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El nuevo campesinado revolucionario
El crecimiento, liderado por el campesinado,
de la oposición al neoliberalismo

Por James Petras

Fui invitado a dar unas de las charlas inaugurales en el Segundo Congreso del CLOC (Congreso Latinoamericano de Organizaciones del Campo) que se celebró en Brasil del 3 al 7 de Noviembre del año 1997. Había aproximadamente 350 delegados de prácticamente todos los países latinoamericanos (solo estaban ausentes Uruguay y El Salvador). El Congreso marcó un punto de inflexión en la política revolucionaria latinoamericana al destacar el resurgimiento y el dinámico crecimiento de movimientos independientes, de base popular, dedicados a derrocar los regímenes neo-liberales y crear una alternativa humana e igualitaria.
El crecimiento de la masiva oposición, liderada por el campesinado, al neo-liberalismo es desigual. En algunos países, como Brasil, donde el Movimiento de los Campesinos Sin Tierra (MST) representa a centenares de miles de granjeros, el movimiento rural proporciona liderazgo a la lucha nacional. En otros países, por ejemplo Chile, los movimientos formados por granjeros aún no se han recuperado de la salvaje represión del régimen de Pinochet y es una fuerza marginal incluso a niveles locales. Uno de los factores clave que explica la creciente influencia de los movimientos campesinos es su autonomía e independencia de los partidos políticos y de los "comandantes" de la guerrilla allí donde solo son meras "correas de transmisión" de la política.
El segundo factor es que abarcan una agenda socio-política nacional. En las discusiones con muchos de los líderes campesinos en la conferencia de la CLOC (como también en otros encuentros en los cinco años anteriores) la cuestión fundamental fue la "auto-determinación", la idea que los granjeros solo pueden liberarse a través de sus propias organizaciones. La FENOC en Ecuador, el MST en Brasil y la Federación Campesina paraguaya, que han jugado, las tres, un papel preponderante en la formulación del debate nacional sobre la reforma agraria, emergieron de la organización campesina de base, desarrollaron sus propias estructuras y líderes, y no debían nada a ningún partido.
Por contra, las organizaciones rurales chilenas están ligadas, mayoritariamente, a las élites de los partidos políticos (Socialistas y Cristianodemócratas) los cuales forman parte de la coalición de gobierno que implementa una agenda neo-liberal. Estas organizaciones tienen poca capacidad para organizarse y dependen del Estado para obtener unos escasos subsidios.
La influencia y poder de los movimientos rurales es evidente:
En Ecuador los movimientos campesino e indígena fueron la punta de lanza de la movilización que forzó la dimisión del presidente Bucaram, acusado de corrupción y de tratar de imponer al pueblo una agenda de libre mercado según las directrices del FMI.
En Brasil, el MST ha instalado a cerca de 150000 familias, lo que representa casi un millón de personas, sobre tierras sin cultivar a través de la acción directa –esto es, las movilizaciones de ocupación de tierras. Con sus acciones en 21 estados, el MST ha llevado la reforma agraria al centro del debate político. Un indicador de su éxito lo encontramos en recientes encuestas realizadas en Sao Paulo (la ciudad más grande de Brasil), las cuales indican que cerca del 75 por ciento de la población apoya una distribución de tierras que favorezca a los campesinos sin tierra.
En Bolivia, los campesinos, particularmente los cultivadores de coca, antiguos mineros del estaño, han liderado la lucha en defensa de la soberanía nacional y recientemente sus candidatos han arrasado en las elecciones en el área de Cochabamba.
En Colombia, el ejército guerrillero de base rural, el ejército popular de las fuerzas armadas revolucionarias de Colombia (FARC), ha extendido su influencia a casi la mitad de los municipios rurales del país. Aunque, estrictamente hablando, no se trata de un movimiento rural ya que casi un tercio de sus reclutas proceden de áreas urbanas, muchas de sus demandas programáticas se centran en temas rurales: reforma agraria, derechos humanos en el campo, sindicación de los granjeros, etc. Con cerca de 15000 combatientes, en su mayoría campesinos, es, probablemente, el ejército guerrillero más potente en el Tercer Mundo en la actualidad y cada vez gana más fuerza. Es indicativo el hecho que el Departamento de Defensa de los EE.UU. haya abandonado la ficción que su multimillonario programa de ayudas militares está dirigido a la lucha contra el narcotráfico. Los EE.UU. han confirmado públicamente que los envíos de armamento son para reprimir la insurgencia campesina.
En Paraguay, solo la masiva movilización de campesinos y estudiantes bloqueó un temido golpe militar. La caída en picado de los precios del algodón ha puesto a centenares de miles de campesinos al borde de la bancarrota. Las políticas de libre comercio y de promoción estatal de los grandes exportadores agrarios están perjudicando seriamente a los pequeños productores locales, incitando un ciclo de ocupaciones de tierra por parte de los campesinos y violentos desalojos militares.
En México, el movimiento zapatista (EZLN) ha reabierto la cuestión de los derechos de los indígenas, la reforma agraria, y de manera más profunda el rechazo al paquete completo de políticas de mercado libre promocionadas por Clinton y Zedillo, reforzadas a raíz de la firma del NAFTA [Acuerdo NorteAmericano de Libre Comercio]. Sin la sublevación zapatista de 1994, la firma y posterior implementación del NAFTA habría pasado como un evento ceremonial de las élites. Desde que empezó la implementación de los acuerdos NAFTA, cerca de un millón de campesinos se han arruinado y decenas de millones de asalariados han visto reducidos a la mitad sus ingresos. Las demandas y la crítica del EZLN resuenan por todo el país.

El nuevo campesinado
Los movimientos campesinos contemporáneos no son comparables a los del pasado, y tampoco encajan con el estereotipo de campesinos analfabetos, locales y tradicionales luchando con la consigna "la tierra para el que la trabaja". Muchos de los delegados campesinos e indígenas en el congreso de la CLOC eran personas instruidas (ya sea autodidactas o con al menos seis años de escolarización formal) y tenían conocimientos de asuntos nacionales e internacionales. Los nuevos movimientos rurales tienen una agenda nacional: no solo se preocupan de las cuestiones rurales. Más específicamente, saben que las políticas de redistribución de tierras solo tendrán éxito con créditos, asistencia técnica, y mercados protegidos. Reconocen que la alianza política con clases y organizaciones urbanas es necesaria para transformar el régimen. No son simplemente "organizaciones económicas". Son movimientos socio-políticos, que combaten las políticas privatizadoras de libre mercado, desreguladoras, y promotoras de la exportación. Los movimientos rurales han formado alianzas políticas con sindicatos y han contribuido a la organización de los habitantes de los barrios pobres de las ciudades. Las huelgas generales que sacudieron Ecuador en Febrero del 1997, Brasil en Junio del 1996, Bolivia en Diciembre del 1996, por ejemplo, se basaban en alianzas entre sindicatos y campesinos indígenas.
En la conferencia de la CLOC la mayoría de los delegados estaban entre los 20 y los 30 años. Se presentaban al congreso dejando moméntaneamente sus luchas regionales y nacionales. La histórica primera Asamblea Latinoamericana de Mujeres del Campo se celebró antes que la conferencia de la CLOC y tuvo una asistencia de cerca de 100 delegadas. Sobre un 40 por ciento de los delegados en el encuentro de la CLOC eran campesinas, la mayoría sobre 20 y 30 y pocos años. Este fue un cambio extraordinario: en el congreso anterior de la CLOC celebrado tres años antes menos del 10 por ciento de los delegados eran mujeres.
Afortunadamente, los delegados más jóvenes no han conocido las guerras sectarias de los 60 y los 70 en el seno de la izquierda. Su apoyo a la Revolución Cubana se fundamentaba en su resistencia a la intervención estadounidense y a su reforma agraria progresista. Pocos, si es que hay alguno, adquirió de Fidel Castro sus "normas doctrinales". "Incorporaron" al Che Guevara o Fidel Castro a causas sociales y nacionales particulares. Así el delegado de los cultivadores de coca mencionó el antiimperialismo del Che cuando habló de la lucha contra las políticas de erradicación de cultivos promovidas por la DEA estadounidense. Se citó a Fidel Castro como precursor de la lucha de los campesinos brasileños en la ocupación de tierras y la resistencia al desalojo. Así pues, no hay ni repudio ni entronización de revolucionarios del pasado.
El crecimiento de los nuevos movimientos campesinos afronta retos importantes, planteados tanto en las sesiones formales como en las discusiones informales. Por ejemplo, uno de los "slogans" de la conferencia fue "reforma agraria, anti-imperialismo, y socialismo", aunque los representantes de la organización guatemalteca (CONIC) me dijeron que era imposible plantear ninguna de esas cuestiones en Guatemala. "El terror masivo y las continuas operaciones de los escuadrones de la muerte paramilitares siguen pesando mucho en el mundo rural". Los acuerdos de paz firmados por los comandantes de las guerrilla dejó a los generales genocidas inmunes ante cualquier persecución. El sistema político emergente aún está ligado a las instituciones violentas del Estado (ejército, magistratura y policía secreta), a las cuales solo se les ha lavado la imagen, dándoles otro nombre y reorganizando su personal.
"La principal prioridad es crear una organización que haga de paraguas a la docena de movimientos campesinos surgidos en los últimos años. Tenemos que moderar nuestra actividad para no poner en peligro el precario y muy limitado espacio político que ocupamos", comentó un líder rural. Los fondos para cuestiones rurales de la ayuda estadounidense se han usado para crear organizaciones rivales de los movimientos campesinos militantes y para animar a las agrupaciones a pensar en términos de "proyectos" y no en la reforma agraria.
Cultura y revolución
Las cuestiones culturales, particularmente las demandas de una autonomía territorial por parte de los indígenas, reconocimiento de sus religiones, lenguas y sus economías de base comunitaria fueron cuestiones centrales planteadas, especialmente, por las delegaciones ecuatoriana, boliviana y guatemalteca. Una líder campesina boliviana habló de la naturaleza religiosa y sagrada de la producción de la coca, en la cual ella se involucró para ayudar a su familia. Los guatemaltecos se hicieron eco de una preocupación común de todas las delegaciones campesinas indígenas acerca de un mayor derecho al auto-gobierno.
Lo que sí quedo claro, sin embargo, en el curso de las discusiones, fue las profundas diferencias entre estos militantes y las figuras públicas que los grandes medios occidentales presentan como "portavoces de los indígenas". Por ejemplo, los bolivianos hablaron despectivamente de su "vice-presidente de habla quechua", el cual se llena la boca con los indígenas y trabaja para los extranjeros ricos. Los guatemaltecos fueron muy críticos con Rigoberta Menchú por desligar su abrazo a los simbólicos cambios culturales "Mayas" de las grandes cuestiones político-económicas y de derechos humanos. Y los líderes ecuatorianos de la FONIC-I criticaron a dos líderes indígenas del movimiento paraguas CONAI que cedieron para formar parte del régimen corrupto y partidario del libre mercado de Bucaram. Los líderes de los movimientos indígenas presentes en el congreso de la CLOC no eran víctimas de la política de la "identidad cultural" diseñada para dividir y comprar a los líderes locales con la idea de subvertir las demandas de los movimientos sobre el derecho a las tierras.
Los nuevos movimientos han sido profundamente influenciados por las doctrinas sociales de la Iglesia. En una de las sesiones plenarias, Fray Beto, el teólogo católico brasileño, preguntó cuántos de los delegados habían sido influenciados por las enseñanzas religiosas: sobre un 90 por ciento de los delegados levantaron la mano. La religiosidad popular, fusión de las lecciones bíblicas y de los valores religiosos, ha tenido un efecto directo estimulando a la nueva generación de líderes rurales, junto con el marxismo, los valores comunitarios tradicionales y las modernas ideas feministas y nacionalistas. La disciplina organizativa, integridad personal, y el compromiso moral que infunde gran parte del movimiento proviene de su anterior substrato religioso, aunque la mayoría de los militantes se encuentran muy lejos de la conservadora jerarquía de la Iglesia y del Vaticano.
El éxito de la Asamblea Latinoamericana de Mujeres Campesinas se manifestó en la respuesta abrumadoramente favorable a sus propuestas por una presencia equitativa en todos los niveles de la organización campesina (de la internacional a la local) y en todas las instancias del proceso de reforma agraria (desde los títulos de propiedad sobre las tierras al liderazgo de cooperativas). Las energías y el entusiasmo desatado proporcionaron una vitalidad adicional a las propuestas para una acción coordinada continental acerca de las demandas rurales.
La nueva militancia de mujeres campesinas se manifestó con otros ejemplos. Una delegada del movimiento campesino de la Cochabamba describió la lucha de los cultivadores de coca contra la campaña de erradicación dirigida por los EE.UU. "Este año ya han asesinado a varios de nuestros miembros y a uno de nuestros líderes. Hemos resistido y continuaremos resistiendo. Estoy ayudando a mi anciana madre y a mi único hijo en mis cuatro acres. Negociamos con el gobierno un pacto a cambio de la erradicación de 7000 acres dedicadas a la producción de la coca y el gobierno prometió financiar actividad económica alternativa, incluyendo una fábrica para emplear a los granjeros desplazados. Hemos reducido en 3000 acres la zona de producción de coca pero aún ni siquiera se ha comenzado a construir la fábrica. Nos la han jugado otra vez. Ahora nos amenazan con enviar a los militares a masacrarnos y erradicar los cultivos de todas nuestras tierras sagradas, dejándonos en la miseria. Quiero aprender a usar un arma. Porque quiero ser capaz de formar parte de la resistencia armada cuando llegue la invasión del ejército".
Militarización y represión estatal
Los regímenes neo-liberales y los que les apoyan en Washington han respondido a los crecientes movimientos rurales militarizando el campo: hay 40000 soldados en Chiapas, México, además de los, al menos 5, nuevos grupos paramilitares desde 1995. En Colombia, el ejército ha armado decenas de grupos paramilitares, aterrorizando y desplazando varios centenares de miles de campesinos a los que se ve como potenciales o reales simpatizantes de las FARC. En Perú, el ejército, con el apoyo de los EE.UU., ocupa tres cuartas partes del campo y el presidente Fujimori celebra sus conferencias de prensa y sus reuniones de altos vuelos en los cuarteles. En Bolivia, los militares, secundados por consejeros de la DEA estadounidense, han masacrado a los cultivadores de coca y están saturando la región para un gran asalto sobre un territorio en el cual hay unas 40000 familias cuyo único medio de vida es el cultivo de la hoja de coca.
Es transparente la responsabilidad de Washington en la militarización de las zonas rurales latinoamericanas, con el consiguiente crecimiento de la violencia. La apuesta de Clinton por los mercados perjudica a los productores rurales locales que se ven arruinados por las baratas importaciones de cereal y grano estadounidenses. La financiación por parte de la Casa Blanca de las estrategias en pro de grandes negocios agrarios dedicados a la exportación está convirtiendo el campo en una enorme plantación desplazando campesinos y granjeros indígenas comunales. Aquellos que no son desplazados por el mercado, aquellos que deciden quedarse y organizarse o dedicarse a cultivos alternativos que son comercializables, son expulsados por fuerzas militares y paramilitares entrenadas por los EE.UU. Si algo está claro en Latinoamérica es que los activistas rurales se han dado cuenta de la complicidad de la administración Clinton con algunas de las políticas económicas más perniciosas que han experimentado. Con la subvención por parte de Washington de la creciente militarización del continente, Clinton puede superar el sangriento record de Reagan de 275000 muertos centroamericanos en los años 80.
Pero los nuevos movimientos campesinos han crecido, a pesar de la represión de los nuevos regímenes civiles. En Santa Carmen hubo una ocupación de tierras en la cual los campesinos estaban aclarando el terreno con sus machetes y se alimentaban en una cocina comunitaria. En agosto del año 1996, el ejército ocupó el territorio y mató a tres campesinos, destruyó sus casas y sus cosechas, y echó a decenas de familias del territorio. Varios meses después los campesinos re-ocuparon las tierras y organizaron una conferencia nacional a la que asistieron un millar de personas que incluían a estudiantes, profesionales, hombre de negocios progresistas y campesinos procedentes de todo el país. Formaron un comité de coordinación nacional para la reforma agraria.
Del mismo modo, en Brasil, en Para, 18 campesinos sin tierra que bloqueaban pacíficamente autopistas fueron masacrados por la policía militar por orden del gobernador. Un fotógrafo grabó en vídeo los hechos. Inmediatamente se produjo una protesta nacional. Manifestaciones masivas tuvieron lugar en Sao Paulo, Rio, y en otras ciudades. Las encuestas de opinión mostraron un apoyo abrumador al MST. El MST organizó una marcha sobre la capital y a ella se le unieron unas 100000 personas, incluyendo sindicalistas y habitantes de los barrios pobres. El presidente Cardoso, quien denunció el MST como un "movimiento anacrónico" luchando por batallas anticuadas (como la reforma agraria), encaró las masivas protestas, e invitó a uno de los líderes al Palacio Presidencial para discutir la mejor manera de implementar las reformas. La mesa nacional formada por 15 miembros apareció en público para demostrar que no había un solo líder y rechazó la oferta de Cardoso de firmar un acuerdo que suspendiese las ocupaciones de tierras a cambio de asentar 49000 familias acampadas en tierras en litigio. Como dijo después Joao Pedro Stedil, un líder del MST, "es necesario negociar pero nunca al precio de desmobilizar al movimiento. Si así lo hiciéramos, no habría nada que negociar en el futuro."
Pero no todos los movimientos campesinos se encuentran en situación de responder a la represión de los escuadrones de la muerte. Un líder campesino de Colombia habló, en el congreso, del exterminio sistemático de activistas campesinos y de sus familias por parte de grupos paramilitares que sospechan que cualquier partidario de la reforma agraria o de los que abogan por los derechos humanos es un simpatizante de la guerrilla disfrazado porque las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia) también apoyan esas demandas.
En Perú, la Confederación Campesina de Perú (CCP) se encuentra en el proceso de reagrupar sus fuerzas, diezmadas por los asesinatos del régimen de Fujimori, de Sendero Luminoso, la fanática secta maoísta, y las divisiones provocadas por los partidos políticos que buscan sacar provecho de sus miembros. En algunas regiones la CCP ha organizado "rondas campesinas" [nota: en español en el original], grupos de auto-defensa campesinos para resistir a las fuerzas paramilitares y las "acciones ejemplarizantes" de los sectarios de Sendero. López y otros campesinos son críticos con las trayectorias de anteriores líderes de su movimiento que ganaron un sillón en las elecciones. "Cuanto más cerca del parlamento, más lejos del pueblo".
ONG
Las ONG crean muchos problemas a las luchas de los campesinos: existe mucho financiamiento exterior ligado a practicar políticas compatibles con el libre mercado; centrarse en proyectos locales más que en cambios estructurales (léase reforma agraria); el énfasis en las estrategias de auto-explotación y auto-ayuda en lugar de salud pública universal, educación y promoción de la vivienda.
Los activistas y los líderes campesinos han descrito como las ONG competían con los líderes rurales, dividiendo a las comunidades, y se ganaban a los activistas con sus fondos. Una activista brasileña habló de los esfuerzos de las mujeres del MST para formular una estrategia común en el Encuentro Latinoamericano de Mujeres Campesinas. "Propusimos una estrategia unitaria sobre reforma agraria, un papel activo en el liderazgo en la lucha relacionada con la ocupación de tierras y una estrategia de confrontación con el rol represivo del estado. En el encuentro no se consiguió alcanzar un acuerdo", dijo, "a causa del comportamiento manipulador de las mujeres profesionales de las ONG, que querían controlar la agenda y limitarla exclusivamente a la cooperación internacional y constreñir la lucha a cuestiones feministas exclusivamente lo que significa no apoyar la reforma agraria, ni el anti-imperialismo ni el anti-neoliberalismo".
Continuó describiendo a las feministas profesionales de las ONG como "autoritarias y con mentalidad colonialista; no tienen a nadie detrás excepto sus ricos financiadores extranjeros". Un líder campesino ecuatoriano comentó "Yo no tengo ninguna objeción a la financiación de nuestro movimiento por la reforma agraria por parte de ONG extranjeras si eso es lo que quieren hacer. Pero es ofensivo que impongan sus prioridades y financien a profesionales de nuestro país para que vengan y socaven nuestra lucha".
Los campesinos han aprendido del pasado que incluso profesionales progresistas bienintencionados han usado su apoyo a los campesinos para cimentar una carrera profesional lucrativa en la política como expertos o asesores en materia exterior. Eso no quiere decir que los campesinos den la espalda a los intelectuales o profesionales. La principal diferencia es que quieren que los intelectuales sean un recurso añadido para los movimientos, en vez que los movimientos sirvan de trampolín a los profesionales e intelectuales para obtener becas del extranjero.
Alianzas urbano-rurales
El aspecto más prometedor de los nuevos movimientos rurales es la comprensión que han alcanzado sobre los límites de los "movimientos campesinos" estrictamente confinados a las cuestiones del campo. Todos los grandes movimientos campesinos están haciendo un esfuerzo concertado para construir una base urbana de apoyo y para coordinar las luchas rurales y las urbanas. En Ecuador, la FENOC está envuelta en la lucha para elegir una asamblea constitucional, reflejando los intereses de los pobres del campo y de la ciudad. La Federación Campesina paraguaya ha formado un Fórum Sobre la Reforma Agraria que incluye estudiantes, profesionales, y gente de negocios. Han extendido sus horizontes políticos para oponerse al capitalismo de libre mercado y a la élite narco-capitalista. En Bolivia, los cultivadores de coca han formado un nuevo partido político, la Alianza para la Soberanía del Pueblo. La Alianza consiguió la victoria barriendo en todas las regiones dedicadas al cultivo de la coca, alcanzando alrededor de un 60 por ciento de los votos y eligiendo a Evo Morales como representante en el Congreso.
En Brasil, el MST ha comenzado un esfuerzo sistemático de cara a organizar las inmensas favelas , los grandes asentamientos marginales que circundan Sao Paulo, Rio, y otras grandes ciudades. Han encontrado mucha receptividad entre los favelados, principalmente a causa de sus exitosas luchas rurales y del hecho que muchos de los favelados son emigrantes recientes del campo. El MST no solo se centra en demandas inmediatas de títulos de propiedad de tierras e infraestructura (luces, agua, carreteras pavimentadas, transporte público, etc.), sino también en la educación política en escuelas que formen para el liderazgo político y el desarrollo de una perspectiva anti-capitalista basada en la comprensión de la naturaleza explotadora del capital, sea de bienes raíces o financiero. Tienen la esperanza de evitar el patrón previo según el cual los líderes que encabezaron una lucha valiente y fueron elegidos para el Ayuntamiento seguidamente se dedicaron a construir máquinas electorales basadas en políticas clientelistas.
El MST ve a su proyecto para la organización urbana como parte de la lucha política nacional. Con ese fin, han formulado un programa llamado "Proyecto Brasil" que se basa en la inversión de las más importantes contra-reformas del mercado libre: renacionalización de las industrias básicas (petróleo, telecomunicaciones, etc.), la socialización de los centros estratégicos de la economía (bancos, comercio exterior) y una reforma agraria integral, que limite las exportaciones baratas y promocione enlaces entre cooperativas y plantas industriales de procesado de alimentos.
Ganarse a las ciudades no es un camino fácil. Hay obstáculos: la clase media urbana e incluso los sindicatos aún tienen una visión condescendiente para con el campesinado. Hoy en día son los trabajadores rurales quienes están desafiando la creencia tradicional que los líderes de la clase trabajadora urbana son la vanguardia designada para el cambio histórico. Los líderes campesinos actuales están buscando una alianza con los trabajadores de la ciudad, como también con los habitantes de las enormes bolsas de pobreza urbanas para fijar un programa común en el cual las cuestiones agrarias ocupen un lugar central. El internacionalismo de viejo estilo ligado a una patria socialista ha sido reemplazado por un nuevo internacionalismo voluntario, descentralizado y consultivo en el cual florecen culturas diversas y luchas comunes se forjan no a través de líderes carismáticos sino por el constante trabajo de organización y el heroísmo diario, con campesinas y campesinos viajando día y noche a los pueblos de Guatemala, a los altiplanos de Ecuador y a las enormes extensiones de Brasil, enseñando, aprendiendo y creando una nueva política revolucionaria de liberación social y realización espiritual.
Zmagacine


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