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Latinoamérica

EL PUEBLO PELEA Y SANGRA, LA INSURRECCIÓN AVANZA
El pueblo rebelde de los Andes combate a piedra y palo por todos los rincones de La Paz. Hombres y mujeres, niños y viejos, pelean, sufren y sangran, pero se abren paso. La insurrección de los pobres se agiganta y contagia a todo el país. "Vamos a vencer", dice la COB. El millonario Presidente resiste y ametralla: hoy cayeron 17 civiles muertos y más de 30 heridos. La Paz se retuerce y recuerda su vieja historia que la hizo por siempre "cuna de libertad, tumba de tiranos"
Redacción de Econoticiasbolivia.com
http://www.econoticiasbolivia.com/

La Paz, octubre 13, 2003 (Hrs. 17:50 Actualizado).-

Vecinos de La Paz y El Alto combaten a piedra y palo en varias zonas de la ciudad sede de gobierno. La bala y la metralla no pueden con la marea humana que pide la cabeza del millonario presidente de Bolivia, Gonzalo Sánchez de Lozada, que se resiste a renunciar.
En la zona norte hay reportes de saqueos de las sedes de los partidos neoliberales que están en la coalición de gobierno, que aún calculan quién vencerá en la batalla del Altiplano, en la batalla entre los pobres y el gobierno neoliberal que solo cuenta con el respaldo de la cúpula militar y policial y de la Embajada de Estados Unidos.
El vicepresidente de la República, Carlos Mesa, ya hizo el cálculo al mediodía y decidió abandonar al Presidente. Lo mismo que el ex ministro de Desarrollo Económico, Jorge Torres. Otros, como el ex presidente Jaime Paz del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) y el ex capitán Manfred Reyes Villa de la Nueva Fuerza Republicana (NFR), aún dudan, aunque sienten la presión cada vez más fuerte de sus militantes y parlamentarios, apabullados por la indignación popular. Estos líderes políticos temen, por una parte, perder la bolsa y los negocios millonarios que han convertido a Bolivia en uno de los países más corruptos del Sur de América. Aunque también temen ser devorados por la multitud sedienta de justicia, hambrienta de pan y dignidad.
Mientras tanto, en la calle se suceden fuertes enfrentamientos en la zona central, en las tradicionales plazas de San Francisco, en la Pérez Velasco y la Garita de Lima, donde se respira la rebeldía de los hombres y mujeres acostumbrados al sufrimiento y el dolor. No en vano, en Bolivia, un tercio de la población pasa hambre y otro tercio tiene apenas lo suficiente para malcomer.
A pocas cuadras de la Plaza Murillo, una ululante multitud choca de a poco con los militares que custodian Palacio de Gobierno. Hay intercambio de piedras y gases. La tensión es total en la zona. Unos quieren lanzarse de inmediato hacia delante, otros llaman a esperar a los miles y miles que siguen bajando a La Paz, porque ha cambiado radicalmente la correlación de fuerzas desde la víspera.
Informes extraoficiales dan cuenta que hoy, lunes, ya cayeron 17 civiles muertos y por lo menos 30 heridos a bala. Los hospitales comienzan a saturarse y piden medicamentos, sangre y ayuda.
DE LA RESISTENCIA A LA OFENSIVA
"Que Diosito nos ayude, hay que resistir, hermanos y hermanas", había dicho Roberto de La Cruz, dirigente de la Central Obrera Regional de El Alto, cuando eran masacrados en El Alto, durante 48 horas contínuas, en las que tanquetas de guerra, helicópteros artillados y militares carapintadas intentaban doblegar a sangre y metralla al pueblo rebelde de las alturas. Y el pueblo resistió, sábado y domingo.
Ahora, a las cuatro de la tarde del lunes, ese pueblo está a la ofensiva. La multitud avanza, pelea, sufre y sangra. Sabe que su enemigo, Sánchez de Lozada, está acorralado, pero que aún puede causar mucha muerte y mucha tragedia.
En el Hospital general de La Paz, en la zona de Miraflores, ya llegan los primeros heridos y muertos. "Son tres muertos y un número indeterminados de heridos", anuncia la Cadena A de Televisión.
En el sur, en la frontera urbano rural de la ciudad, comunidades campesinas se enfrentaban con piedra y honda, tratan de avanzar, cuadra a cuadra, aunque cuesta mucho por la resistencia de militares que han sido transportados en dos caimanes hasta la calle 50 en Chasquipampa.
Quieren ir al centro de la ciudad, lo mismo que los vecinos de El Alto, donde una multitud camina hacia La Paz, siguiendo a varios contingentes que partieron muchas horas antes. Esta multitud, sin embargo, marcha muy lento porque golpean cada puerta que encuentran a su paso. "Todos tienen que ir a La Paz, todos o nadie", dicen los vecinos, analfabetos muchos de ellos pero que ahora están escribiendo la nueva historia de Bolivia.
"VAMOS A VENCER"
Una historia escrita por el pueblo rebelde, que intentó ser ahogado en sangre y metralla y que ahora busca aplanar, con el peso de la multitud, la represión ordenada por Sánchez de Lozada. "Ya han matado a 100, pueden matar a mil, pero no podrán matar a los 8 millones de bolivianos. Vamos a vencer", dice Jaime Solares, el minero de la Central Obrera Boliviana (COB), que recibe más y más respaldo desde el interior de la República.
La COB ha instruido bloquear todos los caminos del país y todas las calles de las ciudades. Es el bloqueo de las mil esquinas. En Cochabamba, los vecinos y cocaleros hacen su parte. En Oruro marchan y explotan los cachorros de dinamita. En Sucre avanzan los campesinos. Llueven los comunicados de organizaciones sociales y populares, todos hablan el mismo lenguaje: bloqueo total, huelga general, movilización y la renuncia de Goni.
La lucha, dice Solares, es de largo aliento. "Hay que movilizar a todos, hay que organizar a todos. Ya no nos pueden parar", asegura. Afuera, en la calle, siguen las consignas: "Fuerza, fuerza, fuerza compañeros, que la lucha es dura, pero venceremos".