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24 de julio del 2002
Bush quiere convertir en "soplones" del gobierno a miles de empleados públicos y trabajadores de empresas privadas
Clarín 
  Una fuerte polémica se instaló en los Estados Unidos por 
  el proyecto del presidente George Bush para convertir en "soplones" del gobierno 
  a miles de empleados públicos y trabajadores de empresas privadas. La 
  Casa Blanca pretende que los que tengan acceso, por razones de trabajo, a oficinas 
  y hogares en todo el territorio estadounidense, pueda espiar sobre cualquier 
  actividad sospechosa que se realice en esos lugares. 
  Las nuevas normas que establecen esos procedimientos forman parte de la ofensiva 
  antiterrorista lanzada por el gobierno tras los atentados del 11 de setiembre 
  pasado en Nueva York y Washington. Anoche eran debatidas en el Congreso de EE.UU., 
  en medio de una fuerte polémica. 
  Un comité de la Cámara de Representantes es el encargado de intentar 
  que el proyecto avance. Pero, sin dudas, es complicado el proceso para la creación 
  de un nuevo Departamento de Seguridad Nacional, que constituirá la reorganización 
  más extensa del Poder Ejecutivo estadounidense desde la presidencia de 
  Harry Truman, porque se espera que agrupe hasta a cien oficinas distintas del 
  gobierno. 
  La nueva legislación antiterrorista de Bush, que tiene previsto un presupuesto 
  que superaría los 27.000 millones de dólares, ya le ha causado 
  problemas con las organizaciones de defensa de los derechos humanos e, inclusive, 
  con los republicanos más conservadores. 
  Curiosamente, ambos han unido sus críticas contra el Proyecto de Vigilancia 
  Comunitaria del Departamento de Justicia, que dirige John Ashcroft. Según 
  coinciden en afirmar sus detractores, se trata de crear una especie de "Gran 
  Hermano", 
  en referencia al exitoso programa de televisión que se emitió 
  en decenas de países, en el cual los televidentes podían observar 
  a sus protagonistas durante las 24 horas. 
  De acuerdo al proyecto piloto, que sería lanzado en diez ciudades de 
  los Estados Unidos, posiblemente en agosto, el go bierno aprovecharía 
  el acceso a las viviendas que tienen miles de empleados, entre ellos carteros, 
  conductores y electricistas, para obtener información sobre actividades 
  sospechosas. Globalmente, el nuevo programa se llamará Sistema de Prevención 
  e Información sobre Terroristas (TIPS, que en inglés significa 
  pistas). 
  Pero apenas fue presentado, el proyecto cosechó fuertes críticas, 
  que han provocado que el Servicio Postal de Estados Unidos haya decidido no 
  participar. 
  "Se trataría de convertir a trabajadores de las empresas de gas, empleados 
  de las compañías que instalan televisión por cable o electricistas, 
  en soplones apoyados por el gobierno", declaró Rachel King, de la Unión 
  Estadounidense de Libertades Civiles. 
  En línea con el proyecto presidencial, la Agencia Central de Inteligencia 
  (CIA) estableció nueva normas a fin de que los agentes puedan, sin la 
  aprobación de la sede central del organismo, reclutar confidentes, aun 
  cuando tengan antecedentes violentos, dijo ayer un funcionario de Inteligencia 
  estadounidense. 
  Esas normas significan un cambio en la política institucional de la CIA. 
  De acuerdo a la información, ya fueron adoptadas en octubre pasado, a 
  raíz de los atentados del 11 de setiembre. 
  Desde 1995, los funcionarios tenían que pedir aprobación a la 
  sede central de la CIA antes de utilizar como confidente a una persona que hubiese 
  abusado de los derechos humanos o cometido otros delitos. Esa limitación 
  se estableció por reclamo del Congreso, que criticó los contactos 
  que tenía la CIA con personajes que habían violados los derechos 
  humanos en distintas partes del mundo. 
  Aunque ningún pedido fue rechazado desde que se impusieron las reglas 
  en aquel año, la Agencia teme que puedan impedir trabajar con fuentes 
  que tengan malos antecedentes, aún cuando estuvieran en posición 
  de suministrar información de utilidad, afirmaron las fuentes. 
  Además de las cuestiones sobre la privacidad, las medidas antiterroristas 
  de Bush incluyen un proyecto, que ya tendría acuerdo en el Congreso, 
  para postergar en forma indefinida el plazo que vencía el 31 de diciembre 
  dentro del cual los aeropuertos estaban obligados a revisar el equipaje de los 
  pasajeros en busca de explosivos. 
  Sin dudas, todas estas medidas y proyectos surgen porque, luego del 11 de setiembre, 
  la protección del territorio de los Estados Unidos contra posibles nuevos 
  atentados terroristas se convirtió en la mayor prioridad del gobierno 
  de Bush. 
  Esta misma semana, el presidente presentó otro plan de seguridad nacional, 
  que exige al Congreso que elabore nuevas leyes de extradición y sobre 
  el tratamiento de secretos e informaciones reservadas. 
  Inclusive, prevé que haya soldados preparados contra una posible guerra 
  biológica. El plan insta también a la preparación de nuevas 
  vacunas para hacer frente a amenazas bioterroristas. Además, busca reforzar 
  la seguridad en las fronteras y adoptar medidas para la protección de 
  gasoductos, centrales eléctricas, plantas nucleares y otras instalaciones 
  estratégicas.