País Vasco
|
18/98: Aquí ya se ha juzgado
Iñigo Elkoro y Teresa Toda
Gara
Casi parecía que no iba a llegar nunca; había incluso quien pensaba que al
menos parte de todo esto estaba ya resuelto, pero no, no era así. Tras más de
siete años desde que diera sus primeros golpes, el sumario 18/98 llega hoy a
juicio.
Hace ocho años, o seis, o cinco, las personas que hoy tendremos que sentarnos en
el banquillo en la Audiencia Nacional trabajábamos, más o menos tranquilamente,
en una pequeña empresa, en un periódico o una radio, en la política, en
relaciones internacionales, contribuyendo a fortalecer y organizar los
movimientos populares... Contra todos esos quehaceres, que compartían el
objetivo de construir una Euskal Herria libre, más justa, irrumpió la acción
agresiva de Baltasar Garzón, ejecutando eficazmente la estrategia del Estado,
gestada en la etapa final de los gobiernos de Felipe González (con la
persecución a la Mesa Nacional de Herri Batasuna) y desarrollada con los de José
María Aznar, que contó en este terreno con la colaboración plena del PSOE,
plasmada en el Pacto Antiterrorista (hoy congelado pero no desactivado).
No les hizo falta mucho para vender la tesis tan buscada, el «todo es ETA».
Bastaron unos cuantos informes policiales y una Au- diencia Nacional
complaciente y moldeable; cuando hubo una mínima refutación de la tesis por
parte de la Sala Cuarta, se deshicieron de ella y listo. Bajo ese simple
enunciado, sin embargo, el objetivo era, y sigue siendo, mucho más ambicioso: se
trata de prohibir, desarbolar, amedrentar y castigar no conductas individuales,
sino ideologías, plan- teamientos, empeños colectivos abertzales, populares.
Por supuesto que también han causado daños personales. Personas detenidas,
encarceladas, algunas torturadas. Gran despliegue me- diático en todas las
operaciones. Nulo respeto a la intimidad y a la presunción de inocencia. Y
después, de cinco a siete años «a disposición judicial», con cargas económicas,
con restricciones, con el desgaste que suponen años de incertidumbre y de espera
a un juicio que puede suponer fuertes condenas y entretanto va a suponer meses
de desplazamientos continuos a Madrid y nuevas y serias alteraciones en el
trabajo y la vida de estas 59 personas.
Pero no han conseguido que, ni individual ni colectivamente, hayamos cejado en
nuestros ideales, en nuestros objetivos, en nuestros respectivos compromisos en
cada campo de actividad. Ni tampoco ha cedido el amplio sector de la sociedad
vasca que se identifica con estos planteamientos. Al contrario, con los años, se
han ido sumando voces y voluntades contra estos procesos políticos, se ha ido
apreciando la verdadera dimensión del 18/98 y los sumarios que le siguieron. Ahí
está el verdadero punto flaco de la estrategia política materializada por la
Audiencia Nacional: no ha conseguido arrancar ni borrar del mapa esa voluntad
colectiva que defiende en la práctica el derecho de Euskal Herria a ser y
decidir.
Y eso pese a que los sumarios de Garzón y Del Olmo han arrasado con libertades y
derechos civiles y políticos, individuales y colectivos. Han atacado
directamente al conjunto de la sociedad vasca. El derecho a la organización
política, a reunirse, a manifestarse, a la libre expresión y transmisión de
información, a la solidaridad antirrepresiva, han quedado fuera de la ley en
Euskal Herria. Pero no fuera de Euskal Herria, porque, por encima de ese acoso y
ofensiva político-judicial, en Euskal Herria se han oído y materializado, de una
u otra forma, las diversas propuestas que el 18/98 intentaba ahogar.
Ese auténtico estado de excepción no ha cambiado desde marzo de 2004, pese a los
nuevos aires y declaraciones. Respecto a estos sumarios, parte de un conflicto
político, no se han dado pasos en positivo, sino que se continúa en la estela
del Pacto Antiterrorista. Si en fechas recientes se han oído algunas voces del
PSE cuestionando las tesis de la Audiencia (aunque intentando eludir la
responsabilidad que el PSOE ha tenido y tiene en ellas), han sido respondidas
rápidamente con la «prevalencia del Estado de Derecho» y la «independencia
judicial». Hasta Garzón, desde su cautelar alejamiento, ha terciado con unas
declaraciones un tanto crípticas, diciendo que «ETA no es lo que ellos dicen o
quieren decir que son (por las personas procesadas, se supone), sino lo que la
realidad de estos años ha demostrado». Ah! Pero es que la realidad de estos años
lo que ha demostrado es todo lo contrario de lo que pretendía Garzón...
El conjunto de la situación, incluidas declaraciones contradictorias, nos
reafirma en que, al final, este juicio y los que le sigan se van a volver en
contra de sus promotores, como empezó a suceder con el realizado contra Jarrai,
Haika y Segi. Más allá de las condenas que pueda haber en Madrid, en Euskal
Herria se ha puesto ya en tela de juicio, ya se ha superado, el acoso
ideológico, la vulneración de la voluntad popular, los excesos y los sinsentidos
policiales y judiciales. Y la condena a este estado de excepción y sus
consecuencias se irá ratificando.
Además, la lucha por los derechos civiles y políticos trasciende las fronteras
de Euskal Herria. Enlaza con la creciente preocupación y movilizaciones en el
mundo frente a los atropellos que los estados están cometiendo bajo el amplísimo
paraguas de «lucha contra el terrorismo» o «los complejos terroristas». Los
ejemplos del Estado español y el francés respecto a Euskal Herria y en sus
propios territorios; los de Gran Bretaña, Italia, EEUU... la extensión de
legislaciones cada vez más restrictivas, son negrísimos augurios para el futuro
de una humanidad más libre donde pueblos, naciones y personas tengan todos sus
derechos reconocidos.
Por eso es importante ser conscientes de que este juicio no es algo aislado y
que incumba únicamente a las personas procesadas. Los derechos anulados son de
toda la sociedad vasca, su defensa implica a la propia sociedad. Por nuestra
parte, haremos que la sala del juicio sea un altavoz de la defensa del futuro
libre y con plenos derechos que merece Euskal Herria. Será nuestra contribución
al esfuerzo colectivo por la resolución definitiva del conflicto, por encima del
obstáculo que para ese camino suponen éste y los demás juicios políticos.
* Iñigo Elkoro y Teresa Toda. Portavoces de las personas procesadas en el
Sumario 18/98.