acuerdo del MNR, la NFR y el MIR para hacer que Sánchez 
  haga un gobierno estable. Para muchos electores del MIR y la NFR no sería 
  posible acabar apoyando a Sánchez, a quien se le sindica como el símbolo 
  de un sistema que se busca cambiar, y sería mejor votar por Morales o 
  por nadie. 
  Para el MIR no sería algo anormal votar por el MNR. En 1985, cuando el 
  MNR quedó segundo, los miristas le llevaron al gobierno. En 1989 el MIR 
  se alió a quien fuera su enemigo mortal: el ex- dictador Bánzer 
  quien tanto les persiguió. Entonces, no había ninguna fuerza significativa 
  a la izquierda del MIR y los sindicatos venían siendo derrotados. 
  La situación es ahora distinta. El MIR, quien generalmente representaba 
  la izquierda dentro de los 3 principales partidos del sistema, ha quedado rebasado 
  por el MAS, quien es más radical y se opone al modelo social y político 
  neo-liberal imperante. Los sindicatos campesinos están muy fuertes y 
  ha habido una serie de huelgas exitosas en Cochabamba y Oruro. 
  Esto hace que el MIR se sienta inseguro y teme ser rebasado por la izquierda 
  en caso de llegar a un nuevo co-gobierno. Este partido nació hace 3 décadas 
  como de extrema izquierda y guerrillerista, y ha estado unos 15 de los últimos 
  20 años compartiendo el poder con las fuerzas más disímiles. 
  Paz Zamora cree que un nuevo gobierno con el MNR podría desacreditarlo. 
  
  La NFR irrumpió pensando que ganaría las elecciones del 30 de 
  junio. El haber quedado terceros les ha sorprendido y golpeado. Además, 
  éste no es un partido sino una amalgama electoral organizada en torno 
  a una figura. Los distintos componentes del manfredismo apuntan en direcciones 
  distintas. 
  El candidato vice-presidencial de la NFR ha sido Ivo Kúljis. Este empresario 
  oriental, quien obtuvo previamente más del 15% en las elecciones de 1997 
  como el candidato presidencial de la UCS, es proclive a un entendimiento con 
  el MNR. Hay otros componentes de la NFR más cercanos al MAS como lo son 
  el sindicalista campesino Alejo Véliz, ex-candidato presidencial de la 
  Izquierda Unida (de la que viene el MAS), y algunos diputados del sector de 
  René Joaquino. 
  Hasta el viernes pasado ya se tenía casi seguro un pacto MNR-NFR, e incluso 
  se hablaba que ya se habían acordado 9 de los 10 puntos en cuestión 
  así como en asignar un 40% de las carteras ministeriales a los manfredistas. 
  Sin embargo, tal coalición no sobrevivió al fin de semana. 
  Reyes anunció la ruptura, la misma que ha sido mal vista en medios empresariales. 
  Sectores que quisieran dar estabilidad al modelo neo- liberal acusan a Reyes 
  de tener ambiciones personales y que su proyecto sería impedir un gobierno 
  fuerte para que se adelantasen los comicios en función de sus apetitos 
  exclusivos. Reyes puede haber sufrido la presión de distintas fuerzas 
  que están tras él y de Paz Zamora, quien le fue a visitar. 
  Para Manfred un acuerdo con el MNR le hubiese costado caro. En su campaña 
  insistía en el cambio y la renovación, y luego dijo que bajo ningún 
  aspecto votaría por Sánchez. Previamente los manfredistas argumentaban 
  que en un co-gobierno con el MNR no serían capaces de capitalizar posibles 
  triunfos de éste y, sin embargo, deberían cargar con el peso de 
  muerto en caso que éste fallase. 
  Al negarse a un pacto con el MNR, Reyes habría querido preservar su movimiento. 
  Sin embargo, en vez de prevenir una ruptura por la izquierda podría acabar 
  produciendo una rebeldía por parte de la fracción de Kúljis. 
  
  Según La Razón (24 Julio) la NFR podría romperse a la hora 
  de votar por la presidencia. Tal vez 10 parlamentarios ligados a Kúljis 
  podrían votar por Sánchez, haciendo que éste llegase a 
  67 de los 79 votos necesarios para obtener una mayoría absoluta. Otros 
  3 diputados eneferistas podrían hacer que Evo subiese de 42 a 45 votos. 
  
  El MIR, un partido más estructurado y disciplinado, aparentemente votaría 
  en bloque. Sin embargo, éste tampoco es monolítico. El ala de 
  Carvajal estaría más proclive a un acuerdo con el MNR mientras 
  que el sector de Torres es reticente a dicho pacto. 
  Reyes y Paz Zamora estarían buscando estructurar un centro político 
  que fuese capaz de aparecer como alternativa ante un impasse en la elección 
  presidencial o ante un posible acortamiento del periodo gubernamental del próximo 
  presidente. 
  La incapacidad de Sánchez de formar un amplio gobierno está produciendo 
  especulaciones en sentido que él podría dejar la presidencia a 
  su vice, Carlos Mesa. Este periodista carece de experiencia de estadista pero 
  él tendría más facilidad en acercarse al MIR y NFR. 
  Otra posible movida sería que Sánchez pidiese nuevas elecciones, 
  incluso acortando su periodo constitucional, a fin de conseguir un gobierno 
  con mayoría electoral y parlamentaria. No obstante, nuevos comicios no 
  son garantía para nadie. 
  Ante la debilidad del MNR para formar un amplio gobierno, el MAS estaría 
  buscando distanciarse de su inicial intransigencia. Morales acaba de plantearle 
  al MIR y a la NFR llegar a un acuerdo de gobernabilidad basado en 4 puntos en 
  los cuales no sería improbable que se llegasen a coincidencias. 
  En pocas semanas el MAS ha venido evolucionando. Cuando los comicios concluyeron 
  Morales dijo que su partido no pactaría con nadie y que los demás 
  deberían votar por él. Gradualmente se ha dado cuenta que al gobierno 
  sólo podría llegar mediante un alzamiento popular o mediante una 
  componenda parlamentaria. Temeroso de ir por la primera opción (más 
  proclive a los revolucionarios) el MAS se estaría moderando y buscando 
  llegar a un co-gobierno con la iglesia y las fuerzas del centro. 
  Esto, a su vez, hace que el MIR y la NFR, amplíen su margen de maniobra. 
  Las fuerzas que están al centro entre la derecha del MNR y la izquierda 
  del MAS temen acabar divididas en torno a esta polarización. Su juego 
  consiste en hacer que ambos extremos se moderen. Buscan que el MNR acceda a 
  la constituyente, a revisar sus capitalizaciones o ser abierto a la cuestión 
  del gas. Por otro lado quieren que el MAS se aleje de sus cánticos en 
  pro de una nueva revolución a la cubana. 
  En este reacomodo de fuerzas varios escenarios pueden acontecer. En los medios 
  empresariales hay un temor que con Sánchez se repita una "UDP de derecha", 
  es decir el retorno al gobierno de 1982-85 que acabó acortando su periodo 
  debido a que no pudo gobernar con un parlamento hostil y una oposición 
  sindical activa. Sin embargo, la UDP había ganado la presidencia con 
  un fuerte porcentaje electoral y movilizando cientos de miles contra la dictadura 
  de 1980-82. 
  Otra posibilidad sería otra UDP en la cual Morales y Paz Zamora vuelvan 
  a estar cercanos, como hace 2 décadas. En este caso sería un gobierno 
  de centro-izquierda. 
  Cualquiera sea la combinación que gane la elección congresal de 
  agosto, el futuro gobierno del Alto Perú no será uno sólido 
  o estable. 
  Isaac Bigio: Analista Internacional London School of Economics