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PAIS VASCO

18 de julio del 2003

Riesgo nuclear sobre euskal herria
Alarma por la aparición de nuevas grietas en el reactor de la central de Garoña


Gara
La detección de nuevas grietas en varios tubos del reactor de la central nuclear de Garoña, en una inspección realizada por el Consejo de Seguridad Nuclear, ha disparado la alarma en las organizaciones ecologistas. A pesar de que los responsables de esta central propiedad de Nuclenor aseguraron que estas grietas no implican ningún peligro para la seguridad, las organizaciones ecologistas Greenpeace y Ecologistas en Acción afirmaron que esta instalación se encuentra en un proceso de deterioro irreversible y rechazaron soluciones que sólo supongan «parches» a esta situación.

El Consejo de Seguridad Nuclear español elaboró un informe sobre el estado de la central de Garoña el pasado mes de mayo, pero su contenido no ha trascendido hasta ahora. En este informe se recoge que en las dos últimas inspecciones se ha detectado un crecimiento en la profundidad de las grietas que hay en los tubos de penetración de la vasija del reactor.

El problema de las grietas en las instalaciones nucleares de Garoña se remonta a hace más de dos décadas, concretamente a 1982, once años después de que fuese puesta en funcionamiento.

Las grietas aparecieron concretamente en las denominadas penetraciones, que son unos tubos de acero por los que se deslizan las barras de control con una precisión milimétrica y sirven de freno a las reacciones de fisión nuclear del reactor.

Las soluciones dadas a este problema por los responsables de Nuclenor empresa propietaria de la central en la que Endesa e Iberdrola controlan cada una el 50% de las acciones han consistido en meros «parches», según expresión utilizada ayer por responsables de Greenpeace y Ecologistas en Acción.

La última solución para tratar de cerrar esas fisuras consistió en el sellado mecánico, y ha sido utilizada en 55 de los 97 tubos que existen en la vasija del reactor nuclear.

El Consejo de Seguridad Nuclear español mantiene que, gracias a este sellado mecánico, en los últimos años no ha habido fugas radiactivas en la central de Garoña.

Sin embargo, el informe cuyo contenido ha trascendido ahora llega a la conclusión de que, «en algunos casos», este sistema «no podría garantizar la integridad» de los citados tubos de acero, y por tanto su «capacidad operacional».

De esta forma, Nuclenor ha reconocido que el sellado mecánico «ya no es un remedio definitivo» para atajar la aparición de las grietas, y ha anunciado que habrá que esperar hasta el año 2005, fecha prevista para la próxima parada de la central, para aplicar un nuevo método denominado ''expansionado''.

Carlos Bravo, responsable de la campaña de energía nuclear de Greenpeace, añadió ayer algunos datos al informe del CSN que ha trascendido a la opinión pública. En concreto, Bravo dijo que las grietas afectan a las tres cuartas partes de los 97 tubos que forman parte de la vasija del reactor, y que este proceso se conoce técnicamente como «fenómeno de corrosión intergranular bajo tensión».

Tras constatar que el sellado mecánico aplicado en 55 grietas ya conocidas por los técnicos de la central de Garoña «no ha supuesto una solución al problema, por cuanto ha habido que reinstalarlos», este miembro de Greenpeace destacó que las nuevas grietas detectadas están alejadas de las que habían aparecido con anterioridad.

«Ello demuestra que el agrietamiento se expande y que la central está fuera de control, en un proceso de deterioro irreversible que obliga al cierre anticipado de la planta atómica», manifestó Carlos Bravo.

A su juicio, la aparición de las nuevas fisuras «desmonta» el argumento de Nuclenor sobre el supuesto control del agrietamiento y demuestra que las soluciones aportadas hasta ahora por la empresa propietaria son sólo «parches».

Para realizar estas manifestaciones tan contundentes, se basa en un informe realizado por el Consejo de Seguridad Nuclear a instancias de esta organización ecologista.

En similares términos se expresó Ladislao Martínez, responsable de energía de Ecologistas en Acción. En declaraciones a este periódico, calificó de «solución chapucera» tanto el sellado mecánico que se ha utilizado hasta ahora como el denominado ''expansionado'' que ha anunciado Nuclenor como nueva técnica para tratar de cerrar las grietas.

Ladislao Martínez también manifestó que es «una barbaridad» esperar a la próxima parada de recarga de la central nuclear, prevista para el año 2005, para aplicar la nueva «solución».

«Eso sería dar un trato de favor a los propietarios de la central nuclear. Nosotros planteamos el cierre de Garoña, pero en esta situación lo que habría que hacer, como mínimo, es parar de inmediato el funcionamiento de la central y hacer una inspección en profundidad de toda la planta», afirmó el responsable de energía de Ecologistas en Acción.

Los problemas de agrietamientos múltiples en Garoña se han repetido en varias ocasiones, y así ha sido reconocido incluso por el Gobierno español.

Como muestra, cabe recordar que en una respuesta parlamentaria a una pregunta formulada por IU en el Congreso de los Diputados, a finales de 1994, el Ejecutivo admitió que esta central nuclear tenía más grietas que las que había denunciado Greenpeace.

Según los datos aportados por el Gobierno, en aquella ocasión Garoña presentaba grietas en 66 de las 97 penetraciones de las barras de control, lo que suponía 24 más que las dadas a conocer por la citada organización ecologista.

En la respuesta parlamentaria se especificaba que 42 de los 66 manguitos agrietados habían sido reparados mediante la instalación de sellos mecánicos, pero en los 24 manguitos restantes no se realizó esta instalación. El espesor de las fisuras detectadas hasta ese año variaba entre un mínimo de 3,7 milímetros y un máximo de 16 milímetros.

En aquella ocasión el Gobierno español respondió que la solución del sellado no se consideraba definitiva.

Ocho años después el problema seguía sin solución, y Greenpeace anunció que centraría su campaña en conseguir el cierra de Garoña.

En opinión de esta organización ecologista, esta instalación nuclear «representa un peligro por su antigüedad, y las grietas que sufren diversas piezas de la vasija del reactor pueden provocar escapes de radiactividad».

La empresa anuncia otra técnica novedosa para intentar sellar las fisuras

Nada más trascender a la opinión pública estas anomalías, el responsable de comunicación de Garoña, Elías Fernández, anunció que ya «se está desarrollando una técnica nueva de expansión» para sellar las grietas detectadas en los manguitos de las penetraciones de las barras de control.

Esta técnica implica según explicó introducir una estructura por la camisa del tubo del reactor, hacerla expandirse y cerrar firmemente desde dentro los defectos detectados en 1982, y sobre los cuales Nuclenor y el CSN tienen aseguró «un conocimiento exhaustivo sobre sus causas, sus consecuencias y las soluciones existentes para mitigarlas».

Fernández añadió que el objetivo es «tenerlo todo preparado para que el Consejo de Seguridad Nuclear tenga licenciada esta solución y, si fuera necesario, se pudiera instalar en la próxima parada para recargar la central, prevista para el año 2005». «No tenemos mucha prisa, pero queremos cerrar cualquier eventualidad», añadió Antonio Cornadó, asesor de comunicación de Nuclenor.

Desde hace 20 años, cuando se detectaron estos defectos, la central ha investigado posibles soluciones y, provisionalmente, ha desarrollado unos «sellos mecánicos» que actualmente se aplican desde fuera en las zonas de grietas.

12 millones de euros

Para mejorar esta solución, Garoña cuenta con una línea de I+D, en la que anualmente se invierten aproximadamente 12 millones de euros y que ha llevado a desarrollar nuevas herramientas robotizadas de inspección, entre ellas la construcción de una maqueta a escala real del reactor. Los trabajos de investigación se realizaron conjuntamente con la empresa norteamericana General Electric y la japonesa Tepco para determinar las causas de la corrosión que afecta a los tubos de penetración de la vasija.

Según Nuclenor, en el sector nuclear existe «un consenso general» para considerar que la aparición de estas grietas «no está relacionado con la seguridad en la operación de las plantas», ya que los estudios realizados «demuestran que en ningún caso la presencia de estas anomalías pone en cuestión la integridad estructural de las penetraciones ni la capacidad de inserción de las barras de control».

Nuclenor afirmó también que mantiene «permanentemente informado» al CSN, quien conoce las líneas de trabajo que se están llevando a cabo y realiza «una continua labor de inspección y control, lo cual a juicio de la empresa «garantiza un funcionamiento seguro de la planta».

«En Nuclenor se viene trabajando en este tema de forma rigurosa con un calendario establecido desde hace años, profundizando en el conocimiento de los materiales, las causas de aparición de las anomalías y su evolución, así como la mejora de los métodos de inspección, con objeto de disponer de la mejor información y asegurar un adecuado control del fenómeno», aseguró.

Nuclenor precisó que en los últimos años se han llevado a cabo mejoras como el aporte de hidrógeno en el agua del reactor, la mejora de las técnicas de inspección y el desarrollo de alternativas de solución a las ya existentes para el conjunto de las penetraciones de las barras de control en la planta». Una instalación obsoleta con permiso hasta 2009 La central de Garoña se puso en funcionamiento en marzo de 1971, en plena dictadura franquista, y es sin duda la planta nuclear española que ha tenido más peticiones de cierre por parte de instituciones públicas debido a su carácter obsoleto. Muchas de estas peticiones, a las que habría que añadir las de organizaciones ecologistas, se han producido en Euskal Herria, ya que Garoña se encuentra a sólo 5 kilómetros de Araba y se ha convertido, tras la paralización de Lemoiz, en la principal amenaza nuclear para la población vasca. De hecho, en un radio de 100 kilómetros de esta planta atómica viven la mitad de los habitantes de Euskal Herria.

A pesar de los numerosos problemas detectados en Garoña, esta central cuenta con permiso de explotación hasta el año 2009. Sin embargo, cuando llegue esa fecha la empresa propietaria intentará conseguir un nuevo permiso por otros diez años, según anunció su director, Felipe Galán. Si así fuere, la amenaza persistiría hasta dentro de 16 años.