País Vasco
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El rotundo fracaso de la ilegalización
La fecha en que se cumplían tres años desde que el juez Baltasar Garzón
decretó la suspensión de actividades de Batasuna y el cierre de sus sedes en
Hego Euskal Herria, dando paso al periodo de ilegalización que sufre la
organización de la izquierda abertzale, miles de personas «de izquierda y
abertzales» se manifestaban por las calles céntricas de Bilbo bajo el lema «Orain
herria, orain bakea», en la mejor demostración de que la estrategia
ilegalizadora seguida por el Estado español ha fracasado de forma rotunda. A
diferencia de lo que había ocurrido en Donostia el pasado día 14 en esta ocasión
la marcha no ha sido prohibida por el Departamento de Interior de Lakua, se
demostraba una vez más que cuando se abren cauces a la libre expresión del
independentismo no hay incidentes que reseñar, salvo el despliegue de medios
implementado por diarios, radios y televisiones ansiosas por conseguir un
titular explosivo para sus crónicas.
Pero más allá de las circunstancias concretas de
la marcha, cabe resaltar que la izquierda abertzale sigue situada, tras tres
años de ser ilegalizada y perseguida con saña, en el centro del tablero político
vasco.
Dos ejemplos de ello son que el lehendakari Ibarretxe recibe a representantes de
Batasuna en Ajuria Enea y considera que éstos deben tomar parte en la mesa de
diálogo que se pueda abrir en el próximo futuro y que ayer mismo el presidente
del Gobierno español, José Luis Rodriguez Zapatero, se vio forzado a dirigirse
expresamente a Batasuna en su discurso de apertura del curso político en
Canarias, aunque fuera para repetir fórmulas excesivamente gastadas.
En un nuevo ejercicio de responsabilidad
política, el portavoz de Batasuna Pernando Barrena pidió a Zapatero que sea
valiente, que arrincone a quienes ponen obstáculos a las vías de solución y que
aplique fórmulas democráticas para Euskal Herria, porque en ese caso encontrará
la mano tendida de la izquierda abertzale, añadiendo que si necesita
«contrapartidas», que las pida. Habrá quien, desde las filas del nacionalismo
gobernante y ante la reafirmación de la oferta del Velódromo realizada ayer en
Bilbo, consideren que se trata de un nuevo golpe de efecto, pero todos aquellos
que han estado insistiendo estas semanas en que la propuesta de Anoeta había
quedado devaluada tendrán que reconocer que, muy al contrario, está más presente
que nunca en el escenario político de este país.