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Latinoamérica

21 de octubre del 2003

Comunicado del Partido Comunista de Bolivia

El pueblo boliviano, movilizado como pocas veces en la historia republicana, ha obtenido una resonante victoria que se inscribirá en la historia nacional y latinoamericana al haber inflingido una contundente derrota a un gobierno entreguista y represor como el de Sánchez de Lozada y su coalición neoliberal.

La movilización popular - que empezó a principios de septiembre con variadas formas de lucha en el altiplano paceño; que tuvo un hito decisorio en el Ampliado de la COB realizado en Huanuni y la huelga general indefinida de la ciudad de El Alto, que continuó con las marchas del 19 del mismo mes y que recrudeció en manifestaciones, bloqueos de rutas y de caminos y continuó con expresiones cada vez más decididas después de las masacres de Warisata y El Alto y culminó con la huelga nacional de hambre iniciada el 15 de octubre - logró un objetivo que parecía muy difícil: la renuncia de Sánchez de Lozada. Este triunfo del pueblo boliviano tiene un significado especial; demuestra que es posible vencer a los representantes del neoliberalismo en las calles y con decididas movilizaciones de masas y más allá de los procesos electorales. Esta es una importante lección que el Partido previó en su XIV Conferencia.

Las movilizaciones de septiembre comenzaron con consignas básicas como las de "no a la venta del gas", "el rechazo del nuevo código tributario", "la anulación de la ley de seguridad ciudadana" y "rechazo del ALCA". Si bien, en un comienzo existieron más planteamientos y exigencias, hay que hacer notar que éstos fueron reduciéndose y concentrándose en las arriba mencionadas. Otra lección de las movilizaciones es que el pueblo demostró gran desarrollo de su conciencia política. Las masas, sobre todo en la parte final de la lucha, se movilizaron no tanto por sus intereses inmediatos y concretos, como por grandes objetivos patrióticos. Sin embargo, prevalecen aún muchos elementos de espontaneidad y hasta de dispersión en la dirección del movimiento de las masas y la carencia de un programa claro.

Deben fijarse objetivos nacionales, regionales y sectoriales que deben ser estudiados a corto plazo. Debe reforzarse la conducción unitaria fortaleciendo el carácter orgánico de las organizaciones sociales y sindicales.

El arribo de Carlos Mesa a la presidencia de la República no significa la solución de los problemas que aquejan al país y en particular a los trabajadores. En consecuencia hay que precisar la puesta en práctica de aspectos que hemos planteado con anterioridad: la abrogación de la Ley de Hidrocarburos y la adopción de una nueva ley y una política nacional en la materia que rescate para la Patria esa inmensa riqueza que se pretendió enajenar sin retorno; conseguir la derogatoria del D.S. 24806 y otras disposiciones complementarias. Es urgente la adopción de un Plan de Emergencia que encare la crisis económica y social con sentido nacional y popular evitando descargar sobre los hombros de los trabajadores todo el peso de la misma. La ausencia de un plan definido y claro es una amenaza a la estabilidad del nuevo gobierno. Este ya está acosado por el fascismo, el regionalismo y cuestionado por sectores ultraizquierdistas y radicales que creen, irresponsablemente, llegado el momento del cambio revolucionario.

Finalmente es importante adoptar medidas que aseguren la unidad nacional, prevengan la acción de tendencias centrífugas y disgregadoras. Debemos abocarnos a urgentes análisis y la elaboración de planteamientos que refuercen nuestra posición patriótica y de unidad nacional- boliviana contemplando nuestra diversidad étnica y cultural en la perspectiva de una Asamblea Constituyente.

La grandeza del pueblo por el rescate de la Patria no debe ser traicionada.

Por la Comisión Política
Marcos Domich
Primer Secretario del Comité Central