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Tecnología


27 de agosto del 2003

Nuevo tipo de guerra: La batalla informática

Lisandro Otero
Rebelión
En este instante se está desarrollando una batalla silenciosa que no produce estruendo, ni humo, ni cadáveres pero que resulta tan dañina para la civilización como las contiendas que se libran con pólvora y cohetes teledirigidos: la batalla informática.

Tras la era del papel impreso, de las radiocomunicaciones y de la transmisión de imágenes, entramos en el tiempo de la comunicación cibernética. El lenguaje de las computadoras, y su complejo entrelazamiento mundial en internet, han dado lugar a una aceleración insólita de la difusión de ideas y los vínculos interinstitucionales. Como todas las grandes virtudes estas traen aparejados grandes vicios y en la era informática ha surgido la plaga de los virus.

En este instante una nueva forma de morbilidad ha atacado el orbe de las computadoras: un flamante virus denominado SoBigF que ha contaminado millones de máquinas en todo el mundo. En un solo día uno de cada diecisiete correos electrónicos enviados en todo el mundo era portador de SoBigF. El diario The New York Times fue agredido y se vio forzado a cerrar todas sus terminales para poder eliminar la ponzoña. Una semana antes el virus Welchia obligó a la compañía de aviación Air Canada a cerrar sus operaciones y forzó la salida del aire de las tres cuartas partes de las computadoras de la Marina de Estados Unidos. En un lapso anterior el Blaster también había causado similares estragos.

En este instante existen 77 mil virus y la epidemia ha dado lugar una industria antivirus evaluada en un billón de dólares, según las cifras ofrecidas por la revista Time de la semana pasada. Los creadores de la peste informática tantean las debilidades del sistema Windows, que es utilizado por el 95% de las computadoras en todo el mundo, y cada semana descubren setenta nuevos ángulos de ataque.

El problema es que los flagelos tecnológicos ponen en crisis el advenimiento de un nuevo orden. La comunicación informática ha generado una revolución mediante la cual se han cambiado los modos de producción y los sistemas de valores. El entramado de colaboración por redes permite que se realice más trabajo en menos tiempo, reduce las distancias geográficas, exige mayor preparación, amplia la capacidad de intervención de cada individuo en los asuntos humanos y acorta los tiempos de reacción. Es por ello que algunos analistas llaman a esta nueva situación la "sociedad de la urgencia". Hoy en día un ejecutivo medio de una empresa recibe un promedio de ochenta mensajes diarios y debe dedicar al menos media hora -- si no más--, a informarse. El resto del tiempo lo empleará en tomar decisiones y ejecutarlas. Ya no basta con conocer un oficio, quienes no dominen la comunicación instantánea a distancia serán los nuevos analfabetos, los marginales del futuro.

A este nuevo orbe de la comunicación informática se le ha llamado la sociedad post industrial, donde el conocimiento es fundamental. El ascenso de nuevas élites se deberá exclusivamente a su supeditación a las modernas exigencias de la informática. También incrementará la deshumanización al sustituir los contactos personales por la relación entre pantallas. Las reuniones de ejecutivos tienden a desaparecer porque, como la califican los empresarios actualizados, son "cronófagas".

La nueva guerra de cohetes inteligentes que se ha desarrollado hoy ha sido posible porque Robert McNamara informatizó el Pentágono cuando estuvo al frente de ese ministerio en la década de los sesenta. Algunos como el sociólogo Alvin Toffler llegan a dudosas conclusiones pronosticando que en los tiempos por venir ya no habrá ricos ni pobres sino informados y desinformados. Por esa vía se está llegando a conclusiones reaccionarias que eliminan las posibilidad de la lucha de contrarios para acelerar el progreso humanos. Según Armand Mattelart los doctrinarios afines a las oligarquías en el poder aspirar a alcanzar el "final de la edad de la ideología, el final de la política, el final de las clases y sus luchas, pero también el final de los intelectuales contestatarios y el final del compromiso. Todos esos eclipses son de actualidad. Se postula que el 'análisis sociológico' está barriendo con los prejuicios de la "ideología" y testimonia la nueva legitimidad de la figura del "intelectual liberal occidental".

La plaga de los virus informáticos es una grave amenaza que desafía la instalación de una nueva era. En el mundo que se está formando hoy, y va a imperar mañana, saber es poder.

gotli2002@yahoo.com