Zapatismo
|
"nosotros queremos que llegue el d�a en que nosotros podamos decirles a ellos y a ellas, a nuestros muertos y a nuestras muertas, tres cosas nada m�s: no nos rendimos, no nos vendimos, no claudicamos."
Caracol de La Garrucha, 2 de agosto de 2008
Buenas tardes, buenas noches. Mi nombre es Marcos, Subcomandante Insurgente
Marcos, y estoy aqu� para presentarles al Teniente Coronel Insurgente Mois�s. �l
es el encargado por parte de la Comandancia General del EZLN del trabajo
internacional, lo que llamamos la Comisi�n Intergal�ctica y la Sexta
Internacional, porque, de todos nosotros, es el �nico que les tiene paciencia a
ustedes.
Vamos a hablar despacio, para la traducci�n. We will speak slowly, for the
translation. Nous allons parler doucement, pour la traduction.
Queremos agradecerles que hayan venido hasta ac� a conocer directamente lo que
est� sucediendo con el proceso zapatista, no s�lo con las agresiones que estamos
recibiendo, sino tambi�n los procesos que se est�n construyendo aqu� en
territorio rebelde, en territorio zapatista.
Esperamos que lo que vean, que lo que escuchen sirva para que puedan llevar esa
palabra muy lejos: a Grecia, a Italia, a Francia, a Espa�a, al Pa�s Vasco, a
Estados Unidos y al resto de nuestro pa�s, con nuestros compa�eros de La Otra
Campa�a.
Ojal� y no vayan a hacer como la llamada Comisi�n Civil Internacional de
Observaci�n de los Derechos Humanos, que lo �nico que vino a hacer aqu�, hace
unos meses, fue a lavarle las manos al gobierno perredista de Chiapas, al decir
que las agresiones que sufr�an nuestros pueblos no ven�an del gobierno estatal,
sino del gobierno federal.
Quisiera dar una pl�tica de introducci�n a lo que va a hablar el Teniente
Coronel Mois�s. Nos da gusto que haya coincidido con su visita de ustedes ac�
que �l ande por esta zona. �l es el compa�ero que ha seguido m�s de cerca el
proceso de construcci�n de la autonom�a dentro de las comunidades zapatistas.
Quer�a explicar, a grandes rasgos, lo que ha sido la historia del EZLN y de las
comunidades ind�genas zapatistas en este territorio, en Chiapas pues. Me refiero
a los Altos de Chiapas, la zona del Caracol de Oventic; la zona tzotz choj,
tzeltal-tojolabal, que es la del Caracol de Morelia; la zona chol que es la de
Roberto Barrios, en el norte de Chiapas; la zona tojolabal o Selva Fronteriza,
que es el Caracol de La Realidad; y �sta que es la zona tzeltal, que es el
Caracol de La Garrucha.
El d�a de ma�ana, est�n invitados a visitar un poblado que tiene muchos a�os de
ser bases de apoyo del EZLN. Van a tener el honor de ser guiados por el
Comandante Ismael, que est� aqu�. Este compa�ero junto con el Se�or Ik �el
finado Comandante Hugo o Francisco G�mez, que era su nombre civil�, estuvieron
recorriendo estas ca�adas, hablando de la palabra zapatista cuando nadie estaba
con nosotros.
�l los va a llevar. Van a ir a ver el lugar donde los soldados estaban buscando
marihuana. Queremos que ustedes vean si hay marihuana. Si encuentran, no se la
vayan a fumar, sino que hagan la denuncia para destruirla. No, no hay marihuana.
Pero no nos creen a nosotros, a lo mejor a ustedes. A ustedes� �menos! Ya que
los vean, no les van a creer nada.
Est� tambi�n con nosotros el Comandante Masho, aqu� a mi derecha. Tambi�n es de
los compa�eros comandantes que acompa�aron al Se�or Ik, al Comandante Hugo,
cuando apenas empezaba el EZLN en esta ca�ada. Y es parte de la Comisi�n Sexta
del EZLN. Estuvo con nosotros en el noroeste de la Rep�blica mexicana,
recorriendo pueblos indios y compa�eros y compa�eras de La Otra Campa�a en
M�xico, en esa parte del pa�s.
�C�mo empez� todo?
Hace 24 a�os, casi 25, lleg� un peque�o grupo de urbanos, o de ciudadanos
como les decimos nosotros, no a esta parte de la selva, sino mucho m�s adentro,
lo que ahora se conoce como la Reserva de Montes Azules. En esa zona no hab�a
nada, mas que animales salvajes de cuatro patas y animales salvajes de dos patas
que �ramos nosotros. Y la concepci�n de ese peque�o grupo �estoy hablando de
1983-1984, o sea hace 24 o 25 a�os� era la tradicional de los movimientos de
liberaci�n en Am�rica Latina, es decir: un peque�o grupo de iluminados que se
alza en armas contra el gobierno. Y eso provoca que mucha gente los siga, se
levante, y se tumbe al gobierno, y se instale un gobierno socialista. Estoy
siendo muy esquem�tico, pero b�sicamente es lo que se conoce como la teor�a del
"foco guerrillero".
Ese peque�o grupo, de los que quedamos entonces, ten�a esa concepci�n
tradicional, cl�sica u ortodoxa, si la quieren llamar as�, pero ten�a tambi�n
una carga �tica y moral que no ten�a precedentes en los movimientos guerrilleros
o armados en Am�rica Latina. Esta herencia �tica y moral ven�a de otros
compa�eros que ya hab�an muerto, enfrent�ndose al ej�rcito federal y a la
polic�a secreta del gobierno mexicano.
Durante todos esos a�os, est�bamos solos. No hab�a compa�eros en los pueblos.
Nadie de Grecia ven�a a vernos. Ni de Italia ni de Francia ni de Espa�a ni del
Pa�s Vasco. Vaya� �Ni de M�xico! Porque �ste era el rinc�n m�s olvidado de este
pa�s. Eso que era algo en contra, m�s adelante se iba a convertir en una
ventaja: el hecho de estar aislados y olvidados nos permiti�, entonces, hacer un
proceso de involuci�n. Alguno que sea ortodoxo conocer� el libro que dice "la
transformaci�n del mono en hombre". En ese entonces, fue al rev�s: el hombre se
transform� en mono, que era lo que �ramos nosotros. Incluso f�sicamente, por eso
uso pasamonta�as pues. Es una cuesti�n de est�tica y buen gusto que hay que
taparse la cara.
Este peque�o grupo sobrevivi� a la ca�da del Muro de Berl�n, al derrumbe del
campo socialista, a la claudicaci�n de la guerrilla en Centroam�rica �primero
con el FMLN en El Salvador, luego con aquello que alguna vez se llam� el Frente
Sandinista de Liberaci�n Nacional, en Nicaragua. Y m�s despu�s, la uni�n
revolucionaria de Guatemala, la URNG�.
Lo que lo hizo sobrevivir fueron dos elementos, seg�n nosotros: Uno, era la
necedad o la terquedad que, probablemente, esa gente tra�a en el DNA. Y la otra,
fue la carga moral y �tica que hab�a heredado de los compa�eros y compa�eras que
hab�an sido asesinados por el ej�rcito, en estas monta�as precisamente.
Las cosas se hubieran quedado ah�, con dos opciones: Un peque�o grupo que pasa
d�cadas encerrado en la monta�a, esperando alg�n momento que pasa algo y puede
actuar dentro de la realidad social. O terminar, como alguna parte de la
izquierda radical en M�xico entonces, como diputados, senadores, o presidentes
leg�timos de la izquierda institucional en M�xico.
Pas� algo que nos salv�. Nos salv� y nos derrot� en esos primeros a�os. Y lo que
pas� est� sentado aqu� a m� izquierda, que es el Teniente Coronel Insurgente
Mois�s, el Comandante Masho, el Comandante Ismael y muchos otros compa�eros que
convirtieron el EZLN, de un movimiento guerrillero foquista y ortodoxo, en un
ej�rcito de ind�genas.
No se trataba s�lo de que era un ej�rcito mayoritariamente compuesto por
ind�genas. Mayoritariamente� me estoy cubriendo porque, en realidad, de cada 100
combatientes, 99 eran ind�genas y uno era mestizo. No s�lo eso, sino que ese
ej�rcito y su concepci�n sufri� una derrota en su planteamiento iluminador, su
planteamiento de direcci�n, caudillista, revolucionario cl�sico, donde un
hombre, o un grupo de hombres, se convierte en el salvador de la humanidad, o
del pa�s.
Lo que pas�, entonces, es que ese planteamiento fue derrotado a la hora que
confrontamos a las comunidades y nos dimos cuenta, no s�lo que no nos entend�an,
sino que su propuesta era mejor.
Algo hab�a pasado en todos los a�os previos, d�cadas previas, siglos anteriores.
Nos est�bamos enfrentando a un movimiento de vida, que hab�a logrado sobrevivir
a los intentos de conquista de Espa�a, de Francia, de Inglaterra, de Estados
Unidos, y de todas las potencias europeas, incluyendo la Alemania nazi en
1940-1945. Lo que hab�a hecho resistir a esta gente, a estos nuestros compa�eros
y compa�eras primero, y, luego, nuestro jefes y jefas ahora, hab�a sido un apego
a la vida que ten�a que ver mucho con la carga cultural. La lengua, el lenguaje,
la forma de relacionarse con la naturaleza presentaba una alternativa no s�lo de
vida, sino de lucha. No les est�bamos ense�ando a nadie a resistir. Nos
est�bamos convirtiendo en alumnos de esa escuela de resistencia de alguien que
llevaba cinco siglos haci�ndolo.
Los que ven�an a salvar a las comunidades ind�genas, fueron salvados por ellas.
Y encontramos rumbo, destino, camino, compa��a y velocidad para nuestro paso. Lo
que, entonces y ahora, llamamos "la velocidad de nuestro sue�o".
El EZLN tiene muchas deudas con ustedes, con gente como ustedes, en M�xico y en
todo el mundo, pero nuestra deuda fundamental est� en nuestro coraz�n: en el
coraz�n ind�gena. En esta comunidad y en miles de comunidades como �sta, que
est�n pobladas por compa�eros bases de apoyo zapatistas.
En el momento en que el peque�o grupo guerrillero hace contacto con los pueblos,
hay un problema y una lucha. Yo tengo una verdad �yo, el grupo guerrillero�, y
t� eres un ignorante, te voy a ense�ar, te voy a adoctrinar, te voy a educar, te
voy a formar. Error y derrota.
A la hora que se empieza a construir el puente del lenguaje, y empezamos a
modificar nuestra forma de hablar, empezamos a modificar nuestra forma de
pensarnos a nosotros mismos y de pensar el lugar que ten�amos en un proceso:
Servir.
De un movimiento que se planteaba servirse de las masas, de los proletarios, de
los obreros, de los campesinos, de los estudiantes para llegar al poder y
dirigirlos a la felicidad suprema, nos est�bamos convirtiendo, paulatinamente,
en un ej�rcito que ten�a que servir a las comunidades. En este caso, las
comunidades ind�genas tzeltales, que fueron las primeras donde nos instalamos,
que fue en esta zona.
El contacto con los pueblos signific� un proceso de reeducaci�n m�s fuerte y m�s
terrible que los electroshocks que acostumbran en las cl�nicas siqui�tricas. No
todos lo soportaron, algunos s� lo soportamos, pero nos seguimos quejando
todav�a a estas alturas del partido.
�Qu� pas� despu�s?
Lo que pasa es que el EZLN se convierte en un ej�rcito de ind�genas, al
servicio de los ind�genas, y pasa de los seis con que empezamos el EZLN, a m�s
de seis mil combatientes.
�Qu� es lo que detona el alzamiento del primero de enero de 94? �Por qu�
decidimos alzarnos en armas? La respuesta est� en los ni�os y en las ni�as. No
fue un an�lisis de la coyuntura internacional. Cualquiera de ustedes estar� de
acuerdo conmigo en que la coyuntura internacional no era propicia para un
alzamiento armado. El campo socialista hab�a sido derrotado, todo el movimiento
de izquierda en Am�rica Latina estaba en una etapa de repliegue. En M�xico, la
izquierda estaba llorando la derrota despu�s de que Salinas de Gortari no s�lo
hab�a hecho un fraude, sino hab�a comprado a buena parte de lo que era la
conciencia cr�tica de la izquierda en M�xico.
Cualquiera m�nimamente razonable nos hubiera dicho: no hay condiciones, no se
alcen en armas, entreguen las armas, entren a nuestro partido, etc�tera,
etc�tera. Pero hubo algo adentro que hizo que desafi�ramos esos pron�sticos y
esas coyunturas internacionales.
El EZLN entonces se plantea, por primera vez, desafiar el calendario y la
geograf�a de arriba. Los ni�os y las ni�as, les dije. Ocurri� que en esos a�os,
a partir del principio de los noventa, de 1990, hubo una reforma que imped�a que
los campesinos pudieran acceder a la tierra. La tierra, como van a ver ma�ana,
cuando suban la loma que va hacia el pueblo de Galeana, �sa era la tierra que
ten�an los campesinos: laderas empinadas, llenas de piedra. Las buenas tierras
estaban en manos de los finqueros. En los pr�ximos d�as, van a ir a ver,
tambi�n, esas fincas y van a poder ver la diferencia entre la calidad de tierra.
Se acab� la posibilidad de acceder a un terreno de tierra. Y, al mismo tiempo,
las enfermedades empezaron a acabar con los ni�os y con las ni�as. De 1990 a
1992, no hab�a ni�o, en la Selva Lacandona, que llegara a los cinco a�os. Antes
de los cinco a�os, mor�an de enfermedades curables. No era el c�ncer, no era el
SIDA, no eran enfermedades del coraz�n, eran enfermedades curables: tifoidea,
tuberculosis, y, a veces, una simple calentura era la que mataba a ni�os y a
ni�as menores de cinco a�os.
Yo s� que en la ciudad esto puede ser hasta una ventaja: mientras menos burros,
m�s olotes, dicen. Pero en el caso de un pueblo ind�gena, la muerte de su ni�ez
significa su desaparici�n como pueblo. O sea, en el proceso natural, los adultos
crecen, se hacen ancianos y mueren. Si no hay ni�os, esa cultura desaparece.
La mortandad de los ind�genas, de los ni�os y de las ni�as ind�genas, agudiz�
todav�a el problema. Pero la diferencia que hab�a aqu� al resto de otros pueblos
indios, es que aqu� hab�a un ej�rcito rebelde, armado. Fueron las mujeres las
que empezaron a empujar esto. No fueron los hombres. Yo s� que la tradici�n en
M�xico �los mariachis, Pedro Infante y todo eso� es que los hombres somos muy
machos. Pero no fue as�. Quienes empezaron a empujar: hay que hacer algo, ya no,
y ya basta, fueron las mujeres, que ve�an morir a sus hijos y a sus hijas.
Empez� a haber una especie de rumor en todas las comunidades: hay que hacer
algo, ya basta, ya basta, en todas las lenguas. Para entonces, ya est�bamos
tambi�n en la zona de los Altos. Y ah� ten�amos dos compa�eras que hab�an sido,
y son todav�a, la columna vertebral en ese trabajo: la finada Comandanta Ramona
y la Comandanta Susana.
Por diversas partes empez� a surgir esta inquietud, esta molestia� Vamos a
decirlo por su nombre: esta rebeld�a en las mujeres zapatistas, que hab�a que
hacer algo. Nosotros hicimos lo que ten�amos que hacer, entonces, que era
preguntarle a todos qu� �bamos a hacer. Hubo, entonces, en 1992, una consulta
�sin televisi�n, sin gobierno del Distrito Federal, sin nada de lo que hay
ahora�, y pueblo por pueblo se pas� y se realizaron asambleas �como �sta en la
que estamos ahorita�. Se planteaba el problema. La disyuntiva era muy sencilla:
si nos alzamos en armas, nos van a derrotar, pero va a llamar la atenci�n y van
a mejorar las condiciones de los ind�genas. Si no nos alzamos en armas, vamos a
sobrevivir, pero vamos a desaparecer como pueblos indios.
La l�gica de muerte es cuando nosotros decimos: no nos dejaron otra opci�n.
Ahora, despu�s de catorce, casi quince a�os, nosotros �los que llevamos m�s
tiempo aqu� decimos: qu� bueno que no ten�amos otra opci�n.
Los pueblos dijeron: para eso est�s, pelea, pelea con nosotros. No se trataba
s�lo de una relaci�n formal, de mando. Porque formalmente era al rev�s:
formalmente, el EZLN era el mando y los pueblos eran los subordinados. Pero en
los hechos, en la realidad, era al contrario: los pueblos sosten�an, cuidaban y
hac�an crecer al Ej�rcito Zapatista de Liberaci�n Nacional.
En ese entonces, fue importante tambi�n la participaci�n de un compa�ero
mestizo, de la ciudad, el Subcomandante Insurgente Pedro, que cae combatiendo el
primero de enero del 94.
Cuando llevamos esa disyuntiva y los pueblos dicen "alc�monos en armas", el
c�lculo militar que hicimos �el Teniente Coronel Mois�s tal vez lo recuerda bien
porque fue en esta monta�a que est� aqu� a espaldas del pueblo, all� arriba, en
un campamento que ten�amos, hubo una reuni�n de todos los mandos zapatistas�, el
planteamiento que yo les hice fue �ste: tenemos que pensar lo que vamos a hacer,
porque cuando empecemos a echar andar algo no se va a poder dar marcha atr�s.
Si nosotros le empezamos a preguntar a la gente si nos alzamos en armas o no, ya
no vamos a poder detener. Sab�amos y sent�amos que la respuesta iba a ser s�. Y
sab�amos y sent�amos que los que iban a caer �ramos los que est�bamos reunidos
en estas monta�as, aqu� arriba de La Garrucha.
Pas� lo que pas�.
No les voy a contar el primero de enero de 94, porque ustedes empiezan a
saber de nosotros �bueno, algunos, porque otros apenas estaban muy chavitos�, y
se abre una etapa de resistencia, decimos nosotros, donde se pasa de la lucha
armada a la organizaci�n de la resistencia civil y pac�fica.
Algo pas� en todo este proceso que quiero llamar la atenci�n, que es: el cambio
en la posici�n del EZLN respecto al problema del poder. Y esta definici�n frente
al problema del poder es la que va a marcar de manera m�s honda la huella en el
camino zapatista. Nosotros nos hab�amos dado cuenta �y en el nosotros que digo,
ya van incluidas las comunidades, no s�lo el primer grupo�, nos hab�amos dado
cuenta que las soluciones, como todo en este mundo, se construyen desde abajo
hacia arriba. Y toda nuestra propuesta anterior, y toda la propuesta de la
izquierda ortodoxa, hasta entonces, era al rev�s, era: desde arriba se
solucionan las cosas para abajo.
Este cambio de abajo para arriba significaba para nosotros no organizarnos, ni
organizar a la gente para ir a votar, ni para ir a una marcha, ni para gritar,
sino para sobrevivir y para convertir la resistencia en una escuela. Esto fue lo
que hicieron los compa�eros, no el EZLN original, aquel peque�o grupo, sino el
EZLN ya con este componente ind�gena. Esto que ahora se conoce a grandes rasgos
como la construcci�n de la autonom�a zapatista, es un proceso que les va a
detallar ahora el Teniente Coronel Insurgente Mois�s.
Antes de eso, quer�a yo se�alar algunas cosas. Se dice, no sin raz�n, que en los
�ltimos dos a�os, el 2006, el 2007, el Subcomandante Marcos trabaj�, con empe�o
y con �xito, en destruir la imagen medi�tica que se hab�a construido en torno a
�l. Y les llama la atenci�n c�mo gente que antes estaba cerca, ahora se han
alejado o se han vuelto, definitivamente, anti-zapatistas. Algunos de ellos
fueron a sus pa�ses a dar pl�ticas y fueron recibidos como si fueran los que se
alzaron en armas. Eran los zapat�logos, dispuestos a viajar con todos los gastos
pagados, a recibir los aplausos, las caravanas y alguno que otro favor, cuando
viajaban al extranjero.
�Qu� pas�? Les voy a decir c�mo lo vemos nosotros. Ustedes tendr�n su visi�n. A
la hora que se alza el EZLN, surge� Voy a explicarme: aqu� en las zonas
ind�genas se habla mucho de "los coyotes". Los coyotes, quiero hacer la
diferencia porque para los yaquis y los mayos el coyote es muy ching�n, pues, es
emblem�tico. En Chiapas no. El coyote es el intermediario. Es alguien que compra
barato a los ind�genas, y luego revende caro en el mercado.
Cuando se da el alzamiento zapatista, surgen lo que nosotros llamamos los
intermediarios de la solidaridad. O sea, los coyotes de la solidaridad. Esta
gente que dec�a, y a�n dice, que tiene la interlocuci�n con el zapatismo, que
tienen el tel�fono rojo, que son los que saben c�mo est� la cosa aqu�, y eso les
significa un capital pol�tico. Vienen y traen alguna cosita, o sea pagan barato,
y van y se presentan como los emisarios del EZLN: cobran caro.
La aparici�n de este grupo de intermediarios, donde hab�a pol�ticos,
intelectuales, aristas y gente del movimiento social, nos ocult� a nosotros la
existencia de otras cosas, de otros abajos. Nosotros intu�amos que la Espa�a de
abajo estaba ah�; que el Pa�s Vasco en rebeld�a estaba ah�; que la Grecia
rebelde estaba ah�; que la Francia insurrecta estaba ah�; que la Italia de lucha
estaba ah�; pero no la ve�amos. Y tem�amos, entonces, que ustedes tampoco nos
vieran a nosotros.
Estos intermediarios organizaban y hac�an cosas cuando est�bamos de moda, y
cobraban su capital pol�tico. As� como hay quien organiza conciertos, que dice
que son para ac� y se queda con una parte: cobra como su salario, o lo que le
toca a su organizaci�n.
Hab�a otro abajo.
Nosotros siempre ten�amos esa idea: el zapatismo siempre se ha planteado que no es el �nico rebelde, ni el mejor. Y nuestra concepci�n no era crear un movimiento que hegemonizara toda la rebeld�a en M�xico, o toda la rebeld�a a nivel mundial. Nunca aspiramos a una internacional, a la quinta internacional o ya no s� en cu�l vayan ��Alejandro? Ya va la Sexta, pero �sta es otra, �sta es La Otra Internacional. El compa�ero sabe de internacionales�.
�Qu� pas�?
Yo les voy a decir algunas cosas que para ustedes no ser�n novedad. El cuento
de una izquierda institucional est� perfectamente claro para los espa�oles, con
Rodr�guez Zapatero o Felipe Gonz�lez; para el Pa�s Vasco �Gora Euskal Herria�
m�s todav�a; para la Italia rebelde tampoco debe ser una novedad; y Grecia,
bueno, nos puede explicar tambi�n mucho de eso; desde Miterrand, el bar�n, en
Francia, igual.
En M�xico, no. Sigue habiendo esa expectativa: que es posible que la izquierda
que padecemos ahora, si llega al poder, lo va a hacer impunemente. Quiere decir:
va a poder llegar a gobernar sin dejar de ser de izquierda. Espa�a, Italia,
Francia, Grecia, pr�cticamente todos los pa�ses del mundo, pueden dar cuenta de
lo contrario: de gente de izquierda, consecuente �no necesariamente radical�,
que en el momento en que llega al poder, deja de serlo. Var�a la velocidad,
var�a la profundidad, pero indefectiblemente, se transforman. Eso es lo que
nosotros llamamos "el efecto est�mago" del poder: o te digiere o te hace mierda.
Este acercamiento, en M�xico, de la izquierda o de lo que se autodenomina
izquierda, al poder �ahorita me estoy acordando que sali� en un peri�dico que yo
no estaba aqu�, que estaba en la Ciudad de M�xico, en las fiestas de la
izquierda, no sab�a que hab�a izquierda en la Ciudad de M�xico y hacen fiestas�.
S� hay todav�a, pero es Otra izquierda pues�; en el momento en que se present�
la posibilidad del poder, empez� a surgir este proceso de digesti�n y defecaci�n
del poder sobre esa izquierda. A los zapatistas, y a todo aquel que se puso en
el centro �perd�nenme si rompo alg�n coraz�n, pero el centro no est� en el
centro, est� pegado a la derecha. Es el otro lado, a la derecha� bueno, a la
derecha de ustedes��
Entonces, nosotros ten�amos que, se nos ped�a por este grupo de intelectuales,
artistas, l�deres sociales, que volvi�ramos la historia hasta 1984, cuando
pens�bamos que un grupo, o una persona, si llega al poder, transforma todo hacia
abajo. Y que nosotros deposit�ramos la confianza, el futuro, nuestra vida y
nuestro proceso, a un iluminado, a una persona, junto con una banda de 40
ladrones que es la izquierda en M�xico.
Nosotros dijimos que No. No es que nos sea antip�tico el presidente legitimo,
sino simple y sencillamente no creemos en ese proceso. No creemos que alguien,
ni siquiera alguien tan guapo como el Subcomandante Marcos, sea capaz de hacer
esa transformaci�n �bueno, las piernas�. Nosotros no pod�amos hacer eso, y
entonces se da la ruptura.
Yo quiero llamarles la atenci�n sobre una cosa: entonces, dijimos lo que iba a
pasar. Lo que est� pasando ahorita. Cuando nosotros lo dijimos, dijeron que le
est�bamos haciendo el juego a la derecha. A la hora, ahora, que est�n
repitiendo, hasta con nuestras mismas palabras, lo que dijimos hace dos a�os, se
dice que es para hacerle un servicio a la izquierda.
El zapatismo es inc�modo.
Como si en el rompecabezas del poder llegara una pieza que no encaja y que
hay que deshacerse de ella. De todos los movimientos que hay en M�xico, uno de
ellos �no el �nico�, el zapatismo, es inc�modo para esta gente. Es un movimiento
que no permite conformarse, que no permite rendirse, que no permite claudicar,
que no permite venderse. Y en los movimientos de arriba �sa es la l�gica, eso es
lo racional. Es la "real politik", como dicen.
Entonces, se da este distanciamiento que, poco a poco, empieza a permear hacia
los sectores internacionales, en Am�rica Latina y en Europa, fundamentalmente.
En ese trayecto, sin embargo, se construyeron relaciones m�s s�lidas. Por
mencionar alguna, la de los compa�eros de la CGT de Espa�a, el movimiento
cultural rebelde del Pa�s Vasco, la Italia social y, m�s recientemente, la
Grecia rebelde e insumisa que hemos encontrado.
Este corrimiento a la derecha se oculta de la siguiente forma, se dice: "el EZLN
se radicaliz� y se hizo m�s de izquierda". Disculpen, pero nuestro planteamiento
sigue siendo el mismo: no buscamos la toma del poder, pensamos que las cosas se
construyen desde abajo. Y lo que ocurri� es que esos sectores, los
intermediarios de la solidaridad, los coyotes internacionalistas, o la
internacional del coyotaje, se hab�an corrido a la derecha. Porque el poder no
te deja acceder a �l impunemente.
El poder es un club exclusivo, que tiene determinados requisitos para entrar a
�l. Lo que los zapatistas llamamos "la sociedad del poder" tiene reglas. Y s�lo
se puede acceder a �l si se cumplen determinadas reglas. Cualquiera que busque
la justicia, la libertad, la democracia, el respeto a la diferencia, no tiene
posibilidad de acceder ah�, a menos que claudique de esas ideas.
Cuando nosotros empezamos a ver este corrimiento a la derecha del sector
aparentemente m�s zapatista, empezamos a preguntarnos por qu� hab�a abajo, qu�
hab�a detr�s. Para ser sinceros, empezamos al rev�s: empezamos en el mundo, o
sea internacionalmente, y luego nos preguntamos por M�xico.
Por razones que tal vez ustedes puedan explicar, la cercan�a del zapatismo fue
m�s fuerte con otros pa�ses que con M�xico. Y fue m�s fuerte en M�xico que con
la gente de Chiapas. Como si hubiera una relaci�n inversa en la geograf�a: quien
viv�a m�s lejos, estaba m�s cerca nuestro, y quien viv�a m�s cerca, estaba m�s
alejado de nosotros.
Lleg� la idea de buscarlos, con la intuici�n y el deseo de que existieran:
ustedes, otros como ustedes. Vino la Sexta Declaraci�n, la ruptura definitiva
con este sector de los coyotes de la solidaridad. Y la b�squeda, en M�xico y en
el mundo, de otros que fueran como nosotros, pero que fueran diferentes.
Adem�s de esta posici�n frente al poder, hay una caracter�stica esencial en el
zapatismo �y lo van a ver ahora que est�n en estos d�as aqu�, o si hablan con
los Consejos Aut�nomos y con las Juntas de Buen Gobierno, o sea con las
autoridades aut�nomas�: la renuncia a hegemonizar y homogeneizar la sociedad.
Nosotros no pretendemos un M�xico zapatista, ni un mundo zapatista. No
pretendemos que todos se hagan ind�genas. Nosotros queremos un lugar, aqu�, el
nuestro, que nos dejen en paz, que no nos mande nadie. Eso es la libertad: que
nosotros decidamos lo que queremos hacer.
Y pensamos que s�lo es posible, si otros como nosotros quieren y luchan por lo
mismo. Y se establece una relaci�n de compa�erismo, decimos nosotros. Eso es lo
que quiere construir La Otra Campa�a. Eso es lo que quiere construir la Sexta
Internacional. Un encuentro de rebeld�as, un intercambio de aprendizajes y una
relaci�n m�s directa, no medi�tica, sino real, de apoyo entre organizaciones.
Hace unos meses, vinieron aqu� compa�eros de Corea, de Tailandia, de Malasia, la
India, Brasil, Espa�a �y no me acuerdo de qu� otros lados�, de V�a Campesina.
Nosotros los vimos en La Realidad, est�bamos ah� con ellos. Y cuando hablamos
les dijimos: el encuentro entre dirigentes, para nosotros no vale nada. Ni
siquiera la foto que se tomen. Si las dirigencias de dos movimientos no sirven
para que los movimientos se encuentren y se conozcan, esas dirigencias no
sirven.
Nosotros les decimos lo mismo, ahora, a cualquiera que viene a proponer eso. Lo
que nos interesa es lo que est� detr�s: ustedes, otros como ustedes. No podemos
ir a Grecia, pero podemos hacer el c�lculo y decir que de los que quisieron
venir, no est�n todos aqu�. �C�mo podemos hablar con esos otros? Y decirles que
no queremos limosna, que no queremos l�stima. Que no queremos que nos salven la
vida. Que queremos un compa�ero, una compa�era, y unoa compa�eroa en Grecia, que
luche por lo suyo. En Italia, en el Pa�s Vasco, en Espa�a, en Francia, en
Alemania, Dinamarca, Suecia �no voy a decir todos los pa�ses, porque qu� tal que
me falta uno y viene la protesta��
�Para d�nde miramos nosotros?
Cuando les hago este r�pido recorrido, les hablo de una herencia moral y
�tica de los que nos fundaron. Tiene que ver, sobre todo, con la lucha y el
respeto por la vida, por la libertad, por la justicia y por la democracia.
Nosotros tenemos una deuda moral con nuestros compa�eros. No con ustedes, no con
los intelectuales que se alejaron, no con los artistas ni con los escritores, ni
los l�deres sociales que ahora son anti zapatistas.
Nosotros tenemos una deuda con aquellos que murieron luchando. Y nosotros
queremos que llegue el d�a en que nosotros podamos decirles a ellos y a ellas, a
nuestros muertos y a nuestras muertas, tres cosas nada m�s: no nos rendimos, no
nos vendimos, no claudicamos.