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Argentina: La lucha contin�a

Brukman: Las p�jaras tir�ndole a la escopeta

Por Claudia Korol

El lunes por la tarde, despu�s de infructuosos intentos de resolver el conflicto desatado cuando los jueces ordenaron el desalojo policial de la empresa recuperada Brukman, cuatro trabajadoras de la empresa decidieron poner el pecho a las balas, y atravesaron la valla puesta por los represores, con la voluntad de reingresar a la f�brica. Inmediatamente se desat� una gigantesca represi�n y una extendida cacer�a humana, que no respet� ni la autonom�a universitaria, ni el Hospital de Ni�os Garraham.

Hubo decenas de heridos por gases, por balas de goma y de plomo; as� como decenas de detenidos. Hoy a las 17 hs. se vuelve a marchar hacia la empresa, desde la Plaza Once.

Las obreras de Brukman estaban decididas. Toda la Semana Santa acamparon frente a la empresa recuperada el 18 de diciembre del 2001, a la que hicieron suya con su trabajo cotidiano, mientras los due�os, los hermanos Brukman, desaparec�an en acci�n, obviando as� el pago de los salarios, las indemnizaciones y las deudas con los acreedores y el Estado. Ahora que la empresa ha vuelto a producir, y que incluso a tomado a nuevos trabajadores, ellos reclaman por su propiedad privada, y est�n dispuestos a obtenerla, a costa de la vida de los trabajadores y trabajadoras. As� lo han expresado ellos, y los jueces, y el comisario. Y nadie desde el poder, ha hecho nada para impedirlo. La complicidad es la palabra del orden.

Las obreras de Brukman no quer�an la violencia. Quer�an ingresar a la planta para poner en marcha sus m�quinas como lo hicieron todos los d�as de todos los a�os. Quer�an completar los pedidos que les hab�an hecho diferentes clientes. Quer�an trabajar, como lo hicieron toda su vida. Ellas aprendieron ayer, que el derecho a seguir trabajando, es subversivo.

Celia Mart�nez, una de las dirigentes de Brukman, no pod�a creer lo que expresa la resoluci�n de los jueces que ordenaron el desalojo: �no hay supremac�a de la vida y la integridad f�sica frente a los intereses econ�micos�, dice claramente el texto que los jueces Bonorino Per� y Piombo entregaron a un grupo de abogados que exigieron que se hiciera p�blica esta resoluci�n, en la que tambi�n consta que el desalojo se deb�a realizar �bajo secreto de sumario� y �previas tareas de inteligencia que deb�an llevarse a cabo de manera encubierta, para determinar cu�l era el mejor momento para ejercer la orden represiva�. Celia me dijo el lunes al mediod�a: �pediles el texto a las abogadas. No se puede creer lo que escribieron�.

Las obreras de Brukman, como muchos de los que ah� las est�bamos acompa�ando, supimos que estos jueces de c�mara, que aceptaron impartir justicia durante la dictadura, que rechazaron con la misma firma con la que ahora ordenan la represi�n miles de h�beas corpus, los mismos que aceptan que el punto final prescribe los cr�menes contra la vida humana, sean los defensores, por encima de todo valor, de la sacrosanta propiedad privada.

Las obreras de Brukman, obreras textiles como aquellas del 8 de marzo, aprendieron muchas cosas en este tiempo en que tuvieron que hacerse cargo de la empresa. No s�lo aprendieron a administrarla, a auto gobernarse, a producir sin patrones. Aprendieron tambi�n la dignidad de quien se vuelve sujeto de la historia. Por ello no aceptan arrastrarse. Aprendieron a volar.

El lunes por la tarde, cansadas de esperar sin respuesta alguna, rodeadas de la solidaridad de miles de hombres y mujeres llegados hasta la puerta de la empresa, las trabajadoras se resolvieron.

Las p�jaras de Brukman se pararon frente a las vallas policiales, vieron los rostros fieros de los represores, cebados por los d�as de aguante, por las humillaciones y el desprecio popular que se les escupi� minuto a minuto a la cara (�no alimente a los animales�, se le�a en improvisados carteles del otro lado de las rejas); midieron el tama�o de sus alas, e intentaron el vuelo.

Las escopetas llenaron de gases el cielo de Balvanera. Llanto que no era de tristeza lloraron las obreras. Llantos de bronca. Llantos de gases. Llantos del dolor de aprender en segundos los secretos del cuerpo contra las balas.

Llantos de la memoria que grita los muertos del 19 y 20; por Dar�o y Maxi, por los 30.000...

Las p�jaras de Brukman lograron volar. No fue lejos el vuelo, porque las escopetas lo impidieron. Pero la imagen de las cuatro mujeres que atravesaron las vallas, ser� una p�gina ineludible en cualquier historia de la resistencia popular argentina.

Las obreras de Brukman, junto a las Madres de Plaza de Mayo, junto a los piqueteros y piqueteras, junto a los obreros de Zanon, junto a las asambleas populares, junto a algunos periodistas que decidieron no repetir los cuentos del poder sino denunciar la verdadera historia, junto a unos pocos legisladores de izquierda, junto a los muchos j�venes, junto a las muchas ancianas. Las obreras de Brukman, a las que el poder en todas sus expresiones les dieron la espalda. A las que dejaron en la estacada las centrales que se llamaban obreras. A las que les falt� el apoyo m�s decidido de los que creen que el fin de la historia o el comienzo se encuentra en las pr�ximas elecciones fraudulentas.

Las obreras de Brukman hoy volver�n a marchar hacia su empresa. E intentar�n volar las veces que sea necesario. Porque creen, como las Madres, como las palomas de la Plaza de Mayo, que �la �nica lucha que se pierde es la que se abandona�.

 

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