VOLVER A LA PAGINA  PRINCIPAL
 Luis Mattini

Volver al Listado
 

AQUEL VIEJO TURISMO REVOLUCIONARIO TODAVÍA PERSISTE

Por Luis Mattini
La Fogata

“Hegel dice en alguna parte que todos los grandes hechos y personajes de la historia universal aparecen, como si dijéramos, dos veces. Pero olvidó agregar que una vez como tragedia y otra como farsa”…”en esas revoluciones la resurrección de los muertos servía para glorificar las nuevas luchas y no para parodiar las antiguas…”
A riesgo de pecar de vulgar, no resisto citar éste célebre texto de Marx porque parece tener perenne vigencia.

Marx está comparando la autenticidad de la revolución francesa de 1789 frente a la parodia del golpe de estado en la Francia en 1848 – 1851. Con ese análisis tan crudo, sólo posible en una mente así de lúcida, nos enseña a aprender de la gran pedagoga historia… Luego de semejante destreza intelectual, el viejo nos la remata con lo que ya no es descripción sino propuesta…hipótesis…
“La revolución social del siglo XIX no puede sacar su poesía del pasado, sino solamente del porvenir. No puede comenzar su propia tarea antes de despojarse de toda veneración supersticiosa por el pasado”…
Se refiere a la hipótesis de revolución socialista, claro. Este texto “El 18 brumario de Luis Bonaparte” es, quizás la mayor creación poética del viejo Marx, donde se hermana con Goethe…. no tiene desperdicio, no le sobra ni una sola palabra y vale la pena leerlo completo.
Por mi parte, debo reconocer que no deja de asombrarme la analogía con el presente y en nuestro continente. Tanto mas cuanto que todo el proyecto socialista emprendido a partir del marxismo se derrumbó junto con el Muro de Berlín en 1989, hace casi veinticinco años!!!
Si comparamos la Revolución Cubana con la Francesa de 1789; Fidel, apoyándose en su héroe Martí para glorificar la nueva lucha , se nos aparece como un Robespiere, nos suenan parecidos, uno con Martí y el otro apoyándose en el Republica Romana.
En cambio la “revolución” bolivariana que inventó Chávez, se asemeja - y la puedo comparar - con los golpes de estado en Francia de 1848-1851. Chávez, incluso con sus grados militares académicos y utilizando a Bolívar para parodiar a la revolución cubana, o sea sacando la poesía del pasado y no del porvenir, podría ser aquel Napoleón Tercero que recurrió a los personajes de su pasado. La pobreza de tal empresa chavista es casi franciscana frente a la inaudita riqueza del proceso llevado a cabo por Fidel y el Che.
Bien, como decía mi viejo maestro espartaquista: yo no quiero molestar ni desilusionar; sólo trato de informar sobre lo que parece no saberse, o al menos olvidarse; porque esta analogía, que puede muy bien verse como una comparación un poco forzada, y hasta nostalgiosa de un pasado irremediable, solo me sirve de asa para tratar de entender la repetición de ciertas conductas que he observado a lo largo de mis años de experiencias (gente que dice desear la revolución social anticapitalista, pero es incapaz de dar un paso para promoverla en su país): la permanente recreación de “una mentalidad revolucionaria”.
Claro que me refiero a los miembros del Partido Comunista argentino y a sus adherentes o compañeros de ruta…..En efecto: ya desde el mismo origen del partido comunista argentino está esa marca imborrable. Fue creado por un italiano llamado Victorio Codovilla, hoy totalmente olvidado, militante (mas precisamente agente) de la Tercera Internacional, para apoyar al poder soviético. Hombre que siempre supeditó la política del partido argentino a los intereses de los soviéticos. Claro que para ser justos y no caer en el barato macartismo de ciertos insufribles nacionalistas argentinos, hay que aclarar que era parte de la concepción marxista, el internacionalismo que ponía el acento en apoyar a la revolución mundial … y para ellos, Moscú era el centro de las revoluciones del mundo …
Hoy no existe la Unión Soviética, pero queda esa cómoda tradición: la cómoda tradición de vivir apoyando cualquier revolución en el mundo, antes que la incipiente en el propio territorio.
En efecto, en los sesentas cuando Fidel tomó el poder, y se inició esa sorprendente revolución cuya radicalidad no tenía casi antecedentes, se produjo una verdadera romería “turística” para verla, estudiarla, disecarla, analizar ese curioso fenómeno… recordemos que la Rev. Cubana nacionalizó hasta los kioscos. Tales “turistas” eran sobre todo “gente del PC” o sus “compañeros de ruta” (frase estalinista típica de la época que se refería a los que hoy llamamos “progres”) que iban a comprobar cómo el socialismo podía construirse inexorablemente en todo el mundo pero siempre en “otros países”, insisto, nunca en el propio. Recuerdo bien que regresaban y daban conferencias sobre las maravillosas visitas en Cuba y su gran comandante Fidel. Fidel Castro era un abogado que había ganado el grado de comandante en el campo de batalla, no en una academia militar de la burguesía latinoamericana. Algunos de ellos fueron “técnicos” que se quedaron allá para contribuir a la construcción del socialismo. Muchos de ellos acaban de regresar después de décadas, ya ancianos y jubilados.
Frente a esos “turistas”, una gran parte de la juventud de la época, en la que me encuentro comprendido, y que no veníamos de la tradición estalinista, opusimos el “hacer la revolución en casa” y eso nos distinguió, fuimos guevaristas, siguiendo a ese médico argentino que también se hizo comandante en el campo de batalla. Por supuesto, después, muchos de nosotros fuimos a Cuba, pero no de turistas, sino a recibir formación y/o entrenamiento militar. Más de una vez nos atendió un médico de origen argentino, que era ni mas ni menos uno de los famosos “técnicos” de origen estalinista residentes en Cuba.
Sin dudas, al menos la revolución cubana fue una revolución en serio, en un país cuya única riqueza exportable era el prescindible azúcar.
Fue la tragedia, en pleno sentido del término, tanto por el compromiso de época como por la heroicidad o el mandato histórico de la tragedia griega, o por los sufrimientos soportados estoicamente por los cubanos. No es poco detalle que se inspiraran en el periodista “civil”, el maestro José Martí, quien no creó naciones ni latifundios, sino libertad, muriendo en un acto de arrojo en un combate militar durante la guerra de la independencia de Cuba, casi como predestinado justamente por la Tragedia
En Cambio Chávez y Venezuela son la comedia o quizás la farsa. Un país extenso, con una población relativamente pequeña, que vivía de la riqueza fácil del petróleo, elemento vital para las grandes potencias, que le da al país una enorme capacidad de negociación. Aun consumiendo las migajas de la riqueza petrolera, los venezolanos disfrutaban de un bienestar muy superior a gran parte de América. Sin embargo, por esas rarezas de este subcontinente, el territorio venezolano fue uno de los teatros más extensos de operaciones guerrilleras inspiradas en Cuba, incluso con la presencia del célebre comandante Arnaldo Ochoa, que después de haber jaqueado al Ejercito Venezolano (al de Chávez, si señor) terminaron diluyéndose por inacción, por falta de apoyo popular dada la indiferencia de la población, que no la pasaba demasiado mal, en términos comparativos con otros países de América. Debo de admitir que impulsar las guerrillas de inspiración cubana en Venezuela durante la década del 60, fue un grueso error político de Cuba y de nosotros, los revolucionarios.
Años después, luego del “caracazo”, un “comandante” legal, graduado en la Academia Militar venezolana (Chávez claro), asumió el poder político y propició un mejor reparto de esa riqueza que brota sola, que no es el resultado de una superexplotación de mano de obra esclava (como fue Brasil, o asalariada como en otros países). Un reparto que incluso no llega a tener la calidad de las socialdemocracias escandinavas y ni siquiera se aproxima al llevado a cabo por Perón en Argentina. Pero, de todos modos, un reparto positivo para esa sociedad que adolece de la eficiencia productiva capitalista a pesar de ser una país capitalista.
No se trata de restarle méritos a Chávez, lo hecho bien hecho está, la población venezolana tuvo un acceso nunca visto al reparto de la riqueza petrolera…. sólo que hay que ponerlo en su equilibrado valor. Dicho de otro modo, ni fue comandante, (salvo por el uso de uniforme ni dirigió ninguna guerra) ni la vida le dio tiempo de probar si era un revolucionario. Como decía el Che, revolucionario es el que hace una revolución. En Cuba se hizo una revolución. En Venezuela, mas allá de mejoras sociales, del mejor reparto de la riqueza, no ha habido ninguna revolución. Ni siquiera un Estado de bienestar como el peronismo o lasocialdemocracia.
Por otro lado inspirarse en Bolívar es un absurdo contrasentido, una especie de contrabando ideológico nacionalista enmascarado en un discurso socialista. Debe asimilare de una vez por todas la gran enseñanza de la historia del siglo veinte: que el socialismo, o es internacional o no es socialismo, es una variante más del nacionalismo.
Simón Bolívar, fue sin dudas el libertador. Pero el libertador de una Nación, si se quiere de un continente, no de una sociedad!. En Guayaquil, en aquella misteriosa entrevista, su colega el militar profesional argentino, San Martin, le entregó el mando del ejército y se retiró renunciando a cualquier ejercicio del poder. Según intuye nada menos que el viejo Marx , al parecer el argentino entendió que el venezolano era el destinando a consolidar el Estado Nacional que ellos habían liberado de España. Bolívar siguió siendo el General, pero pasó a ser un político; un constructor de Estados nacionales capitalistas al modelo burgués europeo y, en tal función, en la búsqueda de la “unidad nacional” desalentó, y hasta reprimió las comunas indígenas que fueron la base social de aquella civilización llamada Alto Perú. En su lugar, facilitó el latifundio, porque Bolívar realmente fue el más lucido dirigente de la burguesía americana de origen latino. No se puede perder de vista eso cuando se habla de historia, fue un hombre de su tiempo, cumplió cabalmente con su destino histórico. Sirvió fielmente a su clase; la burguesía. Desde ese punto de vista, o sea desde el punto de vista burgués, fue un gran patriota, no me cabe la menor duda. Por eso no vaciló en dividir el llamado Alto Perú, la civilización más desarrollada de Sudamérica, solo comparable con México, porque era un fuerte obstáculo para su proyecto de una Gran Colombia y creó una república que lleva, nada menos que su propio nombre: Bolivia.
Hoy cualquier sueño de emancipación debe empezar por emanciparse de Bolívar, porque de quien nos tenemos que emancipar es de la burguesía, clase capitalista por definición y contraria al socialismo.
Tenemos que tener en cuenta que nunca se termina de comprender que la clase dominante de Bolivia, esa que debe su existencia al libertador, es especialmente opresiva y cruel con los aborígenes; es cierto que las demás clases dominantes de América no tienen nada de suaves, pero, insisto, la boliviana, gobernando uno de los países de mayor presencia indígena, es particularmente cruel. Por eso podríamos afirmar que si hoy Venezuela es la comedia, realmente Bolivia es la tragedia.
Por otra parte es curioso también observar que en Bolivia tenemos a Evo, un aborigen muy lúcido y comprometido con su gente, gobernando en una situación muchísimo mas difícil que la de Venezuela, y que curioso … el que debería… no despierta la misma sensibilidad en estos “turistas”. Claro, Evo es indígena…
Me pregunto… ¿Pensaran que Evo es menos“revolucionario” que Chávez?
Claro que éstas reflexiones no se proponen juzgar a Chávez o a Evo Morales, sino ponernos en alerta frente a los insufribles turistas estalinistas (que aun están entre nosotros) y llamar la atención sobre lo sorprendente de la repetición de la conducta de cada nueva camada de “ellos”. Estalinistas o compañeros de ruta a los que ahora se agrega el señoreo del populismo…
Y el colmo de la farsa es cuando estos individuos, estructuralmente estalinistas, tienen el tupé de ir a Cuba a hacer turismo, esta vez no revolucionario, literalmente solo turismo con cierto dólar más o menos barato, y opinar como “Doña Rosa” sobre los males endémicos de Cuba; la tremenda ineficiencia desarrollada por la revolución que deja como saldo la institucionalización de la monarquía de los hermanos Castro. Entonces, decepcionados, van a Venezuela y regresan aliviados: por suerte Venezuela no es Cuba…allí está todo bien. El “comandante” Chávez no hace las tonterías que hizo Fidel ni la revolución bolivariana arrastra la burocracia que arrastró la revolución cubana.
Lo notable de esta gente es la capacidad para vivir de ilusiones racionalistas. Porque si fueran ilusiones que dimanaran de la poesía, podrían hasta enternecerme. Pero no. Es el mas crudo racionalismo estalinista, aquel que estudió la posibilidad de corregir la inclinación del eje terrestre para eliminar las estaciones del año, lograr una eterna primavera que posibilite sembrar trigo en los polos. Demás está decir que la burocracia soviética hizo que sus chacareros “desaprendieran” a sembrar trigo en las propia estepas rusas, los venezolanos no desarrollaron ni la burocracia, ni el oportunismo que hay en Cuba, a pesar de no haber sufrido ni el bloqueo, ni la extorsión soviética, ni la pavorosa carencia a de alimentos… el azúcar de caña se reemplazaba con el azúcar de remolacha, pero el petróleo era irremplazable…
Sin embargo, cabe preguntarse: ¿Es posible que un administrador de riquísimos recursos petroleros que dependen especialmente del mercado mundial (léase en primer lugar los EE,UU) vaya a darnos clases de socialismo? ¿Acaso no se entiende que la mono-producción, es igual al monocultivo o al monopolio?
El simple hecho de que Chávez haya pretendido ser el fundador del socialismo del siglo XXI, desde uno de los países más ineficientes en producción de bienes comunes, más escasos de bienes alimentarios soberanos, deja a las claras que solo puede ser calificado con una palabra de nuestro lunfardo: una chantada.
El socialismo es posible, ante todo, a partir de lograr el pleno autoabastecimiento. Por supuesto que lo tenía bien claro el Che, quien en plena Sierra Maestra, todavía lejos de tomar el poder, ya les enseñaba a los campesinos cubanos a elaborar pan… y podríamos imaginar que el Che, hijo de una familia de alta clase media de Argentina, no sabía hacer pan… lo cierto es que los campesinos cubanos de la Sierra Maestra cuentan que ellos conocieron el pan de trigo gracias al Che.
La inesperada muerte de Chávez es un hecho lamentable, sin dudas, y es triste como la muerte de cualquier ser humano, pero no puede producir especiales emociones, salvo a sus amigos y parientes, claro está. En nuestros conocidos “turistas con mentalidad revolucionaria”, la muerte del venezolano sólo puede producir sentimientos teñidos de oportunismo y carradas de turismo revolucionario.

 Fuente: lafogata.org