País Vasco
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Un alto el fuego suficiente pero un proceso tutelado
Ramón Zallo
El comunicado del 8-1-11 no es el deseable para un alto el fuego de ETA pero sí
es el comunicado esperable de una organización no destruida -aunque muy tocada
militarmente- agotada políticamente y dañina para una corriente de izquierda
abertzale histórica que mantiene unas bases sociales incólumes, a pesar de la
larga ilegalización de su estructura política organizativa.
El comunicado es con la misma fecha de la manifestación de fuerza y por los
presos celebrada en Bilbao. Ojalá ambos hechos -manifestación y alto el fuego-
fueran el anuncio del pase del testigo del liderazgo de una organización armada
en quiebra, a una fuerza política que tome las riendas definitivas porque
tendría fuerza, legitimidad y proyecto.
La hipótesis del azucarillo –esperar que ETA, sin más, se rinda, disuelva,
entregue las armas y además pida perdón – no responde al mundo real sino al
deseo de quienes no quieren acabar con el problema y pretenden finiquitar al
nacionalismo radical en su conjunto, sin importarles el dolor y la viabilidad de
un país. Pero además es una tontería. Con un comunicado imposible de esas
características no le quedaría a ETA nada para dialogar. Y a la Izquierda
Abertzale ningún rol político. Por definición, las organizaciones armadas no se
suicidan conscientemente ni dejan a sus presos colgados.
Es un comunicado unilateral y suficiente para empezar a abrir un proceso de paz
y de pacificación porque se compromete a un alto el fuego permanente, general y
verificable. Era lo que se le pedía desde los foros por el diálogo, incluidos
los de Bruselas y Gernika. Ha cumplido.
Da margen para abrir procesos de diálogo técnico con el Estado a efectos de las
secuelas de la violencia siempre que los observadores internacionales vean
cumplida una agenda de requisitos. Otra cosa es que el Gobierno español lo
quiera. También da margen para que las fuerzas políticas vascas, en la medida
que el proceso sea irreversible, se planteen diálogos sobre las salidas
políticas en claves de democratización del país y de ejercicio del derecho de
decisión que, al parecer, la presencia de ETA impedía. Dará, también, la
oportunidad de que se vean caras y caretas de quienes han utilizado a ETA como
excusa de su falta de compromiso con la democracia y con la nación vasca.
Suficiente sí pero no era el deseable. Aparece como un alto el fuego no
definitivo y sin garantías de final feliz. No aparece como irreversible. El
comunicado se guarda ases innecesarios en la manga. Dice cual y cómo debe ser el
proceso. Si éste se desviara se entiende, implícitamente que se reservan, de
nuevo, la vuelta atrás.
De todos modos no necesariamente hay que leer la primera parte del comunicado
como unas condiciones que ponen al proceso, puesto que solo dice cómo lo ve ETA.
Pero sí aparecen esos párrafos como reservas para una eventual vuelta atrás, lo
que le da el carácter de proceso inquietantemente tutelado, especialmente cuando
dice que "debe resolver las claves de territorialidad y el derecho de
autodeterminación". Esa expresión puede interpretarse o no, como la vuelta a la
fórmula imposible que rompió el preacuerdo de Loiola y que, de nuevo y
lamentablemente, la Izquierda Abertzale de Navarra ha resucitado en su
comunicado de 29-12-2010, cuando le propone a Aralar que "se creará un órgano
institucional que elaborará un Estatuto de Autonomía para los territorios de
Araba, Gipuzkoa, Bizkaia y Nafarroa". O sea, dan el problema a resolver por
resuelto y mediante magia que se salta las mayorías navarras. ¿Si no se acepta
ese listón se acabó el proceso como en diciembre de 2006?
Ya es una mera impresión que tenga el aspecto de forzado por su propia corriente
sociopolítica que se encuentra en condiciones difíciles de participación
política. Parece que ETA no se termine de creer del todo la apertura ahora del
proceso; y de nuevo estaríamos al albur de otras posibles mayorías en la cúpula
dentro de unos meses. En sucesivos comunicados deberían despejar ésta y otras
cuestiones. Tampoco extrañaría que el documento fuera el equilibrio de una
negociación interna de convencidos, resignados y reacios obligados. Eso no da
confianza.
Inaugura un proceso inédito: un diálogo mediante intermediarios, no directo, de
pasos verificables. Quebrada la vía de las dos mesas -una de negociación técnica
(Gobierno- ETA) y otra de negociación política (entre fuerzas vascas), en la que
la primera mesa interfirió y arruinó la segunda- se abre un proceso con el
protagonismo de unos observadores internacionales que han de tener la
inteligencia de entender el proceso, leer en los límites de cada parte y ser
propositivos. Todo ello lo convierte en un proceso dilatado.
Vistas las reacciones, no parece que este comunicado, si no va seguido de otros,
le mueva al Gobierno y fiscalía a autorizar listas de la izquierda abertzale lo
que descarta que el motivo de la tregua sea ese sino más bien un proceso a más
plazo. De todos modos uno no se imagina a un PP triunfante dentro de un año y
pico dándole alas a un proceso de pacificación que no sea arrasador. Hay cierta
prisa.
El Gobierno español puede hacer dos cosas: una ningunearlo y, vista la
inutilidad del alto el fuego, que ETA dentro de un año vuelva a la lucha armada
con el consiguiente fracaso de Pilatos, de todos y de la oportunidad; y otra
que, con mano izquierda, canalice un problema endémico y nos quite de encima
esta losa que lastra nuestra construcción política como país. De paso, si el
tándem Zapatero- Rubalcaba lo hiciera bien, podría exhibir ante su oponente
electoral, que hoy ya le gana por goleada, un resultado pacificador
satisfactorio, incluso ante la opinión pública española.
Y para empezar ¿Qué hace Otegi en la cárcel? Todo lo que fortalezca a la
izquierda abertzale política elimina la funcionalidad de ETA. ¡A ver si ésta va
a ser la buena….!
Ramón Zallo. Catedrático de EHU-UPV