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Opiniones

La lucha por el poder

La perspectiva alentadora que brinda la resistencia popular, es un marco apropiado para repensar autocriticamente los criterios que priman en función de la acumulación de fuerzas, los cuales frecuentemente, pese a que se teoriza lo contrario, ponen el acento en lo cuantitativo y transitorio, relegando los aspectos cualitativos y largoplacistas de la construcción del "poder popular contra hegemónico", que debe fundarse en políticas perseverantes, aplicadas desde lo mas dinámico del movimiento, generando espacios que pueden o no asentarse territorialmente, pero necesariamente deben expresar una nueva subjetividad y cultura con formas de lucha, cruentas e incruentas, adecuadas a los diferentes niveles de la confrontación que practica el campo popular, desde lo mas avanzado a lo mas atrasado.
Si bien el activo popular ha resistido perseverantemente la ofensiva depredadora, generalmente al margen de las organizaciones preexistentes, el hecho de estar cruzado de contradicciones ideológicas y políticas y determinado por necesidades acuciantes que soslayan la reflexión a futuro, ha impedido que en el seno de estas experiencias dispersas, se logre plasmar una estrategia de poder que vincule la solución de las causas de la miseria y la explotación con la ruptura radical del sistema capitalista.
Por lo tanto, la tarea es crear consenso y desarrollar las bases sociales de sustentación del proyecto revolucionario, y ese camino no pasa por recitar el marxismo o repetir hasta el cansancio términos extraños al lenguaje popular, y menos aún por imponer dirigentes, cotillones o formas organizativas en las cuales deban encajar el movimiento popular. Por el contrario, hay que proteger y potenciar ideológicamente lo que surge del activo popular, impulsando intestinamente las luchas que en diverso grado se desarrollan, sin encajonarlas en formas instrumentales propuestas apriorísticamente desde el egocentrismo institucional y la rigidez de las identidades, propia de las izquierdas impotentes.
En síntesis, una estrategia de poder requiere un trabajo tenaz y extendido en el tiempo, a lo largo y ancho del país, aplicando las formas de lucha que correspondan, pero sin idealizar al sujeto social. Impulsando y practicando la democracia directa en las organizaciones de variado tipo que han surgido y surgirán del activo popular; potenciando el desarrollo de formas solidarias y creativas de supervivencia que permitan sostenerse económicamente en el largo camino hacia el socialismo; reconstituyendo el tejido social y alimentando con un nuevo imaginario la conciencia social embotada de neoliberalismo. La vanguardia de la revolución debe crecer desde el pie luchando y creando una nueva institucionalidad. Hay que terminar con el discurso esquizofrénico que cuestiona el parlamentarismo burgués pero propone candidatos a sus instituciones podridas. Las asambleas constituyentes ya están en marcha, son los piquetes y encuentros de vecinos autoconvocados. En el pueblo que lucha reside la soberania que fundará el socialismo.
Marcos Mendoza