País Vasco
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De lo que el País Vasco
debe a ETA
Martxelo Otamendi
Berria
Traducido para Rebelión por Ramon Bofarull
El grifo del relato está abierto y, quienes lo han abierto, quieren que
vierta un líquido monocolor. Durante los próximos años la palabra relato
será trending topic en el diccionario de la política vasca. Relato por
aquí, relato por allá, pero único. Y la apuesta por ese relato uniforme será
grande, muy grande; de la misma envergadura que el éxito socioelectoral que
obtenga la izquierda abertzale renovada. Es decir, cuanto mayor éxito
tenga la izquierda abertzale renovada, tanto más duro será el relato
contra la historia de ETA y de la izquierda abertzale. Durante los
últimos diez años, muchos han anunciado, poniendo mayor atención en el argumento
que les dictaban las vísceras que en el que les dictaba la cabeza, que, sin ETA,
la izquierda abertzale quedaría débil y desnortada. Huelga decir que ese
anuncio ha fallado y que sus teóricos han quedado en ridículo.
Si la sociedad hubiera dado la espalda a la izquierda abertzale renovada,
si la hubiera marginado en las elecciones, si la hubiera condenado a la nada, el
relato no tendría gran importancia, ya que sería asumido por la propia sociedad.
Pero no sucedió eso con Bildu ni parece que vaya a ocurrir con Amaiur [1].
Antes bien, la izquierda abertzale renovada está más cerca que nunca de
convertirse, por vez primera, en hegemónica, al menos en el espacio abertzale.
Por eso toma fuerza el relato duro, el relato que quiere despedazar la historia
de la izquierda abertzale. Se quiere pintar ese relato duro con brocha
gorda, sin matices, que lo cubra todo. La sentencia de moda estos días es «el
País Vasco no debe nada a ETA». Urkullu [2] la ha recuperado entre
las frases pronunciadas en el pasado por Imaz [3] y Egibar [4].
La historia de ETA, desde su creación en el verano de 1959, es larga, tan larga
como compleja. ¿Qué ambiente había en el País Vasco Sur cuando unos estudiantes
decidieron constituir esa organización separatista y subversiva? El
franquismo estaba en pleno apogeo, la oposición en el exilio y, en el interior,
apenas había movimiento. Ni en España ni en el País Vasco. Aquí, el PNV era casi
la única referencia, con escasa actividad por la represión. En desacuerdo con la
actitud pasiva del PNV y con el objetivo de dar la vuelta a esa situación,
Txillardegi, Benito del Valle, Julen Madariaga y pocos más crearon la
organización ETA. ¿Puede decirse, sin matiz de tipo alguno, que el País Vasco no
debe nada a esos jóvenes valientes, agitadores de la conciencia y del
renacimiento del país? ¿Qué estaban haciendo en aquella época los padres
políticos de esos que les quieren quitar todo mérito?
Después del surgimiento de ETA y, en algunos casos, como consecuencia de éste,
nació en nuestro país una canción nueva, se renovó la literatura, el teatro, la
conciencia nacional, la reivindicación obrera, las ikastola, la
euskaldunización y la alfabetización… Tan erróneo como decir que no le debemos
nada a ETA es asegurar que ese renacimiento lo creó ETA. Ambas afirmaciones son
erróneas. Pero es difícil negar que el surgimiento de ETA y las ilusiones y
audacias que provocó empujaron a mucha gente a tomar conciencia y ponerse manos
a la obra. Fue un agente indirecto, pero ese proceso se habría retrasado
bastante sin ETA.
Muy diferente tarea es buscar, en la larga evolución que ha experimentado ETA,
la ETA del gusto de cada cual. La actividad de ETA tiene muchas estaciones (para
bajar y para subir): el nacimiento (1959), Manzanas (1968), Carrero Blanco
(1973), la muerte de Franco (1975), la Constitución española (1978), las dos
autonomías del País Vasco Sur (1979), la disolución de ETApm, Yoyes (1986),
Hipercor (1987), Argel (1988), Ordóñez (1995), Blanco (1997), Lizarra-Garazi
(1998), Korta (2000), Aralar (2001), la T4 (2006), Uria (2008)…
Mucha gente se ha bajado, con toda legitimidad, en alguna de esas estaciones.
Por razones morales o políticas. Con todo el derecho. ETA levantó gran simpatía
entre los sectores progresistas de España y Cataluña, que, con el tiempo y con
algunos de los atentados realizados, perdió casi por completo.
¿Acaso carecemos de sangre en las venas para hacer el gran homenaje, como se
merecen, en el Kursaal o en Euskalduna, a Txillardegi, Madariaga, Del Valle y
demás, que, en pleno franquismo, en 1959, tuvieron la fuerza de crear aquel
valiente movimiento, en un momento en que el abertzalismo tradicional estaba
aletargado?
N. del tr.:
(1) Candidatura presentada a las inminentes elecciones al Congreso
español que cuenta con el apoyo de la izquierda abertzale, Aralar, Eusko
Alkartasuna y Alternatiba.
(2) Actual presidente del Euzkadi Buru Batzar (EBB), máximo órgano del
PNV.
(3) Ex presidente del EBB del PNV y actual presidente de la empresa
Petronor. Representante de la línea más proclive al acuerdo con los partidos de
ámbito estatal, el ex presidente español Felipe González llegó a espetar que «lo
mejor que le ha pasado al País Vasco se llama Josu Jon Imaz».
(4) Presidente del Gipuzkoako Buru Batzar, máximo órgano del PNV en
Guipúzcoa, y opuesto a la línea de Imaz y Urkullu.
Martxelo Otamendi es el director del diario Berria.
Berria, 23 de octubre de 2011
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