Paraguay: el nuevo vuelo del C�ndor
Ra�l Zibechi
Paraguay est� siguiendo los pasos de militarizaci�n de Colombia, aunque no
existe una guerra en su territorio. El pa�s se ha convertido en una pieza clave
en los planes de control y dominaci�n de Am�rica Latina por parte de los Estados
Unidos, y vive adem�s un proceso de militarizaci�n interna, en parte impulsado
por la superpotencia pero tambi�n por los ganaderos y productores de soja que
buscan contener a los movimientos campesinos.
Ambos procesos confluyeron en los �ltimos a�os dando paso a la aprobaci�n por el
Congreso paraguayo (el 1 de junio de 2005) del ingreso de tropas estadounidenses
con inmunidad durante 18 meses, y a la sanci�n por parte del presidente Nicanor
Duarte Frutos del decreto 167 del a�o 2003, que permite la participaci�n de las
fuerzas armadas en tareas de seguridad interna y habilita la creaci�n de
"guardias" de car�cter paramilitar para proteger a los cultivadores de soja.
La presencia militar de la superpotencia ha venido siendo denunciada por algunos
medios internacionales, pero las diferencias entre las nuevas formas de
ocupaci�n del territorio y las de per�odos anteriores, han creado a menudo
distorsiones e im�genes falsas. La ocupaci�n militar tradicional de una potencia
implicaba la presencia masiva de tropas y por lo tanto la construcci�n de
enormes bases militares dispersas en el territorio e interconectadas por
diferentes medios. Sin embargo, en esta etapa del imperialismo esas grandes
bases permanentes con grandes contingentes, si bien siguen existiendo, no son la
�nica forma de operar militarmente, ni siquiera la m�s habitual. Sin embargo, la
no visibilidad de esas grandes infraestructuras no quiere decir que el
militarismo no est� avanzando.
Por el contrario, lo hace fabricando "escenarios" y formando una verdadera red
de peque�as y hasta microinstalaciones �que no operan como "bases extranjeras"
porque las nuevas tecnolog�as permiten mayor flexibilidad- que pueden ser
activadas en el momento oportuno. Adem�s de construcciones y cuarteles hay que
hablar de flujos y movimientos, y sobre de todo de potencialidades. La guerra y
la militarizaci�n se comportan hoy como la producci�n posfordista, que combina
todas las formas, desde el trabajo semiesclavo hasta el trabajo inmaterial. Del
mismo modo, en Paraguay se combinan enormes infraestructuras -como la base de
Mariscal Estibarribia que cuenta con la mayor posta de aterrizaje del pa�s-, con
operativos humanitarios, peque�as instalaciones y tambi�n la militarizaci�n
interna del pa�s.
En Paraguay el Comando Sur, con base en Miami, tiene una presencia destacada.
Desde el a�o 2002, seg�n informa Serpaj-Paraguay, se han producido 46
operaciones militares, lo que supone un incremento cuantitativo y cualitativo de
la tradicional presencia de Estados Unidos en el pa�s. Diecisiete de esas
operaciones se produjeron en Asunci�n, y otras tantas en el corredor que va del
norte�o departamento de Concepci�n hasta hasta los sure�os Itapu� y Misiones,
precisamente las zonas donde los conflictos agrarios son m�s intensos. Estos
operativos tienen dos aspectos: el entrenamiento de militares paraguayos y las
maniobras conjuntas, y las misiones humanitarias.
Realizar maniobras en Paraguay responde al objetivo de Washington para
posicionarse en una regi�n de doble importancia estrat�gica: grandes recursos
naturales como el Acu�fero Guaran� y una zona como la Triple Frontera donde
confluyen los intereses y la cooperaci�n de los dos pa�ses m�s importantes de
Sudam�rica: Argentina y Brasil. Si el control de los recursos naturales es
visualizado por las elites de Estados Unidos como una ventaja comparativa en su
competencia interestatal (en particular con los pa�ses emergentes) para mantener
su hegemon�a global, para disciplinar la regi�n busca introducir "una cu�a para
desactivar cualquier proyecto entre Argentina y Brasil que prescinda de la
mediaci�n de Estados Unidos".
En paralelo, la "ayuda humanitaria" persigue tanto el control de la poblaci�n
como el adiestramiento de tropas sobre el terreno, pero de manera menos
ostensible que las maniobras y siempre testeando las respuestas de la poblaci�n.
Una parte significativa de las operaciones militares forman parte de los
operativos Medrete (Ejercicio de Entrenamiento de Aptitud M�dica, por sus siglas
en ingl�s). El grupo de observaci�n de la Campa�a por la Desmilitarizaci�n de
las Am�ricas (CADA), que esta semana concluy� su visita a Paraguay, pudo recoger
testimonios sobre el car�cter de estas "operativos". Grupos de hasta 50
militares estadounidenses llegan a aldeas y peque�as ciudades campesinas para
atender a la poblaci�n. Se instalan por un per�odo de entre tres d�as y dos
semanas, y convocan a poblaci�n a recibir atenci�n m�dica, oftalmol�gica,
odontol�gica y otras. Militares armados hacen formar a mujeres y ni�os en filas;
un m�dico las interroga y les llena una ficha con sus datos (se les pregunta si
pertenecen a alguna organizaci�n campesina) y se les entrega un sobre de
pl�stico con pastillas sin detalles sobre su contenido ni contraindicaciones.
El acuerdo que garantiza la inmunidad de las tropas de Washington prev� que la
aduana paraguaya no controlar� los materiales que ingresen, por lo que las
autoridades desconocen el tipo de medicamentos que se reparten a la poblaci�n.
Por otro lado, no todos los efectivos que participan en el Operativo Medrete
atienden directamente a la poblaci�n. Seg�n los testimonios recogidos, una parte
se dedican a hacer filmaciones y a recoger datos de las comunidades. En suma, la
"ayuda humanitaria" es parte del conocimiento previo del terreno necesario para
todo proyecto de control militar estrat�gico.
Pero los miembros del Comando Sur tambi�n entrenan a las guardias rurales. Hace
ya siete a�os la Asociaci�n Rural hab�a lanzado un grupo armado contra los
campesinos que ocupaban tierras. El decreto 167 de Duarte Frutos legaliza la
presencia militar y paramilitar en las �reas rurales, ante las dificultades de
la pol�cia para contener las luchas campesinas, a trav�s de los Consejos de
Seguridad Ciudana que dependen directamente del Ministerio del Interior. Cien
campesinos han muerto desde la ca�da de la dictadura, en 1989, en conflictos
agrarios, y las organizaciones campesinas est�n siendo sometidas a una rigurosa
vigilancia y represi�n por el Comando Sur, a trav�s de los militares y
paramilitares paraguayos. M�s de dos mil campesinos est�n procesados por
participar en manifestaciones y cortes de rutas.
De este modo, el gran empresariado y la superpotencia buscan estimular la
acumulaci�n de capital, a trav�s del negocio de la soja, y el control militar de
una regi�n estrat�gica. Por ahora la presencia militar directa oscila en el
entorno de los 50 efectivos, pero la capacidad para militarizar el pa�s es a�n
mayor que en los negros per�odos de la dictadura de Alfredo Stroessner, cuando
se implement� el Plan C�ndor.
Fuente: lafogata.org