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País Vasco

Giordano Bruno, patrono de los ilegalizados

Eneko Landaburu
Médico del País Vasco

Hace 405 años, el 17 de febrero del 1600, las autoridades católicas ordenaron quemar vivo, tras años de acoso y prisión, a Giordano Bruno. El motivo: negarse a retractarse de su convicción de que era la Tierra la que se movía alrededor del Sol, y no al contrario, como lo pensaban la mayoría de los sabios de aquel entonces. Bruno tenía fácil salvar el pellejo.
Bastaba con renegar públicamente de sus ideas, arrepentirse de pensar torcido.
Al comienzo de la era cristiana, los cristianos también fueron perseguidos, encarcelados, torturados y asesinados por los que tenían el poder en sus manos. El motivo eran sus creencias. Tenían fácil salvar su pellejo. Les bastaba con renegar públicamente de su fe.
Galileo tenía 36 años cuando quemaron a Giordano Bruno. Era otro que estaba convencido de que la Tierra se movía alrededor del Sol. Había encontrado muchas pruebas de ello con ayuda del telescopio que él mismo inventó y construyó. A los 69 años fue llevado a los tribunales de la Santa Inquisición. Por salvar el pellejo, públicamente y de rodillas afirmó que la Tierra estaba quieta. Cuentan que dijo por los bajines «y sin embargo se mueve». Vivió el resto de su vida bajo arresto domiciliario.
Por aquella misma época, el rey Enrique III de Navarra, protestante convencido, para poder ocupar el trono francés renegó públicamente de su religión y abrazó el catolicismo, haciendo célebre la frase «París bien vale una misa».
Se dice a través de los «medios de confusión» que Batasuna lo tiene bien fácil si quiere presentarse a las elecciones al Parlamento autonómico.
Basta con que condene públicamente la violencia de ETA y de la kale borroka. ¿Seguro? ¿Eso sería suficiente? ¿Qué otras exigencias vendrían después? ¿Las elecciones bien valen una condena? ¿Por qué Batasuna se niega a condenar la violencia de ETA? ¿Es que los votantes de Batasuna son menos sensibles? ¿Se han deshumanizado más, son peores que los que la condenan? El motivo real es que piensan distinto, analizan la situación de forma diferente, plantean el problema y la solución de forma diferente. ¿Merecen ser castigados con la ilegalización por pensar diferente? Una persona se puede negar a condenar la violencia de ETA porque cree que ésta no es más que una consecuencia inevitable de una situación crónica de injusticia. Que es una respuesta defensiva contra una grande y vieja violencia definida por la Real Academia Española como IMPERIALISMO: «Actitud de quienes propugnan o practican la extensión del dominio de un país sobre otro por medio de la fuerza militar, económica o política».
Porque opinan que el pueblo vasco es un pueblo oprimido, condenado a luchar por su liberación o desaparecer, como muchos otros pueblos víctimas de esa vieja costumbre de conquistar y someter. Porque piensan que no es lo mismo la violencia del agresor que la del agredido, la del opresor que la del oprimido. Que condenar la violencia de los oprimidos puede aumentar la confusión que tanto interesa a los opresores. Si es verdad eso de que «la violencia engendra violencia», ¿cuál es la violencia que engendró a la violencia de ETA? Que quede claro. Es la Tierra la que gira alrededor del Sol. Es el imperialismo hispanofrancés el que parió la violencia de ETA.
Una persona se puede negar a condenar la violencia de ETA porque cree que ningún imperio ha dejado libre a su presa por las buenas, por medios legales, porque las leyes las diseña el mismo imperio, con el fin de mantener su dominio. Que es necesario incomodar a la bestia imperial, darle caña, para que no le sea rentable la ocupación. Y que los que se organizan voluntariamente para dañar al imperialismo no son terroristas sino eusko gudariak, combatientes contra la opresión que corren el riesgo de sufrir tortura, cárcel, exilio y muerte. Si una persona condena la violencia de ETA, tendría que aceptar que sus militantes siguieran padeciendo cárcel y exilio. Y desde este punto de vista no sería justo.
Hay quien opina que Gandhi en la India consiguió con métodos no-violentos incomodar lo suficiente al poderoso imperialismo británico. Pero con métodos muchas veces ilegales. Su movimiento desobedecía las leyes injustas y aceptaba las sanciones por oponerse a ellas, para demostrar así lo injusto de las leyes. Gandhi y su gente desobedecerían la Ley de Partidos que no permite presentarse a las elecciones a Batasuna.
Lo que no hizo Gandhi en la India es condenar la lucha armada anti-imperialista. El viejo luchador antifranquista no-violento, el catalán Lluis María Xirinacs, hace unos años hizo estas afirmaciones públicamente que le llevaron a los tribunales: «Gandhi decía que el no-violento no puede tratar con neutralidad las partes de un conflicto violento: el agresor es el enemigo, el agredido es el amigo, aun cuando sea violento. Yo he intentado toda la vida luchar por la vía no-violenta. Pero declaro aquí y lo digo bien alto, por si hay algún policía o algún fiscal: me declaro enemigo del Estado español y amigo de la ETA y de Batasuna. Si esto provoca que me juzguen y me condenen, estaré orgulloso de ir a la cárcel, porque la cárcel será mi sitio».
Esto, y lo que sigue, lo decía el Día de la Independencia de los Països Catalans, en el Fossar de les Moreres de Barcelona, donde están enterrados los que murieron luchando contra la invasión militar que les hizo perder la independencia a los catalanes, en 1714.
«Es muy diferente un ejército ofensivo que un ejército defensivo. Estoy en este momento con los pies encima de los esqueletos de aquella gente que defendió con las armas los Països Catalans. Aquellos que defendieron la nación catalana por las armas y que hoy día los homenajeamos. Son terroristas porque lucharon con las armas por defender su país, como hace ETA. Los alemanes llamaban terroristas a los maquis que defendían Francia, los franceses luego les llamaban héroes. Los franceses trataban de terroristas a los argelinos porque luchaban por Argelia y luego los argelinos los han hecho héroes. Estos que están enterrados aquí son nuestros héroes. Si los enemigos se empeñan en decir que son terroristas, pues nosotros también somos terroristas». -