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Gualeguaychu y la "Estrategia" del Socialismo del Siglo XXI
Por Luis Mattini
La Fogata
Ni yo ni ninguna persona común se propondría dar soluciones al conflicto de
Gualeguaychú con las pasteras, (al menos que fuera un académico argentino de
esos que "cortan el bacalao" en La Habana, claro está) sólo pretendemos tomar lo
novedoso, lo particular, lo que hace diferente y potente la experiencia de
los entrerrianos y tratar de sacar elementos que disparen la imaginación en
nuestra tozuda práctica que busca mundos mejores. En ese sentido seguimos el
ejemplo de los maestros hasta donde nuestros modestos entederes lo permiten. Y
en efecto, los maestros se basaron en hechos "coyunturales" para elaborar sus
teorias, sobre todo en La Gran Revolución Francesa, (en rigor los alzamientos de
Paris 1789/93 que involucraron a una fracción centesimal de la población
mundial, desde el punto de vista del conjunto de la humanidad, fueron
"coyunturales"); luego las "revoluciones burguesas" europeas del siglo XIX
y la Comuna de Paris. Todas "derrotadas", como fue "derrotado"el 19 y 20
de diciembre. ¿Fueron realmente "derrotadas"?
Es verdad, que los "setentistas" debemos estar prevenidos de no abusar de los
análisis con sabor de derrota, atentos a nuestras propias miserias cuando
solemos lamernos las heridas. Pero también es verdad que la actual generación
tiene que hacerse cargo de su propia responsabilidad. Esto significa tratar de
conceptualizar, es decir, extraer elementos de la vida para analizar y
comprender, en busca aproximarse a elaborar eso que llaman "teoría"; esto es,
tratar de responder por medio de la razón al porqué en la historia parecería
haber "momentos" de iniciativa y creativa ofensiva y "momentos"
defensivos, en que se pierde la iniciativa, para dedicarse a estudiar o repetir
lo que hicieron los que vivieron el "momento" anterior. (Lograr actuar en
la defensiva es también mantener la iniciativa y la creatividad) ¿No será que un
problema en la sucesion de generaciones, o "momentos, consistiría el mantener
como dogmas categorias pasibles de ser revisadas. Así, por ejemplo, es
trillado explicar que entre época y generación o, lo que es lo mismo, entre
época y sujeto, existe una "relación dialéctica", según la cual el sujeto hace a
la época y la época hace al sujeto, que equivale a decir que es una "relación
lógica" y con ello se explica todo y no se explica nada. Al menos no aprendemos
a "manejar", a crear, esa supuesta "relación dialéctica" cuando creemos observar
que no se produce.
Con respecto al pasado reciente, yo creo que nuestra generación, al menos en lo
subjetivo, no es hija de la derrota, sino de la "victoria". Nosotros nacimos a
la lucha política, habiendo disfrutado en la niñez del estado de bienestar e
"iluminados" por las supuestas "victorias", en donde el relato épico de tales
triunfos se transformaba en pretendida teoría, teoría que a su vez suele repetir
la presente generación cuando habla de "desviaciones". (foquismo, militarismo,
reformismo, infatilismo, determinismo, mecanicismo, etc) Lo que intento
significar es que muchos analistas presentes del pasado reciente, suelen
concluir que si no nos hubiésemos "desviado" de la teoría, no habria habido
derrota. O ese "la práctica como criterio de verdad", como análisis de la
práctica pasada, según el cual triunfo resulta igual a verdad y derrota resulta
igual a falso. En cambio yo estoy convencido que, por suerte, hubo una especie
de esquizofrenia, para decirlo de algún modo, entre teoría y práctica porque ,
en los hechos, no habíamos seguido al pie de la letra las teorías que
pregonábamos con el discurso, lo cual nos dio la oportunidad de la
creación. Esa fue la parte saludable, los aciertos, que nos tocó vivir y,
paradójicamente, la que suele onubilizarnos en el presente.
Sin embargo, con respecto a la "teoría", el pensamiento dominante en el campo
popular en los setentas, comparado con épocas anteriores a la nuestra, se
caracterizó por una relativa pobreza, porque estábamos atravesados por la acción
y, para ella parecían útiles los manuales (ojo, no sólo los vilipendiados
soviéticos) que "cientifizaron", valga redundancia, las ciencias sociales.
Y es por ello que hoy nos vemos obligados a "retroceder" a filósofos y
pensadores que habíamos desdeñado porque su pensamiento se oponía a nuestros
deseos, se contradecía con los aparentes triunfos que mostraban el paso
inexorable del capitalismo al socialismo.
Los viejos maestros del siglo XIX, en cambio, vivieron momentos fundantes y
constituyentes y su campo de estudio fueron, como dije más arriba, revoluciones
"derrotadas". Fundaron un proyecto de socialismo, en su momento llamado
"científico" enfrentando enfáticamente la utopía, (el rescate que se hace hoy de
"utopia", indica que muy pocos están dispuestos a mantener el adjetivo
"científico") Digamos mejor que fundaron un cuerpo de ideas, un
imaginario de sociedad opuesta al capitalismo, cuya concreción era una
apuesta; pero lo hicieron sin lograr desprenderse del todo de la hegemonía del
pensamiento capitalista, por asi decirlo, (Hegel). Y claro, no puedo ser tan
necio como para pretender que los maestros la ignoraran y mucho menos creer
que nosotros nos hemos desprendido de la influencia capitalista, apenas si
estamos tomando conciencia de ello..
"El mundo" no es realidad, es representación trascendente, la vida es
presencia inmanente..
Un rasgo distintivo del pensamiento capitalista, casi desconocido hasta la
modernidad, es la "totalidad totalizante", porque ella tiene su origen material
en la búsqueda del reino absoluto del mercado al transformar la fuerza de
trabajo en mercancía. Cierto que ya el cristianismo incorpora a la cultura
occidental la idea de totalidad y por ello es posible que tenga razón León
Rotzichner cuando afirma que el cristianismo es el lejano origen del
capitalismo. En todo caso el monoteismo, el liberalismo y el marxismo "oficial",
comparten la concepción de totalidad. Y por ello tabién es atendible el
argumento de algunos cristianos que sostienen que en Cristo está el origen del
socilaismo. A su vez, los llamados "populares", de Asia, Africa y América
Latina, como alternativa al eurocentrismo, no pudieron despegarse de la
influencia hegemónica del pensamiento de la modernidad. Y no puede decirse que
no lo hayan intentado. (Revolución cultural en China; escuelas secundarias
rurales en Cuba, etc)
Desde luego que este uso de herramientas propias de la época para analizar el
propio capitalismo y el estado moderno (Locke, Adam Smith, Hegel, Darwin) ese
reconocimiento de Marx que las "ideas dominantes son las de las clases
dominantes", no se hizo sin fuertes tensiones entre el deseo, la ética y la
voluntad de tranformar por un lado , con el aherrojamiento de tales "ciencias"
por otro. Por eso son posibles variadas lecturas de Marx.
Ahora bien: los maestros tuvieron un montón de argumentos sobre las "derrotas"
de las revoluciones del siglo XVIII y XIX que estudiaron minuciosamente,
empezando por la gran revolucion francesa. Como es sabido, según ellos, no hubo
tal derrota, sino que fue una ilusión de los "humanistas" creer que la
revolución era para el pueblo, la revolucion era para la burguesia y desde ese
punto de vista fue una victoria total cuando todo lo burgués se hizo humano y
todo lo humano se hizo burgués. ¿Cómo, entonces, podían recoger lo
"positivo" de esas revoluciones derrotadas desde el punto de vista libertario si
no por medio del concepto de totalidad, que las incorporara a un proceso
ascendente de emancipación humana? Totalidad implica un sentido finalista,
meta, objetivo final…el comunismo como la resultante de todo lo acumulado por la
larga marcha de la humanidad a lo largo de su historia. Por lo tanto las partes
se deben subordinar a ese todo final.
Aún tomando saludable distancia del todo determinismo, aún considerando que ese
proyecto, como tal, depende de voluntad humana, condicionada, pero no
determinada, por la base material, el concepto de totalidad hacia un
objetivo final contiene la trascendencia y como tal. desde el punto de vista
escatológico, es la alternativa terrrenal a la promesa cristiana del paraiso.
Cualquier sacrificio vale si apunta al objetivo final. Así muchos de nosotros,
pudimos admitir criticamente al stalinismo y al crimen global de la segunda
guerra mundial como una gesta liberadora, fuera esta la "Gran guerra Patria" o
fuera la guerra de la civilización contra la barbarie. Stalin hizo matar
más comunistas que Hitler, pero decía hacerlo en pos del comunismo como razón de
la historia, esa es la sola diferencia.
Por otra parte, totalidad y trascendencia implican siempre actuar en función de
futuro, el presente se subordina al futuro. O sea que la totalidad, el todo, no
sólo es espacial, geográfico sino también temporal e…infinito.
Es interesante observar que, por lo diverso, la historia muestra que la gente se
ha movido motivada por la "totalidad" sólo en momentos excepcionales. (En
nuestro caso las guerras de la independencia y ciertos hitos) Son esos momentos
que, desde esta óptica totalizante se los llama "históricos" ( a veces reales a
veces imaginarios) y por ello Hegel puede hablar de "pueblos sin historia", no
por ser un alemán racista sino porque lo vé desde la totalidad. Podemos
convenir que efectivamente son eventos, o situaciones imanentes, momentos de
formidables rupturas, a veces revoluciones, donde la vorágine de los hechos
arrastra o entusiasma a millones de seres humanos más allá de sus intereses
inmediatos en alguna de las unidades de la totalidad (Ciudad, Provincia, Nación,
Continentes). Pero en este punto cabe también distinguir cuál es evento o
situación, sin perjuicio de la magnitud y sin sujeción a la estrategia de lo
trascendente. El evento sería aquella situación que contiene una imanente
práctica de cambio en la subjetividad, de rebeldía, aún en el contexto de
una supuesta monumental trascendencia. Por ejemplo, el gueto de Varsovia
en el contexto de la segunda guerra mundial, el Che, oponiendo a la "estrategia"
del campo socialista sus "uno, dos, tres Vietnam". .
La inmanencia de Gauleguaychú.
En la cotidianidad de lo "no histórico" se producen a diario eventos que no
obedecen al un "gran evento", es decir hechos que no se corresponden a una
"estrategia". Tal es el caso de aquel Cutralcó, aquel Mosconi, ese 19/20 de
diciembre… Esquel o Gualeguaychú. No es necesario hacer una encuesta para
suponer que la mayoria de la gente de Gualeguaychú no piensa en la trascendencia
de una estrategia anticapitalista, actuan por la inmanencia de su decisión de
defender un modo de vida; y van de "tacticas" en "tácticas", por así hablar, sin
que lo adecuado de cada táctica se corresponda a una estrategia para medirla.
La "estrategia" de Gauleguaychú es bien "pequeña": expulsar las pasteras. (La
motivación de cada persona o cada grupo del colectivo es a su vez diversa) Por
lo tanto la justeza o no de las tácticas se medirán por esa "estrategia". Porque
es en el proceso de lucha donde los propios protagonistas advierten que una
"inocente" protesta ecologista pone el dedo en la llaga de tremendos intereses.
En esa práctica toman contacto con la teoría, con la ciencia, se informan y se
forman, se "especializan" hasta hacerse "expertos"; con una diferencia radical:
se accede a tales conocimientos por la vía del cuerpo sin "pre-juicios", con
juicios tomados, juicios dados por el deseo, por la opción de vida asumida y no
por teorías totalizantes que indicarían cómo ser felices. Por otro
lado, no se trata, como lo exigía cierto pensamiento agotado, de analizar la
"correlación de fuerzas" para decidir si conviene o no dar la batalla de acuerdo
a cómo estaría dada la disposición "estratégica". Primero porque si Gualeguaychú
hubiese razonado anteponiendo la centralidad del cerebro (análisis teórico
previsible) que le hubiera indicado su pequeñez frente a la hostilidad general,
si hubiera sopesado la magnitud de la coalición de fuerzas a que se enfrentaba,
(imaginarios tecnocráticos del progresismo, académicos marxistas que no pueden
entender el fenómeno biotecnología, mezquinas visiones corporativas de ciertos
sindicatos, gobiernos aherrojados por la gestión, relaciones mafiosas con los
gobiernos provinciales, cierto sindicalismo-empresarial subsidiario de la
gran tecnología, negocios de los empresarios locales, movimientos populares en
el gobierno jactanciosos de su "civilidad" y, claro, por supuesto, su
coronación: los altos intereses transnacionales) quizás ni siquiera lo hubiera
intentado. Luego porque Gualeguaychú desconocía su propia potencia, por aquello
que "nunca se sabe cuánto el cuerpo puede". Al carecer de teoría para actuar,
simplemente se echaron a andar y hoy se pueden asombrar de su propia potencia.
Pero, lo que es más importante: no está escrito cual es la táctica adecuada,
insisto, no es una verdad que existe objetivamente y sólo hay que revelar, no
hay una teoría para el estudio analítico previsible, no se desprende de la
trascendencia de lo general, es una verdad a crear, es una politica a
inventar desde la propia inmanencia y en esa situación concreta. Tal es la
riqueza de Gualeguaychú, sea cual fuere el resultado final. Potencia de
lucha que se desmoronaría si la encajáramos en cualquier "estrategia".
Es en ese sentido, existe un gran riesgo en el intento de "extensión
artificial" de Gauleguaychú: la tentación de bloquear el puerto de Buenos Aires.
Si ello fuera hecho por los ciudadanos de esta ciudad que se movilizaran por
solidaridad en el sentido lato del término (ser parte de lo mismo) bienvenida
sea; porque entonces no estarían haciendo solidaridad con Gualeguaychú, sino
"otro" Gualeguaychú, "otro" Esquel, otro 19/20 de diciembre. Ello significaria
la movilización de porteños que, en primer lugar hicieran conciencia de sus
propios problemas ecológicos locales, que son más graves que los de Gualeguaychú
y hasta ahora se ha movido una infima minoría de la ciudad, empezando por
las torres de Puerto Madero, los terrenos de la ex ciudad deportiva de Boca,
(por ser zona portuaria) y asi decenas de problemas similares, el mayor el
Riachuelo. ¿Que Puerto Madero está lejos de los barrios carenciados de Buenos
Aires? Es verdad, también Gualeguaychú está a 14 kilómetros de las pasteras y su
población no se mueve por ser "carenciada". Dicho en forma más clara: así como
la asamblea de la ciudad de Gualeguaychú (gente presente, no "representantes")
bloquea el puente hacia Fray Bentos, y la asamblea de la ciudad de Colón (gente
presente, no "representantes") analiza medidas similares, debería ser la
asamblea de la ciudad de Buenos Aires (gente presente, no "representantes")
quien decida bloquear su puerto, dispuestos a enfrentar todas las consecuencias
y no la no la asamblea de deteminado barrio "representando" a los porteños.
Pero las cosas no vienen así; la idea de bloquear el Puerto de Buenos Aires
viene fogoneada por asambleístas y piqueteros, muchos de ellos fuera de esta
ciudad, que no se caracterizaron precisamente por esta temática y que ahora, de
hecho, "representarían" a los ciudadanos de Buenos Aires, siguiendo una
pretendida "estrategia", para la cual ellos, los piqueteros, a diferencia de
Gauleguaychú, "conocen" sus fuerzas (mejor dicho creen conocer), porque sus
fuerzas son las que despliegan en situación de presentes y no de "rerpresentantes"
para las que le dan formas de un "ejército civil"). Estas "fuercitas" se mueven
con una "estrategia" de "acumulación de fuerzas", sin comprender que
Gualeguaychú muestra el despliegue de potencia.
Una acción de ese tipo podría ser un salvavidas de plomo para los activistas de
Gualeguaychú, porque más que demostración efectiva de fuerza lo sería de
debilidad, digamos algo asi como oponer escuadrones a los escuadrones de la
represión y encima de civiles con palos y bufandas. La única manera
legítima de bloquear el puerto de Buenos Aires sería la movilización de unos
trescientos mil porteños, (no como un asunto de "fuerza" sino por presencia),
que dijeran basta la la depredación del ambiente. Esto no es "utópico", el
19/20, demostró que la realidad es más rica que la teoría, podría suceder el día
menos pensado. Mientras ello no ocurra, no se lo puede reemplazar con
"vanguardias".
Dicho metafóricamente, no se trata de "extender Gualeguaychú", sino de
desplegar un, dos, tres …muchos Gualeguaychú en donde los protagonistas
descubran, no la "fuerza" de Gualeguaychú, sino su propia potencia.
Precisamente, las acciones en varios barrios porteños y del Gran Buenos Aires
contra las construcción de edificios torre, son esos muchos Gualegauychú. (No
sería necesario agregar que esto no nos exime de realización de actividades de
solidaridad de todo tipo con Guleguaychú en Buenos Aires y todo el país. Por
ejemplo un acto de "representantes" de las asambleas, y organizaciones sociales
en la zona portuaria) .
El socialismo del siglo XXI
Muchos luchadores contra el capitalismo siguen arrastrando uno de los lastres
más pesados que nos legó la modernidad, la totalidad; la idea de que lo global,
lo planetario, articulado, ordenado y manejado racionalmente desde un centro, es
destino natural de la humanidad y sinónimo de civilización superior. Por ello a
la globalidad capitalista se pretende oponer algo así como la globalidad
socialista. Ahora se la menciona como "el socialismo del siglo XXI". Una
estructura planetaria para enfrentar a la estructura planetearia capitalista
¿Por qué no podemos hablar de los socialismos, de muchas variedades de
prácticas sociales autónomas solidarias que, en su multiplicidad local, vayan
más allá del Estado Nación y de Estados Multinacionales?
Y de eso se trata, de que la estructura planetaria es innerente del
capitalismo y, si concebimos otra estructura planetaria, será también
capitalista. Dicho más claro: la estructura planetaria en obra del mercado, de
la lógica de la libre circulación de la mercancía en tiempos que la fuerza de
trabajo se transforma en mercancía. Los hombres, en este caso los capitalistas,
administran, intentan dirigir, según intereses grupales, ese movimiento y sólo
pueden moverse "globalmente" como lo hacen, en el terreno de la mercancia. La
democracia representativa es su forma ideal y funcional,
pero cuando esta no puede dominar por la resitencia de lo diverso, no sólo se
recurre a la fuerza de la policía mundial, sino que tal fuerza constituye,
además de su bien de uso (reprimir) en una rentable mercancia. (Ejércitos,
industria bélica, industria de la seguridad, etc)
El sistema único, no está dirigido por un cerebro humano, ni siquiera un equipo,
sino por un entrecruce de intereses "solidarios" y enfrentados, alimentados por
todos los "sitemas" (sistema económico, político, educativo, religioso,
"cultural", etc). donde posiciones de derecha y de izquierda suelen acordar más
de lo sospechado porque tienen en común el modo de ver "el mundo", aunque
intereses antagónicos y que mantienen un equilibrio inestable, a tal punto que
cada momento se va de madres, porque, al contrario de lo que afirman los
tecnófilos, (que me acusan de tecnófobo) el hombre controla cada vez menos su
propia creación. La leyenda del aprendiz de brujo pesa como una espada sobre
nuestras cabezas.
. Esta afirmación no se desprede de una variante de un determinismo economicista,
sino de la profunda crítica a la soberbia de la modernidad que estableció la
centralidad de la conciencia y la omnipotencia del hombre sobre la naturaleza y
sus propios actos.("hombre", sí compañera, no se sulfure, digo "hombre" con toda
intención, porque la mujer no estaba considerada pensante y, para abrirse paso
en este "mundo", está obligada a pensar como hombre.) Tal estructura planetaria
no obedece a la voluntad de los humanos sino al mercado capitalista. (manejado
por humanos que se llaman empresarios, políticos, científicos, religiosos,
docentes, profesionales e intereses corporativos) pero que también actuan
"en situación" y son pasibles de "triunfos" y "derrotas") Los seres humanos no
pueden actuar más allá de "su situación", porque están "situados" material,
cultural e históricamente.
Para enfrentar esa intemperie el ser humano inventó primero la magia, luego la
religión y después la ciencia. Pero ocurre que esos dioses han muerto o se han
vuelto locos, dejándonos en la intemperie, ha quedado a la vista nuestra
fragilidad como especie y la falsedad de nuestra omnipotencia para dominar la
naturaleza y el "mundo". Pero fragilidad e intemperie no significa impotencia,
por el contrario la omnipotencia es consecuencia de la impotencia de la fuerza.
La fragilidad puede generar potencia, por aquello que decía el genral Giap: "el
arma vale lo que vale el hombre que la empuña". Por ello es que, liberados de la
protección omnipotente de la fuerza de los dioses, podemos enfrentar la
intemperie liberando la inmanencia de ese haz de potencias que actúan contra la
injusticia en cada situación, resistiendo a la destrucción de la vida,
construyendo relaciones sociales, sin saber ciencia cierta qué sobrevirá de cada
construcción. Se trata de resistir creando para hacer realidad esa hermosa frase
"resistir es crear". En esa práctica la militancia, independientemente de
costos, esfuerzos y resultados finales, no es un "sacrificio", sino el placer de
la creación.
En todo caso la propuesta de una estructura planetaria alternativa es la que
está en danza hoy en América, en la que se anotan desde Cuba, pasando por
Venezuela y Bolivia, a Argentina y hasta con el agregado de la "democracia
participativa". Y claro, un proyecto de este tipo implica de por sí una
estrategia, un enfrentamiento global, a lo global, un formidable despliegue y
disposición de fuerzas sobre un tablero primero nacional, luego regional y
después mundial, donde habria que mover las unidades tácticas, sopesando cada
movimiento, atendiendo a la correlación de fuerzas, los flancos débiles del
enemigo, etc. A nadie puede caber dudas que un sistema único mundial implicaria
una conducción única, (¿Elegida en democracia participativa?)
Eso ya inventado y su forma política fue la "democracia popular". Pareciera que
ahora sería sólo cuestión de cambiar el adjetivo, evitar las "desviaciones"
mediante el "control popular" con la "democracia participativa". Sin embargo,
así como la burguesía también suele "desviarse" de la democracia representativa
cuando está amenazado el control de la totalidad capitalista (no siempre por el
oponente anticapitalista, sino también, con harta frecuencia, por la tozuda
fuerza de la diversidad) el "socialismo del siglo XXI" se "desviará" de la
democracia popular participativa apenas vea amenazada la "totalidad socialista",
por la fuerza de la diversidad, por los miles de Gualeguaychú. (No es que uno se
ponga paranoico, pero ya tenemos a Chávez exigiendo el partido único) .
Presencia, no a la representatividad
No sólo están cuestionadas las teorías, sino el propio concepto de teoría en
tanto éste sigue ligado a la supuesta centralidad del cerebro, desdeñando lo que
el cuerpo puede. Lo que está en juego no son teorías sino una práctica que
conlleva una determinada manera de pensar. La "nueva forma de pensar" (en rigor
no tan nueva) no se debe a que cayó el socialismo que supimos contruir ,
sino a que "Dios ha muerto", y por ello no se terminó la historia, claro, no
creo que haga falta aclarar esto. Sólo que al morir Dios, nos hemos quedado,
como dije, a la intemperie. Lejos de amilanarnos, es un desafío que entusiasma,
actuar por nosotros mismos, como Ulises en su viaje a Ithaca, donde lo
importante no es la meta sino el camino. Sólo desde este punto de vista es
válida la palabra democracia, pero no como estado, como sistema político, sino
como verbo, como práctica de acción y organización entre la gente. Una
concepción tal de democracia no necesita adjetivos.
Hasta la generación de los setentas actuamos, con teoría o sin ella, como
fuerzas contituidas. Con la industrialización la burguesía se contituyó así
misma y constituyó, a su pesar, su oponente, el proletariado. Una lucha ceñida
al ámbito del llamado "trabajo productivo", apropiándose del homo faber.
El resto de la humanidad laboriosa, el animal laborans, el que realizaba
y realiza lo "improductivo", lo supuestamente doméstico, quedó fuera, mejor
dicho fue instado a subordinarse, a postergar sus aspiraciones de emancipación a
la espera de la resultante de ese gran combate. Por su parte, la totalidad
opositora a la burguesía en el siglo XX, es decir la totalidad socialista (con
independencia de cada fracción política) coincidía en decirle: esperen a la
revolucion mundial que liberará al proletariado y este emancipará a la
humanidad. Por suerte los postergados, en tanto y cuanto vida activa, se
rebelaron contra la dictadura de esa totalidad que compartían buguesia y
proletariado e "hicieron la suya", los esclavos de las colonias, campesinos,
mujeres, indígenas, minorías étnicas, nacionales, homosexuales, lesbianas,
artistas, anti-siquiatria, etc, lucharon desde "la parte", es decir desde cada
situación y lograron hacerse presentes pese a la "derrota" de la revolución
mundial.
Finalmente la totalidad no es real, "el mundo" no es real, es una representación
que actúa e incide sobre la realidad. La realidad no puede ser representación
sino presencia; la realidad son son los muchos mundos en forma de presencia. Una
totalidad oponente sería también, por definición. "otra" representación de "otro
mundo". Si los muchos mundos se hacen presente desde su imanencia,
la representación quedará sólo para las ceremonias, protocolos, esos encuentros
trascendentes, (casi siempre se autodenominan a priori "históricos"),
ritos laicos que parecen haber reemplazado a los ritos religiosos de comunión,
sólo que en vez de escuchar a Dios, cada uno se escucha a sí mismo, comulgados
por los aplausos.
Fuera de contexto de un ideario que contenga la totalidad y el "objetivo final",
y que por lo tanto analizaría triunfos o derrotas tácticas en este movimiento,
Gualeguaychú ofrece un ejemplo estimulante del valor de la lucha, aquí y ahora,
enfrentando la intemperie, sin "referentes superiores", sin responder a un
"centro", realizando la libertad en el acto, ejerciendo en la propia lucha la
emancipación, sean cuales fueran las preferencias de cada uno, pero que, al
oponerse a los dictados del mercado mundial, está minando la estructura
planetaria. No tenemos por que propiciar un "centro ordenador" que dé
trascendencia a cada parte, sino incentivar la inmanencia, la multiplicación de
la acción local, porque no son partes de un todo sino el todo en la parte.
Repito, pidiendo disculpas por la machaca, parafraseando al Che, podríamos decir
que la "estrategia", si queremos hablar de ella, consiste en un, dos, tres,
muchos Gualeguaychú.
Por último, me permito transcribir el siguiete poema de Constantin Kavafis,
quien escribe mucho mejor que yo, sin más comentarios.
ITHACA
Conserva sin cesar Ithaca presente en el espíritu.
Tu meta final es llegar a ella. pero no acortes el viaje:
es mejor que dure muchos años y que llegues por fin a tu isla
en los días de la vejez,
rico de todo lo que ganaste en el camino.
Sin esperar que Ithaca te enriquezca.
Ithaca te dio ese hermoso viaje;
sin ella no te hubieras puesto en camino.
Ella no tiene otra cosa para darte.
Incluso si la encontraras pobre, Ithaca no te habrá
engañado
Sabio como te habrás vuelto despues de tantas experiencias
comprenderás al fin lo que las Ithacas significan.
Fuente: lafogata.org