VOLVER A LA PAGINA  PRINCIPAL
Medios y Tecnología

5 de abril de 2004

Una información del diario El Mundo sobre el ataque de la resistencia en Faluya
Verdad y Mentira

Miguel Martín Ayllón
Cádiz Rebelde

"Atacan, queman, linchan, descuartizan y cuelgan a 4 americanos en Faluya" (El Mundo, 1/4/04). En la foto de portada, un cuerpo calcinado cuelga de una estructura metálica, las manos de los niños dicen victoria y muestran un corán abierto. No hay que ser ningún genio de la deducción ni la disección, para saber todo lo que sugiere. Lo leo y veo automáticamente la escena, no necesito esperar al contenido de la noticia, ni ver el próximo telediario para tener imágenes. Está todo en mí cabeza. La turbamulta en un ataque de rabia haciendo trizas a los contratistas americanos. La gente apedreando un coche en marcha, rociando con gasolina los cuerpos, pisando cabezas, mutilando brazos y piernas. Me lo creo, en realidad me sorprende tan poco como un soldado haciendo puntería con su fusil de Nintendo, tan verosimil como un torturador de Guantánamo o Intxaurrondo que mientras suda calcula la resistencia y la informaci 'f3n posibles de su detenido según el tiempo que le da la Ley Antiterrorista, como un hombre atropellando repetidas veces a 'su amada' hasta rematarla. No están libres los pobres y los oprimidos de llegar a lo peor, la diferencia es que no tienen propagandistas ni coartada. Me lo creo como me creo cualquiera de las barbaridades para las que la humanidad se ha capacitado con instrumentos o con sus propias manos. Me lo he creído a pesar de no creer al medio ni la fuente que me proporciona la información.

Pero digamos que tengo fe en la honestidad del periódico que compro cada día, que pienso que sus reporteros, sus redactores, su director y sus columnistas, hacen un esfuerzo sincero y cotidiano para ofrecerme un relato de lo que ocurre lo más ajustado posible a la realidad. Y no hablo de exactitud ni objetividad, que es lo que me tratan de vender y ante lo que yo he de sonreir y seguir leyendo. La velocidad-mercancía del periodismo contemporáneo está en abierta oposición con la exactitud, y la tendenciosidad no es solo normal sino hasta cierto límite imprescindible. Pongamos también, que mi vida va tan rápido como la vida de las noticias, que no puedo sonreir y seguir leyendo, y me quedo con una frase tan gráfica y con una foto que dice mas que mil palabras. Ese titular repetirá unas pocas decenas de veces la misma secuencia en mi cabeza, y luego pasará a sentarse en cualquier lugar de la memoria. Con su significado y sus significantes,! con sus palabras y con mi imaginario, y sobre todo, con ese halo de exactitud y objetividad con que se vende la noticia-producto, o por lo menos y sobre todo, con la consistencia que le atribuyo a los nombres sin rostro que la elaboran.

"Cuando los GMC se cruzaban en la calle cada uno en un sentido, un grupo de atacantes disparó varias granadas y abrió fuego con sus armas automáticas. Los coches quedaron envueltos en llamas y sus ocupantes atrapados en su interior. Los atacantes se dieron a la fuga, pero, por primera vez, los ciudadanos de Faluya decidieron coger el testigo de los insurgentes y ensañarse con los restos (el subrayado es mío) de los contratistas, empleando una violencia inusitada".

Cuatro palabras refutan todo el resto de la información, los titulares y los resaltados. ¿Una errata? ¿un error? ¿un desliz?. Cuatro palabras refutan todo el resto de la información, y puede que una errata, un error o un desliz sean lo más honesto de un reportaje. Que fracaso y que extraño para Mónica G. Prieto o cualquiera de sus jefes, que una errata, un error o un desliz de cuatro palabras, sean la única verdad que se desliza en toda una noticia.

Cuatro palabras indican el papel accesorio y anecdótico de los civiles de Faluya. Lo esencial de la noticia es un nuevo ataque de la resistencia contra los intereses privados implicados en la guerra de invasión, pero esto no seria nada reseñable. A estas alturas, cuando las acciones de la resistencia iraquí son diarias, y muchas de ellas mucho mas cruentas que esta, este caso no seria mas que carne de breves. Hay que tergiversarla para que adquiera notoriedad, conseguir que el hombre muerda al perro. Se obvia el contexto que le corresponde: la capacidad de acción y ubicuidad de la resistencia, y la incapacidad de los ejércitos del Imperio para estar y responder a todos los puntos de riesgo. Y se manipula el peso de los actores: se ningunea de facto a la resistencia para sobredimensionar y criminalizar el papel de la población civil de Faluya, que no ha demostrado sino la impotencia de los que solo tienen poder para zarandear los cuerpos de hombres muert! os.

¿Como se le llama a esta relación entre contenido y titular en las facultades de Ciencias de la Información?. O en el libro de estilo de El Mundo, o en el código deontológico de Pedro J. Ramirez. ¿Objetividad?. ¿Exáctitud?. Si alguien después de aquellos 4 días de marzo pensó que PRISA miente menos, al día siguiente El País nos recuerda que el ejército no se atreve a entrar a Faluya tras el linchamiento de cuatro civiles ayer. Ahí, seguramente, la verdad también está oculta en un error, una errata, un desliz.

Pero aunque a la hora de enfrentarse a cualquier lectura y escritura el primer acto de la mas mínima honestidad intelectual es buscar la verdad o un trozo de ella, los conceptos de verdad o mentira aquí se vuelven superficiales. No nos hubieran aportado nada nuevo. La resistencia hubiera seguido haciendo estragos y la población civil seguiría tan impotente a los estragos de los invasores, igual si nosotros sabemos la verdad como si no. Lo que importa es que hay un sujeto en el centro del huracán que no se puede permitir decir la verdad, toda la verdad o parte de la verdad, que no se puede permitir mentir con buena o mala intención, que ni por honda sinceridad o por necesidad estratégica puede ser fiel o infiel a los hechos. ¿Puede acaso ser morales o inmorales un torturado, un desnudo, un hambriento?. Esa diferencia es lo fundamental. La pulcritud de un poder que puede matar en Iraq o torturar en Guantánamo con la frialdad de Dios, con los mas a! ltos argumentos de por medío, y la sucia obscenidad de unos desposeidos que igual cuando matan que cuando no matan, que igual que cuando dicen que matan pero no matan, como cuando dicen que matan y matan, lo hacen todo sucio y asqueroso, injustificable, primitivo, animal, aniquilable.

"Atacan, queman, linchan, descuartizan y cuelgan"-"Atacan, queman, linchan, descuartizan y cuelgan"-"Atacan, queman, linchan, descuartizan y cuelgan".

Este acto, ocurrió centenares de veces y de otras maneras sigue ocurriendo, pero para nosotros no ha pasado nunca. Con menos abyección, mayor rapidez, menor espectacularidad, en una milésima de segundo, sin una gota de sangre entre las manos, sin el mas mínimo gesto de histrionismo, lo hace un aviador de la US Army moviendo el pulgar. En ninguno de los dos casos esta escena es edificante. Ni siquiera aquella tan parecida en la que los protagonistas son el pueblo italiano y Benito Mussolinni. Hay una diferencia entre Johny, su pulgar y su bombardero, y la gente de Faluya que agitan los cadáveres arrebatados de un GMC. El poder y la tecnología. La misma distancia geométrica que hay entre el cielo y el suelo, la misma diferencia material que hay entre mover un pulgar o coger con las manos, entre ver y tocar la muerte de los vivos hace unos minutos y recibir un simple OK en la pantalla que señalará el objetivo siguiente. La diferencia entre la optimiza! ción del tiempo y la muerte que hace un buen soldado, un profesional, y la desmesura de la gente de Faluya ensañándose con unos cadáveres en la calle. El poder y la tecnología. Esa diferencia está mas allá de la verdad y la mentira, porque la pelea por lo cierto solo es posible entre sujetos igualdad de condiciones. Y si a nosotros todavía nos preocupa mas el hecho de que nos mientan que el de que unos cuantos controlen el poder político, económico y tecnológico, es porque aún no hemos visto toda la verdad de lo que está pasando.