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Opiniones

24 de julio del 2003

Otra vez la tercera vía

Theotonio Dos Santos
Servicio Informativo "alai-amlatina"


Otra vez los líderes de los partidos políticos que defienden una llamada Tercera Vía entre capitalismo salvaje y socialismo se proponen reunirse para dar continuidad a un enfoque que se probó poco consistente pues la mayoría de ellos se encuentra fuera del gobierno y no pueden presentar un caso de éxito político y sobre todo económico significativo.

En el caso de Brasil, el representante normal del país sufrió una derrota electoral brutal y definitiva, pero extrañamente su sucesor da continuidad a la representación del país, como si no fuera el representante de un proceso electoral que lo escogió como el opuesto a su antecesor. En el caso de Estados Unidos, queda el mismo representante, a pesar de derrotado y fuera del gobierno. Tratándose de una propuesta ideológica, esto parece natural. El ex-presidente Clinton se manifestó en clara oposición a su sucesor, apuntando hacia las diferencias de la Tercera Vía con las posiciones a su derecha y a su izquierda.

¿Cuál es la esencia de la llamada Tercera Vía? Apuntar a un camino entre socialismo y capitalismo no tiene nada nuevo. Esta ha sido la posición de los social-demócratas desde el final de la Segunda Guerra Mundial, cuando la mayoría de estos partidos aceptó alinearse con los Estados Unidos en la Guerra Fría en contra de la URSS y sus aliados y renunciar a la propuesta de una sociedad socialista. Lo que diferencia la Tercera Vía es la aceptación del carácter positivo del libre mercado, en su versión neoliberal. Hay un reconocimiento de la eficacia del libre mercado para la correcta asignación de los recursos al mismo tiempo en que se acepta su incapacidad de atender las necesidades sociales de la mayoría de la población.

La Tercera Vía pretende corregir las dificultades generadas por las políticas neoliberales, a través de políticas sociales. Se reconoce la autonomía de lo económico y se reconoce la existencia de una tecnología de políticas económicas que debe ser gerida autónomamente por los Bancos Centrales. Bueno, este es por lo menos el enfoque de Anthony Giddens que pretende fundamentar este agrupamiento.

En la práctica la cosa es bien diferente. Los asesores económicos de Clinton jamás han aceptado este enfoque. Ellos han criticado duramente el enfoque neoliberal y han propuesto una política económica basada en la idea de un capitalismo gerenciado. Ellos tuvieron un éxito económico espectacular al bajar drásticamente el déficit fiscal norteamericano a través de la disminución de los gastos militares, pero sobre todo a través de la baja de la tasa de interés que obligaba el gobierno norteamericano a gastar miles de millones de dólares en transferencias de recursos para los especuladores del sistema financiero.

Es verdad que esto puede parecer una paradoja. ¿Cómo puede ser que los neoliberales, que defienden el equilibrio fiscal y financiero realicen políticas económicas que producen desequilibrios fiscales y cambiarios colosales, como lo hicieron los gobiernos Reagan y George Bush? Y, al contrario, gobiernos que aparentemente asumen perspectivas keynesianas contengan el déficit fiscal y crean mismo superávit fiscal. Al mismo tiempo, el gobierno de Clinton bajó el dólar y mantuvo el déficit comercial bajo hasta que la crisis asiática abrió camino para una retomada del déficit comercial gigantesco que se presentó al final de su gobierno.

Estamos terminando un libro que recoge una vasta producción de artículos en que mostramos esta realidad desde la mitad de los años 80. Los economistas post-keynesianos y los antiguos neo- keynesianos no se convencieron aún de esta inversión dentro del pensamiento económico.

Lo repetimos aquí para quedar claro con nuestro argumento: el neoliberalismo ha sido un humo ideológico para ocultar la crítica a políticas económicas que provocan desequilibrios colosales en la economía mundial. Talvez la razón para esta situación se encuentre en el hecho de que la adopción del libre mercado lleva a un aumento de los desequilibrios económicos. Pues cuanto mayor la competitividad mayor el desequilibrio que resulta de ella, con la expansión del mercado monopólico, de la concentración económica y de la exclusión de grandes masas del empleo y hasta del propio mercado de trabajo, a través de una gigantesca economía informal y formas primitivas de relaciones económicas.

El grupo de economistas que asesoró a Clinton tenía plena conciencia de los efectos necesariamente negativos de una propuesta de libre funcionamiento del mercado en una época histórica en que el capital actúa a través de las grandes corporaciones económicas, las empresas multinacionales, los grandes grupos financieros y la cobertura activa del Estado, no solo como regulador del mercado semi-monopólico como agente económico directo cada vez más contundente. En este sentido los liberales más radicales de Estados Unidos no han cedido al neoliberalismo como los social-demócratas europeos.

El caso más grave en Europa ocurrió en el comienzo del gobierno Schroeder cuando su ministro de economía era Oskar Lafontaine, que intentó bajar las tasas de ganancia y retomar el crecimiento económico de Alemania, en contra de los dirigentes de los Bancos Centrales europeos, y particularmente del alemán. Schroeder abandonó su ministro de economía a las fieras y abrió camino para su dimisión. Desde entonces ha intentado varias veces retomar el crecimiento económico alemán a través de la flexibilidad del trabajo y otras medidas defendidas por los neoliberales para terminar en la práctica conduciendo los gobiernos bajo su dirección al fracaso económico y sobre todo a la recesión y al desempleo.

El ejemplo más contundente de este fracaso es el caso de Inglaterra. Este país viene bajando su perfomance económico desde el gobierno de la Sra. Tatcher de manera definitiva. Inglaterra bajó de la quinta potencia mundial a la sexta. Sin embargo, si adoptamos la medida del poder de compra para el Producto Interno Bruto, vemos a China y a India superar aún más drásticamente la economía inglesa tirandola para los últimos lugares de los países más poderosos del mundo. No es por nada que el primero ministro de Inglaterra se convirtió en el "poodle" del gobierno norteamericano como lo asistimos en el espectáculo horroroso de la guerra reciente en contra de Irak.

Así parece que aceptar el libre mercado como organizador de la vida económica no trae buenos resultados para quienes lo adoptan.

En América Latina tenemos varios ejemplos de los resultados de esta opción. En Estados Unidos, como lo hemos mostrado varias veces, nadie asume una perspectiva neoliberal en la práctica de la política económica. Véase ahora el caso de Geoge W. Bush.

Frente a la amenaza de repetir el fracaso electoral de su padre, que perdió las elecciones después de "ganar" la primera guerra en contra del Irak, él se rehúsa a aplicar los principios neoliberales. De un lado, permite y estimula al presidente del Federal Reserve bajar drásticamente la tasa de interés del país que llegó a 1% al año ( y que tendrá de bajar a por lo menos el 0,75%, como lo estamos planteando hace más de un año, como condición para una recuperación efectiva de la economía norteamericana y mundial).

De otro lado Bush hijo aumenta dramáticamente los gastos públicos, particularmente los gastos militares para que puedan calentar la economía y permitir la retomada de su crecimiento. En tercer lugar sí recurre a un principio de gusto neoliberal que es la baja de los impuestos con la vana esperanza de que un aumento de la renta, sobre todo de los sectores de altos ingresos, ayude a retomar el consumo y recalentar la economía. Su inspirador, Ronald Reagan lo intentó sin resultados importantes en los años ochenta. Pero el estudio de las experiencias históricas no es lo fuerte de los economistas formados en las escuelas actuales de pensamiento.

Por lo tanto no podemos ver ningún camino serio para la Tercera Vía. Creer que la economía debe ser regida por principios universales, de carácter "técnico" es el camino más directo para quedarse a la merced de los intereses más reaccionarios que comandan este estilo de pensamiento económico. Al mismo tiempo, es condenarse a no disponer de recursos para enfrentar los problemas sociales que resultan del fracaso de las políticas neoliberales.

Esta lección fue repasada a todos los dirigentes políticos latinoamericanos que por ignorancia y cobardía han asumido las políticas neoliberales en la región. Mientras disponían de reservas internacionales y de recursos públicos para vender pudieron ofrecer un periodo de aumento de consumo a través de las importaciones y de expansión de inversiones a través de la atracción de capitales internacionales que luego se fueron al agotar la captación de los excedentes existentes en estas llamadas economías emergentes.

De manera irremediable todas ellas entraron en crisis colosales con la devaluación de sus monedas y salidas colosales de divisas.

Mientras el tesoro norteamericano y el aparato financiero internacional decidieron intervenir para garantizar la salida de los capitales invertidos por los norteamericanos y otros inversionistas "serios" el fracaso de estas políticas asumió proporciones equivalentes a la profundidad de su irracionalismo económico.

Hoy día, estas intervenciones son cada vez más difíciles pues hay falta de liquidez en los países centrales. Argentina ha sido el primero caso a desarrollarse en este nuevo contexto. De ahí se pueden sacar dos lecciones. En primer lugar la gravedad de la crisis socioeconómica que resultó de esta aventura económica. En segundo lugar, la profunda crisis política e ideológica que resultó de esta situación. Estamos asistiendo solamente al comienzo de las manifestaciones más ordenadas de esta crisis. Y ellas no apuntan hacia una situación favorable a los dueños actuales del mundo. En Brasil, como hijo de la crisis de 1999, tuvimos las elecciones de 2002 que resultaron en un rechazo del 77% de los electores al candidato del gobierno.

En México, la crisis de 1994 llevó finalmente a la derrota electoral del PRI. El hecho de que el PAN haya dado continuidad a la política económica neoliberal ya lo conduce a la derrota y a un posible retorno de un PRI más crítico del neoliberalismo de Salinas. Este ir y venir de manifestaciones políticas en contra de las actuales políticas económicas y la insistencia del sistema financiero internacional de mantenerlas a través de la intimidación o la corrupción de los líderes electos debe llegar a un límite muy serio: debe poner en cuestión la posibilidad de alcanzar los cambios por la vía legal e institucional, lo que pondría en riesgo veinte años de lucha democrática en la región.

Nada de esto parece favorecer a un intento de retomar la propuesta de vuelta a la Tercera Vía. Insistir en el fracaso y en los errores políticos e intelectuales no es una vía muy saludable...

Theotonio dos Santos es profesor titular de la Universidad Federal Fluminense y Coordinador de la Cátedra y Red UNESCO - Universidad de las Naciones Unidas sobre Economía Global y Desarrollo Sostenible. Su libro más reciente es "Teoría de la Dependencia: Balance y Perspectivas", Editora Plaza & Janés.