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¡ ESCUCHA MILITANTE !

Por Luis Mattini  / La Fogata
arnolkremer@lafogata.org


Cada generación está llamada a "hacer la suya"
(Victoria Azurduy)

A la aseveración de Victoria yo agregaría: Aquella generación que no la hace está obligada a vegetar detrás de los nostálgicos de la juventud.

Y a proposíto de "hacer la suya" me permito algunas consideraciones: La única manera de participar con plena legitimación en una asamblea es si nos internalizamos que se trata de un cuerpo que piensa y somos parte de el. Que el pensamiento-acción no "se introduce" desde afuera: sale de allí. No es el reflejo de la realidad sino su imagen subjetiva que se objetiviza en acción colectiva. No se trata de ese trillado "no ir a bajar línea porque ello irritaría a la gente", sino de que no hay línea previa. La "linea" sale de la asamblea. Podemos ser portadores de información, experiencia, conceptualizaciones, etc. con mayor o menor bagaje y talento unos y otros, pero el pensamiento surge del colectivo.
Si actuamos haciéndonos los "modestos" pero interiormente creemos tener todas las soluciones la sensibilidad colectiva lo detectará y se sentirá tratada como con pedagogía para niños.
Es necesario tener en cuenta que la labor principal, sólida y de largo alcance no es en la multibarrial sino en la de cada barrio. Es preferible abarcar colectivamente muchas barriales que "dominar" la multibarrial.
Cada asamblea es un nudo social que se constituye en el centro de una unidad autónoma que no responde a un "centro de centros". Es decir, la interbarrial es una simple instancia coordinadora, no el centro de las asambleas. De ser así estaríamos repitiendo la estructura estatal vertical que criticamos. Las asambleas brindan la oportunidad de ensayar la horizontalidad del poder. Por eso es imprescindible reflexionar sobre la oportunidad o no de abocarse a la desgastante tarea realizar congresos o todo tipo de encuentros nacionales al estilo de la época que la lucha por el poder se pensaba de arriba hacia abajo.
Tampoco hay que subestimar los discursos de las orgas sobre todo las mas "revolucionarias" porque en el estado de ánimo generalizado existe una franja importante de la población muy radicalizada. Pero al mismo tiempo no olvidar que en las actuales circunstancias, como ha quedado demostrado por los ejemplos históricos, no hay postura más revolucionaria que la propia asamblea. Los partidos de izquierda solo ejercen el verbalismo revolucionario simplemente porque fueron y siguen yendo por detrás de los hechos. No se trata de buena o mala voluntad, se trata de conocimiento. No es que no quieren, simplemente no saben porque piensan sólo con el cerebro mientras las asambleas piensan con todo el cuerpo. Esto dicho casi literalmente: en una asamblea son miles de personas que piensan con la cabeza y el cuerpo y se expresan de igual forma, mientras que en un partido piensa su secretario general y sólo con la cabeza. Por más que se esfuercen no pueden superar la imaginación de las asambleas y solo les queda recurrir al discurso, sincero sin dudas, pero discurso al fin. Téngase presente esto siempre. La consigna más radicalizada, "que se vayan todos" no salió de la izquierda (Porque si la asumieran verdaderamente tendrían que incluir a Altamira y Walsh y todos los legisladores) Por eso es menester evitar los confrontamientos verbales estériles, las frases grandielocuentes, evitar embriagarnos con nuestro propio discurso y más bien confrontar en la eficacia organizativa.
Sin embargo, eficacia organizativa no es el "comisionismo" o el "reunionismo" el fabricar remeritas y gorritos identificatorios o banderas más grandes que el grupo que las porta y mucho menos "sustitucionismo" sino acción, propuesta y acción. Crear comisiones pequeñas, ágiles y sólo las necesarias esquivando los grandes títulos. Distribuirse las tareas sin jerarquías y propiciar la participación del mayor número de personas posible. Que cada uno haciendo un poquito resulte que muchos hagan mucho y no que pocos hagan todo. Porque más que discursos la gente está haciendo suya la sentencia de Sartre: "Sólo en la acción hay esperanza" Asimismo, acción no es "accionismo", no es posible cacerolazos masivos a cada hora y por cualquier cosa. Las acciones tienen que ir siendo seleccionadas, jerarquizadas por los mismos mecanismos de autoconvocatoria. Donde una "dirección", por colegiada que fuere, intente poner "orden" se desploma la potencia del movimiento.
En ese sentido hay que participar en las asambleas de barrio como vecino ganándose el lugar con el ejemplo verbal y corpóreo y no por ser portador de una representatividad exterior. Una vez reconocidos pasamos a las "representaciones". En este aspecto conviene escuchar mucho lo que pasa por el espíritu de la gente con menos vicios "militantes" como los nuestros. En concepto de contrapoder, como algo que viene desde abajo puede ser difuso en cuanto formulación pero está presente en el imaginario colectivo. Lo intuyen, por así decirlo. La verbalización tiene que ser un proceso colectivo y no la "línea" del militante.
La asamblea podrá invitar a un persona del "exterior" a disertar sobre un tema específico, técnico o político, pero quedará claro que participa en tal carácter.
Es imprescindible una renovación del lenguaje recogiendo esa producción colectiva. Una asamblea es un cuerpo que piensa haciendo. A las propuestas disparatadas de los desubicados responder con preguntas disuasiatorias y con propuestas concretas practicables. No responder jamás "sacando línea de la manga". Si no tenemos la respuesta contestar con otra pregunta que abra la discusión y no que cierre con una consigna. Además de los problemas puntuales que surgen en cada asamblea orientar la discusión y la práctica hacia un abanico de incógnitas que se abren ante cada propuesta radical.

¿Qué significa "que se vayan todos"?
¿Que consecuencias tendría su cumplimiento?
¿Cómo se construye la alternativa a la crisis de representatividad?
¿Delegados rotativos, renovables o revocables?
¿Cómo se aplica en los espacios de administración estatal o su remplazo por autogestiones que se vayan conquistando?
¿Representantes o mandatarios? ¿Juego semántico o diferencia de conceptos?
¿Partido o consejos? ¿O qué?

La política como totalidad. ¿Dónde totaliza para que no se transforme en totalidad totalizante? ¿En las cúspides de la administración del estado o en la potencia del poder colectivo multifacético construyendo voluntad social única?
Estos son sólo algunos de los interrogantes que dimanan del agotamiento de las estructuras jurídico-políticas como aspecto fundamental de la crisis política actual. La reformulación de todo el sistema político incluido los partidos.
Cuidado con las consignas aparentemente radicales y la mayor parte demagógicas como la gratuidad del las funciones públicas. Hay que decir con valentía que si las funciones públicas fuesen gratuitas solo podrán gobernar los ricos, los mediocres y los corruptos. Un cargo público debe ser tratado como cualquier función en el estado. ¿Si los maestros o los recolectores de residuos cobran un sueldo por qué no habrá de tenerlo un mandatario de las asambleas que dedica todo el tiempo a esa función?
Por el contrario este asunto abre la discusión hacia los problemas presupuestarios y la participación colectiva en ellos Es insospechable hasta donde se puede llegar en este aspecto. Discutir en términos de producción social en lugar de productividad económica y de allí hacia la profundización del concepto de desarrollo sustentable, calidad de vida, sociedad solidaria y libertad.
Estas consideraciones no significan que pensemos en forma agnóstica o nihilista, que no sabemos nada, que nos hagamos los inocentes o, peor aun, que renunciemos a nuestras convicciones y nos guardemos los conocimientos acumulados por la experiencia y el estudio. Significa que vivimos tiempos de ruptura inéditos y por lo tanto las categorías que sostenemos se vuelven a poner a prueba con la realidad. Significa que los saberes previos con los que participamos en una asamblea sólo son saberes en tanto y cuanto confronten con esas realidades y tendrán validez y fuerza material al ser asumidos y reformulados por el colectivo. .
Las asambleas barriales significan un acto fundante: Sea cual fuere el destino inmediato de todas estas movilizaciones, significaron un acto fundante. Ha nacido una nueva radicalidad que ha prendido en la nueva generación y esto es irreversible. Quien no comprenda este cambio fundamental en la subjetividad de la población será barrido por estas generaciones que han salido a la calle, tal como barrieron en los setentas aquellos jóvenes que hoy recordamos con nostalgia. Es la cruda ley de la vida y la única regularidad de la historia que puede calificarse de ley. Los setentistas, hoy viejos con atrosis mental refugiados en la comodidad de los recuerdos de juventud o en ese raro sentimiento del dulce encanto de la derrota, esos setentitas sobrevivientes de carne y hueso y esos grupos de nuevos que no supieron crear nada nuevo estos últimos años y siguen con siglas y banderas expropiadas y encima gastadas, están siendo arrojados, como diría Trotsky "al basurero de la historia" Como parte de aquella generación me siento orgulloso de estos muchachos que , como nosotros ayer, hoy empiezan a "hacer la suya" .