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País Vasco

19 de febrero del 2004

Negociación Colectiva en el País Vasco
Dignificar las condiciones laborales o acompañar el neoliberalismo

Angel Abalde Calparsoro
Rebelión

La negociación colectiva constituye uno de los principales instrumentos sindicales en su pugna por dignificar las condiciones laborales de la clase obrera, y arrebatar a la patronal parte de los beneficios que obtiene del trabajo de nuestra clase, así como para modificar el injusto reparto de la riqueza social.

No es extraño, de esa manera, que la negociación colectiva ocupe una parte importante del esfuerzo y las preocupaciones de los sindicatos, y que en torno a la misma se confronten los diferentes modelos sindicales que operan en nuestro país.

La coyuntura económica

La bonanza económica de los últimos años, nos ha traído consigo una reparación de los estragos producidos por la pasada crisis económica, en relación con el empleo o las condiciones salariales; ni ha supuesto una mejora en el reparto de los beneficios que están obteniendo los empresarios, ni en las condiciones sociales de las trabajadoras y trabajadores.

Mientras los beneficios de empresarios y banqueros están siendo espectaculares, los salarios han crecido por debajo de la carestía de vida. Incluso el SMI ha perdido poder adquisitivo, afectando negativamente a los sectores más desfavorecidos.

Las reducciones en materia de jornada han sido escasas. Y lo que es peor, las tasas de paro se mantienen altas (duplican la media europea), sobre todo por la incorporación de mujeres y jóvenes al mercado de trabajo; la eventualidad es cada vez mayor –en Euskal Herria solo el 7% de las contrataciones fueron fijas o indefinidas-; y la desregulación de la jornada y las condiciones de trabajo se deterioran día a día.

En estas condiciones, en las que se puede afirmar que la política neoliberal se ha reforzado y la patronal se encuentra envalentonada y dispuesta a persistir en la desregulación absoluta de las relaciones laborales, la manera de abordar la negociación colectiva retrata, mejor que nada, el modelo sindical de cada organización.

ESK, que viene actuando en alianza con ELA y LAB, consideramos que para poner freno a la patronal, y tratar de invertir la tendencia que nos están imponiendo, estamos obligados a generar el máximo posible de confrontación, alrededor de unos objetivos reivindicativos que permitan una nueva relación de fuerzas, que se orienten en la conversión del empleo precario y mal pagado en un empleo de calidad; que reparen la enorme injusticia que supone la discriminación de genero –en sus distintas dimensiones de contratación, salarios, etc-, que supere las desigualdades que dividen el mundo laboral entre las viejas y nuevas generaciones en detrimento de estas; y que, en definitiva, se proyecten hacia un reparto más equitativo de los beneficios del trabajo y hacia una sociedad más justa y solidaria.

Difícilmente puede hacerse esto, a través de una práctica de plegamiento a la filosofía neoliberal, como la que vienen practicando CCOO y UGT.

El ámbito de negociación y la solidaridad

Básicamente, la negociación colectiva se enfrenta, en lo relativo al ámbito, a dos posibilidades diferenciadas, aunque no contrapuestas. Nos referimos al ámbito sectorial (estatal, provincial,..), y al ámbito de las empresas.

Como en todas las cosas, los dos ámbitos que comentamos contienen ventajas e inconvenientes.

Sin lugar a dudas, el ámbito sectorial (estatal o provincial) permite que los acuerdos, caso de alcanzarse, sean de aplicación a todas las personas vinculadas al sector correspondiente, incluyendo los talleres o las pequeñas empresas en las que resulta difícil la actuación sindical. Lo que no deja de suponer un determinado nivel de solidaridad y de homologación de condiciones, que debe ser muy tenido en cuenta en la actuación sindical.

Ahora bien. Si es cierta esta bondad del ámbito sectorial, no lo es menos que, en ese ámbito, la relación de fuerzas y la capacidad para alcanzar, a través de la movilización, un buen acuerdo, tienen límites muy apreciables. Algo que también debe ser tenido en cuenta a la hora de establecer criterios y prioridades. Pues quizás sea bueno recordar que, si bien un acuerdo sectorial es de aplicación al conjunto, si ese acuerdo es UN MAL ACUERDO, su maldad también es extensible al conjunto. Y desde luego no modifica, ni elimina las lacras que con tanta insistencia denunciamos unos y otros, pero que para algunos se quedan en denuncias que no combaten, que aceptan o incluso favorecen. Como es el caso de CCOO y UGT, asumiendo acríticamente los postulados de la patronal en materia de flexibilización del mercado laboral.

Por el contrario, en efecto, los pactos de empresa –algo muy extendido en Euskal Herria-, conllevan unas diferentes condiciones entre aquellas empresas en las que existe capacidad sindical para arrancar mejoras, con aquellas en las que eso no es posible. Que suele coincidir, lamentablemente, con los sectores más precarios y las empresas más pequeñas.

Sin embargo, el ámbito de empresa tiene buenos argumentos a su favor. Es en ese ámbito, las empresas, en el que puede identificarse con más claridad, y por ello tratar de erradicar, los elementos más perniciosos de la situación actual. Nos referimos a la discriminación de género, a las desigualdades, a la precariedad –a través de la eventualidad, las subcontratas, las empresas de servicios, la externalización, etc..-. Y donde, de manera más o menos generalizada, la relación de fuerzas permite abordar la confrontación sindical con una cierta garantía de éxito.

Para ESK una buena combinación de los distintos ámbitos, resulta más sugerente y adecuado, que la defensa intransigente de un ámbito frente a otro.

La solidaridad, los contenidos y la confrontación

En los últimos tiempos estamos asistiendo a una curiosa coincidencia. La patronal, junto a CCOO y UGT, están acusando a ELA, LAB y ESK, de insolidaridad, por la negativa a firmar determinados convenios sectoriales, de buscar la confrontación de manera gratuita, y de supeditar lo sindical a lo político, a modo de frente nacionalista. Y apoyan esa crítica, en un supuesto criterios de estrategia política en la conformación de la alianza ELA, LAB, ESK, y en que un número importante de trabajadores y trabajadoras se han visto sin la renovación de sus convenios por nuestra negativa a suscribir los acuerdos que proponía la patronal y que CCOO y UGT aceptaban.

Nada más lejos de la realidad.

ESK, al igual que ELA y LAB estaríamos encantados que las alianzas sindicales, de cara a la negociación colectiva, alcanzaran a todos los sindicatos, incluidos CCOO y UGT.

La imposibilidad de esa alianza no proviene de las voluntades -¿por qué no se suman a nuestras propuestas?-, sino de los contenidos que cada cual defiende, y de la actitud práctica con que se afronta esa negociación.

Difícilmente puede modificarse aquello que denunciamos, si no estamos dispuestos a luchar por ello.

Aceptar la política neoliberal, y renunciar a la confrontación, como hacen CCOO y UGT, significa priorizar lo que llaman la "paz social", por mucho que ello conduzca a fomentar la degradación de las condiciones laborales y a perpetuar el injusto reparto de la riqueza social. Paradójica solidaridad la suya.

Aún así, en efecto, muchas trabajadoras y trabajadores ven como día a día se deterioran sus condiciones de trabajo, como disminuye su nivel de vida y como se precariza su situación laboral y social. Y resulta urgente y necesario hacer frente a esa situación.

Eso no será posible renunciando a la lucha, dando el visto bueno a las pretensiones patronales y, mucho menos, jugando el papel de arietes de los empresarios, a base de acuerdos firmados en minoría frente a la mayoría sindical y frente a las demandas de la gente trabajadora.

Menos aún, exigiendo, como lo están haciendo CCOO y UGT, que la gente se vea obligada a suscribir de forma individual, para que les sean aplicados, los "pactos de eficacia limitada" que han firmado estos sindicatos. Algo que ni siquiera la patronal se había atrevido a exigir hasta este momento.

Solidaridad es una palabra, una concepción tan importante, que no debe jugarse con ella. Solidaridad no es extender de forma igualitaria la discriminación, la miseria o la precariedad. Solidaridad es trabajar por una sociedad mejor, más justa y más equitativa.

Esa es, al menos, la aspiración de ESK.

* Angel Abalde Calparsoro es Miembro de la Comisión Nacional de ESK