|  
       | 
  
6 de junio del 2002
El lobby de Israel en EE.UU
  Michael Massing
  The Nation 
  Traducido para Rebelión por Germán Leyens 
  
  El 2 de mayo de 2002 el Senado [de EE.UU], por 94 votos contra 2, y la 
  Cámara de Representantes, por 352 contra 21, expresó su ilimitado 
  apoyo a Israel por sus recientes acciones militares contra los palestinos. Las 
  resoluciones fueron tan duras que la Administración Bush –a la que no 
  se puede acusar de quedarse atrás cuando es cosa de apoyar a Israel– 
  trató de suavizar su lenguaje para poder tener más espacio para 
  lograr que recomiencen las conversaciones de paz. Pero sus pedidos fueron rechazados 
  y los miembros del Congreso, de Joe Lieberman a Tom DeLay, compitieron para 
  ensalzar a Ariel Sharon y mostrar su desprecio hacia Yasir Arafat. En su información 
  sobre la votación, el New York Times señaló que 
  uno de los pocos disidentes, el senador Ernest Hollings de Carolina del Sur, 
  "sugirió que muchos senadores andaban en busca de contribuciones a sus 
  campañas." 
  Fuera de esa breve referencia, sin embargo, el Times no mencionó 
  el papel que el dinero, o los grupos de presión en general, podrían 
  haber jugado en la desequilibrada votación. Para ser más específicos, 
  el Times no hace mención del Comité EE.UU.-Israel de Asuntos 
  Públicos [AIPAC]. Es un olvido remarcable. El AIPAC es ampliamente considerado 
  como el lobby de política extranjera más poderoso en Washington. 
  Sus 60.000 miembros vuelcan millones de dólares sobre cientos de miembros 
  del Congreso a ambos lados del pasillo. También mantiene una red de ciudadanos 
  acaudalados e influyentes en todo el país, a los que puede movilizar 
  regularmente para apoyar su objetivo principal, que es asegurar que no haya 
  "resquicios" entre las políticas de Israel y de Estados Unidos. 
  Así que no es por accidente si el Congreso vota de manera tan determinada 
  en apoyo a Israel. Y sin embargo, revisando la cobertura periodística 
  de EE.UU. en los últimos meses, no encontré casi nada sobre el 
  AIPAC y su influencia. El único informe de alguna sustancia apareció 
  en el Washington Post, a fines de abril. Informando sobre la conferencia 
  anual del AIPAC, el corresponsal Mike Allen indicó que los asistentes 
  incluían a la mitad del Senado, a noventa miembros de la Cámara 
  de Representantes y a trece funcionarios superiores de la Administración, 
  incluyendo al Jefe del Personal de la Casa Blanca, Andrew Card, quien recibió 
  una ovación de pie de los delegados cuando declaró en hebreo, 
  "El pueblo de Israel vive." Mostrando su "autoridad," Allen escribió, 
  "AIPAC pasó lista animadamente a uno por uno de los cientos de dignatarios, 
  con vítores individuales para cada cual." Incluso este artículo, 
  sin embargo, no sondeó bajo la superficie para examinar las técnicas 
  de presión y de recolección de fondos que el AIPAC utiliza para 
  asegurarse el apoyo del Congreso. 
  El AIPAC no es la única organización pro-Israel que escapa al 
  análisis. La Conferencia de Presidentes de las Principales Organizaciones 
  Judías de EE.UU., aunque es poco conocida por el público en general, 
  tiene una tremenda influencia en Washington, especialmente en el poder ejecutivo. 
  Basada en Nueva York, se supone que la conferencia exprese la opinión 
  de las cincuenta y dos organizaciones judías que forman su consejo, pero 
  en realidad tiende a reflejar los puntos de vista de su vicepresidente ejecutivo, 
  Malcolm Hoenlein. Hoenlein ha tenido desde hace tiempo lazos estrechos con el 
  Partido Likud de Israel. En los años 90 ayudó a reunir dinero 
  para grupos de colonos en Cisjordania, y en la actualidad se refiere regularmente 
  a esa región como "Judea y Samaria," un eslogan de inspiración 
  bíblica utilizado por los conservadores para justificar la presencia 
  de colonos judíos en esa región. Hoenlein, un agente hábil 
  y articulado, utiliza su acceso al Departamento de Estado, al Pentágono 
  y al Consejo Nacional de Seguridad para impulsar un Israel fuerte. Es tan efectivo 
  en su trabajo que el periódico judío Forward, en su lista 
  anual de los cincuenta judíos estadounidenses más importantes, 
  ha colocado a Hoenlein en primer lugar. 
  Hoenlein demostró su capacidad de organización en abril, cuando 
  ayudó a reunir la gran manifestación a favor de Israel en Capitol 
  Hill. Aunque el evento mismo fue ampliamente comentado, Hoenlein y la conferencia 
  permanecieron entre bastidores. Un estudio informal de la cobertura reciente 
  no produjo ni un solo artículo que hablara con detenimiento de Hoenlein 
  y de cómo utilizó la Conferencia de Presidentes para impedir que 
  la Administración Bush presionara demasiado al gobierno de Sharon. 
  ¿A qué se debe el secreto? Por un lado, no es fácil informar sobre 
  estos grupos. El poder del AIPAC hace que las posibles fuentes de información 
  muestren poca disposición a discutir por escrito la organización, 
  y los empleados que la abandonan generalmente firman compromisos que los obligan 
  a guardar silencio. Los funcionarios del AIPAC raramente dan entrevistas, y 
  la organización incluso se resiste a divulgar su consejo de directores. 
  Los periodistas, por su parte, a menudo no desean escribir sobre la influencia 
  del judaísmo organizado. En todo el mundo árabe, se considera 
  que el "lobby judío" está a la raíz de todo mal en el Oriente 
  Próximo, y muchos reporteros y redactores –especialmente los judíos– 
  se muestran preocupados ante la posibilidad de contribuir a semejantes estereotipos. 
  
  A fin de cuentas, sin embargo, el principal obstáculo para la cobertura 
  de estos grupos es el medio ambiente. Las organizaciones judías detectan 
  rápidamente cualquier parcialidad en la cobertura del Oriente Próximo, 
  y se quejan rápidamente al respecto. Es especialmente el caso durante 
  este último tiempo. Como observó Forward a fines de abril 
  "La eliminación de una parcialidad anti-israelí en los medios 
  se ha convertido para muchos judíos estadounidenses en el camino más 
  directo y emotivo para conectarse con un conflicto a 10.000 kilómetros 
  de distancia." Recientemente, unos 1.000 suscriptores de Los Angeles Times, 
  anularon las entregas a domicilio del periódico durante un día 
  para protestar por lo que consideraban la cobertura pro-Palestina del diario. 
  El Chicago Tribune, el Minneapolis Star Tribune, El Philadelphia 
  Inquirer y el Miami Herald, han todos sido afectados por protestas 
  similares y NPR ha recibido miles de correos electrónicos con 
  quejas por sus informes sobre el Oriente Próximo. 
  ¿Tienen efecto esas protestas? Consideremos la experiencia reciente del New 
  York Times. El 6 de mayo el periódico publicó dos fotografías 
  de un desfile pro-Israel en Manhattan. Las dos mostraban el desfile en el fondo 
  de la imagen y daban prominencia en primer plano a los que protestaban contra 
  Israel. El diario, que había sido amenazado durante semanas con un boicot 
  por sus lectores judíos, fue inundado con protestas. El 7 de mayo el 
  Times publicó una indecente disculpa. Causó mucha consternación 
  en la redacción; muchos reporteros y redactores consideraron que el diario 
  se había prosternado ante un grupo influyente. "Es muy intimidante," 
  dijo un corresponsal en otro diario de importancia que está familiarizado 
  con el incidente. Los periódicos, agregó, "temen" a organizaciones 
  como el AIPAC y la Conferencia de Presidentes. "La presión de esos grupos 
  es inexorable. Los redactores prefieren no tocarlos." 
  Huelga decirlo, el apoyo de EE.UU. a Israel es el producto de numerosos factores 
  –el estatus de Israel como la única democracia en el Oriente Próximo, 
  su valor como aliado estratégico de EE.UU., y el horror generalizado 
  ante los bombazos suicidas palestinos. Pero el poder del lobby pro-Israel es 
  también un elemento importante. Por cierto, es imposible comprender el 
  tierno trato de la Administración Bush hacia el gobierno Sharon sin tomar 
  en cuenta la influencia de grupos como el AIPAC. ¿No es hora de que sean denunciados 
  ante la opinión pública? 
  10 de Junio de 2002