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Latinoamérica

6 de octubre del 2003

Desinformación en EE.UU. sobre presunto apoyo del gobierno de Chávez al terrorismo

Gregory Wilpert
Rebelión
Traducido para Rebelión por Germán Leyens


Un artículo recientemente aparecido en una de las principales revistas noticiosas de EE.UU., US News & World Report (10.06.03), llevará a lectores bien informados a identificar una típica campaña de desinformación. En el artículo en cuestión, "Terror cerca de casa", la autora, Linda Robinson, pretende poseer evidencia de que el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, estaría "flirteando con el terrorismo". La aparición de un artículo sin base alguna como éste, combinado con las recientes declaraciones del general James Hill, jefe del Comando Sur, de que la Isla Margarita de Venezuela es un refugio de grupos terroristas islámicos, sugieren que la administración Bush está preparando la escena para declarar a Venezuela estado "canalla".

Sin embargo, el artículo está tan repleto de conclusiones falsas, de "fuentes gubernamentales de EE.UU." que no son identificadas, de deformaciones, y de falsedades descaradas, que hay que preguntarse cuál es el orden del día real de la autora. Examinemos uno por uno las aserciones del artículo.

Falsedades y deformaciones

Linda Robinson afirma que "Venezuela otorga apoyo… que podría ser útil a grupos islámicos radicales". Sigue diciendo que, "U.S. News ha averiguado que el gobierno de Chávez ha emitido miles de cédulas, el equivalente de las tarjetas de Seguridad Social, a personas de sitios como Cuba, Colombia, y naciones del Medio Oriente que acogen a organizaciones terroristas extranjeras". En primer lugar, es probablemente cierto que Venezuela emitió tarjetas de identificación ("cédulas") a ciudadanos de esos países, algo que también hace el gobierno de EE.UU., cada vez que otorga la residencia a un ciudadano no-estadounidense, mediante una "green card". La emisión de semejantes documentos de identidad, en todo caso, ayuda a controlar posibles actividades ilegales de residentes, en lugar de ocultarlas como sugiere el artículo. La acusación de un "funcionario estadounidense" anónimo, de que "más de un millar" de colombianos han recibido "cédulas" no tiene significado alguno en un país que tiene a varios cientos de miles de colombianos viviendo legalmente en su territorio.

Robinson pasa luego a decir que "funcionarios de EE.UU. creen que el gobierno venezolano está expidiendo los documentos a gente que no debería recibirlos y que algunas de esas cédulas fueron posteriormente utilizadas para obtener pasaportes venezolanos e incluso visas de EE.UU., que podrían permitir a sus propietarios eludir los controles de inmigración y entrar en Estados Unidos". En primer lugar, ¿qué base tienen esos funcionarios de EE.UU. para creer que esos residentes extranjeros no deberían recibir la residencia? ¿Cómo podrían posiblemente saberlo con sólo mirar una lista de nombres y de nacionalidades? Segundo, desde cuándo puede un ciudadano de un país del Medio Oriente recibir una visa de EE.UU. con mayor facilidad sólo porque él o ella tienen residencia en Venezuela? Si puede, es responsabilidad del gobierno de EE.UU., no de Venezuela. Como Chávez sugirió en una conferencia de prensa con periodistas extranjeros el 1 de octubre, tal vez habría que investigar al embajador de EE.UU., Charles Shapiro, por apoyar el terrorismo, si está otorgando visas a terroristas, como sugiere el artículo de Robinson.

Robinson también afirma que las comunidades árabes venezolanas se están "convirtiendo en centros de simpatizantes terroristas". Para respaldar esta aserción, Robinson cita a un "analista venezolano" no identificado, que dice que la asociación de amistad venezolano-árabe en la Isla Margarita de Venezuela es una "fortaleza" con guardias armados. Además de que la mayoría de los edificios importantes en Venezuela tienen guardias armados, una observación semejante no tiene absolutamente ningún significado. Según un punto de vista semejante, la embajada de EE.UU. tendría que ser un centro de terrorismo, ya que es el edificio más fortificado y parecido a una fortaleza en toda Venezuela.

Las afirmaciones de Robinson son también contradichas por una reciente investigación exhaustiva de Michele Salcedo, del Sun Sentinel de Florida (5 de septiembre de 2003). A diferencia de Robinson, Salcedo visitó la Isla Margarita y habló con la gente. Su investigación provoca serias dudas de que haya alguna "célula" terrorista en la isla, como pretenden Robinson y el general James Hill, jefe del Comando Sur de EE.UU.

Supuestamente la acusación de Hill de que los árabes en la Isla Margarita están implicados en "lavado de dinero, tráfico de drogas, o negocios con armas" demuestra que existe apoyo del gobierno venezolano para el terrorismo, pero en realidad no prueba nada parecido. Es bien sabido que los bancos en todo el mundo y especialmente en el área del Caribe están de una u otra manera involucrados en el lavado de dinero. Si la acusación fuera cierta, entonces tal vez el gobierno venezolano debería tomar medidas al respecto, pero en ese caso el gobierno de EE.UU. tendría que formular un pedido formal y no dejar que funcionarios no identificados trabajen con periodistas que tienen la tarea de formular acusaciones infundamentadas.

Robinson supone que sus argumentos verdaderamente débiles han probado la complicidad del gobierno venezolano en el apoyo a terroristas medio-orientales y para afirmar más su caso, saca a la luz el viejo argumento de que Venezuela también apoya a los movimientos de guerrilla de Colombia, las FARC y el ELN. Según ella, U.S. News posee mapas que "realmente señalan la ubicación de campos" de las guerrillas colombianas dentro de Venezuela. ¿Cómo diablos prueba algo un mapa con algunos puntos? Cualquiera puede marcar un mapa y pretender que se trata de campos secretos. En vista de los "informes de primera mano" que asegura que tiene, las referencias a mapas semejantes tienen evidentemente el objetivo de fraguar legitimidad en casos en los que sus fuentes anónimas no pueden hacerlo.

Robinson afirma a continuación (una condena parece fuera de lugar) que los "informes de primera mano" prueban el apoyo del gobierno a las guerrillas. Sin embargo, todo lo que prueban, si fueran verídicos, es que la frontera es porosa, que hay campos dentro del territorio venezolano y que hay oficiales venezolanos (probablemente corruptos) implicados en el contrabando de drogas y en el tráfico de armas. Nada de esto prueba en lo más mínimo que haya apoyo oficial gubernamental a alto nivel a las guerrillas. Todo el que sabe algo del área sabe que es como el Lejano Oeste, con militares venezolanos y colombianos, paramilitares, traficantes de drogas, secuestros, y actividad guerrillera que se originan a ambos lados de la frontera. El área es un lío total, en lo que se refiere a la ley y el orden. Uno podría culpar al gobierno por este lío, pero es un lío por el cual los gobiernos de EE.UU. y de Colombia también tienen su parte de responsabilidad. El área es ideal para el contrabando de drogas porque es un paso relativamente fácil hacia el Lago Maracaibo y de ahí al Caribe.

Otro "funcionario de EE.UU." anónimo dice, según Robinson, que "No es ningún secreto el nivel de cooperación que el gobierno venezolano da a grupos colombianos, desde el embarque de armas al interior, al embarque de drogas al exterior, al movimiento al interior y al exterior de Colombia". Si no es ningún secreto, ¿por qué no formula el gobierno de EE.UU. una queja formal y declara oficialmente a Venezuela un "estado narco"? Robinson luego cita al jefe del Estado Mayor Conjunto, general Richard Myers, que en agosto hizo declaraciones en las que comparó a Venezuela con Siria. Robinson utiliza esas declaraciones como una prueba más de que Venezuela está involucrada en el terrorismo. Sin embargo, aunque la declaración provocó un problema diplomático entre EE.UU. y Venezuela, Robinson la tomó fuera de contexto porque Myers no dijo que había alguna prueba de que Venezuela apoyara el terrorismo. Dijo: "Pienso que hay más que saber sobre Venezuela y que vamos a tener que continuar explorando eso". El resto de sus declaraciones fueron completamente hipotéticas, diciendo que si Venezuela apoyaba el terrorismo, entonces se podría comparar a Venezuela con Siria.

A continuación Robinson pasa a conectar a las FARC y al RLN con el Frente de Liberación Boliviariano (FBL) y con los Círculos Bolivarianos. Falta toda evidencia en apoyo de cualquiera de estas afirmaciones (con la excepción del uso inexplicado de comillas alrededor de la palabra "instrumental" cuando describen el papel de las FARC y del ELN). Puede ser que haya conexiones entre los tres grupos armados ( (FARC, ELN, FBL), pero, una vez más, esto no prueba el argumento general de que Venezuela esté apoyando el terrorismo. En cuanto a los Círculos Bolivarianos, la vasta mayoría de estos son grupos comunitarios sin armas, como ya han establecido numerosos reporteros internacionales. Es pura propaganda opositora el que sean presentados como algún tipo de grupo paramilitar.

Finalmente, Robinson termina este "informe investigativo" afirmando que los cubanos están directamente involucrados en el aparato de inteligencia y paramilitar de Venezuela. Aparte de que Venezuela, a diferencia de Colombia, como lo sabe la mayoría de la gente, no tiene un "aparato" paramilitar, esto constituye otro ejemplo del intento de probar alguna culpa utilizando la asociación. Es ciertamente verdad que ha habido numerosos acuerdos de cooperación entre Cuba y Venezuela, especialmente en el área social, pero esto no prueba de ninguna manera que Chávez quiera establecer un sistema político de un solo partido, con un control estatal casi total sobre la economía, como existe en Cuba. En cuanto al hecho de que el gobierno de Chávez suministre embarques de petróleo a Cuba a condiciones preferenciales, esto es difícilmente algo diferente de los embarques preferenciales que Venezuela hace a numerosas otras naciones del Caribe.

Conclusiones falsas y funcionarios gubernamentales anónimos

Como si no fuera un periodismo suficientemente malo cuando se presenta una larga serie de afirmaciones no substanciadas, Robinson utiliza al máximo a funcionarios gubernamentales no identificados. Con la excepción de los pocos comentarios públicos del general Hill y del general Myers, no muestra un solo nombre de una persona que ella haya entrevistado. Es bien sabido que los funcionarios gubernamentales gustan de hablar confidencialmente. En general, sin embargo, existen dos razones principales para hacerlo. Primero, pueden tener información que es confidencial y que quieren filtrar por razones personales o políticas. O, en segundo lugar, quieren dar un sesgo particular a un tema político delicado, pero no pueden probar ninguna de sus afirmaciones.

Con la excepción de desertores de las FARC, parece muy cuestionable que los numerosos informantes con los que habló Robinson hayan pedido respeto para su anonimato porque la información que tenían era confidencial. Si existen pruebas de que el gobierno venezolano está involucrado en alguna actividad terrorista, ¿por qué no hacerlas públicas? ¿Por qué no acusar públicamente al gobierno venezolano de apoyar el terrorismo y suministrar las pruebas? Presumiblemente esto llevaría al rompimiento de relaciones entre EE.UU. y Venezuela. Pero seguramente existen medios más diplomáticos y efectivos de tratar un tema semejante que la confrontación directa o el uso de periodistas que tienen sus propios intereses creados.

Parece mucho más plausible que esos funcionarios anónimos mantienen su anonimato para generar sesgo mediante afirmaciones para las que carecen de pruebas concretas, como parte de un esfuerzo para desacreditar y debilitar a un gobierno que no es de su gusto. En este sentido, todo el artículo recuerda considerablemente la antigua práctica de la CIA y del gobierno de EE.UU. de diseminar noticias falsas como parte de sus operaciones clandestinas. Semejantes tácticas fueron utilizadas con mucho efecto cuando la CIA trabajó para derrocar a los gobiernos de Jacobo Arbenz en Guatemala, de Salvador Allende en Chile, y de Sukarno en Indonesia.

Hay otra explicación más caritativa de los problemas del artículo de Robinson, y es que los funcionarios de EE.UU. en los que se basa reciben toda su información de miembros de la oposición venezolana. Es muy similar a lo que vimos cuando EE.UU. utilizó a informantes iraquíes interesados en provocar una invasión de EE.UU. que inventaron la mayor cantidad de información posible sobre la supuesta existencia de armas de destrucción masiva -armas que seis meses después de la invasión siguen sin aparecer. Los miembros de la oposición en Venezuela tienen un historial de invención de historias para desacreditar al gobierno Chávez, desde los falsos testimonios de pilotos del presidente Chávez o del vicepresidente Rancel, a los supuestos secuestros auspiciados por el gobierno, pasando por supuestos chóferes de miembros favorables a Chávez en la Asamblea Nacional. En su momento se probó que todas eran falsas.

Tal vez las declaraciones más extraordinarias en el artículo de Robinson, para cualquier capaz de un cierto pensamiento lógico, son las falsas conclusiones a las que llega. Por ejemplo, presenta ejemplos del supuesto apoyo del gobierno a terroristas no- venezolanos mediante la emisión de tarjetas de identidad, una afirmación que no es substanciada en modo alguno; la desaparición de un árabe al que EE.UU. busca para interrogarlo, y la existencia de un edificio fortificado de la Asociación Venezuela- Árabe. Luego pasa a saltar a la conclusión de que "el apoyo de Venezuela a las organizaciones terroristas no se limita a las que están basadas en Líbano o Egipto". Ninguno de los argumentos mencionados jamás probó de alguna manera que Venezuela (presumiblemente Chávez) apoya a organizaciones terroristas. Todo el artículo está salpicado de semejante lógica defectuosa, en un intento de mostrar que "Chávez flirtea con el terrorismo".

Sería agradable poder atribuir un artículo tan miserable a simple mal periodismo. Sin embargo, la autora es Jefe del Buró Latinoamericano de U.S. News and World Report, la tercera revista noticiosa por su tamaño en EE.UU. Más bien, parece que o la autora ha sido manipulada por sus numerosos "funcionarios de EE.UU." anónimos que tienen sus propios objetivos, con la intención de debilitar y desestabilizar a un gobierno extranjero y tal vez incluso establecer la justificación para una mayor intervención extranjera en Venezuela, o que ella misma comparte esos objetivos y es cómplice voluntariosa de la oposición interna y externa al gobierno Chávez. En cualquiera de los dos casos, U.S. News hace un inmenso daño a su reputación como revista noticiosa seria.

2 de octubre de 2003
* Gregory Wilpert is co-editor of the website www.venezuelanalysis.com

Notas

i- Link: http://www.usnews.com/usnews/issue/031006/usnews/6venezuela.htm

ii- Transcript of the August 12 press conference with Gen. Meyers:

http://usinfo.state.gov/topical/pol/conflict/03081210.htm

iii- For a brief article on this practice, see Reuters, February 25, 2002, "U.S. Planting False Stories Common Cold War Tactic," by Tabassum Zakaria: http://www.fas.org/sgp/news/2002/02/re022502.html