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Opiniones

22 de maj del 2003

"La responsabilidad de los intelectuales: Cuba, los Estados Unidos y los derechos humanos"
Waterman responde al artículo de Petras

Peter Waterman
Rebelión

Traducido para Rebelión por Germán Leyens
A: la izquierda a debate.

Quisiera responder al artículo de James Petras del 1 de mayo de 2003 sobre Cuba. [versión en inglés - versión española: "La responsabilidad de los intelectuales: Cuba, los Estados Unidos y los derechos humanos"]. O, más bien, a su artículo sobre la reacción de toda una serie de intelectuales de la izquierda occidental ante la ola de represión con la que el régimen cubano ha reaccionado ante una nueva ola de agresión de EE.UU. contra Cuba.

No voy a defender a los que así han sido atacados, ya que no sé exactamente lo que dijeron o por qué, y porque son bastante capaces de defenderse solos.

El pasaje que sigue es de su precepto final a "los intelectuales de Europa y de los Estados Unidos", entre los cuales, sin embargo, me contaría yo:

"1.El primer deber de los intelectuales de Europa y de América consiste en oponerse a sus propios dirigentes imperiales que pretenden conquistar el mundo.

"2.El segundo deber consiste en clarificar las cuestiones morales implicadas en la lucha entre militaristas imperiales y la resistencia popular/nacional y en rechazar la postura hipócrita que compara el terror de masas del uno con las restricciones justificadas y a veces excesivas de seguridad del otro.

"3.El intelectual crítico debe establecer normas de integridad política y personal con respecto a los hechos y cuestiones antes de emitir juicios morales.

"4.El intelectual crítico debe resistir a la tentación de convertirse en "héroe moral del imperio" por el hecho de negarse a apoyar las luchas victoriosas populares y los regímenes revolucionarios, que no son perfectos y que carecen de todas las libertades puestas a la disposición de los intelectuales impotentes e incapaces de amenazar al poder (que, por eso mismo, gozan del derecho de reunión, de discusión y de crítica).

"5.El intelectual crítico debe negarse a ser el juez, el fiscal y el jurado que condena a los progresistas que tienen el coraje de defender a los revolucionarios. Los intelectuales de Europa y de los Estados Unidos no deberían confundir su propia inutilidad política y su posición inconsecuente con las de sus colegas los intelectuales comprometidos latinoamericanos. Hay lugar para el diálogo constructivo y el debate, pero nunca para los ataques personales ofensivos contra individuos que viven amenazados a diario"

Petras, que ha investigado en forma trascendental los movimientos sociales, y cuyo reciente ensayo en colaboración sobre Brasil recomiendo a los lectores, sufre a pesar de ello de un síndrome que llamo "marxismo maniqueo". El maniqueísmo, como es de conocimiento general, es una filosofía de oposición binaria, en la que un polo representa la virtud y el otro el vicio.

Esto tiene poco que ver con el marxismo, aunque tiene mucho que ver con marxismo vulgar, que está, o estaba, repleto de lo siguiente: capitalismo: socialismo, capitalista: proletario, imperio: colonia, imperialismo: nacionalismo, centro: periferia… mujer: hombre. Algunas veces los polos son representados como extremos de un espectro, permitiendo la introducción de apeaderos como ser la 'pequeña burguesía' (generalmente 'indecisa' o 'en vía de desaparición'), la 'semi-periferia', etc. Un espectro, sin embargo, es sólo un binario extendido, y por ello igualmente problemático.

El marxista maniqueo siempre se encuentra al lado virtuoso de esta construcción.

En este caso en particular, Petra fustiga a los intelectuales estadounidenses y europeos por haberse unido a la crítica de los intelectuales liberales y del Estado EE.UU. (En este sitio existe una sugerencia de que los intelectuales que no son estadounidenses o europeos se identifican con las últimas acciones del régimen de Castro, lo que puede o no ser el caso).

En otros sitios, sin embargo, Petras ha establecido una oposición igualmente binaria entre los 'intelectuales orgánicos' latinoamericanos y del Tercer Mundo de los años 70 (en las montañas, en la guerra urbana) y los 'intelectuales institucionales' de los años 90, en las ONGs financiadas por el extranjero. No hay que adivinar cómo se distribuyen la virtud y el vicio en esta oposición. No hay que ser adivino para saber de qué lado de la oposición se encontraba Petras.

Aunque Petras reprodujo este argumento durante una década, y fue publicado en todo el mundo durante esa década, fue originalmente propuesto por un comunista indio, condenando a las ONGs como agentes del imperialismo. Ahora, en su calidad de dirigente del Partido Comunista de India (Marxista), el mismo individuo, o Partido, busca enérgicamente esa ayuda 'imperialista' extranjera para financiar el próximo Foro Social Mundial indio que domina. No dudo que ese individuo, o partido, tiene un argumento 'moral'' para hacer lo que condenaba cuando lo hacían los demás, pero el resto de nosotros podría pensar que es una moralidad elástica, indistinguible del pragmatismo y oportunismo burgueses.

El marxismo maniqueo, a diferencia del marxismo, no requiere -por cierto ilegaliza- la investigación de la virtud, aunque, en el caso de Petras, no obstruye necesariamente una investigación bastante perceptiva de las variedades de y de las contradicciones del vicio. El marxismo, como 'filosofía de contradicción interna' (Bertel Ollman) exige que busquemos más allá de una oposición aparente, lo que implicaría, pienso, encontrar elementos de socialismo dentro del capitalismo, y elementos de capitalismo (o feudalismo europeo, o de despotismo oriental, o de caudillismo latinoamericano) dentro del 'socialismo'.

El marxismo maniqueo exige el reconocimiento de dos tipos de derechos humanos: capitalistas (viciosos) y socialistas (virtuosos). Parece reconocer sólo un universalismo, el que pertenece a su propia visión maniquea del universo.

Sin embargo, me parece que la búsqueda y la lucha por un tal universalismo -la búsqueda de verdades y valores que proyecten una luz humana, holística y crítica no sólo sobre el 'vicio' sino también sobre la 'virtud', y no sólo sobre el capitalismo sino también sobre el socialismo, no sólo sobre el Otro sino también sobre el Yo, es algo que no puede o no debería ser subordinado a ningún tipo de conveniencia, ni siquiera a la lucha entre lo que yo llamaría un capitalismo globalizado (que incluye pero que no se puede reducir al imperialismo de EE.UU.) y el movimiento por la justicia y la solidaridad globales (que incluye pero que no se puede reducir a las luchas de clases, popular o nacional).

Cuando Petras escribió por última vez sobre una emanación importante de este nuevo movimiento, el Foro Social Mundial de 2002, su artículo fue intitulado, de manera previsible, 'Una historia de dos foros'. Era igualmente previsible, que estos fueron divididos entre una tendencia de clase obrera/popular/radical y una tendencia de clase media/elitista/reformista. No hay que adivinar a qué lado se encontraba Petras, ya que está incluido en la ontología.

Ahora, junto con muchos otros, que se encuentran en todo el espectro de la oposición, de centro/periferia, estoy empeñado en la fundamentación, o la elaboración de una estrategia, estructura, proceso, de liberación dentro del Foro. Estoy tratando de hacerlo sin reproducir las pretensiones de superioridad moral de toda la vida de Petras (fácil), y sin reproducir o reconstruir su oposición maniquea.

A diferencia de Petras, que siempre es 'políticamente correcto', ya que es siempre Petras, me siento inseguro sobre cómo hacerlo o expresarlo. Ya que quiero reconocer que el radicalismo y el reformismo, el compromiso y la autonomía, la emancipación y el control, el movimiento y el asentamiento no sólo son definicionales sino mutuamente dependientes y por ello forman parte del significado recíproco. Si, sin embargo, logramos crear un proceso, dentro y alrededor del foro, que permita o aliente un diálogo y una dialéctica, pienso que podremos, en este nuevo movimiento, superar el tipo de pensamiento y comportamiento marxista de la era de las máquinas que Petras representa.

¿Volvemos a Cuba?

OK. No me van a aterrorizar para que no actúe en un asunto de derechos humanos, incluso en asuntos previstos en la Constitución de Cuba, y porque el Imperio o el imperialismo utilizan este lenguaje. Tengo bastante confianza en el discurso de derechos humanos que existe y se desarrolla (que se desarrolla en la dirección de los derechos sociales, de los derechos indígenas, de los derechos ecológicos) para:

1) Condenar una reacción de reflejo visceral de Cuba a una estratagema derechista de EE.UU. que fue amañada para provocar esa reacción, y que hace el juego de la extrema derecha en EE.UU.

2) Distinguir nuestra visión basada en principios y holística de los derechos humanos, de aquella de los hipócritas liberales de EE.UU. (no todos lo son, aun si son de clase media) o de los neoliberales que usan una medida establecida por EE.UU., u operan con dobles raseros.

Sin embargo, no estoy dispuesto a comer mierda, sólo porque Time Magazine dice que tiene mal gusto. Montones de personas, dicen que tiene mal gusto. Algunos tienen experiencia empírica y personal en la que basan su juicio. Y, si el régimen cubano, o los disidentes cubanos, dicen que la mierda tiene mal gusto, no estoy dispuesto a decidir que están haciendo concesiones carentes de principios al imperialismo.

La última vez que me encontré con Petras -y espero que sea la última- fue en Lima, por ahí por junio-julio de 1986. Fue en la oficina editorial de un periódico económico de izquierda.

Sendero Luminoso, el movimiento de guerrilla/terrorista maoísta, acababa de realizar una insurrección penitenciaria de sus partidarios, como una especie de manifestación, cuando la Internacional Socialista era acogida por el incompetente y corrupto presidente Alan García.

La insurrección, de prisioneros pobremente armados, provocó el predecible baño de sangre de los militares peruanos. El único comentario crítico de James al respecto, o sobre Sendero en general, fue que el extremismo de SL podría desacreditar la estrategia guerrillera en América Latina. De otra manera, presumiblemente, se habría calificado como 'un movimiento de masas de los oprimidos', dirigido por un 'intelectual orgánico'.

Sendero Luminoso continuó desacreditándose, y a la estrategia guerrillera, durante varios años más, asesinando a los dirigentes populares que se le oponían, provocando la furia de los militares contra los asentamientos de ocupantes ilegales y las aldeas que no se defendían y que jamás hubieran podido defenderse. Obviamente se basaban en la vieja creencia insurreccional, basada en el desdén hacia los pobres: mientras peor, mejor.

El apocalíptico modelo insurreccional de la transformación social, orientado a la creación de una sociedad 'revolucionaria', en lugar de un estado y una sociedad democrática, se ha desacreditado en casi toda América Latina, por casi todos los latinoamericanos. Está siendo reemplazado por movimientos de protesta cívica orientados no al poder del estado sino a civilizarlo; no al nacionalismo, sino hacia un nuevo tipo de internacionalismo que incorpore, pero vaya más allá de, el nacionalismo.

No tengo mucho interés en colocarme en la cama de Procrustes de la Inquisición petrásica. Pero quiero tocar su primer punto, ya que este precepto tradicional ha tenido, y tal vez siga teniendo, un cierto atractivo para los intelectuales de izquierda.

"1. El primer deber de los intelectuales de Europa y de América consiste en oponerse a sus propios dirigentes imperiales que pretenden conquistar el mundo."

Bueno, puede ser, tal vez no. Yo, por mi parte, le doy una elevada prioridad. Pero la posición que se tome en este caso depende de si la identidad primordial de uno es la de un "intelectual europeo y de EE.UU.", y si, incluso como tal, uno considera que hay un orden de contradicciones, y que una es la 'primera'.

Incluso si se acepta la identidad, podría ser definida con la identidad propia como Mujer y la propia teoría/ideología como feminista. En ese caso, se podría considerar que la contradicción primordial es aquella entre el patriarcado y las mujeres, o sentir simplemente que es primordial para la persona concernida. Y uno podría no estar dispuesto a postergarla hasta Después de la Revolución, por la promesa implícita de que 'después de la Revolución los bebés los tendrán los hombres'. O, cada vez más, uno podría desear combinar el propio feminismo con el antiimperialismo, y ambos con la crítica de la Federación Cubana de Mujeres, cuya presidente vitalicia es miembro de la familia gobernante vitalicia, y una opositora elocuente del 'feminismo burgués'.

Implícita en este argumento mío está la noción de que no existe una jerarquía en la alienación humana, y ciertamente ninguna oposición maniquea entre contradicciones 'primordiales' y 'no-primordiales'. Existen, más bien, complejos de prácticas de explotación/alienación/opresión -y no se limitan a las sociedades 'capitalistas.

En la medida en las que la alienación se expresa, es sentida, de múltiples maneras, entonces el modelo de emancipación debe ser de una articulación entre los temas colectivos de alienación, debe haber un pleno reconocimiento y respeto mutuos entre ellos, y las diferencias de entendimiento o estrategia deben constituir un asunto de negociación entre estos.

Puedo sólo asumir, finalmente, que la nota histérica e intimidante en el artículo de Petras se debe a su sentimiento de creciente (auto) aislamiento.

Y, tal vez, la Historia NO lo Absolverá.