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Medios y Tecnología


 

Polarizacion y desigualdad en prensa

Ana Santucho, Daniel Rodríguez
Adriana Iacono y Glenn Postolski
ANC-UTPBA

La economía de la década neoliberal de los '90 evidenció un proceso de fuerte concentración del ingreso y deterioro de las condiciones de vida de las mayorías sociales. Como parte de las reformas estructurales implementadas, la privatización de empresas públicas consistió en una importante transferencia de activos hacia el capital concentrado. A mediados de la década, y como consecuencia de la política económica llevadas a cabo, se produjo un fuerte aumento de la desocupación, subocupación y precarización de las condiciones laborales, profundizando el deterioro del salario.
Escenarios, todos, en que los trabajadores de prensa y su organización, la UTPBA, opusieron resistencia y libraron luchas que impidieron, muchas veces, resultados peores en el marco del debilitamiento de las fuerzas progresistas organizadas.
Como ya referimos en trabajos anteriores, favorecidos por un sistema político asociado a sus intereses, los sectores dominantes se apropiaron de una gran parte del patrimonio público, así como de una considerable porción del ingreso de los trabajadores. Las empresas obtuvieron elevadas tasas de rentabilidad, parte de cuyo capital resultante más tarde fue fugado al exterior.
Unos de los primeros bienes públicos en ser privatizados, fueron los canales de televisión. La conformación de los primeros multimedios, a principios de los '90, fue el comienzo del proceso de concentración que aún continúa bajo la forma de poderosos grupos económicos.
Promediando la década, luego de la 'habilitación' legal, los capitales extranjeros se sumaron a la disputa por el control de las comunicaciones. Los cambios normativos producidos durante los '90 favorecieron claramente los intereses empresarios, privilegiando la maximización de la renta por sobre los derechos comunicacionales.
Es fundamental destacar que el proceso de concentración económica se vincula estrechamente con el deterioro de las condiciones en que se encuentran los trabajadores. Es decir que parte de las altas ganancias empresarias es obtenida a costa del deterioro del ingreso y las condiciones laborales.
El crecimiento explosivo del empleo inestable se reflejó también en el gremio de prensa. Una franja cada vez más amplia, conformada por trabajadores precarizados, creció de la mano de las medidas neoliberales de los '90. La figura del colaborador pasó a ser el modo de 'contrato' preferido por las empresas, que desplazaron a los trabajadores de las redacciones y les transfirieron la responsabilidad impositiva. Dentro de esta modalidad se encuentra la diferencia entre aquellos que son colaboradores permanentes (pero que no gozan de un vínculo laboral) y los 'freelance' que establecen relaciones con distintos medios. Los que conservan sus puestos de trabajo en relación de dependencia vienen padeciendo el aumento de la jornada laboral, la pérdida de francos, el pluriempleo y el deterioro permanente del salario, entre otros maltratos.
También hay que señalar otros factores que se desprenden de esta situación. Por un lado, el subempleo y por otro, el sobreempleo. Por último, se encuentran aquellos que ni siquiera se hallan comprendidos dentro de las empresas, como es el caso de los pasantes. En este marco, durante los últimos años, 'un tercio de los trabajadores de prensa perdieron su empleo o su estabilidad laboral'.

Después del estallido

La profunda crisis económica, política y social de comienzos de la nueva década repercutió fuertemente en todos los ámbitos de la sociedad, produciendo graves consecuencias sobre las mayorías sociales. Por citar sólo un dato representativo, la población que se encuentra por debajo de la línea de pobreza pasó de un tercio en 2001 a más de la mitad en 2002. Ya en los años anteriores, la recesión de la actividad económica se expresaba también en la caída en las ventas de diarios y revistas, así como en los abonados de televisión por cable.
Esta tendencia se profundizó a partir de 2000. El total de lectores de diarios muestra una tendencia decreciente entre 2000 y 2002 que va del 30% al 24% respectivamente; en el caso de las revistas semanales, se observa una reducción de los lectores del 18% en el mismo período; la penetración del cable en los hogares también mostró una tendencia a la baja a partir del año 2000, cuando se situaba en el 58% hasta el año 2002 que llega al 55%. Debido a la regresividad de la distribución del ingreso, la caída del consumo de bienes culturales es relativamente mayor en los sectores de bajos ingresos, aumentando así su concentración en los sectores de mayores recursos.
La Argentina post-convertibilidad generó un escenario donde los actores dominantes del sector de medios debieron practicar una estrategia defensiva en búsqueda de la preservación de su patrimonio. Para muchos, la devaluación implicó una importante licuación de sus pasivos y, a la vez, debilitó a quienes se encontraban endeudados fuertemente en divisas extranjeras. Ante esta situación, los dueños de los medios adoptaron una serie de herramientas para transferir parte de su crisis a otros sectores. Se pasó de la apología del liberalismo a la presión lisa y llana por subsidios del Estado, y así se impuso la sanción de la llamada ley de las 'Industrias Culturales'. El argumento central con el cual se aprobó esa ley fue el de resguardar la propiedad nacional de los medios para salvar a las empresas del sector de ser absorbidas por el capital extranjero.
La adopción de diferentes instrumentos jurídicos para diferir sus responsabilidades formó parte de las estrategias empresarias. Todos los grupos han optado por diferentes formas para negociar con sus acreedores. Estas incluyen desde el pedido de concurso preventivo y la solicitud del Procedimiento Preventivo de Crisis hasta los acuerdos preventivos extrajudiciales homologados.
Otra estrategia 'para salir de la crisis' también pretendió, en el caso de prensa, avanzar por sobre la conquista histórica del Estatuto del Periodista (Ley 12.908). Así, las empresas utilizaron distintas maniobras que incluyeron desde la inscripción de trabajadores de prensa bajo otros tipos de convenios (más favorables a sus intereses) hasta el lobby sobre los legisladores y el Poder Ejecutivo para derogarlo. La movilización y oposición de los trabajadores y su organización, la UTPBA, impidió estas intenciones.
Ahora, bajo la excusa de la 'apremiante' situación económica que transitan los medios de comunicación, tratan de negociar partes del mismo, atacando -así lo han hecho en un documento entregado al gobierno y sobre el que vuelven reiteradamente- la figura del colaborador, reconociendo la irregularidad de su situación, admitiendo -de manera indirecta- la evasión de aportes en ese sentido, pero dando vuelta la carga de la responsabilidad, buscan 'blanquear' ese estado de cosas, negociando con el Estado el pago de una parte de la deuda a cambio de una nueva condición que transforme definitivamente al colaborador en un prestador.

Las reglas del juego

Son los grandes grupos quienes definen la lógica dominante dentro de la cual se van a desarrollar las estrategias de supervivencia y recuperación del sector, a partir principalmente de su capacidad de negociación con el Estado. Diversos temas forman parte de ese acercamiento: el vencimiento de las licencias, el reparto de la publicidad oficial y la negociación de las abultadas deudas impositivas.
El año 2003 significó para las empresas, merced a los índices de recuperación de la economía en general, un pasaje de una etapa defensiva a otra donde el objetivo fue retomar los márgenes de rentabilidad previos a la recesión.
El mercado publicitario comenzó a recuperarse, aunque ello no significó lo mismo para todos. La concentración en grandes grupos sesga también el reparto de la torta publicitaria. Las tendencias oligopólicas presentes en la industria cultural implican que cada segmento se encuentra dominado por las empresas con mayor presencia, que a su vez corresponden a los grupos más poderosos. Por ejemplo, en el segmento correspondiente a la televisión de aire de la Capital Federal que concentró casi el 50% del ingreso publicitario durante 2003, se distribuyó principalmente entre los dos grandes competidores, ambos pertenecientes a su vez a dos de los grupos más concentrados (Canal 13/Grupo Clarín, Telefe/Grupo Telefónica).
El aumento de la inversión publicitaria implicó una tendencia positiva del sector. Del piso de 1.695 millones de pesos en el año 2002, se pasó a un total de 6.467 millones de pesos en el año siguiente, mostrando una importante recuperación4. Aunque los índices de venta (tanto de diarios, como de revistas o abonados al cable) no han mejorado, la tendencia a la caída parece revertirse. El precio de tapa de los medios gráficos sufrieron un aumento promedio del 27%, que estuvo muy por debajo del aumento de casi un 75% de la canasta alimentaria. De esta forma, varias empresas han comenzado a mostrar signos de reinversión y expansión: la editorial Perfil abrió varias publicaciones, Cimeco (perteneciente a Clarín y La Nación) lanzó el nuevo diario 'Día a día' en la provincia de Córdoba; Telefe, por primera vez en cinco años, tuvo un balance positivo, y La Nación logró una quita del 60% de su deuda y salió del default.

Hambre para hoy...

Luego de la devaluación, el escenario económico social significó un nuevo golpe a las condiciones de vida de los trabajadores de prensa. Durante los primeros meses de 2002, el aumento de precios generalizado, en particular de los bienes que integran la canasta alimentaria, provocó un profundo deterioro en su nivel de ingreso.
Ante el contexto de la grave crisis económica vigente en esos momentos, la política que adoptaron las empresas fue plantear una falsa opción para los trabajadores consistente, por un lado, en la amenaza latente de la posibilidad de cierre y, por otro lado, el chantaje de la necesidad de deterioro de las condiciones laborales y salariales como única forma de conservar los puestos de trabajo.
El miedo a la pérdida de trabajo actuó como fuerte disciplinador, llevando a los trabajadores a adoptar una posición defensiva a la hora de la negociación con las empresas. Esta situación se enmarcó dentro de una creciente caída del salario real.
Desde el gobierno, las medidas tomadas para intervenir en esta situación fueron escasas y débiles. El establecimiento de la 'doble indemnización' resultó un freno frente a la nueva avanzada empresaria que esgrimía la necesidad de despidos generalizados. Pasaron varios meses antes de la nueva intervención gubernamental sobre el mercado laboral, esta vez decretando un magro aumento salarial que sólo alcanzó, en el caso de las empresas que dispusieron cumplir la normativa, a los trabajadores 'en blanco'.
Frente a estas condiciones fuertemente desfavorables, los trabajadores de prensa junto a su organización enfrentaron esta situación, manteniendo la resistencia a la degradación de las condiciones laborales. Las distintas acciones llevadas a cabo permitieron atenuar las consecuencias negativas de esta nueva etapa.
En 2003, 'junto a la recuperación económica, si hubo algún grado de redistribución del ingreso, ésta fue claramente regresiva: mientras una amplia capa de la población -trabajadores, desocupados, jubilados- perdió capacidad de compra con sus ingresos, una franja superior está recuperando la capacidad de demanda'.

Cara y contracara

En la etapa de crecimiento económico, los grupos de la comunicación se beneficiaron ampliamente, no sólo por la apropiación de la riqueza generada por los trabajadores, sino también por el despojo de las condiciones laborales y el favor otorgado por el Estado por medio de los cambios normativos.
Durante la crisis económica post-devaluatoria, los grandes grupos conservan su poder de condicionamiento sobre las políticas públicas y, en el caso del endeudamiento, apuestan a una negociación efectiva por parte del Estado que favorezca su situación. También es importante destacar su mejor posicionamiento relativo frente a la recomposición económica.
Este proceso resulta en una continua polarización social, ya que el fuerte aumento de la pauperización de los trabajadores de prensa es impulsado por un proceso similar de apropiación de riqueza, conocimiento y saberes producidos por los trabajadores de parte de los grupos concentrados. Si bien en los últimos tiempos se abundó en la referencia a la primera dimensión del proceso, son escasas las menciones sobre su contracara y causa.