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Tecnología

19 de noviembre del 2002

¿Son los ordenadores «cosa de hombres»?

Alizia Stürtze
La Haine

Dicho de otra manera, ¿son de género neutro las tecnologías de la información y la comunicación? ¿Rompe el ciberespacio con esa relación estrecha entre masculinidad y tecnología (de guerra, sobre todo), con esa representación simbólica que reproduce el estereotipo sexual de la mujer como tecnológicamente inepta, y que considera ciertas herramientas más fálicas y propias de hombres (pistolas, llaves inglesas...) y otras más adecuadas para mujeres (máquinas de escribir, aspiradores...)?
Al no requerir fuerza física, los ordenadores podrían haber sido femeninos o asexuados. Pero no ha sido así, y el ciberespacio no ha resultado un territorio de «empoderamiento» de la mujer, como defendían las ciberfeministas. La cultura informática se ha contextualizado como básicamente masculina y ha reproducido los modelos sociales preexistentes de dominio masculino. Como expresa Liza Tsakili en "Women and New Technologies", los juegos de ordenador pertenecen predominantemente al dominio masculino y forman parte de una «cultura» de ocio para chicos; los hackers, sus perseguidores y el ciberespacio, concebido como «frontera» electrónica, territorio de conquista y exterminio, evocan a los forajidos y a los sheriffs de la clásica narrativa de los westerns, en la que la mujer aparece como un ser vulnerable y el hombre, en su rol de conquistador, mantiene una relación íntima con su máquina (su pistola/su ordenador).
Que el origen de internet sea militar tiene también que ver con la escasa visibilidad de la mujer en el ciberespacio, que, al no poder ser navegado más que por usuarios expertos, acaba controlado por una ciberélite fundamentalmente masculina, que tiende a neutralizar la participación femenina, a ignorar los temas introducidos por las mujeres y a generar estructuras jerárquicas de debate que deslegitiman las contribuciones de éstas.
Los datos no engañan: por un lado, el cibernauta prototípico es hombre, blanco y con buen nivel de formación; por otro, el mercado de trabajo informático segrega a la mujer a trabajos generalmente de bajo perfil, rutinarios y mal pagados, que además reproducen la tradicional división sexual.
En definitiva, en una sociedad como la contemporánea, capitalista, patriarcal y jerarquizada en función de la raza/etnia, la nacionalidad, la clase y el sexo, el futuro cibernético irá cortado por el mismo patrón, por lo que las mujeres, si queremos explorar el potencial libertador del ciberespacio, lo tendremos que plantear en nuestros propios términos y desde nuestra diferencia.
* Historiadora