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Pueblos Originarios
 

Hermano Héctor

Alvaro Hilario
del colectivo EUTSI-RESISTE, Euskal Herria
 
Conocí a Héctor Llaitul, hace ya un tiempo, fuera del Wall Mapu. Amigos comunes me dijeron que Héctor -sabiendo de la presencia de un compañero vasco- quería conocerme. Compartimos mate y charlas; información y debates; problemas, anhelos y sueños. Se refería a nosotros como los hermanos vascos. Para mí fue muy importante escuchar esa palabra de su boca, tanto como cuando Ohma, un kurdo amigo, me enseño a utilizar el lenguaje de la mirada: el cariño, la identificación con la Nación Mapuche que mucha gente profesa en Euskal Herria (País Vasco) era real y era mutuo; no era una alucinación fantasmagórica y pasada de moda como tantas veces nuestros verdugos intentan hacer (y hacernos) creer. Somos hermanos y hermanas.

Hablaba de un pueblo hijo de la tierra, enraizado en la tierra, en comunión con la tierra; pueblo que, sin embargo, caminaba, y caminaba en la modernidad guiado por un saber de miles de años. Caminan los palestinos por entre olivos arrancados; caminan los kurdos, en tradicional oscilación, del valle a la montaña; caminan muchos por las calles vascas reclamando la libertad de hijas, hermanas, compañeros.

Las hogueras vascas en la noche de San Juan relevan a las del Newroz (año nuevo kurdo); calcinan la tierra, nuestra madre tierra, la madre del pueblo mapuche, de los palestinos. Wall Mapu, Ama Lurra. Tierra que nos arrebatan, parcelan, compran y venden; tierra herida por trenes, autopistas y gigantescos embalses. Llora Ralco en el Wall Mapu, llora Itoiz en Euskal Herria, lloran los valles kurdos por el agua que roba Turquía. La tierra, el agua, el fuego.

Tenía razón el viejo Marc Legasse -ese que decía que los vascos son anarquistas y piratas por naturaleza- cuando en su novela "Las carabinas de Gastibeltza", hermana al rebelde fugitivo Iñigo Pikandia con los pueblos originarios de América, con los patriotas escoceses, con los habitantes del Himalaya.
Somos hermanos, hermanas, compañeros y compañeras.
 
Por desgracia también compartimos agresiones y agresores. Iberdrola, de capital vasco, quiso envenenarnos con una batería de centrales nucleares repartidas por la costa vasca. Iberdrola, compañía que desde el 2003 ve como el volumen de "negocios" realizado en Sudamérica supone cada vez más del grueso total de sus ganancias, casi el 10%.
Endesa, presidida por el infausto Martín Villa, responsable de tanta crueldad sufrida por el pueblo vasco. Endesa, que construye las presas de Ralco (sus únicas inversiones en América en este último lustro) como pago a lo rapiñado.
 
Somos de la misma familia porque lo queremos así. No estamos pasados de moda, no damos la espalda al progreso. Tampoco queremos dársela a la tierra.
Héctor ha sido perseguido, golpeado y vejado por defender la tierra. Héctor es nuestro hermano. Yo también estoy preso del winka chileno. También Héctor está libre en nuestras luchas, por su palabra, por su ejemplo, por su dignidad.

No estás sólo, Héctor, compañero, hermano, amigo.


Fuente: lafogata.org