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Latinoamérica

LA CLASE MEDIA VA A LA HUELGA DE HAMBRE, GONI SE ESTÁ CAYENDO

Redacción de Econoticiasbolivia.com
La Paz, octubre 16, 2003 (Hrs. 20:20).-

A estas horas de la noche, el presidente Goni Sánchez de Lozada se está cayendo. La clase media y los sectores más acomodados de Bolivia le están el dando el empujón final con una huelga de hambre que crece aceleradamente en todo el país.
Desde anoche, los sectores de clase media se están incorporando masivamente a la lucha de los sectores más empobrecidos de la población, que presionan con marchas, huelgas y bloqueos para que renuncie el Presidente más solo, más aislado y más combatido de la historia republicana.
Ni siquiera el golpista militar Alberto Natusch, que había asaltado el poder en noviembre de 1979 con un golpe que fue derrotado en quince días por la protesta popular, estuvo tan solo, sin respaldo de sectores sociales.
Hasta al anochecer de este jueves, las distintas cadenas radiales informaban sobre aproximadamente un millar de huelguistas en todas las ciudades capitales del país, la mitad de ellos en La Paz, instalados casi todos ellos en los templos e iglesias.
De la condena verbal a la masacre que ya dejó más de 70 muertos y dos centenares de heridos a bala, la clase media, los profesionales, religiosos, periodistas, artistas, estudiantes y amas de casa han pasado a pedir activamente su renuncia, clamando para viabilizar la sucesión constitucional y el traspaso del mando presidencial hacia el vicepresidente de la República, el empresario de medios de comunicación, Carlos Mesa.
En los barrios residenciales de La Paz, el rechazo a Sánchez de Lozada es cada vez más evidente. Ayer hacían vigilias, prendían velas y rogaban a Dios para que se vaya, para que no derrame más sangre, para que no los arrastre en su caída. Hoy, muchos de ellos, salieron a la calles, marcharon, gritaron, como lo hacen campesinos, obreros y cocaleros.
"No se puede aceptar que se siga matando a la gente, queremos trabajar y la única solución es que el Presidente se vaya", dice uno de los improvisados dirigentes de un plantón simbólico que se ha transformado en masiva marcha de protesta por las impecables avenidas de Calacoto.
Los empresarios también le han dado la espalda. El presidente de la Confederación de Empresarios privados de Bolivia, Carlos Calvo, ha sido contundente y ha calificado de "irrelevante" el último mensaje de Sánchez de Lozada, la última carta presidencial para abrir por lo menos un resquicio de diálogo con alguien que quiera escucharlo.
Hace una semana, el presidente contaba con el apoyo de varios sectores del empresariado, temerosos de la revuelta popular. Hoy, esos mismos sectores, temen que Sánchez de Lozada los esté empujando a un enfrentamiento letal, cada vez más difícil de ganar, cada vez con más que perder.
"Hay que respetar la institucionalidad, hay que hacer esfuerzos para encontrar soluciones (...) Hay que abrir los ojos", dice Calvo al asegurar que la democracia es mucho más que las personas, mucho más que una persona, mucho más que el acorralado millonario recluido en la residencia presidencial.
La Iglesia también se ha puesto al frente. Decenas de monjitas y religiosos de base están en huelga de hambre, los pastores quieren que se vaya, los obispos también y solo falta que la jerarquía eclesiástica oficialice el pedido de renuncia.
En España, Suiza, Ecuador también hay piquetes de huelga, mientras que en Buenos Aires, Francia y Suiza habían manifestaciones y marchas.
Con la clase media en huelga de hambre, con muchos empresarios en la vereda contraria, a Sánchez de Lozada se le hace más difícil convencer a la cooperación internacional, a los organismos multilaterales y a los sectores más democráticos y menos salvajes de Estados Unidos que lo que hay en Bolivia es una conspiración, como él dice, de 8 mil subvertores que quieren destruir a Bolivia y a la democracia, que hay un golpe financiado por agentes extranjeros, por un golpe narcoterrorista.
Los justificativos para regar la metralla, las razones que explicarán la matanza son, así, menos creíbles, nada creíbles. La clase media en huelga de hambre, el rechazo empresarial y la posición cada vez más crítica de la Iglesia están terminando de cerrar la única opción que tiene Sánchez de Lozada para usar los tanques y la metralla. El retiro del apoyo norteamericano parece ya estar en camino, ante la evidencia de que la magnitud de la protesta social y la persistencia en respaldar a un Presidente acabado concluya con una insurrección popular, en una revolución social.
Razón de más para que los agentes del Ministerio de Gobierno estén al promediar las ocho de la noche golpeando las puertas de las Iglesias donde se desarrollan las huelgas de hambre y tratando de amedrentar a los huelguistas. A estas horas de la noche, el presidente Gonzalo Sánchez de Lozada se está cayendo.