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Latinoamérica

La situación en Bolivia se agrava:

Sánchez de Lozada tiene el tiempo prestado

Por JAIME PADILLA

El presidente boliviano Gonzalo Sánchez de Lozada no gobierna, desde hace cuatro semanas está masacrando al pueblo. «Si el gobierno no retira de inmediato las tropas militares de la ciudad de El Alto, esto arderá», advirtió Jaime Solares, dirigente de la Central Obrera Boliviana (COB) al convocar a la población trabajadora a volcarse a las calles, del mismo modo mineros y campesinos desde distintos puntos dicen estar dispuestos a marchar hacia la sede de gobierno. La situación en Bolivia se agrava; Sánchez de Lozada tiene el tiempo prestado.

El anuncio oficial de suspender la exportación de gas a nuevos mercados «mientras no se realicen consultas sobre este recurso», no tuvo, para el presidente Gonzalo Sánchez de Lozada el esperado efecto pese a disponer «un inmediato proceso de diálogo entre los bolivianos».

El decreto gubernamental establece iniciar un debate y consultas con las organizaciones de la sociedad civil, hasta el 31 de diciembre de este año.

Este aviso no causó sorpresa en la población boliviana movilizada desde hace cuatro semanas en defensa del gas y ante la ausencia de una voluntad política del gobernante por atender los reclamos populares, exigen también su renuncia.

No se necesita ser un brujo para adivinar que con este discurso el gobierno pretende desactivar la presión social que pone en riesgo su gestión y ganar -por muy poco que sea- el tiempo necesario para tejer nuevas maniobras que le permitan neutralizar la oposición a sus planes de comercialización del gas, después de diciembre.

Las organizaciones sindicales y cívicas del país, han interpretado el contenido del decreto promulgado por Sánchez Lozada y el «tan oportuno» apoyo conminatorio expresado por el Departamento de Estado norteamericano en sentido que la administración Bush no va a tolerar ninguna interrupción del orden constitucional , ni reconocerá a cualquier régimen que sea el resultado de procedimientos antidemocráticos», como un comunicado de guerra para prolongar esta desigual lucha.

« Treinta y seis horas de bala y metralla, apostadas a lo largo y ancho de sus calles y avenidas, no han podido doblegar al pueblo de El Alto, el más pobre y rebelde de la castigada Bolivia», reportan las agencias internacionales de noticias. La televisión sueca proyectó imágenes de una sangrienta jornada de unos 30 muertos y cerca de cien heridos: «miles y miles de vecinos enfrentan con piedra y palo a las tanquetas y militares carapintadas disparan a todo lo que se mueve», informaba el periodista.

Esta masacre, iniciada a las 7 de la mañana del sábado 11, parece -hoy más que nunca- marcar el inicio de una guerra civil. La insurrección no se detiene, esta en marcha un bloqueo de carreteras en la conflictiva región tropical del Chapare (Cochabamba), en el centro del país, que controla el líder cocalero Evo Morales. Los empresarios y ganaderos de la próspera región de Santa Cruz alucinan con la «independencia regional», pero «no es nada grave» dirían los politicólogos.

El Congreso Nacional -instrumento natural de la democracia- debe tomar con urgencia iniciativas que conduzcan a una salida política, porque así como se torna en estos momentos la situación en el país le resultará al presidente Sánchez de Lozada harto difícil completar su gestión hasta el año 2007. Esta marcado por el estigma de la mentira.

El pueblo boliviano ya no puede mirar por más tiempo hacia un costado y esperar que Goni cumpla «con su palabra de promover un proceso de diálogo entre los bolivianos». Todos desconfían, su promesa es un nuevo engaño, dicen los analistas locales.

Recordemos que el año pasado Gonzalo Sánchez de Lozada, regresó a la presidencia con la promesa de reactivar la economía, generar empleo, luchar contra la exclusión social y derrotar la corrupción. Esto siempre es posible en la retórica del buen discurso, lamentablemente la población hasta ahora no percibe ningún indicio de la reactivación económica, ni nuevos fuentes de trabajo ha encontrado, menos aún conoce de algún precedente en la lucha contra la corrupción. Y ahora habla de la consulta sobre el gas. ¿Porqué después de tantas muertes?

El 21 de mayo último, Sánchez de Lozada luego de una reunión con los ejecutivos del consorcio Pacific LNG para conocer los avances del proyecto, prometió para septiembre de este año una consulta nacional para definir el puerto de salida del gas. Ahora dice para diciembre.

El señor Sánchez de Lozada juega sus últimas cartas porque sabe muy bien que se halla al borde de un precipicio. «Es cuestión de días» vaticinan los manifestantes. Como si fuera poco su Vicepresidente Carlos de Mesa Gisbert, hombre sin partido político, dio un paso atrás. Le quitó su apoyo.

Jorge Torres del Movimiento de la Izquierda Revolucionaria (MIR), aduciendo diferencias insalvables con el gobierno renunció a su cargo de ministro de Desarrollo Económico, y de surgir similares posiciones en los próximos días, estaremos observando la mayor crisis política de Bolivia.

En el caso de una salida constitucional, el Vicepresidente Carlos de Mesa Gisbert llegaría a ocupar el palacio presidencial. La idea no es descabellada, ya se especula en medios políticos bolivianos y en esa orientación el MIR del ex presidente Jaime Paz Zamora, empezó a moverse para «aprovechar» lo que dice el viejo refrán: «en río revuelto ganancia de pescadores». En estos aprestos se supone también que la Embajada norteamericana en La Paz, intentará por todos los medios frenar el ascenso de las masas, y facilitar alternativas de su propio provecho.

La situación se agrava con el correr de las horas: «Si el gobierno no retira de inmediato las tropas de El Alto, esto arderá», advirtió el minero Jaime Solares, dirigente de la COB, que dictamina el rechazo, en todo su contexto, del llamado presidencial al diálogo nacional.