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Zapatismo

El tiempo de la crítica y la crítica al tiempo

Sergio Rodríguez Lascano
Rebeldía

"Para todas las mayores formaciones políticas la ordenación del tiempo es esencial. La ordenación del tiempo regula todas las actividades conjuntas de los hombres. Podría decirse que la ordenación del tiempo es el más eminente atributo de toda dominación. Un poder recién aparecido que quiere imponerse debe proceder a una nueva ordenación del tiempo. Es como si con él comenzara el tiempo; más importante aún le es a todo poder nuevo el que el tiempo no transcurra". (Elías Canetti: Masa y Poder)

Como ni siquiera lo logró la primera Declaración de la Selva Lacandona, la Sexta ha provocado un debate apasionado y, no muchas veces, reflexivo. La Sexta dice lo que dice, es muy difícil mal interpretarla, si se actúa de buena fe. Pero existe algo en ella que molesta, que incomoda, que es "políticamente incorrecto", que se salta las trancas, que provoca molestia.

Para algunos, ésto se concreta en el "timing político" en que fue lanzada. Para otros, el problema es que no se puede olvidar quién es el enemigo principal (cuando uno creía que nunca más iba a escuchar esa tristemente célebre frasecita, no falta algún nostálgico que la invite al debate); para otros, más críticos, el asunto se resuelve bajo la lógica de que al no existir condiciones para construir una propuesta de poder de los trabajadores, entonces hay que optar por el mal menor (así le dicen algunos a Andrés Manuel López Obrador —AMLO—); para otros, el asunto es que sabiéndolo o sin saberlo se le está haciendo el juego al PRI y al salinismo y la propuesta zapatista puede terminar siendo una forma ruin de hacer política; para acabar con los que se lanzan al ruedo con todo y se nos dice que existe un acuerdo entre Salinas y el EZLN.

El asunto, sin embargo, es que nadie le ha entrado a discutir en serio la Sexta Declaración. Pongamos un ejemplo: se critica al EZLN por decir que AMLO busca mantener la continuidad del neoliberalismo, pero resulta que eso no lo dice el EZLN sino AMLO. Un neoliberalismo humano (¿quizá social?) que lime las aristas más filosas. ¿Son los 50 puntos un programa de izquierda? ¿Es el Proyecto Alternativo de Nación (PAdN) un plan para hacer algunas incursiones políticas, económicas y sociales que minen la terrible forma de desorganización social que significa el neoliberalismo? ¿Es el PAdN una herramienta útil para poder contener el avasallante poderío del capital financiero internacional sobre la economía nacional? ¿Con el PAdN se va a lograr frenar la huida de mexicanos hacia los Estados Unidos? ¿Se va a revertir la situación de desvalorización constante de la fuerza de trabajo? ¿Se van a poder resolver, aunque sea parcialmente, los problemas del agro mexicano? ¿Se va a frenar el despojo del que es víctima nuestro país? ¿Se va a poder reconstruir el tejido social dañado por el proceso de la sobreexplotación? ¿Por qué no discutir también todo esto y mucho más que se podría agregar? ¿Qué opinan de la carta que AMLO les envió a los empresarios, donde explícitamente se compromete a mantener lo fundamental de las variables macro económicas? ¿se va a poder romper con la ortodoxia macroeconómica?

Nada de esto importa, lo único que vale es que: "Sobre todo cuando a resultas del triunfo sobre el desafuero, la zurda social y la siniestra política comienzan a unirse en torno a un liderazgo y un dispositivo de fuerzas promisorios" (Armando Bartra). ¿Cuál liderazgo si los mandó a todos a sus casas? Cuando no ha expresado una sola opinión sobre el Frente Sindical, Campesino, Indígena, Social y Popular y el Plan de Querétaro o "el programa mínimo no negociable" ¿En verdad el movimiento social se está uniendo en torno a AMLO? La realidad, como siempre es más compleja que lo que piensa gente como el antes citado.

Entonces detengámonos un poco sobre las críticas.

El Tiempo no está de su lado.

Desde Luis Javier Garrido, pasando por Víctor Flores Olea hasta llegar a Bartra esta crítica se mantiene como una constante. Si la lucha del Consejo General de Huelga logró unir a todos los intelectuales —salvo el primero— en su contra (con argumentos muy similares a los de ahora); la propuesta zapatista ha logrado unir a todos esos intelectuales en su contra. Por eso no deja de ser significativo que cuando en La Jornada se hizo decir al EZLN una frase que nunca dijo: "Quien no esté con nosotros está contra nosotros", la respuesta fue fulminante y, a pesar de la aclaración que hizo el diario, eso no tuvo ninguna importancia; todos seguían polemizando como si lo hubiera dicho.

La realidad es que para una buena parte de los intelectuales, editorialistas, caricaturistas "quien no esté con AMLO está contra ellos".

Efectivamente, si el EZLN hubiera dicho que saldría a apoyar la candidatura de AMLO todos esos que hoy lanzan una serie de diatribas antizapatistas estarían lanzando incienso, claro con la excepción de AMLO que realmente, lo que menos quisiera, es el apoyo zapatista.

Para todos estos críticos el punto fundamental es el siguiente: ¿Por qué en este momento se señalan las "debilidades" de AMLO? Este es un tiempo electoral y eso puede ser aprovechado por el PRI o por el PAN.

Pero aquí el asunto es verdaderamente complicado. ¿Cuándo no es un tiempo electoral en México? ¿Cuándo comenzó la campaña electoral para el 2006? ¿No son los medios de comunicación —el súper partido político realmente existente— el que ha decidido cuándo se inicia una carrera sin fin por la presidencia? ¿No han sido los partidos políticos y sus diversos candidatos los que han aceptado esos tiempos? ¿Quién nos puede decir cuál es el tiempo no electoral?

Pero más aún. ¿Por qué el EZLN, una organización rebelde debe aceptar esos tiempos como intocables? O peor. ¿A quién tenía que pedirle permiso?

En marzo del 2001, el EZLN contó, en una reunión con intelectuales, la historia de los jugadores de ajedrez y del indígena que, curioso, se acercaba a observarlos. Cuando les preguntaba a qué jugaban le respondían con desdén que se trataba de un juego imposible de comprender por una persona simple como él. Cuando insistía le seguían manifestando su desprecio. Al final el indígena regresa y pone una bota llena de lodo sobre el tablero y pregunta: ¿jaque?

Quizá sea un poco tarde para decirlo, pero parece que no hay nada que los zapatistas digan que no tenga una razón de ser.

En el tablero de la política estaban unos jugadores y uno le dice al otro: "te voy a desaforar y para eso cuento con el aparato judicial, el aparato legislativo y el poder ejecutivo". El jugador amenazado responde: "No lo voy a permitir, si es necesario voy a la cárcel y, además, mira toda la gente que me apoya, la voy a movilizar y temblarás de miedo". El amenazante responde: "no seas irresponsable no saques a la gente a la calle, no retes a las instituciones, actúa y confía en la ley". El amenazado responde: "tu única salida es que retires el desafuero, la gente ya está en la calles y son centenares de miles". El amenazante tiembla y dice: "¿quién me metió en este lío? Hagamos una propuesta para evitar que la gente se radicalice, hablen con el amenazado y díganle que nos echamos para atrás, pero que él calme a esa gente". El amenazado, en pleno Zócalo del país dice: "no hay ni vencedores ni vencidos, vamos a aparecer en las boletas, váyanse a su casa y continúen la movilización: estudien, reflexionen y analicen, hablen con sus vecinos y esperen nuevas indicaciones".

Desapareció el problema. Los jugadores vuelven a su rutina habitual, concentrados en la próxima partida, la definitiva, dicen ellos. La gente sigue la "contienda" por televisión. En eso se aparece un indígena y pone una bota llena de lodo en el tablero de la contienda y pregunta: ¿jaque? Los asesores, expertos, diseñadores de reglas, se enojan y le explican "pedagógicamente" al indio, que éste no es su tiempo ni su tablero. Que allá lejos donde se encuentra se ve muy bien, que sus caracoles son un buen ejemplo de la economía sustentable, que su forma de construir Juntas de Buen Gobierno es un ejemplo de lo que se puede hacer en la selva. Pero que aquí en la polis, se debe pedir permiso a los que saben, a los que deciden lo que es políticamente correcto. No se puede aparecer en el momento en que los grandes jugadores están a punto de jugar "la partida de todas las madres", perdón, "la madre de todas las partidas". Que el tiempo no está de su lado.

Y uno se pregunta: en más de 500 años ¿cuándo el tiempo ha estado de su lado? Más bien ellos han forzado el brazo del tiempo y han construido su propio tiempo, sin percatarse mucho del "realmente existente". Así lo explicó el Subcomandante Marcos en la reunión con 104 organizaciones sociales, cuando nos recordó lo siguiente: "Y aquí queremos darles un argumento a todos los que dicen que hay que entrarle con López Obrador, porque millones lo apoyan, porque las encuestas están a favor. Nosotros, compañeros y compañeras, en diciembre de ‘93, si hubiéramos hecho una encuesta sobre el alzamiento hubiéramos perdido". Si uno se rige por el tiempo del poder es imposible escapar de la lógica de la agenda del poder.

Desde hace ya varios años, la clase política había soñado con el 2006. Estaban de acuerdo en quiénes eran los invitados y quiénes no. También sobre el tipo de debate y cuál no. Ahí no entraba el zapatismo. De lo que se trataba era de hacer como que se discutía sobre proyectos alternativos de gobierno, y en ese marco todos debían polarizarse y escoger. La llegada zapatista genera una acción disruptiva que permite un cambio en al agenda a debate. ¿Cuál izquierda, qué programa, qué sujetos, que tipo de campaña?

Y, sin embargo, el zapatismo no está participando en la campaña electoral, no tiene candidato, no tiene programa electoral, más aún, según las encuestas no representa nada. Entonces ¿cuál es la razón de la virulencia?

Muy probablemente la explicación pueda ser ubicada en algo que siempre ha significado la palabra zapatista, a saber, un revelador de algo profundo, algo que está escondido, pero que ya comienza a verse. De algo que se discute abajo, pero cuyas voces comienzan a ser audibles.

El tiempo no está de tu lado, le gritan al zapatismo a coro los analistas, los diseñadores de opinión, los encuestólogos, los futurólogos, los caricaturistas, etc. Y los zapatistas responden con una sonrisa y preguntan ¿jaque?

El amigo principal de mi amigo, ¿cómo puede ser mi enemigo?

Los que señalan críticamente que el EZLN ha perdido de vista quién es el enemigo principal cometen dos errores: el primero es genético, cómo es posible que en 2005 alguien siga hablando del enemigo principal. No aprendimos nada de 100 años de actividad de izquierda donde por pasarnos la vida elaborando el concepto de enemigo principal dejamos intocados a los enemigos "secundarios". La teoría del enemigo principal cobijó bajo su manto a miles de dictadores, traidores, renegados, etcétera. El enemigo principal nos permitió hacer una coartada para no impugnar, por ejemplo a Fernando Gutiérrez Barrios, o a una serie de gobernantes criminales priístas. La teoría del enemigo principal nos otorgó una cortada para dejar pasar la represión de unos supuestos amigos secundarios. Un ejemplo de lo que esta teoría significa es el siguiente: el enemigo principal es Vicente Fox, entonces hay que aliarse a Manuel Bartlett, ínclito corrupto, mago electoral y gobernador represor. Nada importa, lo realmente significativo es que en este momento está en contra de que se privatice totalmente la energía eléctrica, por lo tanto, todos tienen prohibido hablar de su pasado. No cabe duda que estamos frente a una forma pedagógica de educar y educarnos. La teoría del enemigo principal es una propuesta política que carece de toda ética y que simplemente responde a un falso realismo político.

Pero hay un segundo nivel a destacar. Suponiendo, por un momento, que este concepto fuera válido, el problema se ubica en otro terreno. Para poder luchar en contra de un supuesto enemigo principal, primero tiene que existir un acuerdo sobre quién es el enemigo principal. Según Carlos Facio éste no es otro que el capital neoliberal y sus diversos organismos normalmente vinculados al gobierno norteamericano. Y los que se pueden aliar contra esa amenaza son: el candidato AMLO y el PRD por un lado; el frente Sindical, Campesino, Indígena, Social y Popular, por otro; y la otra campaña y en particular el EZLN. Como planteamiento hipotético suena interesante, el problema se ubica en saber si para AMLO y el PRD el enemigo principal es el ahí señalado.

En un artículo de antología, Martí Batres, dirigente del PRD del DF y hombre de todas las confianzas de AMLO, señaló que un eventual gobierno de AMLO no tendría porque pelearse con los Estados Unidos, con los organismos financieros internacionales, con los dueños del dinero mexicanos, con la jerarquía eclesiástica, etc. Y entonces uno se preguntaba y ¿entonces con quién se va a pelear? Si es verdad que existe un enemigo principal, de alguna manera esto debería traslucirse en la propuesta de gobierno, en el programa, en la composición de los apoyos, etc. Y ahí lo que no existe son intelectuales de izquierda, tampoco dirigentes sociales que se distingan por su capacidad de lucha, tampoco artistas que se ubiquen en la izquierda en contra de la visión conservadora de la cultura de la jerarquía eclesiástica.

Tanto el equipo que rodea a AMLO, como el programa que han elaborado, como la forma de organizar la participación ciudadana, revelan su visión de país, su visión sobre la política, la forma que adquirirá frente a la sociedad si gana la presidencia, etcétera.

Perdón pero, para AMLO, el enemigo principal no es el que se piensa, a lo mejor es otro y por eso conforma sus alianzas, su equipo y su programa de la manera en que lo ha hecho. Esas alianzas, ese equipo y ese programa están diseñados para otorgar garantías a los dueños del dinero, tanto los nacionales pero sobre todo los internacionales. Así pues para poder hacer alianzas contra el enemigo principal primero es necesario asegurarse que dicho enemigo no sea el amigo de mi aliado.

La teoría del mal menor o la menor de las teorías.

Una variante de la anterior es la del mal menor. Se comienza por saldar el punto de AMLO diciendo: yo no lo avalo, no estoy de acuerdo con él, su programa me parece limitado (de centro izquierda, a veces agregan) pero el 6 de julio estaremos confrontados con el problema de por quién votar y entonces solamente tendremos de dos sopas: o AMLO o cualquiera de los otros candidatos de la derecha, incluso la abstención sería criminal (como ya nos explicó pacientemente el intelectual orgánico de izquierda de Wall Mart). Entonces, ni modo con el seño fruncido o, como se decía antes, con un 99 por ciento de crítica y un 1 por ciento de apoyo, hay que ir a las urnas y evitar que la derecha se mantenga o regrese al poder. Porque si no se hace lo anterior entonces se está haciendo el juego a los partidos burgueses (PRI y PAN).

Hace unas semanas un amigo me mostró un comparativo sobre los 50 puntos que lanzó Fox como su plataforma electoral para las elecciones del año 2000 y los 50 puntos de AMLO, el resultado era nítido, en 32 había coincidencia, en 10 había bases para buscarla y en 8 no. Uno de ellos era lo del plan para unir el golfo con el pacífico tan anhelado por el capital financiero internacional, en especial el japonés.

Atrás de la idea del mal menor existe la creencia de que un triunfo electoral de AMLO desataría energía social, que la gente saldría a las calles para exigir sus derechos y que un gobierno de esas características tendría que basarse en ese tipo de movimiento.

El problema de toda esa elaboración es que no tiene asidero. La capacidad de las instituciones, sean gobernadas por la izquierda o por la derecha, para aplacar la lucha de la gente es muy grande, más cuando no han establecido ningún tipo de compromiso con la sociedad. Pongamos un ejemplo, tan caro a muchos de los que hablan del mal menor: hace unos meses se llevó a cabo una reunión de centenares de organizaciones sociales que elaboraron un "programa mínimo no negociable" y formularon una propuesta, conocida como Plan de Querétaro. Independientemente de lo que pudiéramos pensar de ese programa y de ese plan el asunto que queremos destacar es que el candidato del PRD (yo creo que en la mente de varios de los que ahí participaron esas propuestas estaban dirigidas a él) no tan sólo no dijo una palabra al respecto sino que en sus 50 puntos no recogió ninguno de sus planteamientos.

Ahora bien ¿Porqué, ni siquiera demagógicamente se acerca a esos sectores? La razón es obvia, no quiere tener ninguna atadura, nada que lo limite, nada que lo comprometa. Mientras no vea un peligro en su elección, mientras no vaya abajo en las encuestas, mientras no necesite al movimiento social, no tiene por que firmar ningún tipo de compromiso.

Tal y como van las cosas, a diferencia de otros países y otros candidatos, como Lula o Tabaré Vázquez, AMLO no ha tenido que comprometerse ante los trabajadores o los campesinos sobre una serie de demandas (Tabaré se comprometió a no privatizar el agua y los energéticos y ahora está viendo cómo echarse para atrás; Lula se comprometió a repartir una serie de hectáreas y a un año y medio de terminar su mandato no ha repartido ni el 30 por ciento), más bien rechaza esa posibilidad. Por lo tanto, parecería lógico pensar que lo que dice que va a hacer, lo hará (hay algunos puntos, de sus 50, que están en contradicción con su Proyecto Alternativo de Nación, por ejemplo, en el de la energía, en uno se dice que no habrá privatización alguna y en el otro se acepta la posibilidad de inversión privada). En tanto tal la única expectativa que él ha generado y podría generar aún más, es aquella que tiene que ver con la idea de que lo fundamental es su llegada al gobierno (por lo que siempre luchamos, dice un viejo, cada vez más viejo, teórico de la autonomía).

Como si esa situación trajera como consecuencia algo mágico y misterioso. Parecería que el punto es llegar por llegar. Salir en la noche del 6 de julio a las calles y gritarle a la derecha: "no que no podíamos".

Y luego, luego, regresar a la casa y seguir la vida, la vida de un trabajador que vive bajo tasas de explotación nunca antes vistas (desde luego pensar que AMLO tiene algo que decir sobre este tema es totalmente ilusorio, el mundo del trabajo le es totalmente ajeno); la vida de un campesino que seguirá preparando sus maletas para irse "al otro lado"; la vida de un pobre urbano que todos los días sale a jugarse la vida para poder obtener un ingreso; la vida de una mujer que voltea hacia todos lados temerosa ante la posibilidad de un ataque sexual y criminal, etcétera. Como diría Joan Manuel Serrat: "Se acabó, el sol nos dice que llegó el final. Por un momento se olvidó que cada uno es cada cual".

O piensas como yo o eres Stalin

En una caricatura de Milenio salía el Subcomandante Marcos mirándose al espejo y la imagen que aparecía era la de Stalin. El autor con esa caricatura revelaba el pensamiento de una buna parte de los críticos de la propuesta zapatista. El asunto es muy sencillo. Si no estás de acuerdo en apoyar a AMLO, si no estás de acuerdo en votar por el PRD y, peor, si te atreves a criticar a AMLO o al PRD, entonces eres Stalin.

El asunto es más sencillo de resumir: si no piensas como yo, entonces, lógicamente, eres Stalin.

Si se sigue diciendo que AMLO es neoliberal, que el PRD es una fuerza paramilitar en Chiapas, que el equipo de AMLO es una cueva donde se han refugiado destacados salinistas, que el PRD es una agencia de colocaciones de lo que sobra en el PRI y, en menor medida, en el PAN, que traicionaron a los indígenas con su voto en el Senado (las intervenciones del PRD en la tribuna el día que se aprobó la contrarreforma no tienen desperdicio: "Y también lo vemos así nosotros, es un triunfo del PRD, que es el único partido que, desde el levantamiento zapatista, se ha comprometido con la defensa de los pueblos y de las comunidades indígenas". Posteriormente, una senadora perredista dijo: "Quiero recordar las palabras que la Comandante Esther expresó en tribuna, en San Lázaro, cuando ella hablaba de que precisamente por faltar a la palabra, tuvieron que pasar siete años de no ser oídos, de no ser oídas. El día de hoy, precisamente, estamos votando de manera ejemplar las reformas a un artículo, que sin duda marcará un nuevo rumbo para este país, me refiero precisamente a elevar a rango constitucional el derecho a la no-discriminación"), etcétera, entonces no hay duda, eres Stalin.

El "delito" del EZLN no es llamar a votar contra AMLO, ni proponer el voto por otro candidato, ni siquiera llamar a la abstención. Los compañeros del EZLN ya lo han aclarado hasta el cansancio: "Repetiré lo evidente: nosotros no los estamos invitando a votar por uno u otro candidato, por uno u otro partido político. Pero también repetiré lo que, según se ve, no es tan evidente: tampoco los estamos invitando a no votar por uno o por otro, ni a abstenerse. Como ya hemos dicho, nosotros los respetamos y respetamos sus decisiones. No seremos nosotros los jueces de lo que hagan o dejen de hacer en el proceso electoral que viene. Si deciden apoyar a alguien o deciden abstenerse, será su decisión soberana e independiente, y en nada afectará lo que ahora les ofrecemos a ustedes y a todos los que se reivindican de izquierda no institucional".

El "delito" consiste en no formar parte del coro, en pensar diferente, y, quizá, para algunos, en existir y ser indígena. Porque de seguro, si no se forma parte del coro, si se piensa diferente, si se existe y si se es indígena, no hay duda, se es Stalin.

Bajo este método democrático de pensar y clasificar hay poco que decir.

Pero existe otro camino, un poco más complejo y sinuoso, a saber, discutir las ideas que se están planteando.

El señor López Obrador ya dijo que no acepta debatir (Según el pequeño Larousse: discusión entre personas que expresan puntos de vista diferentes), lo cual, por cierto, no representa una muestra de cómo se comporta un ciudadano democrático; otros al hacer caricaturas groseras (no estamos hablando de los caricaturistas) como Miguel Ángel Granados Chapa (según él existe el peligro de que el EZLN pueda realizar una agresión física en contra del candidato AMLO, en tanto el carácter armado de la organización indígena, toda esta tontería, a pesar de que explícitamente, el vocero del EZLN ha dicho lo contrario) demuestran que no quieren debatir el asunto.

Otros prefieren discutir las llamadas groserías del Subcomandante Marcos, lo cual puede ser un buen intento para rehuir el debate, pero tiene un límite en el tiempo.

Espero que a diferencia de lo que ha sucedido en otros lugares y en otros tiempos, frente a la debilidad de las ideas y de la movilización social, el espacio dejado no sea ocupado por un hombre providencial, que piensa por todos (la ausencia de definiciones precisas como clave de la definición) y se moviliza en lugar de todos (se puede ganar con la movilización social pero el costo es alto, es preferible pactar).

El hombre providencial castra el pensamiento crítico y la crítica. Convierte o busca convertir a todos en seguidores, fans, apoyadores. Y, desde luego, quien no sea eso, irremediablemente será … Stalin.

Aunque dé vértigo, el camino del debate de ideas es más productivo.

Ciudad de México 25 de agosto del 2005.