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Opiniones

9 de Enero del 2003

Argentina: A propósito de su libro 19 y 20. Apuntes para un nuevo protagonismo social

El abandono de la lucha de clases por el Colectivo Situaciones

Cecilia Feijoo
LUCHA DE CLASES Segunda Epoca - Número 1

En este artículo debatiremos con una de las visiones que intenta interpretar y fundamentar sus premisas teóricas en el levantamiento de masas de diciembre de 2001, en este caso la visión del Colectivo Situaciones en su libro 19 y 20. Apuntes para un nuevo protagonismo social1. Este colectivo es un desprendimiento de la agrupación El Mate2, que ha roto con la mayoría de sus concepciones pasadas y se ha ubicado en el campo del situacionismo, tal como su propio nombre lo indica. Comparte con esta corriente francesa, aparecida en los años '50, sólo algunos aspectos, readaptando muchos de ellos a concepciones posteriores del posestructuralismo y el posmodernismo.
El situacionismo fue unas de las corrientes que trasladó el concepto de fetichismo, que Marx aplicara "al mundo" de las mercancías, a la producción cultural y del conjunto de la vida social. Para su más reconocido exponente, Guy Debord:"en el mundo realmente invertido, lo verdadero es un momento de lo falso". En la producción de las sociedades modernas la vida debe verse como un cúmulo de "espectáculos", como una "relación social entre las personas mediadas por imágenes"3. Para esta corriente se abría una nueva era: la de la televisión, la publicidad, la industria del cine y la producción cultural en masa. La alienación bajo el capitalismo ya no era sólo producto de una relación material, la forma cosificada que adquiría la separación de los hombres del producto de su trabajo bajo el capitalismo, sino que ésta se extendía al conjunto de la vida social donde los símbolos e imágenes transformados en mercancías actuaban como el mundo falso que sometía a los hombres. Aunque esta visión daba cuenta del peso que adquiría la ideología y la producción cultural en masa en la dominación burguesa (particularmente en la imposición del modelo norteamericano a la salida de la Segunda Guerra mundial), la sobreestimación de este elemento los llevaba a eliminar los fundamentos materiales sobre el cual el concepto de fetiche podía extenderse a otros ámbitos de la dominación capitalista4.
El posmodernismo desarrollaría esta idea bajo el planteo de un mundo prefabricado de imágenes donde ya no existiría la distinción entre lo verdadero y lo falso, entre lo alienado y lo alienante, donde el mundo presentado como un cúmulo de simulacros aparejaba la consecuente imposibilidad de romper la dominación del capital5.
Muchos de los argumentos de los situacionistas, que daban cuenta de los cambios operados en el capitalismo bajo la hegemonía norteamericana de la segunda posguerra, fueron readaptados por los posmodernos para explicar y fundamentar las mutaciones del sistema de finales del siglo XX, en el contexto de la llamada "globalización". Este es el caso del Colectivo Situaciones (en adelante CS), para quien el neoliberalismo ha representado una verdadera revolución de los fundamentos sobre los que se basaba el capitalismo y ha dado origen a una nueva época, de difusa definición: la posmoderna.
La caída del muro de Berlín y de los regímenes stalinistas, junto a los estandartes de una nueva era de prosperidad y avance capitalista, de la mano de la conquista de nuevos espacios vitales para los monopolios, el auge de las nuevas empresas informáticas y de telecomunicaciones y el boom de los mercados accionarios, dan origen a una sobreproducción del discurso hegemónico de los centros imperiales, creando la ilusión de un mundo transformado. Así, se barrían las fronteras, los Estados quedaban reducidos a su mínima expresión y las disputas interestatales eran superadas. Este discurso se convirtió en el nuevo credo de los círculos intelectuales, que alguna vez habían depositados sus esperanzas en los paradigmas de cierta izquierda, llegando a lo largo de los '80 y los '90 a teorizar sobre el fin de la sociedad centrada en la fábrica y el salario, frente a la cual se alzaba la sociedad post-fordista centrada en los flujos de mercado.
Emancipadas de sus elementos voluntaristas y entusiastas, las concepciones de los situacionistas pueden ser utilizadas para explicar la alienación de la nueva "sociedad de mercado" que había decretado el fin del trabajo y con éste del proletariado como sujeto, siendo reemplazado en las nuevas relaciones sociales por un novedoso sujeto-consumidor. Los situacionistas desengañados de las posibilidades de la potencia revolucionaria de las masas, a quienes concebían subsumidas en el boom de posguerra por las nuevas formas de dominación, se encontraron envueltos y sorprendidos en el ascenso revolucionario de los '60 donde la clase obrera y las masas embistieron contra estos mismos estandartes. El CS, por su parte, se hace eco de los mitos del neoliberalismo y el pesimismo posmoderno, pero a diferencia de la originalidad de sus predecesores situacionistas, que pugnaron por la conquista de la libertad mediante la acción revolucionaria6, plantea la imposibilidad de la revolución, reduciendo la acción de masas a la "resistencia". Hoy, sus postulados no pueden más que chocar con una emergencia social, cuyos mecanismos de análisis no los preparan para comprender y actuar.
La época posmoderna
El libro comienza fundamentando que "en las actuales condiciones de mercado ­en ausencia de un centro totalizador de sentidos para cada una de las prácticas sociales-, son los flujos macroeconómicos los que toman a cargo la producción de la subjetividad dominante. La subjetividad de mercado es constituida por los hábitos de consumo y las operaciones de pensamiento que nos sirven para transitar la actual sociedad neoliberal (...)"7.
A lo largo de toda su exposición encontraremos innumerables afirmaciones que, sin fundamentación empírica o histórica que pongan de relieve su importancia, dan cuenta de las nuevas formas de dominación que implica esta sociedad de mercado. Expresión de qué fase de la dominación capitalista, de qué facción burguesa, mediante qué mecanismos subsumen al mundo entero tras sus fines, cuáles son las contradicciones que la atraviesan y condicionan, ninguno de estos problemas es constatado. En este punto se aplica al CS lo que Marx le reprochara a los economistas vulgares: "la mistificación del modo capitalista de producción, la cosificación de las relaciones sociales", en "el mundo encantado, invertido y puesto de cabezas donde Monsieur le Capital y Madame la Terre rondan espectralmente como caracteres sociales y al propio tiempo de manera directa, como meras cosas". En la nueva era posmoderna un nuevo espectro ronda el mundo, el de Monsieur Mercado.
Frente a estas visiones se imponen dos debates: en primer lugar, si tales transformaciones producidas a fines del siglo XX fueron de una profundidad tal que alumbraron una nueva fase del capital, el pase del imperialismo a la época posmoderna; en segundo lugar, si esta era implicó un cambio en las formas centrales de dominación y por lo tanto de la perspectiva de la revolución social. Cuando comienza a ser cuestionado el mando capitalista por la profundidad de la crisis que se expande por el mundo, mostrando que la internacionalización del capital y la extrema concentración monopólica y polarización social que el neoliberalismo impuso es acompañada por la rapidez de la expansión de su decadencia; cuando los escándalos financieros en el corazón del moderno Imperio norteamericano desnudan la falsedad de la llamada nueva economía; cuando Mister Bush, sus halcones y palomas se preparan para una nueva matanza contra los pueblos del mundo en función de mantener su cuestionada hegemonía imperial; toda la sobreproducción ideológica del capitalismo, que acompañó la imposición de este modelo, se resquebraja fruto de sus propias contradicciones y de una nueva y renovada resistencia de las masas que se alzan frente a las consecuencias de este régimen social. La actualidad de la revolución debe ser puesta en el centro del debate frente a la posibilidad histórica de su desencadenamiento, y contrapuesta activamente a la dinámica que imprime la subsistencia de este sistema capitalista.
A razón de esta perspectiva está puesto el debate actual con las concepciones elaboradas por el CS sobre la acción de masas que abrieron en nuestro país las jornadas revolucionarias del 19 y 20 de diciembre del 2001.
Soberanía y posmodernidad
Frente a la soberanía estatal, el CS adscribe a la idea de una nueva fuente de poder pos-disciplinario que: "produce espontáneamente subjetividades sujetadas, pero ya no como hasta hace algunos años, por medio de la interpelación de instituciones estatal, sino a través de la directa intervención de los flujos de capitales, de las formas del consumo y de la sociedad del espectáculo"8.
Es aquí donde los postulados del situacionismo se mezclan con el posestructuralismo, guiando al CS hacia las ideas de Michel Foucault, para quien el poder nos constituye de raíz, creando la propia subjetividad sobre la que éste actúa, y por lo tanto no hacemos más que reproducirlo en todos los niveles de la vida -el biopoder. La dominación política pareciera haberse desplazado a la reproducción social y de subjetividades, liquidando la llamada "autonomía de lo político" en nombre de un mando descentralizado y omnipresente en todos los aspectos de la vida y en todas las jerarquías, sin tener un centro visible9. El poder se ejerce mediante los "flujos de capital", el "consumo" y el "espectáculo", transformando la sujeción de una clase social sobre otra sólo en un elemento subjetivo e ideológico, eliminando sus condicionantes materiales y objetivos.
Pero, pese a este extremo subjetivismo posmoderno, en el CS conviven ilusiones sobre la "pasada soberanía" del Estado de bienestar. Para ellos "la soberanía política estatal fracasó en detentar el lugar dominante en relación con los flujos económicos (...) esta incapacidad (...) resta al sistema de dominio uno de sus pilares clásicos: la hegemonía política sustentada en logros sociales"10. Esta misma visión vuelve a plantearse:
"Los Estados ya no son los protagonistas del drama global. Existen y operan, pero bajo parámetros diferentes a los clásicos. Su norma es la reproducción del capital, no el desarrollo de los pueblos. Y la reproducción del capital ya no se asocia a la construcción de naciones, democracias y formas generales del bienestar. El imperio, en la situación actual, implica una guerra a muerte contra la vida"11.
Identificando la eliminación del Estado- nación con la forma neoliberal que adquirió la política imperialista en lo que hace a su ataque al Estado de bienestar, el antiestatismo subjetivista del biopoder da paso a una visión que convive con la idea de que el viejo Estado burgués ponía limites a su propio dominio.
Ambas visiones, aparentemente antitéticas, eliminan el contenido de clase del Estado y de la dominación capitalista, sostenido, aún hoy, mediante la condensación centralizada de relaciones sociales de fuerza, el monopolio de la violencia y el derecho de propiedad, con la que se inviste el Estado. Frente al Estado "de las naciones, democracias y formas generales del bienestar", no se alzaron las fuerzas "del mercado" sino una nueva alianza de las clases dominantes locales con el imperialismo, que no suprimió, sino que modificó, las formas de la dominación estatal: su elemento novedoso radicaba en que todas las fracciones de la burguesía semicolonial se disciplinaron al mando del capital monopólico y financiero imperialista, particularmente norteamericano, homogeneizando las antiguas disputas entre fracciones burguesas con intereses disímiles. Lejos de los "flujos" y la utopía del "mercado autorregulado" los Estados fueron una pieza clave en la imposición de tales políticas como representantes del "poder nacional (hoy diríamos internacional) del capital sobre el trabajo, de una fuerza publica organizada para la esclavización social"12. El cambio de norma que postula el CS, del representante del pueblo al del capital, solo embellece el viejo Estado benefactor, que fue la forma en que las burguesías imperialistas desviaron, mediante la cooptación económica, los procesos de lucha de clases en los países centrales a la salida de la segunda guerra mundial. Su expresión semicolonial distó mucho de este modelo, mas bien la norma fue la dictadura, como la Revolución Libertadora en la Argentina, que intentaron eliminar las conquistas obreras. Reivindicando este viejo modelo el CS no hace más que caer tras los mitos del discurso neoliberal13.
Estado neoliberal
El neoliberalismo no constituyó una nueva fase superadora del imperialismo, por el contrario, implicó la imposición de movimientos inversos y complementarios de la política imperialista que han producido una modificación en las formas estatales de dominación. Por un lado se produjo un ataque a las conquistas sociales encabezada por los Estados imperialistas, representantes de las grandes multinacionales, corporaciones económicas y su alianza con la facción financiera. Esta es la tendencia fundamental que explica la combinación de una política agresiva en el exterior, apertura vía los mercados financieros y una política proteccionista de los propios mercados nacionales de EEUU y la Unión Europea. Los escándalos de contabilidad de las grandes corporaciones norteamericanas muestran la unidad existente entre el poder político y el económico. Si Clinton era la expresión de las finanzas y Wall Street, el gobierno Bush está compuesto por funcionarios directos de los grandes emporios y corporaciones industriales, que actúan como lobbystas de las mismas.
Por otro lado, el neoliberalismo implicó una transformación regresiva de los Estados semicoloniales donde las clases dominantes de estos países, luego de la derrota de los procesos revolucionarios de los '70, ataron sus destinos a la ofensiva neocolonial del capital. La imposición de un nuevo ciclo de endeudamiento externo y la entrega de áreas vitales a manos del capital extranjero, como parte de un plan de reformas estructurales que están llevando a las economías latinoamericanas a la decadencia, son su consecuencia directa.
De conjunto la "ofensiva neoliberal" ha implicado una hipertrofia del sector financiero de la economía, la entrega de áreas que antes existían bajo protección del Estado a la competencia capitalista, beneficiando a los grandes grupos económicos y la penetración imperialista. Junto a esto el proceso de restauración capitalista en el viejo bloque soviético y en la China creó la impresión de un avance arrollador del capital. La seguidilla de derrotas a las clases trabajadoras de las propias naciones imperialistas y una política guerrerista hacia los países periféricos (Irak, Serbia, Afganistán) permitieron el desarrollo de esta política.
Frente a este escenario los postulados de un sistema global y virtual que no posee centro sensible impiden identificar la dominación, mediante la guerra y la sujeción económica, de las naciones imperialistas sobre el resto del mundo y sobre las naciones subyugadas como Argentina.
Una insurrección destituyente
"No se trata sólo de la caída de un gobierno sino de todo nivel trascendente, al plano de inmanencia fundado por la multitud. Claro que la destitución del Estado como metaestructura fue realizada por las fuerzas del mercado. Pero lo que sucedió los días 19 y 20 ocurrió al nivel de la elaboración de las formas de resistencia".14 En diciembre la "multitud hizo su verificación efectiva sobre la naturaleza de los cambios en la estructura de poder"15. Está afirmación se sustenta en la idea de que "el estado de sitio cristalizó dos procesos simultáneos: la constatación de que el dominio estatal ya no funcionaba de la misma forma que los '70, y el proceso de creación de formas de lucha multitudinaria y no centralizada"16.
Debemos aclarar que muchos de los fundamentos mediante el cual el CS verifica sus postulados teóricos en referencia a la existencia de una nueva época posmoderna, son deducidos de las formas aparentes que adoptó la intervención de las masas, de sus acciones y métodos. Esto es así porque para el CS no existe mediación entre el ser y el mundo, entre el sujeto y el objeto17. Es desde esta concepción que se intenta llevar a cabo una fenomenología de las luchas y de la acción de las clases subalternas del 19 y 20 de diciembre, que dan cuenta, sin mediación alguna, de las nuevas transformaciones en el capitalismo.
Jornadas Revolucionarias. Constitución y destitución
Una de las características centrales que habría constatado la multitud18 es el traspaso de la soberanía política estatal a la soberanía directa de los mercados, aunque las formas estatales en la era posmoderna "persisten sometidas a las fuerzas de los flujos mercantiles". Los acontecimientos de diciembre han fundado una nueva praxis política, un nuevo protagonismo social, fruto de los cambios operados en una nueva dominación burguesa.
Frente a esto vemos necesario realizar una primer definición de la manifestación política del 19 y 20. Para el CS "fueron las potencias soberanas e instituyentes las que entraron en rebeldía sin pretensiones instituyentes- como lo espera la doctrina política de la soberanía- sino ejerciendo sus poderes destituyentes sobre los poderes constituidos"19.
Para ellos, la acción de masas dio por tierra con las formas simbólicas de la representación, que aun residen en el Estado, e inauguró una nueva era de acción política que se despliega por fuera de la lucha por el poder político. Para nosotros por el contrario fueron acciones constituyentes de un nuevo bloque de fuerzas sociales, que son el fermento que prefigura una auténtica acción destituyente, una revolución que haga real el derrocamiento del Estado.
Si la insurrección de nuevo tipo es definida como "el desbaratamiento del orden que se creyó soberano sobre la multitud", el CS debería explicar la sobrevida actual de la vieja soberanía. Esta insurrección destituyente difiere de la definición marxista ­en su sentido amplio- utilizada para dar cuenta, en la historia de la lucha de clases, de un acto de intensidad tal de las clases explotadas, que desbarata el orden burgués, quiebra su poder represivo y busca derrocar el régimen político. Por ello para nosotros las manifestaciones del 19 y 20 fueron Jornadas Revolucionarias, jalones insurreccionales que no lograron su objetivo mínimo, acabar con el viejo régimen transformándose en una auténtica revolución social20.
Por otro lado, para los marxistas, el Estado y su legitimidad esta basado en la relación de fuerzas establecida entre las clases sociales. Por esto, el desbaratamiento del Estado en las jornadas del 19 y 20 se refiere, no al orden de la representación simbólica, sino a la incapacidad e ineptitud del régimen político de torcer o derrotar la acción de las masas. Este hecho fue producto de la combinación de crisis económica, política y social, a la que estaba llevando la dirección burguesa al conjunto de la nación. "Crisis orgánica" del viejo régimen que mostró sus emergentes en el terreno de la lucha de clases, con la composición y existencia de una alianza de clases previa que se constituyó enfrentando al Estado, donde el movimiento piquetero y la clase obrera con los paros generales primero, y luego el pase a la oposición activa de las clases medias a partir del 19 y 20, erosionó la legitimidad del régimen instaurado por la burguesía a la salida de la dictadura. El CS, al eliminar la centralidad del Estado burgués, elimina todo objetivo consciente en la intervención del 19 y 20, donde las masas, mediante los saqueos, el cacerolazo y manifestación del 19 por la noche y la batalla de Plaza de Mayo, fueron madurando en su objetivo político. Este grado de maduración se expresó en una amplia vanguardia que forzó mediante su acción la caída del presidente y donde incluso la "destitución" de la representación estatal fue mucho más allá de lo que el CS plantea, constatar el profundo repudio a la forma que tomó el saqueo imperialista, los partidos políticos de la democracia burguesa, el "que se vayan todos".
Qué de nuevo tuvo la "insurrección de nuevo tipo"
¿Qué otro carácter "novedoso" tuvo el 19 y 20 que lo diferencie de otras insurrecciones? Su tesis plantea: "El movimiento del 19 y 20 prescindió de todo tipo de organizaciones centralizadas. No la hubo en la convocatoria ni en la organización de los hechos. Pero tampoco después a la hora de interpretarlos. Esta condición que en otras épocas hubiera sido vivida como una carencia, en esta ocasión se manifestó como un logro. Porque esta ausencia no fue espontánea. Hubo una elaboración multitudinaria y sostenida de rechazo a toda organización que pretendiese representar, simbolizar y hegemonizar la labor callejera"21. De esta forma las características que adquirió la manifestación del 19 y 20 no fueron espontáneas sino que las mismas fueron "preparadas" por la emergencia del "nuevo protagonismo social". Su carácter fundamental es la ausencia de toda centralización y organización en la acción de masas. Para el CS: "Allí donde el resto ve carencia nosotros vemos potencia"22.
La espontaneidad "preparada"
En la lectura del CS, el fuerte componente espontáneo, característico de toda intervención independiente de las clases explotadas, que adoptó una forma predominante en la insubordinación del 19 y 20, se transforman inmediatamente en su inverso, un factor preparado por las propias masas.
Esta posición, que intenta huir de los viejos y desacreditados "paradigmas" del marxismo revolucionario, no puede más que poner el debate en un nuevo plano: para el CS, si la multitud no tuvo como objeto enfrentar al Estado, consecuentemente pudo constatar con su acción que no necesita ninguna organización, ni centralización en su acción contra el capital. Esta posición no dá cuenta del proceso por el cual la intervención de las clases explotadas y oprimidas en la Argentina adoptó esa forma, la preeminencia de la espontaneidad por sobre el elemento centralizador y organizador de la lucha callejera. Negando, por otro lado, que lo que fue "preparado" por la experiencia de las masas fue la consciencia política con que estas irrumpieron en la vida nacional, así como los métodos que utilizaron para hacerlo.
El agotamiento de la experiencia de las clases subalternas con la democracia burguesa llega a un punto de inflexión: lo nuevo del 19 y 20 radica en que las masas se alzaron contra el régimen democrático instaurado luego de la derrota que propinó la dictadura militar a la generación y las ideas de los años '70. "Si la recesión aumentó y alimentó el descontento de la pequeño burguesía que se venía a sumar a la lucha de los desocupados y los paros generales de la clase obrera contra el cada vez más tambaleante gobierno menemista, la conformación de la Alianza encauzó esa incipiente alianza obrero y popular al terreno electoral. Fue la carta que jugaba el régimen apoyándose en la todavía psicología conservadora de las capas medias de mantener la convertibilidad pero cambiando el "estilo mafioso" del menemismo"23. Así, la experiencia de las masas con el régimen de la democracia burguesa, la frustración de la ilusión de un cambio pacífico para revertir las transformaciones regresivas de la política estatal "neoliberal", llegó a su fin con el gobierno de la Alianza, que se mostró continuista de tales políticas, preparando el momento de la lucha callejera contra los partidos del viejo régimen, que expresaron la alianza de la burguesía nativa con el capital internacional, culpables de la crisis económica y social.
Por otro lado, las características que toma y desarrolla la acción del 19 y 20 también fueron preparadas por la propia experiencia de las masas, que desde el 95', con el levantamiento de Cutral-Có, dan inicio a una seguidilla de insurgencias e irrupciones violentas, fundamentalmente de los desocupados y los estatales del interior del país, que fueron dando legitimidad social a la acción ofensiva de los explotados y oprimidos contra el Estado. Estas acciones, los piquetes y levantamientos del interior del país, junto a los paros generales (7 paros de importante intensidad) y las manifestaciones fueron forjando los métodos y una consciencia del enfrentamiento con el Estado, que son la base para entender las prácticas que adoptó, por ejemplo, la batalla de Plaza de Mayo.
El fuerte elemento espontáneo del 19 y 20 fue su comienzo, miles de pobres y desocupados saqueando supermercados pidiendo por pan y trabajo, elemento que es sin duda el más profundo de la acción de las clases explotadas que desbarató y puso en cuestión la legalidad burguesa. Este se continuó con la imposición del estado de sitio y el pase a la oposición activa de las clases medias en el cacerolazo del día 19 por la noche. El 19 y 20 dieron origen a una modificación en el bloque de clases que venía resistiendo y enfrentando al Estado y su plan, previamente fueron los asalariados y desocupados los que habían protagonizado acciones nacionales y locales.
Con el 19 y 20 se incorpora la pequeña burguesía en forma activa dando origen a una amplia convergencia de clases que nosotros denominamos "bloque de diciembre"24.
En este marco la ausencia de centralización fue "preparada", pero no por las masas, sino por la negativa llana de las centrales sindicales y piqueteras de convocar a ninguna acción de los trabajadores y desocupados que "desestabilizara" aún más al gobierno aliancista, pues el interés de las clases dominantes estaba, de últimas, en mantener la continuidad "constitucional". Frente a este hecho las centrales sindicales y piqueteras jugaron un rol abiertamente conservador y defensor del statu quo25. Aunque en los momentos previos la clase obrera y los piqueteros habían actuado desgastando la legitimidad del gobierno de la Alianza, el peso de estas organizaciones le impidió ser parte activa del levantamiento como fuerza colectiva. Ausentes en la acción callejeras y defensistas del viejo régimen, las centrales sindicales consumaron una traición.
Centralización y consciencia política en la acción del 19 y 20
De esta forma su afirmación de que "no es casual que las organizaciones políticas y sindicales quedaran marginadas. Ellas pierden su peso relativo frente a la presencia de una multitud que opera destituyendo representaciones"26, le asigna a las masas la actitud conservadora de las organizaciones sindicales y piqueteras, además de librar de toda responsabilidad a las organizaciones políticas, como el Frenapo y el ARI, que defendieron al viejo régimen. La ausencia de centralización o convocatoria a la acción, en particular a la intervención de la clase trabajadora y el movimiento piquetero como tales (incluso los sectores de izquierda del mismo no estuvieron presentes), deja a las masas sin posibilidad de fortalecer las acciones que se habían desencadenado, o de desarrollar en forma preparatoria la unidad necesaria entre los distintos sectores de las clases subalternas para tomar en sus manos la consigna que la multitud ya clamaba: pan, trabajo y "que se vayan todos".
La mistificación de la espontaneidad por parte del CS está en función de no ver los límites de la intervención del bloque de clases del 19 y 20, que por su propia acción "espontánea" no pudo agrupar e incorporar, por la inercia y el peso conservador de las organizaciones al frente de la clase obrera, al conjunto de las clases enfrentadas al capital, y aquí esta la importancia de la clase obrera ocupada como sector fundamental. La intervención de la clase trabajadora mediante la huelga general, hubiera constituido un factor de centralización de la acción de masas, donde alrededor de las unidades productivas y de los servicios se podrían haber constituido verdaderos ejes de la intervención, mostrando que puede haber también otro poder dentro de las empresas y cuestionando la base de la dominación capitalista. Las fuerzas de diciembre lograron derrocar un gobierno pero no acabaron con el régimen político, quebrando su base de sustentación y transformándose en una revolución, en un acto destituyente del viejo orden. Para ello era vital la incorporación de la clase trabajadora y sus métodos.
Por supuesto que la conclusión inversa, es decir que no hubo espontaneidad, confundiendo los elementos de preparación y consciencia de las masas con la existencia de una dirección política que las representa (ridículo que plantean corrientes como el PCR o el PO), abandona a su vez la necesidad de ampliar e incluir a la clase obrera ocupada como fuerza necesaria para fortalecer la potencia desencadenada en diciembre. Ambas visiones, tanto los que dicen que no es necesario como los que formulan que esta tarea está resuelta, plantean el peligro del abandono de la difícil pelea por eliminar el control de la burocracia sindical, representantes del viejo orden político en las organizaciones obreras. Los millones de asalariados tienen planteado el reclamo popular de conquistar la democracia y la acción directa en la lucha contra la dictadura capitalista.
Proceso y sujeto en la insurrección de nuevo tipo
"El nuevo protagonismo social no es, sin embargo, un nuevo 'sujeto'. No alcanza jamás tal consistencia. Su ser múltiple y situado nos habla de su carácter excentrado".27 El CS recrea un nuevo protagonismo, la multitud, la multiplicidad, la diversidad como actor central, así: "La multiplicidad fue una de las claves de la eficacia del movimiento: se hizo la experiencia sobre las fuerzas que posee una diversidad inteligente de manifestaciones, puntos de concentración, grupos diferentes y toda una pluralidad de formas organizativas, de iniciativas y de solidaridades.
Esta variedad activa posibilitó que en cada agrupamiento se reprodujese en simultáneo la misma elaboración, sin necesidad de una coordinación explícita"28. "Las fuerzas constitutivas del movimiento insurreccional no se deducen de trayectorias clasistas o individuales. Sin negar tales trayectorias, producen un más allá que las reinterpreta y que rebasa todo plan consciente". De esta forma: "la situación simplemente emerge"29.
Una "situación de situaciones"
Frente al marxismo, que postuló la constitución de una subjetividad centrada en el enfrentamiento entre las clases sociales, el CS descentra el sujeto al que se lo creyó portador de un proyecto de cambio, para transformarlo en multiplicidad. Para los nuevos situacionistas posmodernos no puede pensarse el mundo en los términos de la lucha de clases. La fragmentación y la resistencia sectorial a la que han sido arrojados los asalariados, son transformadas en modelo de una nueva subjetividad alternativa a la impuesta por el "mercado". Cuando el poder de las clases antagónicas al capital y en particular del proletariado está, no en su capacidad de crear un ser "múltiple y situado", sino un ser colectivo basado en el poder social que posee en el sistema capitalista, el CS exalta la "multiplicidad" de resistencias con que los posestructuralistas eliminaron al sujeto y los antagonismos de clase, borrando por otro lado las condiciones históricas sobre las cuales este proceso se desarrolla.
Existe, para los marxistas, una relación dialéctica entre las acciones de las masas y las fuerzas históricas e independiente de los individuos que actúan sobre ellas, fuerzas que constituyen el terreno donde se desarrolla su potencia transformadora, a la vez que condicionan su propio desenvolvimiento. Para Engels: "Las muchas voluntades individuales que intervienen en la historia producen la mayor parte de las veces resultados no apetecidos ­y con frecuencia, cabalmente los opuestos a ellos- razón por la cual sus móviles tienen una importancia secundaria para el resultado que en su conjunto se produce. Y, por otra parte, hay que preguntarse, además, cuáles son las fuerzas históricas que en las cabezas de los hombres actuantes se transformaron en esos móviles". Ni la unicausalidad con las que muchas corrientes políticas dan cuenta del levantamiento, ni su contraparte en la abstracción pura del CS.
Los marxistas entendemos que: "En la historia de la sociedad, por el contrario, los agentes son siempre hombres dotados de consciencia, que actúan reflexiva o pasionalmente, proponiéndose determinados fines"30. La relación y enfrentamiento entre los fines conscientes que persiguen los sujetos y las fuerzas históricas que las condicionan no dan origen a una determinación unívoca. Para nosotros "La actual situación revolucionaria se fue componiendo en una serie contradictoria de momentos económicos, políticos y de la correlación de fuerzas sociales. Sólo bajo ciertas circunstancias, ruptura del bloque dominante, crisis política del régimen, acumulación de las experiencias y las luchas obreras y populares desde el '93 y un cambio profundo en la psicología de las masas, en especial de las capas medias, se llegó a la crisis revolucionaria de diciembre, cuando la irrupción de las masas en el centro del poder político provocó la caída del gobierno de De la Rúa"31.
¿Cuáles fueron las fuerzas históricas que actuaron impulsando y condicionando la acción de las masas el 19 y 20 de diciembre? Aquí el CS no puede dar pista concreta alguna, la "situación simplemente emerge". ¿De qué multiplicidad hablamos: de la de millones de pobres saqueando supermercados por comida o la de las clases medias de los barrios ricos de la capital que protagonizaron los cacerolazos contra De La Rúa? Estas ideas niegan los objetivos por los cuales las masas se movilizaron, sus intereses diversos y disímiles, tanto como las consecuencias que ha significado para las clases subalternas su intervención masiva en la palestra nacional. "El objetivo de la manifestación no puede ser medido en términos de la "coyuntura que abre" ni de los "logros políticos que conquista". El CS publica un libro de 100 páginas sobre el 19 y 20 y sólo menciona una vez, y atribuyéndole un carácter completamente secundario, el hecho de que el gobierno de Fernando De la Rúa fue derrocado por la acción de masas. Protagonistas de un acontecimiento histórico contra los personeros de la dominación burguesa, abrieron un período de características convulsivas, hiriendo al régimen democrático que la burguesía montó para imponer su dominación. Este hecho es visto por el CS como un elemento secundario, que termina reduciendo la capacidad creativa de la acción de masas y la posibilidad futura, basada en la experiencia adquirida, de superar a la misma.
Revolución neoliberal y nuevo protagonismo social: una estrategia de convivencia con el Estado
"Ya no se trata de luchar contra el Estado represor ­aunque reprima-(...) El dominio económico, técnico y mediático utilizan al Estado para la dominación, pero ya no es el Estado el dispositivo estratégico de la producción de una subjetividad sujetada, dominada, subordinada"32. El nuevo protagonismo social "constituye un trabajo de constatación de las transformaciones operadas en la subjetividad posmoderna y en las configuraciones actuales del poder, experimentando formas de producción de una sociabilidad no-capitalista"33. En el 19 y 20 "lo que ha emergido entonces es la posibilidad de realizar un movimiento ético"34.
La estrategia del CS, aplicada a la realidad, consiste en terminar aceptando la existencia del Estado burgués y estableciendo una relación del movimiento social con el mismo, planteando, a tal fin, que: "existen claves situacionales para pensar la relación con este elemento 'político estatal': por un lado, la afirmación de una autonomía situacional que no consiste en desligarse, sino de asumir esa relación desde un tiempo, espacio y criterios propios. Por otro, ver la diferente posibilidades de relación con el Estado- cooptación, represión y capacidad de trabajar de conjunto en asuntos puntuales- y ser capaces de asumirlas"35. En continuidad con esta "nueva" estrategia, el pensamiento en situación profesa la posibilidad de que las masas conquisten su autonomía en forma duradera, no sólo no derrocando el poder burgués, sino en convivencia situacional con el mismo.
Frente a las trampas y los intentos de reforma del viejo régimen, odiado por las masas, el CS, armado de una teoría que elimina la especificidad del Estado en la dominación social del capitalismo, postula el abandono de la estrategia marxista de la revolución socialista y nos propone, como alternativa de una nueva radicalidad, la convivencia con el Estado capitalista36.
Marginación autoafirmante
El CS adopta las categorías de exclusión/ inclusión, producidas por las "redes posmodernas del biopoder", para dar cuenta de los espacios alternativos o autónomos que conquistaron las masas. En continuidad con esta concepción, denomina marginación autoafirmante a todos aquellos que, de forma compulsiva o voluntaria, quedando "excluidos" del mercado "rechazan lo que la norma hace con uno, oponer resistencia y crear formas propias y novedosas de ser"37.
No podemos dejar de notar, como lo reconocen ellos mismos, que estas categorías se emparentan con las teorías burguesas que explicaron que el "modelo" excluyó de su paraíso a miles de hombres y mujeres y que el movimiento piquetero expresaba la lucha por entrar al sistema, aunque sus conclusiones sean opuestas. Aquí se elabora, como un espejo invertido, la misma distinción, pero ahora, en la exclusión de la norma está la posibilidad de la conquista de la libertad. La división que el capital impone en la clase trabajadora, donde la existencia de un ejército de mano de obra desempleada es utilizada para aumentar la explotación de los que están "bajo la norma", implica que tanto excluidos como incluidos son parte constitutiva de una misma fuerza, la fuerzas de trabajo. Mientras el masivo movimiento de desocupados es contentado con un subsidio mínimo estatal y los trabajadores son aterrorizados por el desempleo y la dictadura patronal-burocrática, el CS no hace más que enfrentar "excluidos" contra "incluidos", transformando el acto emancipatorio, no en una conquista mediante la acción voluntaria de las masas, sino en una imposición de las redes posmoderna del mercado.
Mientras tanto les propone a los miles de excluidos que transformen su marginación en autoafirmación. Para paliar la miseria y desocupación a las que han sido arrojadas, las masas han elaborado alternativas como el trabajo comunitario, huertas orgánicas, intercambios de productos, trueque, etc. El CS, al glorificar estas alternativas como formas de conquistar nuevas relaciones sociales, reduce las mismas a la persecución de una economía de subsistencia. Que el subsidio estatal, el trueque u otros recursos sean utilizados en situación para crear espacios autónomos de sociabilidad "no capitalista"38 es insuficiente para superar la degradación permanente de las condiciones de vida de las masas que significa el capitalismo. A su vez no ofrece una alternativa sólida para unificar a los trabajadores dando una respuesta a la desocupación que hoy afecta a millones.
Frente a la política "integracionista" de la CTA y la CCC que plantea la inclusión del excluido desde el propio estado o la "ilusión política" postulada por las organizaciones piqueteras radicales que utilizan la lucha por la inclusión para enfrentar al estado burgués, el CS afirma que "la fuerza del piquete no radica en la demanda de inclusión. Como explican los miembros del MTD de Solano, no se trata ya de volver a entrar. Se sabe que ya no hay un "adentro" deseable (...) La potencia del piquete, es la hipótesis, radica en la capacidad del movimiento de subjetivarse como lo que excede su carácter de excluidos, pobres o desocupados".39 De esta forma, la autonomía situacional que nos proponen es reducida al campo de la subsistencia autogestionaria40, en lugar de buscar el desarrollo y la conquista de una verdadera autonomía, basada en la organización democrática de los trabajadores ocupados y desocupados que, desafiando la dictadura capitalista dentro y fuera de la producción, luchen por el control de los medios de producción, las fábricas, establecimientos y tierras, mediante la lucha por el "trabajo genuino", el reparto de las horas de trabajo entre todas las manos disponibles y el control obrero de toda fábrica o establecimientos ante la amenaza de cierres o despidos de nuevos trabajadores, como muestran las experiencias de Brukman y Zanón. La autoafirmación del movimiento de masas, y de la clase trabajadora, sólo puede estar en la conquista de una organización común, basada en la solidaridad de clase, que le arrebate a la burguesía el control de la tecnología, la ciencia y la producción para subordinarlas al desarrollo y satisfacción de las necesidades sociales. Una organización que exprese las bases de un nuevo orden social, antagónico e irreconciliable con el Estado burgués, al que esté llamado a derrotar para imponer la república de los trabajadores.
¿Cambiar el mundo sin tomar el poder?
"Todo un ciclo de insurrecciones fue analizado por la teoría política revolucionaria dominante bajo este signo. Así la rebelión de los oprimidos fue concebida como un momento necesario(...) la revolución, a su vez, era comprendida como un devenir orgánico hacia la reconciliación del todo social e histórico consigo mismo. Las viejas contradicciones eran por fin superadas. La revuelta, como negación afirmaba "lo nuevo", el socialismo". De aquí que: "El fracaso de esta estrategia está centrado en que tanto el éxito como el fracaso era pensado a partir de una hipótesis incuestionada: las sociedades transforman o conservan sus invariantes desde arriba"41.
Hemos visto como el CS postula la idea de generar relaciones no-capitalistas y una autonomía duradera sin derrocar al Estado, sin arrebatarle los medios de producción al gran capital, sin derrotar la subordinación semicolonial de nuestro país y sin conquistar nuevas organizaciones centralizadas que expresen la hegemonía de la clase trabajadora, como clase anticapitalista. En definitiva sin revolución social. Para esto, centra su ataque en el leninismo y la estrategia marxista, realizando una operación de mistificación sobre la experiencia revolucionaria que protagonizó el proletariado y las masas a lo largo del siglo XIX y XX. Frente a la visión centralista y "autoritaria" de la revolución proletaria que transforma sus "invariantes desde arriba"42, Lenin definía así la toma del poder en Rusia: "Es una dictadura revolucionaria, es decir, un poder que se apoya directamente en la conquista revolucionaria, en la iniciativa directa de las masas populares, desde abajo, y no en la ley promulgada por el poder centralizado del Estado".43 La idea de un Estado basado en la democracia directa, en los soviets o consejos obreros estaba ligada, como lo reconocen intelectuales autonomistas como es el caso de Toni Negri, a la lucha por la extinción del Estado: "Para el movimiento obrero del ochocientos y novecientos, y para el movimiento comunista, no hay 'toma del poder' que no esté asociada a la 'extinción del Estado'. Y Lenin no es una excepción. Su extraordinaria aventura está ligada a ese proyecto".44
A lo largo de la historia de la humanidad las masas fueron protagonistas de innumerables rebeliones, insurrecciones y revoluciones. Las mismas siempre iban acompañadas de ideas, más o menos elementales, de conquistar la igualdad. Desde las revueltas campesinas del medioevo contra los impuestos señoriales y la servidumbre, pasando por la propia revolución francesa, cuya ala jacobina postuló, frente al derecho de propiedad, la "igualdad del goce". Lo que el proletariado conquistaba era el terreno material, bajo la moderna industria capitalista, de imponer un paso decisivo en el proceso de liberación. Marx decía de la experiencia de los comuneros franceses de 1871 que era "el resultado de la lucha de la clase productora contra la que se apropia del trabajo ajeno, la forma por fin hallada que permitía realizar la emancipación económica del trabajo". Las revoluciones proletarias del siglo XX y en particular la Rusa, implicaron una radicalización de la experiencia del proletariado parisino, y aniquilando al Estado capitalista edificaron el Estado basado en el sistema revolucionario de los consejos. El CS alza la idea de Comuna, pero enfrentada a la idea de germen del Estado proletario, como aquello que "aparece como la subjetividad de quienes resisten al poder creando nuevas formas de vida"45. Abandonado los objetivos igualitarios por el cual las masas se embarcan en la revolución, y en particular el objetivo socialista, el CS nos propone la creación de nuevas formas de vida sin emancipar del trabajo asalariado a las clases productoras, sin liberar a los trabajadores ocupados y desocupados de la dictadura de la ganancia y la propiedad privada, sin poner la tecnología y la producción para tal fin; sin enfrentar a las organizaciones del movimiento de masas que colaboran con la ardua tarea de sostener estas relaciones, nuevamente sin destruir la maquinaria estatal que las impone.
Medios y fines en la lucha contra el capital
"La hipótesis podría enunciarse así: la positividad de la negación radica tanto en la destitución de las formas políticas, representativas e institucionales vigentes, como de los devenires que inaugura"46. "El movimiento del 19 y 20 no extrae su sentido del futuro, sino del presente: su afirmación no puede verse en programas y propuestas de cómo debe ser la argentina. Claro que existen anhelos compartidos" 47 esto es así para el CS porque "el futuro ha dejado de ser la clave del presente"48
Para el CS la facilidad con la que se puede conquistar la emancipación del mercado es tal, que no sabemos por qué aún las masas no lo han hecho. Por supuesto que, para ser creíble tamaña empresa, debe abandonarse todo objetivo consciente de conquistar un futuro distinto, en particular el anhelo socialista y comunista. En esto, la renombrada estrategia del "pensamiento del contrapoder", comparte los postulados de posmodernistas como Jean Baudrillard quien, proponiendo que "el futuro ya ha llegado", profesaba el conformismo de la convivencia con el capitalismo y llamaban a abandonar toda perspectiva de cambio radical. En extraña coincidencia la radicalidad en "situación" posee la particularidad de proponer lo mismo, pero tras la idea de crear "valores alternativos a la sociabilidad dominante"49.
En el debate de la segunda internacional entre reforma o revolución, Bernstein era el portador de una "metafísica determinista" y toda su teoría se reducía "a aconsejar el abandono del objetivo final de la socialdemocracia, la revolución social, y convertir el movimiento de reforma, de un medio, en el fin de la lucha de clases"50. Podemos decir que el CS no escapa a esta máxima: bajo una metafísica de carácter irracionalista51 rompen la unidad existente entre presente y futuro, entre medios y fines, es decir entre la capacidad consciente de la clase trabajadora y sus aliados de cambiar la realidad o no.
Los explotados y oprimidos, protagonistas de históricos acontecimientos en nuestro país, en su lucha contra el viejo orden comienzan a gestar los gérmenes de uno nuevo -expresiones de ello son las asambleas populares, los piquetes, y las fábricas ocupadas- sentando las bases, de mediar nuevos saltos en su organización y unidad, de imponer un futuro distinto a la miseria capitalista. La conquista de una sociedad comunista internacional no será mediante leyes y decretos, surgirá de la actividad voluntaria de la clase trabajadora que logrando el poder y la iniciativa en la producción industrial, agrícola y científica, se encamine a organizar la producción de un nuevo modo. Para ello, en momentos previos a la destrucción del viejo orden debe anticiparse el nuevo, surgido de su impulso y conscientes de sus objetivos revolucionarios. Contrario a esta estrategia las concepciones y la teoría política postulada por el CS abandonan toda perspectiva de cambiar el conjunto de las relaciones sociales capitalistas mediante la revolución socialista, es decir, de la lucha por conquistar el terreno de la igualdad material entre los seres humanos, de la socialización de los medios de producción, de la posibilidad del comunismo y la libertad.
Muchos compañeros que conforman la nueva militancia social en nuestro país, que abnegada y valientemente son parte del movimiento emergente luego del 19 y 20 de diciembre, abrazan las ideas originarias de la heterogénea corriente que se ha dado en llamar autonomismo52. El auge que han tomado estas ideas en nuestro país se explica por la debacle y la "crisis orgánica" del viejo régimen y la estructura capitalista argentina, junto con el fracaso y desprestigio de las organizaciones sindicales y la izquierda reformista tradicional, que ha proclamado el cambio desde el propio estado. A lo largo de su exposición el CS utilizando muchas de estas ideas recrean un nuevo tipo de reformismo; no ya porque planteen que el cambio puede conquistarse desde el Estado, sino porque el mismo puede hacerse sin destruir la maquinaria estatal capitalista. El CS, como hemos visto a lo largo de este articulo, le propone a la nueva militancia social una nueva praxis política, el Nuevo Protagonismo Social, que no escapa al viejo clamor bersteniano de "el movimiento lo es todo, el fin es nada", expresado en una estrategia que, en convivencia con el estado burgués, propone a las masas un reformismo de la subsistencia y la subjetividad alternativa.




Notas
1 Colectivo Situaciones, 19 y 20. Apuntes para el Nuevo Protagonismo Social, Bs.As., Ediciones de Mano a Mano, Abril de 2002.
2 Agrupación de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA, de ideología peronista-populista y adscripta a la CTA.
3 Guy Debord, La Sociedad del Espectáculo, 1957. Versión electrónica.
4 "(... ) lo que en el primer proceso, antes que el dinero o la mercancía se hayan transformado realmente en capital, les imprime desde un comienzo el carácter de capital no es ni su condición de dinero ni su condición de mercancía (...) sino el hecho de que este dinero, esta mercancía, estos medios de producción y subsistencia, se enfrentan a la capacidad de trabajo ­despojada de toda riqueza objetiva- como poderes autónomos personificados en sus poseedores; el hecho de que, por tanto, las condiciones materiales necesarias están enajenadas al obrero mismo, o más precisamente, se presentan como fetiches dotados de una voluntad y un alma propias (...)". Karl Marx, El Capital, Capitulo IV- Inédito, México, Siglo XXI, España, 1981.
5 Según el norteamericano Frederic Jameson el posmodernismo asimila del situacionismo la idea de "un mundo convertido en mera imagen de sí mismo, así como de pseudoacontecimientos y 'espectáculos'...A estos objetos debemos reservarles la etiqueta platónica de 'simulacros'...Con bastante coherencia, la cultura del simulacro ha materializado en una sociedad que ha generalizado el valor de cambio hasta el punto de desvanecer todo recuerdo del valor de uso, una sociedad en la cual, según la observación espléndidamente expresada por Guy Debord, 'la imagen se ha convertido en la forma final de la reificación mercantil'". Frederic Jameson, El posmodernismo o la lógica cultural del capitalismo avanzado, España, Ed. Paidós Studio,1995.
6 "En el poder de los Consejos, que debe suplantar internacionalmente a cualquier otro poder, el movimiento proletario es su propio producto, y este producto es el productor mismo. Él mismo es su propio fin. Sólo ahí la negación espectacular de la vida es negada a su vez". Guy Debord, op.cit.
7 CS, 19 y 20..., op.cit., pág. 25.
8 Ídem, pág. 19.
9 "El poder se ejerce. Nadie hablando con propiedad es el titular de él". Michael Foucault, Microfísica del poder, Bs.As., Planeta, 1994.
10 CS, op.cit., pág. 22.
11 CS, 5º declaración, "Imperio e Imperialismo. A propósito de los acontecimientos de Venezuela", versión electrónica, negritas nuestras.
12 Karl Marx, "El 18 Brumario de Luis Bonaparte" en Trabajo asalariado y Capital, Barcelona, Planeta, 1985.
13 La carencia de datos y demostraciones históricas se expresan aquí en una carencia absoluta de definiciones políticas. ¿A qué momento del viejo Estado nacional concretamente se refieren? ¿En base a qué periodización corresponden sus definiciones? ¿Se refieren al estado peronista o a la fase alfonsinista de la restauración democrática?
14 CS, 19 y 20...op.cit., pág.54.
15 Ídem, pág. 60.
16 Ídem, pág. 60.
17 El CS rechaza la dialéctica marxista y adhiere al inmanentismo filosófico spinoziano puesto de moda por los italianos Toni Negri y Paolo Virno. En esto se diferencian del situacionismo original que criticaba a la izquierda reformista por su abandono de la dialéctica revolucionaria.
18 El concepto de multitud es una de las elaboraciones del nuevo autonomismo social de los citados Negri y Virno, que tomado del filósofo Baruch Spinoza, viene a sustituir la idea de sujeto clasista forjada por el marxismo. Para una crítica a esta concepción ver Christian Castillo, "¿Comunismo sin transición?" en Estrategia Internacional Nº 17, abril 2001.
19 CS, 19 y 20..., op.cit., pág. 42.
20 Para ver este debate y nuestras posiciones recomendamos las notas de la revista Estrategia Internacional Nº 18, febrero 2002.
21 CS, 19 y 20..., op.cit., pág. 37, negritas nuestras.
22 Ídem, pág. 37.
23 Jorge Sanmartino y Manolo Romano, "Crisis de dominio burgués: reforma o revolución en Argentina" en Estrategia Internacional Nº 18, op.cit.
24 Los desocupados y las masas pobres, las clases medias urbanas, sus sectores medios y bajos, y los asalariados "...todos ellos irrumpieron simultáneamente en las jornadas revolucionarias. Todavía se presenta la inercia de un frente unificado que podríamos llamar el Bloque de diciembre, si ponemos bajo ese nombre al conglomerado de clases populares, incluido los asalariados en general, que protagonizaron los embates contra el gobierno de De la Rua y Cavallo". Estrategia Internacional, Nº 18, op.cit.
25 Que en el caso de la CTA y la CCC es francamente vergonzosa, pues mientras miles desafiaban el estado de sitio ellos levantaban la marcha convocada para el día 20 y en boca del diputado D'Elía se acusaba de provocadores a los miles de pobres que saqueaban supermercados.
26 CS, 19 y 20..., op.cit., pág. 43.
27 Ídem, pág. 26.
28 Ídem, pág. 55.
29 Ídem, pág. 55.
30 Federico Engels, Ludwing Feuerbach y el fin de la filosofía clásica alemana. C.Marx, F. Engels, Obras Escogidas, T III. Ed. Progreso. Moscú, 1973.
31 Jorge Sanmartino y Manolo Romano, op.cit.
32 CS, 19 y 20..., op.cit., pág. 192.
33 Ídem, pág. 85.
34 Ídem, pág. 61.
35 Por citar dos ejemplos, el tipo de relación establecido por los MST de Brasil, el reconocimiento estatal del zapatismo y sus leyes de autonomía indígena, y como ejemplo nacional mencionan a los MTD.
36 Lleno de proclamas macartistas, el CS anima a formular que en la demanda democrática que levantan las masas, el que se vayan todos, está incluida la izquierda partidaria.
37 Para aquellos que postulan la convivencia con el estado burgués se entiende que la conquista de la autonomía sea transformada, en definitiva, en una "operación ética" que consiste en la sustracción del movimiento de masas de la norma vigente, creando "la posibilidad de una experiencia de desarticularse de la norma que la nombra, que sabe sobre ella y que designa sus características de normalidad, supone el movimiento de asumir soberanamente su situación proponiendo discursos, saberes y criterios, cuyo origen es ya situacional, es decir, múltiple". CS, 19 y 20..., op.cit., pág. 103.
38 Integrantes del actual CS antiguamente colaboraban con la CTA. En su libro avanzan en una postura crítica contra el reformismo de esta central. Su nuevo modelo esta basado en la experiencia de los MTD de la zona sur, que, contrario a la utilización clientelar de otras organizaciones piqueteras, llevan adelante con los subsidios de desempleo un fondo común para realizar trabajos comunitarios, posibilitando de esta manera una mayor democracia en la organización de base de los desocupados.
39 Ídem, pág. 105.
40 Como ejemplos de esta reducción podemos leer en su libro: "La misma metodología orienta la forma en que el MTD de Solano asume su relación con los gobiernos. Ellos administran planes sociales otorgados por el gobierno sin que esto signifique claudicación alguna. Simplemente entienden que un proceso de afirmación situacional implica una relación compleja con el Estado. Y en ese proceso van elaborando sus propios saberes sobre el cambio social y la revolución. Dentro de esos saberes asumen la complejidad que supone recibir financiamiento de los gobiernos y, a la vez, establecer niveles muy altos de enfrentamiento con ellos. Acuerdos y enfrentamientos, no obstante, no agotan los vínculos entre el MTD y el Estado. Además esta la autonomía de pensamiento y de acción que los llevan a organizar una economía alternativa para sostener el movimiento cuando eventualmente se acaben los planes". Ídem, pág. 109.
41 Ídem., pág. 56.
42 Debemos aclarar que Gramsci llamaba a estas revoluciones desde "arriba" revoluciones pasivas, donde las clases dominantes imponía un proceso de cambio o modernización de las condiciones capitalistas bajo formas contrarrevolucionarias.
43 Lenin, "La dualidad de poderes" en Obras escogidas, Tomo IV, México, Ed. Cartago, 1976.
44 Toni Negri, "Lenin después de Lenin", versión electrónica.
45 CS, Contrapoder, Bs..As., Ed. De Mano a Mano, 2001, pág. 40.
46 CS, 19 y 20, Ídem, pág. 54.
47 CS, 19 y 2o op.cit., pág. 54.
48 CS, Contrapoder, op.cit. Pag 20.
49 CS, 19 y20, Ídem, pág. 86.
50 Rosa Luxemburgo, ¿Reforma o Revolución?, Ed. Nativa, Montevideo, 1971.
51 Véase su rechazo a la dialéctica de la historia, al sujeto como portador de conciencia, a su abstracto enfrentamiento entre la vida y la muerte presente en su sistema, etc.
52 Actualmente en nuestro país han tomado fuerza las ideas, no solo de teóricos autonomistas "tradicionales" como P. Virno o T. Negri, sino que sus ideas han sido reelaboradas en forma diversa por ejemplo por el neozapatismo de J. Holloway, o incluso la critica a la "representación" del Parlamentario L. Zamora.
Noviembre 2002