VOLVER A LA PAGINA  PRINCIPAL
Latinoamérica

2 de octubre del 2003

Algo más sobre la rebelión aymara en Bolivia
Las armas de Warisata

Wilson García Mérida
Rebelión
. . . los fusiles Mauser que se alzaron en Warisata
son las armas de los achachilas de la guerra del Chaco.
Son armas, como diría el subcomandante Marcos, que aspiran
a ser inútiles si de ellas emerge una democracia radical, libertaria y comunaria;
son el emblema de una nación cansada de vivir en clandestinidad,
excluida, engañada, humillada y postergada. . .

A la memoria de Beatriz Palacios

La imagen de aquella madre aymara que empuñaba un fusil Mauser mientras cargaba a su wawa (1) en la espalda será un ícono central en la memoria de los recientes acontecimientos suscitados en Warisata, momento en el cual el drama de las "dos Bolivias" se halla, otra vez, al filo del despeñadero.

El grito de rebelión que llegó desde Warisata poniendo en primer plano el rechazo a trasvasar el gas asentado en suelo tarijeño hacia Chile, fue respondido desde otros confines del país, como Tarija y Santa Cruz, con voces de odio racista y mensajes intimidatorios.

Los heraldos negros de la oligarquía

Los portavoces de la oligarquía, como el diputado cruceño Jorge Valdez, afirman que si Bolivia no trasvasa sus recursos gasíferos a Chile, "el país se nos morirá" (2).

Según un representante tarijeño, "Tarija tiene todo el derecho de llevar su gas a puertos chilenos, así como los cochabambinos llevan su petróleo, sin que nadie les diga nada, a través de un oleoducto con rumbo a Chile" (3).

Las oligarquías cruceñas y tarijeñas se esmeran en su afán por entregar a toda costa el recurso gasífero, que es de todos los bolivianos, a la voracidad de las trasnacionales chileno-norteamericanas. Mario Bass Werner, presidente del Comité Cívico de Tarija, ha declarado que "la indiada no tiene ningún derecho para decir qué es lo que los tarijeños debemos hacer con nuestro gas".

Olvida el señor Bass Werner (o lo ignora) que fue precisamente esa indiada, a la cual denosta recurrentemente, la que impidió que las tropas paraguayas invadan la ciudad de Tarija y parte de Santa Cruz durante la Guerra del Chaco (1932-1936), cuando los campesinos de valles y altiplanos tomaron las armas para defender el petróleo (y por extensión el gas) boliviano. De los 55 mil soldados bolivianos que murieron en la contienda del Chaco, casi un 80 por ciento eran indígenas aymaras y quechuas que pagaron con sus vidas por el futuro energético del país.

Nadie puede negar que la verdadera defensora de la riqueza natural boliviana ha sido esa "indiada" que por su origen profunda y auténticamente nacional tiene derechos, como cualesquiera de nosotros, para intervenir en las decisiones de un negocio que pretende ser acaparado por unos pocos, esos heraldos negros de la política nacional.

Las banderas de Warisata

Son banderas del amanecer las que enarbola el pueblo aymara de Warisata en la defensa del gas natural, con esas mismas armas que sus abuelos dispararon en la Guerra del Chaco. Los fusiles Mauser que emergieron en Warisata, por su antigüedad y su obsolescencia, son prácticamente inservibles para un enfrentamiento sostenido con las FF.AA. y el gobierno gonista no escatima astucias desinformando al respecto, cuando propaló la versión de que los indígenas de la Provincia Omasuyos portan armas modernas como fusiles automáticos FAL (4). Las armas de Warisata son las armas de los achachilas (5) de la guerra del Chaco. Son armas, como diría el subcomandante Marcos, que aspiran a ser inútiles si de ellas emerge una democracia radical, libertaria y comunaria, desprovista de toda impostura vanguardista. Los Mauser de Warisata son casi no armas; son el emblema de una nación cansada de vivir en clandestinidad, excluida, engañada, humillada y postergada.

Estas armas tienen historia propia. En su célebre testimonio sobre la escuela-ayllu de Warisata (6), don Elizardo Pérez, creador de la educación bilingüe y precursor de la moderna pedagogía nacional, sostiene que un vez estallada la Guerra del Chaco en 1932, las comunidades indígenas se movilizaron espontáneamente para cooperar con las tropas enviando todo el producto de sus cosechas, y a los pocos días los ayllus se convirtieron en centros de reclutamiento comunal, con una unidad central instalada en Achacachi, donde el comando de las Fuerzas Armadas hizo entrega de los fusiles Mauser que vimos levantar hace pocos días.

La defensa indígena de la patria

Cuando los indígenas se presentaron en el cuartel de Achacachi, relata Elizardo Pérez, "estaban en la vecina población hombres y mujeres, niños y ancianos... otra vez toda la comunidad. Nosotros formábamos en las densas filas, a pie, con varias banderas nacionales y con más de quinientos niños que alargaban la caravana al son de canciones de circunstancias. Unas cuadras antes de llegar al pueblo nos pusimos en formación. Primero venían el Director, profesores y amautas; les seguían alrededor de doscientos jóvenes, primer contingente de Warisata; los alumnos y las mujeres llevaban del cabestral a no menos de seiscientos mulos y borricos cargados de alimentos. Dos bandas de músicos nos acompañaron al recorrer las calles formados de cuatro en fondo. La plaza quedó completamente llena con aquella enorme multitud".

Pero el poder señorial y oligárquico que dirigió la guerra hacia el desastre, no toleró que sean los indios, por iniciativa propia, quienes organicen su apoyo y participación en la contienda a partir de sus organizaciones comunales:

"Cierto día, a las cuatro de la mañana" –testimonió Elizardo Pérez– "los soldados de reclutamiento desprendidos de la guarnición de Achacachi nos hicieron un malón allanando las casuchas de los indios para arrastrarlos al cuartel; y entonces no se fijaron en edades ni en 'rol' alguno como habían dicho.

Al amanecer, madres, esposas e hijos vinieron a relatarme lo ocurrido para que reclamara ante las autoridades. Fue inútil: las órdenes militares eran inamovibles, y en menos de 24 horas los pobres indios salían de Achacachi, rumbo a la trinchera, sin haberse podido despedir siquiera de los suyos
".

NOTAS:

1.- "Wawa", en los pueblos quechua-aymaras de Bolivia, significa niño- niña o bebé.

2.- Jorge Valdez fue cónsul de Bolivia en Santiago durante el primer gobierno de Sánchez de Lozada y ejerce actualmente una diputación por Santa Cruz (MNR).

3.- Declaraciones del vicepresidente del Comité Cívico de Tarija a la Red Uno, el 24 de septiembre del 2003.

4.- En su informe especial del 21 de septiembre, La Razón consigna un reporte gubernamental remarcando la existencia de otras armas de alto calibre, fuera de los fusiles Mauser, que estarían en poder de los comunarios de Warisata.

5.- "Achachila": vocablo aymara que significa abuelo o antepasado y en su sentido religioso equivale a espíritu protector. 6.- Elizardo Pérez, "Warisata, la Escuela-Ayllu", Editorial Burillo, La Paz, 1962.