"MIREN COMO NOS HABLAN DEL PARAÍSO" |
Concilio Vaticano
II, el que cambió a la iglesia católica...
La muerte no nos hace buenos... (Parte II)
Elena Luz González Bazán
Argenpress
¨... que el viento de la historia
limpie el polvo acumulado sobre el trono de Pedro'
Juan XXIII
El Concilio Vaticano II duró casi tres años, se dieron cita unos dos mil Padres
Conciliares, fue el más representativo de los 22 Concilios Ecuménicos como
afirman muchos teólogos y estudiosos del mismo, constó de cuatro etapas. Estos
Padres conciliares vinieron de todos los rincones del Planeta, con diversidades
de razas y lenguas.
El Concilio se convocó con el fin esencial de promover el desarrollo de la fe
católica, lograr una renovación moral de la vida cristiana de los fieles. Eran
tiempos de disputas, profundas discusiones y renovaciones en los niveles
ideológicos y políticos y la iglesia había quedado rezagada, otras
congregaciones ganaban miles, millones de voluntades.
Las formas litúrgicas eran alejadas de las masas, las misas en latín, una lengua
muerta que poco se enseñaba, y la mayoría desconocía, formas de relacionarse con
los feligreses de espaldas, generalmente con liturgias que nada tenían que ver
con los problemas cotidianos, humanos y sociales de las distintas poblaciones
del mundo católico.
Fue una revolución puertas adentro y hacia fuera de la iglesia, impulsada por
Juan XXIII y clausurada por Pablo VI. Se propuso actualizar la vida de la
Iglesia sin definir ningún dogma. Trato de la Iglesia, la Revelación, la
Liturgia, la libertad religiosa, etc.
El Concilio Vaticano II es el hecho más decisivo de la historia de la Iglesia en
el siglo XX.
'Sólo si hay paz, las enormes energías del mundo podrán ser utilizadas en la
lucha contra la injusticia social, para la promoción humana y espiritual del
hombre'. Encíclica Populorum Progressio.
Por otra parte, la encíclica Populorum Progressio de Pablo VI, de 1967,
criticaba el sistema capitalista y denunciaba la situación imperante en el
Tercer Mundo. Esto aumentó aún más las posturas en favor de la Teología de la
Liberación. No toda la Iglesia católica latinoamericana compartía estas ideas
que pronto fueron neutralizadas por la nueva conducción del CELAM a partir de
1972.
Las dos encíclicas de Juan XXIII: 'Mater et Magistra' y 'Pacem in Terris' y
Populorum Progressio de Paulo VI, en 1967 fueron esenciales de las enseñanzas de
Vaticano II. Aquí sin lugar a dudas estuvo la revolución en la iglesia católica,
en estas enseñanzas están los hacedores de haber cambiado la iglesia católica
que reúne a unos 700 millones de creyentes. En América Latina se concentra el 44
por ciento, pero es Europa la que tiene mayor cantidad de Cardenales electores
del nuevo Papa, el 48 por ciento de ellos, 58 cardenales de origen Europeo sobre
los 117, menores de 80 años que elegirán al sucesor en el trono de San Pedro.
Frente a esta realidad, Los grandes medios de comunicación utilizan formas de
catalogar y adjetivar que responden a las presiones de los distintos lobbys
eclesiásticos, el objetivo es imponer un perfil interesado, de muy poco o nulo
contenido espiritual. Por eso opinan sin demasiadas precisiones, afectando el
desarrollo y desenvolvimiento de lo que debiera ser una elección papal
cristalina.
Vayamos por partes: Leonardo Boff afirma que Juan Pablo II fue quien no se
caracterizó por la reforma sino por la contrarreforma. 'Representó la tentativa
de detener un proceso de modernización que irrumpió en la iglesia desde los años
´60 y que interesaba a todo el cristianismo'.
Por otro lado el teólogo Rubén Dri afirma que Juan Pablo II tuvo un proyecto y
este fue un ambicioso plan político - religioso de poder, donde lo que se
buscaba era desmontar la democratización lograda por el Concilio Vaticano II.
'Toda la impronta de Juan Pablo II fue en contra de esta democratización que,
por una parte, se expresaba en la colegialidad episcopal, o sea, en el poder
mayor dado a los obispos en cuanto a colegios, o reuniones de obispos y en los
consejos presbiterales que se abrían en cada una de las diócesis. Además de la
apertura que se había dado en la Iglesia, de manera que también los laicos
tuviesen la palabra'.
Luego Rubén Dri sostiene, y cabe aclarar que fue uno de los impulsores del
Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo, que Juan Pablo II buscaba volver
a jerarquizar por completo la Iglesia y afirma que en realidad, más que
jerárquica, fue monárquica. El objetivo claro resaltar y afirmar la
infalibilidad de la Iglesia, que reside en el Papa.
'Lo que significa, a su vez, reprimir las disidencias y suplantar en lo interno
el diálogo por la imposición. La categoría fundamental de la encíclica Ecclesiam
suam de Pablo VI era el diálogo. Abría el diálogo en distintas instancias, tanto
en lo interno de la Iglesia como en sus relaciones con el exterior. Lo que hizo
Juan Pablo II fue cerrar este diálogo y en lugar del diálogo, la imposición y la
recuperación de la obediencia como valor fundamental'. Afirma Leonardo Boff,
sacerdote castigado en 1985 con el silencio obsequioso por la Santa Sede durante
el reinado de Juan Pablo II. Leonardo Boff, también fue impulsor de la Teología
de la Liberación.
La iglesia católica debía enfrentar dos problemas esenciales que hacen a su
perdurabilidad y a su predicamento; por un lado el surgimiento de otras
iglesias, cuyo origen está en la Reforma del siglo XVI y por otro una cantidad
de congregaciones cismáticas y heréticas como sostiene la Santa Sede y que,
obligadamente, y por fuera de su voluntad, debe convivir.
El otro aspecto es que el iluminismo trajo el surgimiento de la razón y esto
provocó el avance de la tecnología y la ciencia, las libertades públicas, las
formas democráticas por encima de la monarquía absolutista. Avances de la
sociedad que las amplias masas abrazaron por fuera de los designios divinos o
los autoritarismos que afloraron en los años anteriores a Vaticano II.
Las sociedades modernas, afirma Boff, abrazaron las libertades en todos los
continentes, las libertades democráticas, la ciencia y la técnica, fueron
paradigmas que enfrentaron a una iglesia encerrada, un bastión conservador y
autoritario.
Aquí surge la fuerza de Juan XXIII, la culminación dada por Pablo VI que
modificó el anatema por la comprensión, la condena por el diálogo. Las
necesidades sociales por encima de las jerarquías, la comprensión de los
procesos humanos por sobre la misión religiosa de la iglesia.
La aparición como Papa de Juan Pablo II fue, nuevamente, la unión Papa-Curia,
burocracia papal y conservadurismo religioso, porque los círculos de la Curia
romana no habían sido derrotados en Vaticano II. Esperó, soportó el avance de la
iglesia social, humana, de los pobres, de la Teología de la Liberación y con la
llegada de Juan Pablo II, las dictaduras en América Latina y la no condena de
los genocidios, nuevamente, el proceso autoritario de la iglesia católica.
Se desandó lo realizado y los viajes del Papa fueron realizados a su medida, por
eso como afirma Ernesto Cardenal, durante la primera visita del Papa a
Nicaragua, cuando aún la Revolución era gobierno, lo recriminó por estar en el
gobierno, fue seco y agresivo con la inmensa masa de nicaragüenses que se dieron
cita: 'Repetidas veces el Papa había dicho que Nicaragua era su 'segunda
Polonia'. Y ése fue un gran error, porque Nicaragua no era Polonia. El creía que
había un régimen impopular, rechazado por la gran mayoría cristiana, y que su
presencia beligerante provocaría una sublevación del pueblo contra los
comandantes de la Dirección Nacional y la Junta de Gobierno que estarían
presentes en la plaza'.
Su misa siguió entre la confusión de los 700.000 nicaragüenses y las agresiones
de un Papa que no besó un solo niño. Y continúa Cardenal cuando cuenta aquel
viaje que dejó mal parado al Papa polaco: Que bastaba que él hablara contra la
revolución sandinista, y tendría el respaldo masivo de esa plaza. Y el Papa
llegó a Nicaragua a desestabilizar la revolución. Si el Papa no hubiera estado
equivocado, la noticia mundial de ese día habría sido que el pueblo de Nicaragua
rechazaba la revolución. Y, ciertamente ese hubiese sido el derrumbe de la
revolución sandinista, como yo lo llegué a temer esa tarde. Pero como el pueblo
defendió su revolución y rechazó al Papa, la noticia mundial fue 'el agravio que
se hizo al Papa en Nicaragua'.
Los objetivos de Juan Pablo II eran claros, no comulgaba con aquellos que se
habían comprometido con los derechos humanos de sus naciones, y la tarea de
consolidar su proyecto fue: remover, controlar, limitar a los obispos
comprometidos con los derechos humanos, por ejemplo, con las mujeres, con los
homosexuales en el Primer Mundo. Es decir, el tema de la Iglesia en el Primer
Mundo era el problema de los derechos humanos, o sea, de las minorías
marginadas, reprimidas. Y la represión se abatió fundamentalmente sobre los
obispados de Holanda y de Francia, que fueron prácticamente desmontados por Juan
Pablo II. 'Habían sido las iglesias más avanzadas en el Primer Mundo y
terminaron siendo, prácticamente, reducidas al silencio. Toda la teología
progresista que había elaborado Francia durante una época, desapareció, sostiene
Rubén Dri.
Y sigue sosteniendo que, la implementación del proyecto era necesaria para
controlar a los sectores populares del Tercer Mundo, terminología que se fue
desdibujando en el mundo y que llegó hasta los límites de suponer que la década
del ´90 nos había introducido por arte de magia y del mago en el Primer Mundo.
'El compromiso de la Iglesia en el Tercer Mundo era fundamentalmente con los
sectores populares, con los movimientos de liberación, movimientos sociales,
etc. La represión se abatió sobre el cardenal Arns de San Pablo, el que acogió a
las Madres de Plaza de Mayo, que no eran recibidas por la jerarquía argentina El
cardenal Arns se había transformado en vocero de las Madres, llevó el asunto al
Vaticano e hizo público el tema de los desaparecidos en la Argentina. Pues bien,
el cardenal tenía una diócesis muy grande con un trabajo creativo de comunidades
de base. Juan Pablo II le fue creando otras diócesis, recortándole el
territorio', afirma Rubén Dri.
El otro caso paradigmático y doloroso de la realidad latinoamericana, sin entrar
aún en Argentina, es el caso de Monseñor Arnulfo Romero de El Salvador,
asesinado en el momento que daba misa. Romero tenía 63 años, el 24 de marzo de
1980 un comando ultraderechista le cegó su vida cuando oficiaba misa en la
capilla del hospital La Divina Providencia, en San Salvador.
Este momento histórico en la vida del pueblo salvadoreño marcó el inicio de la
guerra civil que duró doce años y que terminó en enero de 1992, con la firma de
los Acuerdos de Paz entre el Gobierno y la guerrilla, ahora convertida en
partido político.
Los pedidos de Monseñor Oscar Arnulfo Romero al Papa Juan Pablo II no fueron
contestados, fue abandonado por su santidad, a su propia suerte...
Al cumplirse un año de la muerte del padre Rutilio Grande afirma Monseñor Romero
que: .'La grandeza del hombre no es ir a la gran ciudad, no es el tener títulos,
riquezas, dinero; la grandeza del hombre está en ser más hombre, más humano. Por
eso, cuando Rutilio llega a la plenitud de la humanidad suya, lo encontramos de
vuelta para El Paisnal'.
En medio de grandes soledades, con las muertes más que dudosas de los obispos
Ponce de León y Enrique Angelelli, Jaime de Nevares. Obispo de Neuquén, afirmaba
sobre el posible Punto Final, que 'si no había una movilización de las
voluntades contra el proyecto del Punto final, los argentinos no habríamos
merecido vivir en libertad'.
Mater et Magistra - Juan XXIII
Notas:
1) Mater et Magistra - Juan XXIII - 1961 la remuneración del trabajo pág. 40.