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9 de juni del 2002
Preocupación por posibles ataques contra plantas nucleares
¿Y el combustible agotado? 
  Robert Alvarez
  Bulletin of the Atomic Scientist 
  
  Hasta hace poco las preocupaciones por posibles ataques contra plantas 
  nucleares comerciales se centraban principalmente en la vulnerabilidad de los 
  edificios de contención de los reactores. Pero las plantas de energía 
  nuclear podrían tener un eslabón más débil--sus 
  "piscinas" de combustible agotado. "Los reactores se encuentran dentro de contenedores 
  de acero rodeados de estructuras pesadas y edificios de contención", 
  dice Gordon Thompson, científico en jefe del Instituto para Estudios 
  sobre Recursos y Seguridad. "Las piscinas de combustible agotado, que contienen 
  algunas de las concentraciones de radioactividad más altas del planeta, 
  podrían incendiarse, y se encuentran en edificios mucho más vulnerables". 
  
  Algunos funcionarios públicos comparten la preocupación de Thompson. 
  "A mí no me preocupa tanto el núcleo; me preocupa la piscina de 
  combustible gastado", le dijo el gobernador de Vermont, Howard Dean, al New 
  York Times (2 de noviembre). "Básicamente no hay protección allí". 
  
  Las piscinas, que son típicamente cuencas rectangulares o en forma de 
  L de unos 12 metros de profundidad, con muros de concreto reforzado de 1.2 a 
  1.5 m. de ancho que tienen un revestimiento de acero inoxidable. Las cuencas 
  sin revestimiento de acero son más susceptibles a las grietas y la corrosión. 
  La mayor parte de las cuencas de combustible agotado de los reactores de agua 
  en ebullición se encuentra dentro de los edificios de los reactores a 
  varios pisos sobre el nivel del suelo. Las piscinas de los reactores de agua 
  a presión--que constituyen cerca de las dos terceras partes de todas 
  las piscinas--están parcial o totalmente enterradas, algunas veces sobre 
  túneles o cuartos subterráneos. 
  Fuego y agua  
  Durante los últimos 25 años, Thompson, que es físico e 
  ingeniero, ha trabajado en nombre de grupos de ciudadanos y de gobiernos estatales 
  y locales para convencer a las autoridades reguladoras en materia nuclear de 
  EE.UU. y Europa de que las piscinas de combustible agotado representan un grave 
  riesgo. El riesgo más grave, dice, es la pérdida del agua de la 
  piscina que enfría y envuelve a los conjuntos de combustible agotado, 
  que son altamente radioactivos. Una pérdida de agua podría exponer 
  el combustible agotado, lo que provocaría un incendio catastrófico 
  de consecuencias potencialmente más desoladoras que las que causaría 
  la fusión de un reactor. La mayoría de los reactores en Estados 
  Unidos almacena su combustible agotado en piscinas de alta densidad. Si ese 
  combustible quedara expuesto al aire y al vapor, el revestimiento de circonio 
  reaccionaría de manera exotérmica y se incendiaría a cerca 
  de 1,000 grados centígrados. Es probable que el edificio de las piscinas 
  de combustible no resistiera, y el incendio se extendiera a las piscinas cercanas. 
  La Comisión Reguladora en Materia Nuclear (NRC) admite que un incendio 
  de este tipo no podría ser extinguido y podría arder furiosamente 
  durante varios días. 
  En promedio, las piscinas de combustible agotado contienen de cinco a diez veces 
  más radioactividad de gran longevidad que el núcleo de un reactor. 
  Lo que resulta particularmente preocupante es la gran cantidad de cesio 137 
  presente en las piscinas de combustible, ya que contienen de 20 a 50 millones 
  de curies de este peligroso isótopo. Con una vida media de 30 años, 
  el cesio 137 emite radiación altamente penetrante y es absorbido en la 
  cadena alimenticia como si fuera potasio. Según la NRC, hasta un 100% 
  del cesio 137 de una piscina se liberaría al ambiente en un incendio. 
  
  En comparación, el accidente de 1986 en Chernobyl liberó en la 
  atmósfera aproximadamente el 40% de los seis millones de curies de cesio 
  137 que tenía el núcleo del reactor, lo que ocasionó un 
  número masivo de exposiciones radioactivas fuera del sitio. Una sola 
  piscina de combustible agotado contiene más cesio 137 que el que fue 
  depositado por todos los ensayos atmosféricos de armas nucleares en el 
  Hemisferio Norte. 
  Si un incendio estallara en la piscina de combustible agotado de la Unidad 3 
  del Reactor Millstone, en Connecticut, produciría una exposición 
  a la radiación tres veces mayor que la natural. Este nivel de radiación 
  provocaría la puesta en vigor de la medida de evacuación de la 
  NRC, y podría dejar inhabitables cerca de 75,000 km. cuadrados de tierra, 
  según Thompson. Como el estado de Connecticut tiene una extensión 
  de sólo unos 13,000 km. cuadrados, un accidente en Millstone podría 
  afectar severamente a Long Island e incluso a la ciudad de Nueva York. 
  Un informe que elaboró el Laboratorio Nacional de Brookhaven para la 
  NRC en 1997 también encontró que un incendio grave en una piscina 
  podría dejar inhabitables unos 487 km. cuadrados, causar hasta 28,000 
  muertes de cáncer y costar U.S. $59 mil millones en daños. (El 
  estudio de Brookhaven utilizó un estándar de inhabitabilidad diferente 
  al de Thompson). Aunque las estimaciones varían, "el uso de un poco de 
  imaginación", dice Thompson, "muestra que un incendio en una piscina 
  sería un desastre regional y nacional de proporciones históricas". 
  
  Varios acontecimientos podrían ocasionar una pérdida de agua de 
  una piscina, incluyendo fugas, evaporación, sifonamiento, bombeo, el 
  impacto de una aeronave, temblores, la caída accidental o intencional 
  de un cofre de transporte de combustible, la avería de un reactor o una 
  explosión dentro o fuera del edificio de las piscinas. Los funcionarios 
  de la industria sostienen que el personal tendría tiempo suficiente para 
  activar un sistema de enfriamiento alternativo antes de que el combustible agotado 
  se incendiara. Pero si el nivel del agua bajara hasta sólo a aproximadamente 
  un metro por encima del combustible agotado, las dosis de radiación en 
  el edificio de las piscinas serían letales. 
  Aún no se han formalizado, y mucho menos probado, los procedimientos 
  que los responsables del manejo del combustible necesitan seguir para reconocer 
  problemas, reparar equipo fuertemente dañado y requerir recursos de fuera 
  del sitio. Pero si las operaciones rutinarias sirven de indicación, no 
  todos los reactores pasarían la prueba: según admite la propia 
  NRC, los aumentos significativos en la temperatura de las piscinas de combustible 
  han pasado desapercibidos durante días. 
  Vieja política, problemas más viejos  
  Con el paso de los años, la persistencia de Thompson ha valido la pena, 
  ya que la NRC, a regañadientes, ha hecho importantes concesiones. Durante 
  20 años la NRC dio por sentado que el combustible agotado envejecido, 
  que se ha mantenido varios años para que los isótopos radioactivos 
  se degraden, corría un riesgo mínimo de incendiarse. Pero en un 
  estudio realizado en octubre de 2000 sobre los riesgos del combustible agotado, 
  en emplazamientos donde los reactores habían sido dados de baja, la NRC 
  admitió que "la posibilidad de un incendio de circonio no puede descartarse, 
  ni siquiera muchos años después de la clausura definitiva de un 
  reactor". 
  De hecho, el equipo que se instala para hacer seguras las piscinas de alta densidad 
  aumenta el riesgo de incendio, de manera particular en el caso del combustible 
  agotado envejecido. En las piscinas de alta densidad de los reactores de agua 
  a presión, los conjuntos combustibles se colocan a una distancia aproximada 
  de entre 23 y 27 cm. entre sí--distancia ligeramente mayor que la que 
  tienen dentro de un reactor. Para compensar el mayor riesgo de criticidad, las 
  piscinas han sido reconvertidas con mejores controles químicos del agua 
  y páneles absorbentes de neutrones entre los conjuntos. Los dispositivos 
  adicionales restringen la circulación del agua y el aire, lo cual crea 
  vulnerabilidad a fallas sistémicas. Si el equipo se desplomara o sufriera 
  una avería, como podría suceder, por ejemplo, durante un ataque 
  terrorista, se obstruiría el flujo de aire y agua a los conjuntos combustibles 
  expuestos, lo que provocaría un incendio, según el informe de 
  la NRC. El calor convertiría el agua restante en vapor, el cual interactuaría 
  con el circonio, empeorando el problema al producir hidrógeno inflamable 
  y explosivo. Por consiguiente, la NRC concluyó que "no es factible, sin 
  numerosas restricciones, definir un nivel genérico de calor producido 
  por la degradación de combustible (ni, por lo tanto, el tiempo de desintegración) 
  mas allá del cual un incendio con circonio no es posible físicamente". 
  
  Quizá la admisión más importante fue la que se hizo en 
  junio de 2001, cuando el personal de la NRC reportó que las amenazas 
  terroristas contra las piscinas de combustible agotado son creíbles y 
  no pueden descartarse. "Hasta hace poco, el personal de la NRC creía 
  que la "amenaza básica de diseño" [es decir, la mayor amenaza 
  posible que debe considerarse en la construcción de una planta] de un 
  sabotaje radiológico no podría causar un incendio de circonio. 
  Sin embargo, [las políticas de seguridad de la NRC con relación 
  al almacenamiento de combustible agotado] no corroboran la aseveración 
  de un peligro menor para la salud y seguridad públicas, dadas las posibles 
  consecuencias de un sabotaje". 
  A pesar de su reconocimiento de los peligros de las piscinas de combustible 
  agotado, la capacidad de la NRC para adaptarse a un mundo mucho más peligroso 
  está aún por verse. Después de los atentados del 11 de 
  septiembre, la NRC tardó 10 días en admitir que las "plantas nucleares 
  no fueron diseñadas para resistir el impacto de un avión comercial". 
  Aunque esta declaración recibió una amplia cobertura de los medios, 
  la NRC no estaba haciendo más que reiterar los resultados de una vieja 
  política. 
  En 1982 la Junta de Seguridad Atómica y Licencias de la NRC resolvió 
  que los propietarios de los reactores "no están obligados a diseñar 
  [sus instalaciones] para resistir acontecimientos como . . . el impacto de un 
  avión grande en picada. Los reactores no podrían protegerse efectivamente 
  contra tales ataques sin que se les transformara en fortalezas virtualmente 
  inexpugnables, a un costo mucho más elevado". Este punto de vista es 
  apoyado por otra política de la NRC, que también data de mucho 
  tiempo y que excluye la consideración de posibles actos terroristas en 
  las diligencias relativas al otorgamiento de licencias. Debido a que los actos 
  terroristas son impredecibles--razona la NRC--son ajenos a los requerimientos 
  de seguridad. Increíblemente, al día siguiente de los atentados 
  del 11 de septiembre, la NRC resolvió que las preocupaciones sobre el 
  terrorismo expresadas por la agrupación Georgians Against Nuclear Energy 
  (GANE) con relación a la mezcla de plutonio en el combustible nuclear 
  de la planta del Departamento de Energía en Savannah River carecían 
  de fundamento porque "GANE no ha demostrado que los actos terroristas . . . 
  estén dentro del ámbito de los acontecimientos 'razonablemente 
  previsibles'". 
  Se empieza a agotar el espacio  
  La NRC está revisando actualmente sus políticas de seguridad "desde 
  arriba hasta abajo", y está "trabajando las 24 horas del día para 
  asegurar la protección de las plantas nucleares y las instalaciones de 
  combustible nuclear", según le dijo un portavoz de la NRC, Victor Dricks, 
  al Washington Post el primero de noviembre. "Todo está sobre la mesa. 
  Quisiera decirle que todo va a estar bien, pero no lo puedo hacer". 
  ¿Será suficiente tener más rejas, guardias y pistolas? Unas 40,000 
  toneladas de combustible nuclear agotado están almacenadas en las piscinas 
  de 110 emplazamientos de reactores, tanto en operación como clausurados, 
  en todo Estados Unidos, con más de 2,000 millones de curies de radioactividad 
  de gran longevidad. El Departamento de Energía estima que durante los 
  próximos años se requerirá espacio de almacenamiento para 
  una cantidad adicional de 11,000 toneladas de combustible agotado. 
  Los propietarios de las plantas ya están realizando trabajo de cabildeo 
  para que se amplíe el espacio. Por ejemplo, la planta Millstone, en Connecticut, 
  tiene 585 conjuntos combustibles en la piscina de la Unidad 3 del reactor. Pero 
  el propietario de Millstone, la Dominion Nuclear Connecticut Inc., está 
  solicitando permiso de la NRC para ampliar la piscina para que tenga capacidad 
  para 1,860 conjuntos. 
  Las piscinas de combustible gastado fueron diseñadas para que fueran 
  temporales--y para que almacenaran sólo una pequeña fracción 
  de la cantidad de combustible que actualmente tienen. "Ni la AEC [Comisión 
  de Energía Atómica, ahora Departamento de Energía] ni los 
  organismos operadores previeron la necesidad de almacenar en los sitios de operación 
  grandes cantidades de combustible agotado", dijo la empresa propietaria de Millstone 
  en octubre del año pasado. "El procesamiento comercial en gran escala 
  nunca se concretó en EE.UU. Como consecuencia, las plantas nucleares 
  en operación estaban obligadas a manejar cantidades cada vez mayores 
  de combustible irradiado. . . . Esto ha pasado a ser una realidad para las plantas 
  nucleares". 
  La política de la NRC que permite una ampliación del almacenamiento 
  en las piscinas se basa en la hipótesis de que algún día 
  el gobierno desechará permanentemente todo el combustible agotado, en 
  conformidad con lo requerido por la Ley de Políticas de Desechos Nucleares, 
  que data de 1982. Pero el Departamento de Energía no aceptará 
  la custodia de combustible agotado sino hasta 2010, por lo menos--si es que 
  lo acepta algún día. Aun si el Departamento de Energía 
  y la administración Bush logran superar la formidable oposición 
  a la apertura de un depósito propuesto para "Yuca Mountain", en Nevada, 
  el transporte de varios miles de embarques de residuos altamente radioactivos 
  podría entrañar un riesgo considerable. 
  Soluciones al problema del almacenamiento  
  A la luz de la admisión de la NRC acerca de las vulnerabilidades del 
  combustible agotado, parece que sería más fácil causar 
  un accidente en una piscina de combustible agotado que romper múltiples 
  cofres de concreto y acero reforzado para almacenamiento en seco y liberar los 
  contenidos radioactivos. El uso de cofres y otras alternativas de almacenamiento 
  reduciría enormemente, o incluso eliminaría, los riesgos de un 
  incendio en una piscina. Un puñado de propietarios de reactores ha colocado 
  sólo el cuatro por ciento del total de combustible agotado del país 
  en almacenamiento en seco. 
  Hoy en día la presión que sienten los propietarios de los reactores 
  debido a la desregulación de la industria eléctrica mina los esfuerzos 
  a favor de la seguridad nuclear. Según un informe sobre la desregulación 
  de los servicios públicos y la energía nuclear realizado por la 
  Nukem Corporation, "En esta era de desregulación no habrá ningún 
  conjunto de clientes cautivos que sufrague costos de operación antieconómicos 
  o adiciones masivas de capital". Debido a la desregulación, los propietarios 
  de muchos reactores son compañías de responsabilidad limitada, 
  con pocas--o ninguna--reservas de efectivo. No existe ningún incentivo 
  financiero para que trasladen los desechos a almacenamiento en seco más 
  seguro. 
  Otros países están tomando muy en serio las vulnerabilidades del 
  combustible agotado. Alemania está buscando la manera de proteger mejor, 
  en recipientes aún más robustos de almacenamiento en seco, su 
  combustible agotado. Francia ha instalado misiles antiaéreos alrededor 
  de sus piscinas de combustible agotado en las instalaciones de reprocesamiento 
  de La Hague, donde se encuentran almacenados unos 100 millones de curies de 
  cesio 137. Lo que Estados Unidos hará para proteger al público 
  de esta grave vulnerabilidad nuclear está aún por verse. 
  La eliminación permanente del combustible agotado de los reactores comerciales 
  parece ahora una abstracción mayor que un golpe terrorista contra una 
  planta nuclear. Asegurar la protección del combustible agotado que se 
  encuentra en las piscinas, a casi su capacidad, debería ser una prioridad 
  de seguridad pública del más alto nivel. Si los acontecimientos 
  del 11 de septiembre nos han enseñado algo, es que la guerra contra el 
  terrorismo será una lucha impredecible. El costo de eliminar las vulnerabilidades 
  nucleares de Estados Unidos puede ser alto, pero el precio de hacer demasiado 
  poco es incalculable. 
  Robert Alvarez fue asesor en jefe sobre políticas del Departamento 
  de Energía, y actualmente es un académico de alto nivel del Institute 
  for Policy Studies.
  http://www.thebulletin.org/Spanish/jf02/jf02alvarez.html