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"MIREN COMO NOS HABLAN DEL PARAÍSO"




Concilio Vaticano II, el que cambió a la iglesia católica...
La muerte no nos hace buenos... (Parte I)

Elena Luz González Bazán
Argenpress

¨... que el viento de la historia
limpie el polvo acumulado sobre el trono de Pedro'
Juan XXIII

La muerte transforma, inmediatamente, en seres buenos a quienes han abandonado la vida. Ancestral concepto de antiguas comunidades, para reafirmar la historia de esos seres humanos probos. Pero eso no era para todos. Este concepto se lo adueñaron las fuerzas políticas e ideológicas, primero, para reafirmar que la política llevada a cabo por el muerto era buena como el mismo fallecido. Este planteo político e ideológico lo tomaron los grandes medios de comunicación. Una acción mediática que olvida, deliberadamente, otros funerales, otros hombres de la humanidad, otros momentos históricos de grandes concentraciones humanas, en nuestro país, en Latinoamérica y en el mundo. Sucesos que cambiaron la historia de la humanidad, que fueron quiebres y bisagras; testimonios permanentes de esas transformaciones.

Los medios, los grandes medios no utilizan algo que afirma el Concilio Vaticano II, refrendado por Pablo VI, sobre la verdad y que irremediablemente en estas décadas quedaron en el olvido: Sin embargo, el recto ejercicio de este derecho exige que, en cuanto a su contenido, la comunicación sea siempre verdadera e íntegra, salvadas la justicia y la caridad; además, en cuanto al modo, ha de ser honesta y conveniente, es decir, debe respetar escrupulosamente las leyes morales, los derechos legítimos y la dignidad del hombre, tanto en la búsqueda de la noticia como en su divulgación, ya que no todo conocimiento aprovecha, pero la caridad es constructiva.

Estos aspectos que obvian los grandes medios, son los que a continuación de ¨una bondad infinita que comienza a aflorar¨, proceden a dulcificar los tránsitos históricos del muerto y se edulcoran los momentos dudosos o contrarios hacia los intereses más generales, ocultando verdades, tergiversando otras, o bien agrandando participaciones que no fueron ciertas. Se adultera la realidad o bien se quita del medio, drástica y groseramente, a los verdaderos impulsores de esos momentos históricos que cambiaron la vida burocrática, conservadora y alejada de las grandes masas de creyentes como fue el Concilio Vaticano II, impulsado por Juan XXIII y terminado por Pablo VI.

La Muerte de Juan Pablo II para los medios se ha transformado en frases como: el Papa más amado, el que cambió las estructuras de la iglesia, el ser superior por encima del resto de los mortales. Frases que pueden ser parte del adorno de la noticia, pero que constituyen un pensamiento donde se sepulta a otros para levantar una figura y de esta forma liquidar la memoria histórica.

Entonces podemos decirlo así, la Iglesia Católica Apostólica Romana sí tuvo renovaciones, pero fueron en otro momento histórico esencial, cuando era Papa Juan XXIII, el Papa Bueno. Beatificado el 3 de septiembre del 2000. Con él se inicia el Concilio Vaticano II que produce una revolución de las estructuras evangélicas hacia dentro de la iglesia católica. De esta realidad surgirán los movimientos sociales dentro de la iglesia, sus curas, monjas y hermanas, párrocos, obispos y laicos comprometidos con los pobres. La Teología de la Liberación un fenómeno en América Latina que congregó y sumó a miles y miles de fieles y miles de hombres y mujeres de la iglesia. Por abrazar la Teología de la Liberación, las dictaduras y democracias débiles se cobraron la vida de cientos de ellos, miles en todo el continente.

La resolución de Juan XXIII sobre la difusión y publicación de las dos encíclicas, Mater et Magistra (1961) y Pacem in Terris (1963), recibieron una calurosa acogida de parte de los portavoces de la opinión pública en todos los continentes. Ambas pastorales son relevantes por la insistencia sobre los derechos y los deberes correspondientes que se derivan de la dignidad del hombre como criatura de Dios.

¨Una profunda amargura embarga Nuestro ánimo ante el espectáculo inmensamente triste de innumerables trabajadores de muchas naciones y de enteros continentes, a los cuales se les da un salario que les somete a ellos y a sus familias a condiciones de vida infrahumana. Esto, sin duda, se debe además al hecho de que en aquellas naciones y en aquellos continentes el proceso de la industrialización está en sus comienzos o está todavía en fase no suficientemente avanzada¨, Mater et Magistra (1).

En apenas cinco años de pontificado, Juan XXIII, de origen campesino, promovió una revolución copernicana en la Iglesia católica. Patrocinó la reforma litúrgica, permitiendo la misa en lengua vernácula, con el celebrante de cara a los fieles; reforzó el principio evangélico de una Iglesia comprometida con la liberación de los pobres; publicó las encíclicas 'Mater et Magistra' y 'Pacem in Terris', que actualizaron la doctrina social de la Iglesia. Juan XXIII sorprendió al mundo y a la iglesia puertas adentro, cuando convocó el Vaticano II (1962-1965) sin consulta previa a la curia romana. Quería que 'el viento de la historia limpie el polvo acumulado sobre el trono de Pedro', según declaró.

Por otro lado, comenta Frei Betto, en una nota antes de ser beatificado junto a Pío IX, aclarando las profundas diferencias entre ambos dignatarios de la iglesia, sobre un momento de Juan XXIII con la presencia de Helder Camara, el prelado brasileño, promotor de la Teología para la Liberación. ¨Aunque no consiguió convencer a los cardenales de la curia para que invitasen a las primeras sesiones conciliares a los teólogos de vanguardia, como Congar, Chenu, Schillebeeckx, De Lubac, Guardini, etc. Dom Helder Camara le dijo al Papa que extrañaba tales ausencias en un concilio que pretendía renovar la Iglesia. Juan XXIII le pidió al obispo brasileño que repitiese la queja en una audiencia en que estarían presentes los prelados de la curia¨.

Esta sencilla y testimonial anécdota muestra al máximo dignatario de la iglesia católica siendo abierto de puertas adentro de la misma iglesia.

Juan XXIII

Angelo Guisseppe Roncalli nacido en 1881 muere en pleno desarrollo del Concilio Vaticano II, el 3 de junio de 1963. Se transformó en Papa en 1958, su pontificado duró cinco años, sin embargo, fue quien inició el proceso de renovación de esas estructuras anquilosadas e inamovibles de la iglesia católica. La muerte de Pio XII lo transforma en Juan XXIII y su finalidad fue abrir las ventanas para que entrara aire fresco en la Iglesia.

El Concilio Vaticano II se inicia el 11 de octubre de 1962. allí se demuestra el interés de sus integrantes para cambiar aspectos sustanciales de las ceremonias religiosas, como fue reemplazar el latín en la celebración de la misa, por los idiomas nacionales. La mayor participación de la iglesia en los problemas del mundo.

La propuesta de la encíclica PACEM IN TERRIS planteaba la paz entre los hombres y los países de todo el mundo. Y otros cambios fue la transformación de una iglesia más europea a la del denominado Tercer Mundo, porque la presencia de los obispos en todo el mundo ayudó a esta realidad.

El Concilio Vaticano II tuvo como postulado la disciplina eclesiástica a las necesidades y métodos de nuestro tiempo. Tras un largo trabajo concluyó en 16 documentos, cuyo conjunto constituye una toma de conciencia de la situación actual de la Iglesia y define las orientaciones que se imponen. Las características del Concilio Vaticano II son: Renovación y Tradición.

Luego de cinco años de papado, el 3 de junio de 1963 muere Juan XXIII, sucedido por Pablo VI que continúa la tarea del Concilio y finalizan las sesiones en 1965.

El Concilio Vaticano II marcó una gran transformación de la iglesia, pero no sólo en los aspectos religiosos, sino políticos, sociales y culturales, y en especial en América Latina, allí las iglesias nacionales se identificaron y consustanciaron con los denominados Movimientos de Liberación Nacional.

Esta renovación propuso una mayor independencia en el accionar evangelizador que se fue adaptando de acuerdo con cada país, cada región, con discusiones internas entre los hombres de la iglesia. Y que llevó, en el caso de América Latina, a convocar, como una de las principales consecuencias del Vaticano II, el Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM), en 1968, esa conferencia se hizo en la ciudad colombiana de Medellín.

De esta conferencia y en un proceso de demostración de la iglesia de los pobres de Juan XXIII nace la Teología de la Liberación, aspectos dogmáticos y teológicos que muchos de estos prelados de la iglesia venían discutiendo.

Los primeros cien días del pontificado de Juan XXIII toma una serie de medidas que son cruciales para el desarrollo posterior de la iglesia, en el orden administrativo designa al Cardenal Domenico Tardini como Secretario de Estado, cargo vacante desde 1944. Convoca al Concilio Vaticano II el 25 de enero de 1959, habían pasado 99 días de su elección y asombra a la curia afirmando que la cruzada contra el comunismo había fracasado. Ordena a los obispos italianos que se mantengan ¨políticamente neutrales¨, y ordenó que no pudieran circular, libremente, los miembros de la CIA - Agencia Central de Inteligencia, por el Estado Vaticano.

'Recordamos los graves deberes de los que ostentan la responsabilidad del poder -decía Juan-. Que con la mano en el corazón, escuchen el grito angustioso que se levanta hacia el cielo desde todos los ángulos de la tierra, desde los niños inocentes, hasta los ancianos, desde las personas individuales hasta las comunidades: ¡paz, paz! Renovamos hoy esta solemne invocación. Suplicamos a todos los que gobiernan que no permanezcan sordos a este grito de la humanidad. Que hagan todo cuanto está en sus manos para salvar la paz. De este modo evitarán al mundo los horrores de una guerra, cuyas espantosas consecuencias nadie puede prever...' afirmaba Juan XXIII el 25 de octubre de 1962.

El Concilio Vaticano II fue un desafío para la iglesia, puertas adentro y hacia una sociedad que atravesaba los aires fuertes, vigorosos de una renovación total en el mundo subdesarrollo. En el marco de los países del Tercer Mundo.

Un desafío que comprometió a todos los estamentos religiosos y laicos implicados, que llevó a muchos de sus hombres y mujeres a introducirse y ser parte de los Movimientos de Liberación Nacional: Nicaragua, Colombia, El Salvador, Cuba y Argentina, entre otros.

Ese desafío y en medio de la disputa ideológica y política que se daba en el mundo de los ´60 y luego la década del ´70 participaron miles de prelados y mujeres de la iglesia ofrendando sus vidas.

La apertura fue total y quienes impulsaron esta puerta hacia la sociedad, de cara a los problemas de las grandes masas de los pobres, pensaron e idearon una iglesia para los pobres. Este fue el legado de Juan XXIII y el trabajo final que dejó Pablo VI, lo que vino después fue un pequeño mandato de 33 días de Juan Pablo I y estos 26 años de Juan Pablo II, donde la iglesia cerró las compuertas y se sumergió en los momentos anteriores a Vaticano II.

¨... el hombre no es solamente un organismo material, sino también espíritu, dotado de inteligencia y libertad. Exige, por tanto, un orden ético-moral, el cual, más que cualquier valor material, recae sobre las directivas y las soluciones que se han de dar a los problemas de la vida individual y social en el interior de las comunidades nacionales y en las relaciones de éstas entre sí¨.

Mater et Magistra - Juan XXIII

Notas:
1) Mater et Magistra - Juan XXIII - 1961 la remuneración del trabajo pág. 40.