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Medios y Tecnología

'La Jiribilla' entrevista a Jose Daniel Fierro, miembro de Rebelion.org

"La información no es una mercancía, no puede ser comprada y vendida"

Adel Ibarra
La Jiribilla

Con un extenso y dinámico programa concluyó en La Habana el IV Encuentro Mundial de Corresponsales de Guerra. La experiencia de los visitantes fue relatada sin omitir detalles en el Centro Internacional de prensa de la capital. Se reflexionó sobre asuntos tan medulares como la situación de la prensa norteamericana después del 11 de septiembre o la construcción de la opinión pública para la guerra en Iraq así como la relación entre las redes alternativas y la guerra, los EE.UU. y las acciones encubiertas en la sociedad civil.
Entre documentales, anécdotas, y un café apurado, entramos en una charla con José Daniel Fierro, asistente al encuentro y periodista del sitio web alternativo Rebelión, quien nos relató sus experiencias en ese intento por hacer cada día una labor más transparente como periodista.
Fierro participó en una brigada de paz en Bagdad, donde pudo percibir en alguna medida la realidad iraquí. Este hombre de verdad en mano concedió una entrevista exclusiva para La Jiribilla.
¿Podría hablarnos sobre su experiencia como corresponsal en Iraq?
No fuimos precisamente como periodistas, estuvimos allí como parte de una brigada de paz, del Comité de Solidaridad con la Causa Árabe, y dentro de la dinámica de trabajo de la brigada, también fuimos sensibles al papel de la prensa. Nos entrevistamos con gente, intercambiamos opiniones y pudimos apreciar cuál era la situación que se estaba viviendo en Iraq. Luego, lo reflejamos en el trabajo del periódico, de Rebelión. Santiago Alba que venía con nosotros hizo aportaciones muy importantes con artículos y trabajos de todo tipo; incluso, el guión de un documental (Bagdad rap 2003) que rodó la brigada y se está presentando por varios festivales en todo el mundo. Ese guión fue escrito por Santiago Alba y es muy bueno.
En general, los medios de comunicación del poder que se encontraban en Iraq daban la sensación —según lo percibimos todos— de que en realidad solo cumplían órdenes de las oficinas centrales. Informaban de lo que se les pedía y no hacían ningún otro tipo de trabajo, ni de búsqueda de otra realidad. Anduvimos por las calles de Bagdad hasta unas horas antes de que comenzaran los bombardeos, no encontramos en ningún momento prensa que, como nosotros, se acercara a la gente y les preguntara qué percepción tenían, qué sentían o cómo interpretaban las amenazas del Trío de las Azores.
Los periodistas estaban fundamentalmente en los hoteles y en el Centro Internacional de Prensa, que era donde se recibían los despachos de las grandes agencias, del alto mando estadounidense, y no les interesaba para nada lo que realmente ocurría. De otra manera no se entiende que a nuestra vuelta, cuando participábamos de charlas o reuniones para explicar lo que ocurría, todo el mundo, concienciados o no, de izquierda o no, hacía preguntas que eran muy evidentes, pero no aparecían en los medios de comunicación, ni en la televisión. Les interesaba saber si realmente la gente apoyaba a Saddam, si era tan malo o no, qué opinaba el pueblo sobre la guerra o el futuro que les esperaba.
Cosas que eran realmente importantes, porque a pesar de que a Saddam no le apoyaba todo el mundo, sí había quien estaba a su favor abiertamente. Pero lo que sí todos percibían allí era que se enfrentaban a una invasión. Tenían muy claro, los días antes de que comenzara la guerra, que lo que EE.UU. quería era el petróleo y la excusa de ir por Saddam Hussein era la coartada para una invasión, para la cual, de alguna manera, ellos se preparaban.
La resistencia que ahora se está dando en Iraq fue algo que nosotros vimos claro antes del inicio de la guerra. No había capacidad de respuesta militar porque realmente no existía un ejército ni armado, ni preparado para enfrentarse al norteamericano; pero sí existía la resistencia y la necesidad de decir "cuando estén aquí, pues ya veremos si les echamos", porque —y así nos lo decían— "aunque tardamos muchos años en echar a los británicos, al final lo conseguimos. Con los EE.UU. haremos igual, aunque tardemos muchos años, al final conseguiremos echarles". Y bueno, otros pequeños comentarios que nos hacía la gente que te muestran la realidad social, al menos de la capital.
Hubo parte de la brigada que permaneció durante toda la guerra; realizaron un informe en el que documentaron cómo sistemáticamente se bombardeaba, se dirigían a barrios populares y se alternaban unos con otros, para minar la capacidad de resistencia de la población con el único objetivo de que se rindieran cuanto antes; y cómo, además, por el tipo de muertes y heridas que se constataban en los hospitales, se veía claramente que estaban utilizando también armamento ilegal bajo las leyes internacionales.
Además se verificó que los bombardeos no iban dirigidos —como se pretendía hacer ver por todos los medios de comunicación del poder— contra instalaciones militares ni públicas, sino fundamentalmente contra la población civil. Cuando ese informe se presentó en España, ningún medio de comunicación —de los poderosos— se hizo eco de él. No hubo ninguna referencia al mismo, lo cual dice bastante sobre la labor realizada, de manera independiente y únicamente —digamos— militante, no interesaba para nada a las grandes cadenas que esa realidad se conociera. Lo que les importaba fundamentalmente, cuando había bombardeos, era la parte más morbosa, la cantidad de víctimas, pero más como un espectáculo. Cada caso sangriento representaba una forma de vender, de vender más. Cuando estuvimos en Iraq se veía que había cierto recelo entre las cadenas por ver quién ofrecía más información, hasta el punto de inventar las noticias. Un ejemplo, el diario El Mundo dos días antes de la invasión anunció que Naciones Unidas ya había retirado todo su personal cuando no era cierto.
La guerra es un poco el estado final de lo que el capitalismo hace cotidianamente en unos sitios en forma de bombas y en otros en forma de consumo. Es una forma de ir destruyendo al planeta, a los países y a las personas que, por desgracia, son los más débiles y les toca, por ello, de una forma más sangrienta. Pero guerra y consumo, guerra y sociedad de consumo son las dos caras de la misma moneda. El papel que desarrollan los medios de propaganda, los medios del poder, en las sociedades de consumo, es el mismo que durante una guerra en un país determinado.
¿Qué ha significado este encuentro para un representante de un medio tan importante dentro de las redes alternativas como lo es Rebelión?
Yo diría que titularlo —por esto último que he dicho— como IV Encuentro de Corresponsales de Guerra, de alguna manera está limitando, a un espacio que se supone es la guerra, los conflictos violentos, una labor que es cotidiana. Yo no haría esa distinción, no distinguiría entre guerra y trabajo cotidiano. Creo que en un caso y en otro, los periodistas son estos, de medios, de algunos poquitos que honrosamente se salvan dentro de lo que podríamos llamar medios comerciales y dentro de medios alternativos. La labor de ambos debería estar sujeta a los mismos criterios de honestidad y veracidad.
El desarrollo del encuentro me ha parecido interesante sobre todo porque permite —y más en un país como Cuba—, conocer a compañeros de otros medios y otras nacionalidades. Esto no quita que también hayan existido intervenciones de periodistas demasiado complacientes con la labor que en general se hace en los grandes medios. Yo siempre trato de ser crítico con el trabajo. Para muchos periodistas de medios poderosos esta crítica, esta autocrítica no existe. Estar en Cuba y ver que sí hay otros colegas que buscan realmente otro modelo a nivel mundial, otro modelo de comunicación, otro orden social, siempre es muy gratificante. El encuentro permite hacer muchos contactos y conocer a personas que de otra manera sería muy difícil o imposible. En ese sentido ha sido una oportunidad muy importante y creo que abre puertas a la colaboración para seguir creciendo, por lo menos dentro de medios alternativos que ha sido lo que más a mí me ha interesado buscar.
Quizás sería interesante planear un encuentro similar de medios alternativos que realmente tengan como objetivo otros parámetros como el intercambio de información entre iguales, gente que no considere que la información pueda ser comprada ni vendida. La información no es una mercancía. Lograr un intercambio no solo de informaciones y experiencias, sino de trabajo a otros muchos niveles, pues el establecer redes entre movimientos, entre radios comunitarias o cualquier otro tipo de medios de comunicación locales —no tienen que ser necesariamente digitales— nos permita seguir creciendo, porque ahora, al fin y al cabo, todavía estamos en una etapa incipiente; tenemos que hacer más, y hacer más daño al sistema.
¿Cuál puede ser desde su punto de vista, como periodista de un medio alternativo, el camino a seguir de la izquierda mundial, de los excluidos?
No tengo una idea muy formada de cuál debe ser el camino de la izquierda a nivel global, trabajo más desde el campo de la información porque lo conozco mejor y me siento más a gusto. Nuestro trabajo, —incluyo a mis compañeros de Rebelión— va encaminado a ser una herramienta para el movimiento social, anticapitalista, y a la lucha por una verdadera democracia y una justicia social a nivel mundial. Intuyo que cada vez más y mejor, los pueblos se van organizando, se van autoorganizando y en general los partidos tradicionales —al menos por lo que conozco de las democracias burguesas, de las democracias formales—, han caído en el descrédito, porque forman parte cada vez más del sistema y dependen de él en cuanto a subvenciones, aceptan y acatan las reglas del juego que impone el capitalismo. Sí es cierto que hay una autoorganización interesante y fecunda, cada vez más se da la interrelación entre unos pueblos y otros, entre unas experiencias y otras, que de igual manera mi estancia en Cuba habría que verla ahí.
Cuba es un ejemplo de cómo es posible que medios sin recursos sean un referente. Esa interrelación que siempre es positiva para todo es el camino a seguir. Para mí, Latinoamérica siempre es un referente importante donde fijo la vista. Contrario a lo que aprecio en la izquierda europea, fundamentalmente institucional, muy metida dentro del sistema y sin capacidad de respuesta para las interrogantes que ahora mismo se están generando a nivel global.
Su condición de extranjero en este momento lo dota de una capacidad para valorar desde fuera nuestro momento actual, ¿podría Daniel Fierro explicarme la imagen que se lleva sobre nuestro país?
Mi primera visita a Cuba fue hace once años, justo en el momento más duro del Período Especial. Actualmente he visto un cambio para mejor. De este viaje me llevo una impresión positiva, me he movido, lo he intentado y creo que lo he conseguido, entre la gente, viajando en guagua y en botero y en general se hacen críticas que a mi juicio siempre son positivas. De ellas se puede encontrar una solución para seguir mejorando. Hay un potencial enorme para continuar avanzando, para corregir lo que los cubanos crean que está mal y, en cualquier caso, para tener una perspectiva que por desgracia en gran parte del mundo no existe. No existe en los países del Tercer Mundo donde la situación es cada vez peor y más desesperada; y tampoco en los países desarrollados donde precisamente tiene su centro de poder el capitalismo y donde más va a costar que el pueblo o los pueblos tomen la iniciativa.
En Occidente y en todo el mundo capitalista la economía es deshumanizada, nadie sabe quién la dirige, es la que impone la cotidianidad. La política al final queda como un reducto para temas más anecdóticos, como el que se puedan casar los homosexuales o que la asignatura de Religión —como ocurre en España— pueda ser o no, evaluable. En cualquier caso se obvia lo importante, que es quién decide las cosas en los países. Desde la Revolución francesa parecía que el objetivo de la democracia era ese, y se entendía por un estado de derecho aquel en el cual la política fuera la que decidiera, la que marcara el camino de un país.
En Cuba, lo positivo es que la política, hecha por hombres y mujeres, así como su economía, están al servicio del pueblo.