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PAIS VASCO

22 de septiembre del 2003

Entrevista con Lorenzo Llona Olalde, ex-preso en Mexico
"Mi caso puede valer para intentar desenmascarar al Gobierno Español"


Gara
Ha estado casi cinco meses en una prisión en México D.F., los últimos 21 días en huelga de hambre después de que un juez dictaminara en favor de su extradición al Estado español. Finalmente, la Secretaría de Relaciones Exteriores denegó la demanda y ordenó su liberación al aceptar las pruebas irrefutables que avalaban su inocencia. «Que no respalde otras injusticias», exige ahora Llona al Gobierno de Vicente Fox.

Después de 23 años residiendo en México, Lorenzo Llona aún se emociona al recordar los atardeceres de Euskal Herria. Todavía en México D.F. pero con ansias de regresar a su hogar en Zacatecas y abrazar a sus hijos, relata en esta entrevista a GARA cómo han transcurrido los cinco meses encarcelado en el Reclusorio Sur de la capital azteca, los 21 días de ayuno y, finalmente, la noticia de su puesta en libertad. Para este ciudadano vasco nacionalizado mexicano, el apoyo de la sociedad de aquel país ha sido fundamental para que su inocencia se reconociera.

¿Cómo ha vivido este largo proceso de extradición y qué ha supuesto su caso en México?

En todo este proceso ha habido algo fundamental; el apoyo de la ciudadanía. Todavía estamos impresionados. Gente como Rosario Ibarra, que es una institución de los derechos humanos en México, o escritores de la talla de Carlos Montemayor han visto la injerencia del Gobierno español en el mexicano. Se han puesto sobre la mesa conceptos como que estamos regresando a la época de la conquista. Alguien muy influyente de México D.F.

me dijo recientemente: «Tú has dejado ya de luchar por tu pueblo y estás luchando por México». Lo dijo por esa arbitrariedad tan enorme que está cometiendo el Ejecutivo de Fox, influido por el español. En mi caso se han unido la problemática del pueblo vasco y la del mexicano. En estos momentos, estamos siendo testigos de cierto cambio. Ojalá sea parte de ese cambio la puesta en libertad de mis compañeros. Están viendo, también, que el juez Baltasar Garzón es una persona fuera de sí, que únicamente quiere notoriedad. Las acusaciones contra mí y el resto de mis compañeros son infundadas, puras artimañas.

Cuando fue puesto en libertad acudió al Reclusorio Norte, donde permanecen presos desde julio Asier Arronategi, Jon Artola, Félix García, Joseba Urkijo, Ernesto Alberdi y Axun Gorrotxategi. ¿Cuál fue su impresión?

Piensan que el comportamiento que ha tenido el Gobierno mexicano hacia mí puede sentar un precedente. El rechazo a la extradición ha sido una alegría para ellos. Aquí ya no quedan paisanos sin papeles, por lo tanto yo era la punta de lanza para la posible extradición de todos los que estamos aquí con papeles, después de vivir 20 años. No sabes a ciencia cierta cómo reaccionará el Gobierno, aunque la opinión pública está muy sensibilizada con el tema de las extradiciones. Estamos expectantes a lo que sucederá.

¿Cuál es la situación de los exiliados políticos vascos?

Cuando hace años comentaba con otros compañeros que parecía que iba a haber redadas, me contestaban que no tenía por qué temer: «tú eres mexicano y no irán a por ti». Ahorita están seleccionando más a las personas: me interesa éste por esto y aquel otro porque algo tiene. La situación en general es de angustia, porque algunos ciudadanos, incluso mexicanos, han sufrido amenazas por el mero hecho de ayudarnos. El Ejecutivo español emplea mucho el miedo. Nos enfrentamos a una tremenda inseguridad que hasta ahora ningún Gobierno mexicano había provocado, porque han venido respetando a quienes llevamos años residiendo aquí y tenemos la documentación en regla.

La primera demanda de extradición que el Ejecutivo español cursó contra mí fue en 1995, la segunda en 2002, y ésta ha sido la última. Los gobiernos de Salinas de Gortari y Zedillo no permitieron mi extradición. Pero eso demuestra que, al parecer, los españoles tienen las manos limpias para hacer lo que quieran aquí. Mucha gente no entiende que continúe la persecución política después de 23 años ni la prepotencia de mandar pruebas falsas para llevarme para allá. Antes de mi detención, ya sufrí amenazas de policías españoles, que me dijeron «Tú vas a pagar lo que debes, y debes mucho».

Para juzgar ésta u otra actuación están las leyes, pero que tengan que presentar pruebas falsas... Eso es lo que más coraje me está dando. Porque no se han equivocado, ya que ellos saben muy bien cuándo y con quién vine a México. Lo que han hecho conmigo puede valer para intentar desenmascarar al Gobierno español y desacreditarlo de cara a la sociedad mexicana.

¿Cómo reaccionó al conocer el dictamen del juez Ranulfo Castillo, que daba vía libre a la extradición pese a la existencia de esos documentos que acreditaban su presencia en México en junio de 1981?

A un juez no le cuesta nada ver las pruebas que se presentan. Después de que apareciera ese documento oficial que probaba mi inocencia, que fue como si se me apareciera la Virgen, el juez dijo que ese recibo se lo podían haber dado a cualquiera. Sin embargo, recibí el apoyo de la entonces directora de Inmigración, que habló por la radio y dio su palabra de que el recibo se me entregó a mí. Por tanto, que el juez dijera eso me dio mucho coraje. En ésas, empecé a pensar en futuro: «Si este hombre, cuya resolución no es importante sino una mera asesoría, adopta esta decisión, si no me muevo me van a lapidar». Fue entonces cuando inicié la huelga de hambre, cuando mi esposa y uno de mis tres hijos vinieron desde Zacatecas, y nos dijimos que íbamos a empezar a pelear. Fue cuando comenzó a moverse el tema y a recibir el apoyo de muchísima gente. Me es imposible pagar lo que han hecho por alguien a quien no cono- cían. Simplemente, han actuado ante una injusticia.

¿Qué tal ha llevado esos 21 días en huelga de hambre?

Lo llevas adelante por el coraje que tienes, por la retroalimentación moral que tienes. Luchas simplemente por eso. La atención fue muy buena. México D.F. está gobernado por el PRD, que es un partido de izquierdas, y también las prisiones. En ese sentido, se puede decir que caí de pie y tuve suerte. Al ser mi caso una cuestión política, me apoyaron como si fuesen mis hermanos: el director, el director general, los servicios jurídicos... El apoyo que me dieron, además de las atenciones sanitarias y demás, fue importante para hacer frente al día a día. Eso te da más ánimos para seguir adelante, al igual que observar el eco que tuvo lo que aconteció conmigo.

En alguno de esos 21 días o en alguno de los cinco meses en los que ha estado preso, ¿se imaginó que la Secretaría de Relaciones Exteriores pudiera dar un fallo de liberación?

Al principio, en absoluto. De hecho, todos mis compañeros me decían que Relaciones Exteriores iba a lavarse las manos y que iba a decir que fuese la Justicia la que se pronunciara. No obstante, todos me decían que tenía el 100% de posibilidades de quedar en libertad en el proceso que venía ahorita después de la solicitud de amparo, que iba a desarrollarse ya con pruebas en la mano, llevando testigos... Todos me decían lo mismo: «Con las pruebas con las que cuentas, con la trayectoria tuya aquí en México, seguro sales libre». Pero lo que no quería era que el proceso se alargara otros dos años hasta llegar a la Corte Suprema. Lo que sí apreciaba es que el apoyo popular iba a más con el paso de los días: se hizo un mitin ante el reclusorio, se recogieron firmas, diversas iniciativas... Ante esa situación, el Go- bierno reaccionó diciendo eso de «¿Por qué me meto en líos?». Eso sí, ya se lo dije una vez al señor presidente: «Oiga, lo que debe hacer es dirigirse a los españoles y decirles que presentaron una acusación falsa». Y con los otros compañeros, lo mismo. Que haya un compromiso entre los gobiernos de Aznar y Fox, vale... Pero admitir pruebas falsas y ser partícipe de una injusticia es muy grave.

En este momento, ¿qué mensaje haría llegar a Vicente Fox y a su Gobierno?

Que no se deje llevar por lo suntuoso que puede resultar una cena-gala en el Palacio de la Zarzuela, con el Rey, con éste y con aquel. Que actúe como lo que es: como el presidente de los mexicanos. Además, quisiera recordarle esa bonita trayectoria de apoyo que tuvo siempre México respecto a los refugiados. El día que me vine a México fue uno de los más felices, con el respaldo que me ofreció el entonces presidente López Portillo. Es verdad que los gobernantes de ahora son de derechas y que es más difícil que algo así ocurra. Pero, de todas formas, podrían seguir con esa trayectoria o, al menos, no apoyar las injusticias. Antes de que hagan otra acusación contra compañeros que están aquí, que primero reparen su en situación, en su trayectoria personal, en su vida... Es grave que después de 22 años residiendo en México se haya cometido una injusticia así conmigo, y que lo hagan también con otros.

Tras casi cinco meses preso, ¿cómo fueron las primeras horas en libertad?

Pues algo extraño. Tengo una sensación como de que esos cinco meses hubieran sido minutos. El cerebro tiene esa capacidad para ocultar y olvidarse de lo malo; algo de eso me ha pasado. A partir de ahora comienzo una nueva vida, y lo que se presenta por delante y la lucha que conllevará me llena más que lo que he dejado atrás. Lo que sí quiero es enviar un mensaje a mi pueblo, tan oprimido y perseguido que está ahorita. Sigo lo que acontece allá, leyendo GARA y por internet, y quiero enviar un saludo a esa gente que sigue luchando constantemente por la liberación. Que no se amedrenten y que sigan con ese orgullo de ser abertzales, de ser patriotas, desde chiquitos hasta que se muere uno. «La vida es joven y hay que darle», eso es lo que se decía cuando yo era joven. Esa vida se la puedes dedicar, a diario, a tu pueblo y a tu gente, de tal forma que cuando llegas a la cama puedas dormirte a gusto. Por muy dura que sea la represión, debe salir ese coraje que siempre hemos tenido, sin dejarnos amilanar por nada ni nadie.

Yo estoy con ellos, con todo mi pueblo, y espero que tan pronto sea posible pueda ir allá. Y es que esos atardeceres... [se emociona]. Estoy todos los putos días pensando para allá...