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Latinoamérica

16 de octubre del 2003

200 años de injusticia
Lucha por elecciones democráticas en Haití

Adailma Mendes
Adital
En vísperas de completar dos siglos de la proclamación de la independencia, el 1° de Enero del 2004, y después de diversas luchas de resistencia a la dominación de las grandes potencias mundiales, Haití continúa en situación de extrema pobreza, sin conseguir establecer un Estado verdaderamente democrático, con mejores condiciones de vida para sus ciudadanos. La conquista de la segunda proclamación de la independencia en las Américas - la primera fue la de Estados Unidos el 14 de julio de 1776 - de poco sirvió para que Haití se transformase en una nación próspera. En cuestiones políticas, el país aún es considerado atrasado y sin participación popular junto al gobierno federal.

La conclusión del informe de la Organización de Estados Americanos/Comunidad del Caribe (OEA/Caricom), de marzo de este año, es de que el tiempo urge para la realización de elecciones creíbles en Haití en el 2003. Bajo el punto de vista de la misión de alto nivel, responsable por la elaboración del informe -dirigido por Julian Junte, ministro de Relaciones Exteriores de Santa Lúcia, y por el embajador Luigi R. Einaudi, secretario general adjunto-, el país consiguió algunos avances desde el 2002, mientras permanece con la incapacidad de poner fin a la impunidad que crea un clima de incertidumbre en lo que se refiere a la seguridad y a otras importantes condiciones vitales para el progreso. Einaudi citó, en particular, las dificultades en la profesionalización de la fuerza policial de Haití y reiteró la necesidad de una mejor administración de justicia.

Con las discusiones resultantes del informe de la misión especial, el embajador de Barbados Michael King, miembro de esta comisión, convocó a todas las partes de la misión a trabajar en estrecha colaboración con la OEA en el ejercicio de encontrar una solución, resaltando la necesidad de que el pueblo de Haití viva en paz y armonía, defendiendo que el bicentenario de la independencia del país en el 2004 sea una ocasión de celebración.

Sobre el final de esas discusiones, el embajador Raymond Valcin, representante permanente de Haití en la comisión, expresó el agradecimiento de su gobierno por la visita de la misión de alto nivel y resaltó el esfuerzo renovado del Gobierno de Haití en cumplir sus responsabilidades en la búsqueda de una solución. Valcin afirmó que el gobierno sigue listo y dispuesto a continuar el intercambio de opiniones con las partes interesadas y permanece optimista en lo que se refiere a las perspectivas.

Desde fines de agosto, el enviado especial de Estados Unidos para la promoción del diálogo en Haití, el embajador Terence Todman, ha consultado al gobierno haitiano, partidos políticos y sociedad civil para encontrar una forma de viabilizar las elecciones locales y para el legislativo del país, inclusive este año.

Según el boletín de la OEA, el último día 3 de octubre, el secretario general de la organización, César Gaviria, anunció que en dos o tres semanas sería posible celebrar una sesión especial de trabajo para la creación de un consejo electoral provisorio.

Para el economista Camille Chalmers, secretario ejecutivo de la Plataforma Haitiana para Abogar el Desarrollo Alternativo (Papda) - organización que trabaja contra la globalización neoliberal en el país desde 1995 -, lo que existe hoy es el jefe de estado Jean-Bertrand Aristide y la Convergencia Democrática (que reúne a varios partidos de oposición), dos polos sin credibilidad y sin capacidad de movilización, que quieren en realidad aplicar la política estadounidense y la del Fondo Monetario Internacional (FMI). "La pelea que tienen es para ver quién hace mejor el trabajo para el imperialismo", dice Chalmers.

Aristide, después de las elecciones de noviembre del 2000, habiendo asumido el cargo de Jefe de Estado, el 7 de febrero del 2001, representaba una esperanza de reinicio para un país donde 3 millones 800 mil habitantes pasan hambre, de acuerdo con la Organización de Alimentación y Agricultura de las Naciones Unidas (FAO).

El jefe de estado, que está al frente del gobierno haitiano por tercera vez, llegó hasta pronunciarse contra la intervención de Estados Unidos en Irak, no quiso aplicar el acuerdo de privatización del agua y de los puertos y aeropuertos, sin embargo, no posee ninguna propuesta clara de proyecto popular.

A pesar de la esperanza que representaba Aristide de realizar una política orientada hacia el pueblo, la situación hoy es de mucha abstención en los procesos electorales y de una lucha coyuntural entre Aristide y la oposición sobre la oportunidad de realizar elecciones o no. La propuesta del jefe de estado es realizar elecciones rápidamente aún bajo el control del actual gobierno.

Lo que revela el líder de Papda es que existe un grupo opositor a la política oficial llamado Grupo de los 184, totalmente controlado y mantenido por Estados Unidos, construido dentro de la sociedad civil con el objetivo de estructurar una nueva clase política de derecha. El grupo incluye asociaciones de empresarios, de derechos humanos, campesinos, trabajadores y estudiantes. Personajes como Julio Rose, protestante recién condecorado por Francia, es uno de los miembros del nuevo grupo.

"El escenario político se caracteriza hoy en Haití por la disputa entre Aristide - que tiene un discurso ante el pueblo de apoyo a las alianzas con el movimiento popular, pero que en realidad no posee esta política - y un frente que está controlado por el grupo que llaman de los 184", explica Chalmers.

Lo que defiende Chalmers es el reinicio de la organización de la sociedad como la salida más viable para la construcción de una nueva unión nacional. "Tenemos que regresar al proyecto de 1804 - cuando fue proclamada la independencia de Haití -, al contenido fundamental de esa lucha por la libertad y contra la esclavitud".

"Desde el golpe de Estado (en 1991) hasta el actual gobierno de Aristide, se reprime mucho a los campesinos que quieren cambiar sus vidas. En febrero, por ejemplo, teníamos un congreso por los 30 años del movimiento, y los agentes de la fuerza armada del gobierno, los paramilitares del gobierno, reprimieron a los campesinos. Este gobierno es un gobierno antipopular", defiende el asesor del Programa del Movimiento Campesino de Papaye, Dudupier F. Según él, el objetivo del movimiento es establecer una democracia agraria en Haití.

Organización del Gobierno haitiano

Actualmente el Gobierno de Haití es una república mixta de gobierno, con nueve departamentos subdivididos en distritos y comunas. Tiene un Jefe de Estado, el presidente Jean-Betrand Aristide, y un primer ministro, Jean-Marie Chérestal.

En la organización del legislativo, el gobierno es bicameral, con un Senado de 27 miembros (1/3 renovable cada 2 años) y una Cámara de Diputados, con 83 miembros. Todos los miembros de ambas partes del legislativo son electos por voto directo para mandatos de 4 años (diputados) a 6 años (senadores), según lo establece la constitución de 1987.

Los principales partidos de Haití hoy son: la Organización del Pueblo en Lucha (OPL), Movimiento de la Organización del País (MOP) y Familia Lavalas (FL) - del cual es parte Aristide.

Historia política de Haití

Sobre el final del siglo XVI, después que casi todos los indios arauaques, primitivos habitantes de la Isla Española, fueron diezmados, la parte occidental de la Isla (donde se sitúa Haití) es cedida a Francia por España en 1697 y renombrada como Saint Domingue. Ya en el siglo XVIII, el área se vuelve la más próspera de las colonias francesas.

Bajo la influencia de la Revolución Francesa, los esclavos de la Isla se rebelan y conquistan la libertad en 1794. El ex-esclavo Toussaint L`Ouventure organiza un ejército que expulsa las tropas inglesas y españolas de toda la Isla, que queda bajo dominio francés. En 1801, Toussaint es nombrado gobernador vitalicio y promulga una Constitución, sin embargo termina siendo detenido y enviado a Francia. En 1803, los generales Jacques Dessalines y Alexandre expulsan definitivamente a los franceses, declarando la independencia en 1804. Después Dessalines, que fue el primer emperador en ser asesinado en 1806, la Isla termina dividiéndose en dos partes y la parte oriental (actual República Dominicana) es retomada por España.

Hasta el final de la década del 80, ya en el siglo XX, Haití no pasa de ser un país donde reinan las luchas de poder entre la elite local, apoyada por Estados Unidos, y líderes apoyados por Francia. Solamente en 1990, bajo la nueva constitución, Haití realiza elecciones presidenciales libres, ganadas por el padre de la izquierda Jean- Bertrand Aristide, hoy presidente. Las señales para el comienzo de un país democrático acaba siendo una falsa alarma. Durante el golpe de 1991, Aristide es depuesto y solo consigue volver al poder en 1994, después de varias presiones políticas y económicas de la ONU y EEUU.

En 1995, el Movimiento Lavalas (FL), de Aristides, acaba por elegir a René Préval como presidente, que asume el mandato en 1996. Solo en noviembre del 2000, el país vuelve a tener elecciones, donde Aristide gana con menos del 5% de la participación popular en la votación. La oposición aseguró que la participación de la población en las elecciones quedó lejos de los 60% estimados por el Consejo Electoral Provisorio, lo que tornó a las elecciones presidenciales en una gran farsa.

Los propósitos declarados por Aristide para su tercer mandato eran el de "traer la paz" a todos los haitianos y "construir una nación de amor enraizada en la democracia", desmintiendo cualquier posibilidad de instaurar una dictadura. De familia de campesinos, creado por curas salesianos, Aristide posee premios como el Oscar Romero, Martin Luther King por liderazgo ecuménico, Aix-la-Cahapelle de Paz y Derechos Humanos y de Educación de la Unesco.

Para Chalmers, "el estado instituido a partir de 1994 fue enemigo de los elementos básicos de la cultura nacional. Un estado que funciona en francés cuando el pueblo se comunica en criollo. Un Estado que apoya la economía de exportación cuando el pueblo tiene una economía de subsistencia y producción de alimentos. Un Estado que está contra el vudú, cuando la cultura nacional está basada en esa dirección".

* Adailma Mendes es subeditora de Adital